UNA FATÍDICA TARDE DE INVIERNO
SUS OJOS SE NUBLARON...
Y, AL CONTRARIO DE LO QUE MUCHOS
CREEN , NO FUE EL NEGRO,
SINO EL AMARILLO PÁLIDO QUE 
INUNDÓ SU ALMA POR ENTERO...
 
TUVO QUE APRENDER A BAÑARSE,
AFEITARSE, VESTIRSE Y COMER
DE MEMORIA...
 
SU INTROSPECCIÓN FUÉ TAL,
QUE CASI NO HABLABA.
SÓLO MONOSÍLABOS,
ESTRICTAMENTE NECESARIOS,
LO VINCULABAN CON EL RESTO MORTAL...
 
APRENDIÓ A ESCUCHAR SU VOZ
EN SOLITARIO.
CONOCIÓ LA MÚSICA DEL SILENCIO.
LOS SABORES MÁS EXQUISITOS
PASARON POR SUS PAPILAS.
SUS DEDOS DETECTABAN
HASTA UN CABELLO EN EL
HOMBRO DE SU CAMISA...
 
UNA MAÑANA SE DESPERTÓ
CON LA CLARA CONVICCIÓN
QUE EL DÍA ERA AQUÉL...
 
...TOMÓ SU ABRIGO,
SE PARÓ FRENTE AL ESPEJO,
SE PUSO LENTES OSCUROS,
ABRIÓ SU BLANCO BASTÓN,
Y, COMPLETAMENTE LÚCIDO
DE SU CEGUERA,
SALIÓ AL SOL DE LAS TRES  DE LA TARDE...