CHOQUE MÚLTIPLE
               Como en una orgía de metal, los hierros entrelazados eran  un recuerdo de lo que habían sido hacía  apenas  unos segundos atrás. Esta escena era común en esta esquina peligrosa pero esta vez llamaba la atención la cantidad de autos involucrados y la magnitud del choque.Por fortuna, no había muertos, pero los heridos, tendidos en la calle, esperaban desesperadamente  por una ambulancia.
              El tiempo pasaba y la ambulancia no llegaba hasta que alguien mencionó que ésta había chocado  muy cerca de aquí, mientras se dirigia hacia nosotros. El cuadro de situación se tornaba más dramático al comprobar que había choques en todas las esquinas, como una  suerte de epidemia. Lo primero que pensé era que los semáforos se habían vuelto locos, pero  luego comprobé que funcionaban a la perfección. Como consecuancia de ésto las calles ahora estaban casi vacías; el transito se había paralizado,  la gente corría de un lado a otro, o mejor dicho, de un vehículo hacia otro. Pensé  que  las compañias de seguros a esta altura ya estarían fundidas.
               Crucé la calle y me dirigí hacia el bar de la esquina. La gente estaba parada mirando atónitamente los televisores. Las imágenes de los choques se multiplicaban por toda la ciudad,  y ahora involucraban a trenes y metros; estábamos ante un raro fenómeno. Los periodistas que aún no habían chocado  elucubraban teórias al respecto desde todos los canales. Los gobernantes se echaban la culpa unos a otros sin encontrar una respuesta ni una solución. La más acertada de todas las teorías, era la que dió un psicólogo  y era que quizás estábamos antes un raro fenómeno de hipnosis colectiva y que en realdad,  la gente chocaba porque ya no quería seguir hacia adelante. Otros opinaban lo contrario: que la gente chocaba para evitar que los otros lleguen a destino, devorados por una jungla de metal.
          Lo cieto era que yo estaba a salvo. Me alegré de que yo no tuviera auto y de que pudiera estar a resguardo de la influencia de la hipnósis colectiva y libre de hacer lo que se me ocurra. Corrí  hacia mi casa para escribir algo al respecto, pero no lo logré, porque cuando subo la escalera y quise entrar a mi casa, me reventé contra la puerta.
                                                               Gabriel Falconi