SU VENGANZA.
Publicado en Jun 26, 2009
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Sola, en el viejo cementerio, Mariana separo la mirada de la làpida que tenia en frente para mirarse en los zapatos de charol rojo, que la llevaron seis meses atràs.
Sin decir palabra, contemplaba a su madre moribunda en el hospital de caridad
_ Bùscalo _, le dijo entregandole una foto derruida. Ahì, la joven viò por primera vèz a su padre.
Siguiò el funeral y su regreso al barrio en los altos de la ciudad, uno de los màs pobres, màs olvidados. Ingreso al cuarto que habia comparatido con su progenitora hasta ese dia, revisò las pocas pertenencias que habian conseguido con el sacrificio de muchos años trabajando en cocinas, lustrando pisos mientras Mariana terminaba su bachillerato planeando algùn dia sacar a su madre del calvario de la pobreza, pero el cansancio y el esfuerzo no la dejaron ver su labor. Mariana se acostò llevando sus lagrimas.
Tenia ahorros para unos dias y se dedicò a laborar por horas mientras indagaba por el hombre de la foto, hasta que una vecina la saco del interogante.
_ Es de tu pueblo, se vino cuando tu madre quedò embarazada, _, le dijo  mostra
ndole una foto en el periodico _; Asì es ahora, ocupa un cargo importante en el gobierno.
Los siguientes dias se parqueò en la entrada del palacio de gobierno para lograr su objetivo; pasaron semanas y èlla ahì, hasta que un dia lo viò salir. Lo mirò hasta grabarlo en la memoria y por un instante creyò que la observaba sobre los hombros. No sintiò nada, no le importò. Nesesitaba tenerlo y durante las semanas siguientes llenò las agencias de empleo con hojas de vida, rechasando todas las ofertas que no el interesaban, esperando la oportunidad que buscaba: Trabajar al lado adel hombre, y un viernes le llegò; Al lunes siguiente iniciò sus labores como aseadora en el primer piso del edificio gubernamental.
Empesaba a las seis de la mañana y siempre procuraba estar a las ocho, hora de ingreso de los empleados,  cerca de la entrada hasta lograr verlo de frente. El hombre que habia colocado el semen para su nacimiento la miraba con ojos hambrientos, la desnudaba, la ensuciaba con su lascivia. Sin embargo creyò ver en su mirada una duda, un  relampago en su memoria que le trajo a esa mujer que usò como letrina 18 años atràs. El corazòn de Mariana palpitò esperando la pregunta que deseaba, pero no llegò. El tomò el ascensor y èlla continuo con su trapero. Al dia siguiente en la mañana le llegò el traslado para el cuarto piso, a la secretaria que èl dirigia.
Ahi, se dedicó a realizar con más ahinco la herencia de su madre: fregar pisos, servir tintos,quitar la suciedad que dejaba el poder. A los pocos dias la empleada que se encargaba del secretario salio a una liceancia que nunca solicitó, y ahí lo tuvo. Le tenía servido el café cuando llegaba en la mañana, le recibía el saco, lo colocaba en una percha, le aseaba el escritorio, le manejaba la agenda, con la mirada del hombre encima, que buscaba cualesquier pretexto para tenerla en frente. Mariana en ningun momento cambió su forma de vestir, seguía con el mismo uniforme blanco que le dieron en la agencia, encima de una licra, valía demasiado, pensaba, para conquistar a alguien con su figura, y menos con quien era su padre, aunque la miraba con un deseo enfermiso, esperando el momento de llevarla a la cama sin importarle quien era.
Llegó la primera quincena, y Mariana preparó el siguiente paso para su encuentro; Arrendó un apartamento en un estrato alto, lo amobló, y fué a vivir a él dia por medio procurando que nadie la notara, sin dejar ver su presencia; Conservó su vivienda del barrio alto de donde todos los vecinos la veian entrar y salir, con la misma diligencia en las obligaciones que le habia enseñado su madre. Trasladó para su nueva vivienda solo lo nesesario y de un baul que tenia en lo más profundo de sus pertenencias, extrajo un traje rojo, zapatos rojos de charol y una foto en gran tamaño de su madre, que élla misma habia mandado sacar años atras, sin saber para qué.
