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TE ESPERARE CUANDO RETORNEN LAS MARIPOSAS (FRAGMENTOS)

Publicado en May 17, 2011

   En la naturaleza no existe la muerte, el deceso de un individuo u organismo, forma parte del acontecer diario a que habrá lugar en alguna de las etapas de su existencia, por que como almas simples, no les corresponde discernir sobre la causa y el efecto de la puro hueso. En cambio en el seno de la misma naturaleza, la familia de Papajuan y Mamamaría sucumbía ante los efectos de ver morir a un hijo, a un hermano. Sus almas complejas los envolvían en el flujo y reflujo del pensamiento, buscando las causas que impulsaban a un ser humano atentar contra su propia existencia, máximo cuando los hilos pasionales le ahorcaban dejando sin aire a la razón, y sin esta; la locura se posesionaba del cuerpo, cegándolo, embruteciéndolo, arreándolo hacia una muerte miserable, hacia una irremediable desgracia.

         Allá abajo, en la casa, Mamarosa al lado de Azabache, lavaba, planchaba, limpiaba, cocinaba, realizaba todos los quehaceres canturreando unas canciones nostálgicas acompañadas por lagrimas que enviaban un mensaje de amor eterno, cuyo contenido era “no te olvidare”.

       Los muchachos, con su poca experiencia buscaban la razón de los sucesos, las emociones los dominaba a placer con actos violentos de fraguar venganza, actos que el hombre de la casa, Papajuan, lograba controlar con sabiduría. Aura Rosa sufría en silencio, un silencio que solo era roto en las tardes, cuando en carrera desenfrenada, como perturbada, subía la cuesta hacia la loma gritando el nombre de su hermano, entre lágrimas y llanto. Gritaba duro como para que allá lejos, donde se encontraba, pudiera escucharla y viniera en su encuentro
_ ¡Ribeeeeeert, Ribeeeeeeeeeeeeeert!_ le gritaba con desesperación.
         Le gritaba al viento, a los pájaros, a las nubes, a la luna, al sol. Alguien tenía que oír, alguien tenía que llevar el recado.
_ Ribeeeeert, ¿dónde estás hermanito? ¿Porque lo hiciste?

         Su pregunta se iba como eco en el viento, no había quien la contestara. Solo las mariposas amarillas en su vuelo multicolor la acompañaban en aquellas tardes grises que ocuparon parte de su vida.

        Los rosarios fueron un analgésico para sus almas en angustia y al noveno día del fallecimiento, ocurrió un suceso. Aquella tarde Llegó adolorida, con los ojos llorosos y los recuerdos abriendo la herida a cada paso que acortaba la distancia. Pero esta vez no pudo gritar su desesperación, ni mucho menos subir a la loma, por que miles y miles de mariposas monarcas la cobijaban y también arropaban las arboledas aledañas, como un manto aterciopelado de color naranja-rojizo.
         Mientras ella, absorta aun, se maravillaba del vuelo de las serpentinas, él viajaba en su memoria inventándole historias donde las mariposas habían conocido reyes y reinas, príncipes y princesas. Grandes monumentos e inmensas manadas de animales salvajes. Ciudades de grandes rascacielos y los cuentos de la maravillosa fauna marina, cuando estas cruzaban los océanos.
       Dos días después, se levantó tempranito Al llegar, con sorpresa observo que no había ninguna y subió hasta la cima de la loma, y desde allí pudo ver un nuevo horizonte y bajo corriendo a relatar a Papajuan y Mamamaría lo acontecido, para ellos las mariposas monarcas habían venido a buscar su alma Jubilosos comenzaron a imaginarse como seria su nueva vida, y Aura Rosa se aferraba a la esperanza de volver a encontrase con su espíritu cuando regresaran las nuevas generaciones de las viajeras eternas, en sus vuelos migratorios.
_ ¡hasta luego hermanito!...... dijo Aura Rosa, ahora más conforme, te esperare cuando retornen las monarcas.

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