Arremetí
en cuatro tiempos
yo y mis otros tres yo
apretujado  
entre la carne sónica vestido de carmín
e ignorando el tumulto
de olores que amedrentan
al olfato comprimido.
Llegué  
arreando la cola de mí ombligo
libélula simbólica
que transporta al lecho memorioso
de los rincones frutales
nido lleno de colores índigos,
me trajeron como un sueño
materializado en carne
y lo primero que me presentaron
fue un golpe; boca abajo y por detrás
para que se descomprima el aire
¿Espontaneidad lúcida o contraproducentica humillante?
¿Ese el destino del niño?
o solo para el que nace híbrido, bífido, reptil y terco.
Al principio;
contra mi voluntad
vine a ser escupido al frío
al llanto
y a los vicios
que al copular
terminaron siendo
la razón de la humanidad que me recibe
que me absorbe
con sus tentáculos de látex
y sus batitas anti pandemias
que hacen juego con sus cubre bocas que ocultan el horror de las palabras.
Gimoteo desentendido del ruido
con el colapso de mi seguridad
que ahora es la presa entre el letargo de las inquietudes
y el volcán de la próximas emociones.
¿Qué puedo ser ahora en este balístico trance?
de metrallas
y miradas
vertidas sobre el huevo roto del que me exiliaron
donde levitaba
en el jugo que arrulla
a los ángeles presurosos
que degustan por ductos.
Debí de tener más astucia
y moverme rápido
fui un feto lento
un molusco soñador
una mariposa rupestre arrancada de su cueva por tenazas
que no conocen lecho
descansando en la vitrina
porque fui desterrado a la fuerza.
¿O crees que en mi juicio
estaba en mis planes destronarme del útero para residir en una letrina?
Al principio;
desconocía que desde el primer día que llegué
ya estaba un paso más cerca de partir.
Al principio;
ignoraba que al momento de nacer
ya estaba más pronto a morir.