El Encuentro
Publicado en Aug 17, 2011
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Las calles estaban a oscuras, salvo por los pares de focos que iluminaban las ventanas al pasar los autos.
Caminaba rápido, desorientada. Sabía a donde debía ir, pero no estaba segura de la ruta que deseaba seguir; ni siquiera sabia si realmente quería llegar.
Escogí el camino opuesto al de todos los días, anhelando en mi interior que sucediera algo extraño, fuera de lo normal que no me permitiera continuar.
No tuve tiempo de cambiarme de ropa, ni de cancelar los planes que tenia para esta noche. Llevaba puestas mis zapatillas de lona, rotas por el uso, y sobre mi pijama un polerón que ni siquiera puedo asegurar esté limpio. Solo eso pero no tengo frío, lo que es extraño por encontrarnos en pleno invierno, con este viento helado que siento contra mi rostro acalorado y que enfría mis lágrimas secas.
No logro pensar en nada concreto, intento como puedo mantener mi mente en blanco aunque esto me signifique tropezar en el camino con las personas a mí alrededor y los objetos cercanos. No sé que se debe hacer en estos momentos, como actuar, qué sentir. No sé tampoco que es lo que quiero hacer, adonde quiero ir, ni por qué he elegido este trayecto.
No es hasta que llego a la esquina que lo veo.
Durante meses he estado esperando, pensando constantemente en este tipo de encuentro fortuito, incluso he llegado a fabricar situaciones esperando que el lugar y la hora me favorezcan. Días esperando sin resultado, y ahora ahí está, de pie en la esquina tranquilo como si nada, justo en los minutos que no ha reinado en mi mente, cuando no estoy preparada, cuando lo necesito más que nunca.
Freno, solo a unos pocos pasos de donde se encuentra. Aún no he decidido si lanzarme sobre él o huir por otro camino, cuando un pequeño suspiro me delata y al ver como se voltea, seguramente para saludarme porque por su expresión noto que me ha reconocido, no puedo sino avanzar los pocos pasos que me quedan y abrazarle, escondiendo mi cara en su pecho.
Comienzo a llorar instantáneamente, sin reproches ni esfuerzos por resistir.
Es primera vez que me ve llorar. "1 a 0" pienso, puesto que aunque he notado varias veces que ha estado llorando, nunca he sido testigo directo de aquello.
No me pregunta nada, no se si es porque no sabe qué se supone que debe hacer, si es porque no se atreve o es que aun no ha logrado asimilar qué sucede. Eso de todas formas no importa realmente, lo importante es que no lo hace y estoy agradecida por ello.
Lo abrazo lo mas fuerte que puedo y siento por primera vez que esa distancia que había colocado entre los dos a causa del nerviosismo desaparece, no sé si durará luego de esta noche, pero si es solo por hoy es suficiente para mi.
Saco la cabeza de mi escondite solo para respirar cuando los sollozos acaban con todo el aire en mis pulmones.
Él me rodea con sus brazos, fuerte, dejandome saber que no me dejará desplomarme entre toda esta gente desconocida. Acaricia mi cabello, y aunque esto nunca me ha gustado se trata de él, así que me dejo como siempre lo he hecho cuando se trata de sus caricias.
Lloro no sé por cuanto tiempo, pero cuando finalmente me detengo y los leves jadeos se apoderan de mí, los rostros de las personas que nos miran ya no son las mismas que al comienzo.
Levanto la mirada y me fijo en sus ojos. Nobles y amables. Siempre creí que los mios eran bonitos, nada especial pero bellos, hasta que vi los suyos. Con su extrañeza verdosa, que no es ni netamente verde, ni variante del café. Pero lo mas importante es su expresividad, son tan transparentes, incluso más que sus palabras.
Arquea las cejas y adquiere esa expresión triste que coloca algunas veces para mostrar el contraste con la rudeza que denota su mirada constantemente, y logra hacerme esbozar una sonrisa al igual que todas las veces anteriores, porque es interesante como con ese leve movimiento logra que todo su semblante cambie.
De todas formas sé que es lo que quiere decir con esa expresión.
"¿Qué sucede?" me pregunta sin mover los labios, y al buscar las palabras en mi mente para responderle vuelvo a sentir aquel nudo en la garganta, la opresión en el pecho y el desorden en mis pensamientos. Vuelvo a sentir como todo se nubla y solo digo:
-Mi abuelo tuvo un accidente
Sin darme cuenta, al término de la frase ya estoy llorando de nuevo.
Él vuelve a sujetar mi cabeza y siento como su pecho se acelera mientras en su cabeza busca algo adecuado para decir.