En el ttrabajo se hizo cada  véz más nesesaria para el hombre, le compraba los regalos para su esposa, le pagaba las cuentas, le compraba los trajes, primero como él lo indicaba luego a su gusto; Llegaron a tal grado de confianza que Mariana  olvidó la licra bajo su uniforme, viendo como se acrecentaban los halagos, y la cercania del hombre que sin embargo nada le decía, no escuchaba las palabras que aneló por tantos años; Un día, halló en su puesto de trabajo una caja de bombones, comió varios, se la   colocó sobre el escritorio y él la terminó con una sonrisa, había mordido el anzuelo, pensó, y a partir de ahi la joven recibía todo lo costoso que se podia hallar en el mercado, que iba acumulando en su nueva vivienda. Todos los dias al llegar, al mediodia, y al atarecer, la preparaba una bandeja con rodajas de mango, su manjar favorito; En una oportunidad olvidó comprar la fruta y Mariana lo hizo con su propio dinero, lo que el alto jefe tomó como una prueba de cariño y esa tarde le llegó el regalo definitivo: Varios juegos de ropa interior, normal de un padre a una hija, pero en éstas circunstancias era una invitacion. Se entristeció, con su actitud de los últimos dias pensó que habia recuperado el cariño de su progenitor, y que algún día se lo diria, élla habia tomado la desicion de contaselo, pero el último presente cambiaba las cosas; Seguiria adelante con sus planes.
Cuando le llegó la invitacion , Mariana lo citó en el apartamento que habia  arrendado, que preparó para la cita: Al frente de la cama colocó la foto de su madre, sobre un nochero la bandeja llena con lonjas de mango, el pasante pára la botella de alcohol de gran calidad que compró. Para el hobre de clase alta, con esposa adulta, que guardada la porqueria bajo la alfombra, el lugar era el ideal, oculto a todas las miradas y llegó puntual el sabado en la mañana. Entró, la joven recibio el beso en la mejilla, el regalo, lo dirigió directamente a la alcoba, con la complacencia del hombre que sonreia orgulloso de su conquista, una de tantas,  dejó la chaqueta, se tendió en la cama, viendola deambular con su traje rojo, pequeño, que le dejaba ver el cuerpo joven, esbelto, torneado; Su cabellera larga hasta la cintura enmarcaba su rostro de girasol con sonrisa de medialuna, y por un instante creyó reconocerla.
Mariana tomó la bandeja y con calma empesó a llevarlo a la boca del hombre con lentitud, sin malicia, sin intencion, gozanadose la felicidad d quien espera toda una vida para escuchar las palabras de cariño de un padre; Ambos reian con alborozo y en uno de esos instantes Mariana dejó ver la foto de su madre en la pared y esperó la reaccion de su acompañante. el posaba la mirada en la foto, luego en el rostro de Mariana y a poquitos fué abriendo los ojos desmesuradamente, tanto, que la joven creyó que se le salian de las orbitas. Era élla. La misma  que años atras le sirviera de todo en el pueblo hasta que la dejó el dia que le dijo : _Vamos a tener un hijo_. Se movió desesperado  y en uno de sus espasmos rozó el muslo desnudo de Mariana que se enerbó. La furia de la joven la llevó a seguirle dando las lonjas de mango una tras otra, tapandole la boca con la otra mano para no dejarlo respirar mientras se defendia de los movimientos desesperados del hombre, hasta verlo quieto, inerte. Salió de la vivienda sin ser vista para dirigirse al cementerio.
Levantó la mirada de los zapatos para enfrentar la realidad que no le importaba. Sonrío, mientras murmuraba  las palabaras que su madre hubiera querido escuchar._ Lo encontré_,se ordenó la cabellera en un caos por el viento de la mañana,  salió del camposanto para internarse en la selva de cemento que le tocaria luchar pero mirandola con orgullo. Les llevaba con élla su venganza
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Foto del autor Antonio JImenez Villa
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Descripción

Palabras Clave: rojo vemganza padre gobierno cementerio briza charol

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Antonio Jimenez Villa

Derechos de Autor: Antonio Jimenez Villa


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