Decido librarlo de aquella inquietud y comienzo a hablar, porque aquello también me liberará a mí. Ni siquiera comprendo bien qué digo, si es que se entiende mas allá de mi mente, si tienen sentido las palabras que uno, pero no importa, yo solo hablo:
-Me llamó mi mamá y está en la clínica, pero no me dijo que pasó... o sí, pero no entendí y no sé como esta... yo no sé que hacer, si ir allá o donde mi abuela, pero mi mamá y el auto, y...
Me deja hablar un poco más y luego me calma, me tranquiliza.
Quita el cabello que cubre mi rostro y lo coloca por detrás de mi oreja.
-¿Hacia donde ibas?- Me pregunta
-Donde mi abuela...Pero ni siquiera sé si quiero estar allá y tampoco puedo ir donde mi mamá porque no necesita verme así y no soy capaz de sentarme junto a ella y aparentar ser fuerte y estar bien y...
-¿Quieres ir a alguna parte?
Noto el cansancio en sus ojos y la mochila que ha dejado en el suelo. Dudo un poco antes de contestar, pero él insiste y me doy cuenta de que es sincero en su propuesta.
-Solo quiero no pensar en esto
-¿Te acompaño a tu casa?
-No quiero estar sola-Digo sin pensarlo. No me preocupo, sé que ha entendido bien a que me refería.
-Vamos, yo te acompaño
Coge su mochila y se la cuelga al hombro. Con el otro brazo me rodea y caminamos en dirección a mi casa.
Al entrar me percato realmente de la conmoción que sentía al salir: Todas las luces y el televisor están encendidos, el teléfono descolgado y se oye el tétrico sonido de la linea cortada.
"Acuestate" me dice y yo obedezco.
Él se encarga de todo. Nuca había estado en mi departamento antes, pero intenta descubrir todo solo para no molestarme. Enciende la calefacción, apaga algunas luces y prepara café. Antes de servirlo me pasa un vaso con agua y una aspirina.
Deja ambas tazas en el velador y se sienta en una silla que ha acercado junto a mí. Me cubre con una manta y coge mi mano.
Cierro mis ojos y por primera vez me siento en calma, mi respiración vuelve a la normalidad y mis latidos desaceleran.
Acaricia mis manos, mis dedos, y no puedo evitar pensar en lo bien que se siente.
¿Qué habría sido de mi de no haberme encontrado con él?
Probablemente me encontraría vagando en cualquier calle aledaña, alejándome de todos, evitando volver a casa.
-¿Necesitas algo?
-Hablame- Le respondo brevemente, no tengo las fuerzas para formular toda una oración.
-¿Qué?- Pregunta intrigado- ¿De qué?
-Hablame de cualquier cosa, de lo que quieras, pero dame otra cosa en que pensar...
Se queda un momento en silencio, ordenando sus ideas, buscando algo que decir. Finalmente abre la boca y comienza a hablar:
-El otro día vi una película, bueno, en realidad varias, no he salido mucho últimamente. No sé si la has visto, se trata de...
Sigue así durante un largo rato, hablando trivialidades que logran mantener mi mente ocupada. Me quedo dormida con el sonido de su voz.
Despierto. Ya es de día y al pasar una mano por mi rostro lo primero que noto es el rastro y las ojeras que el llanto me ha dejado.
Busco a mi alrededor pero no lo veo.
Me levanto y sobre el velador, debajo del tazón aun lleno, veo un papel escrito.
"Tu mamá llamó. Todo está bien"
Anotó además la hora (01.44) y dibujó al borde una pequeña cara feliz.
Sonrío. Yo también estoy feliz.
Recorro los pasillos y lo encuentro viendo televisión en la sala. Se levanta de inmediato al verme. Me pregunta como estoy y si he visto el mensaje.
Solo caminó hasta él y lo abrazo nuevamente, tal como he querido hacerlo por meses y ahora tengo la excusa que necesitaba para hacerlo. Estoy dándole las gracias de la única forma que puedo.
Gracias por ser como es y por todo lo que me ha enseñado. Por haber dejado su apariencia de indiferencia cuando era necesario. Por hacerme sentir lo que siento.
Nada cambiará entre nosotros, lo sé. Nuestras actitudes y maneras se mantendrán iguales, inalterables como hasta ahora. Yo seguiré esperando por esos encuentros casuales y él seguirá indiferente. Pero me quedo tranquila, porque ahora sé que puedo confiar en que la indiferencia que muestra es solo su forma de ser y no su verdadero sentir. 
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Palabras Clave: encuentro esquina indiferencia amor amistad necesidad afecto tristeza llanto noticia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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