47 Minutos (2 parte)
Publicado en Jan 28, 2011
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... Recordó una vez cuando caminando por el campus la vio sentada, sola, en una banca frente a la fuente. Reconoció su expresión y supo inmediatamente que se encontraba dibujando. Nada parecía perturbarle y solo levantaban el lápiz del papel para recoger su cabello detrás de la oreja.
Esto ocurrió unos días después de enterarse que se encontraba estudiando arquitectura, lo que explicaba la facilidad con la que podía retratar formas y  contornos complejos sin ningún problema, como la vez que se detuvo frente a un edificio recién inaugurado y copio piso por piso, detalle tras detalle una replica exacta tamaño oficio de la imponente estructura de 27 pisos.
Sintió curiosidad por ver que estaba retratando. Revisó su reloj y su horario, aun tenia 20 minutos libres, por lo que decidió acercarse y averiguarlo.
Caminó ligero, tratando de no llamar la atención, en dirección hacia ella.
En una oportunidad levantó sin aviso previo la mirada y lo vio caminando en solitario  sin quitarle la mirada de encima; avergonzado cambio rápidamente de dirección y se acercó a una pequeña tienda justo enfrente para comprar un jugo y disimular. No podría asegurarlo, pero le pareció ver como se sonrojaba y sonreía al bajar la mirada para continuar con su dibujo.
Con el jugo de frambuesa en mano se sentía un poco más seguro y confiado para continuar su viaje hasta ella. Ahora optó por caminar rodeando la fuente y así evitar el contacto directo.
Llegó por detrás y notó como movía la cabeza, un movimiento casi imperceptible, pero supo que ya lo había visto. Con una sonrisa le indicó que tenía conocimiento de su presencia.
Para no ser inoportuno y molesto se sentó en la plataforma de cemento que se encontraba detrás de la banca donde ella se encontraba y esperó.
.
Como la plataforma era levemente más alta que el banco pudo observar sobre su hombro el bosquejo casi terminado. Sobre el borde de la baranda se encontraba una pareja de palomas buscando algo de comer y justo debajo de ellas otra recogía las migas del suelo. 
La escena no tenia nada de maravillosa, ese sector siempre estaba rodeado de palomas, pero el parecido implacable del dibujo con la realidad era lo que le mantenía cautivado. Era tan fiel con cada detalle que agregaba, pero a la vez, era notoria la búsqueda de perfección que representaba con cada nuevo trazo que hacia sobre el papel.
De reojo observó la realidad y el bosquejo durante todo el proceso. Vio como las curvas y rayas disparejas lograban formar una imagen nítida, como el papel blanco cobraba color, luz y sombra, como las manchas de borrones desaparecían y finalmente observó conquistado como las palomas volaban, se escapaban y desaparecían de alrededor de la fuente, pero aun así, permanecían vivas en el retrato sobre el papel.
Al sentirse satisfecha, apareció esa inconfundible sonrisa de nuevo.
Él sonrió junto a ella.
Probablemente después de un tiempo el retrato de las palomas desaparecería completamente de su mente, recordaría escenas de ese momento y tal vez alguna imagen borrosa, pero estaba seguro de que al menos recordaría esa sonrisa. 
Pero como si hubiera leído sus pensamientos y quisiera evitar que aquello sucediera, ella se encargó de grabar aquella imagen en su mente para siempre.
Cuando finalmente firmó su obra ya terminada, él dio por concluido aquel receso y recogiendo la botella de jugo vacío se levantó. No importaba que fuera obvio que se encontraba ahí solo para verle dibujar, de todas formas al parecer ella ya se había dado cuenta.
Se quedó de pie tan solo un momento mas para contemplar la escena por ultima vez, ella seguía con la vista fija en su cuaderno, sin mirarle. Acomodó su maletín sobre el hombro y levantó el pie para dar el primer paso. Fue en ese momento cuando ella, por primera vez  desde que se sentó ahí, se volteó para mirarle. No había alcanzado a dar ni un paso, por lo que permaneció de pie, con el rostro pálido de nervios, esperando a que finalmente dijera algo.
-¿Te gusta?- Preguntó con una sonrisa al mostrarle el dibujo ya terminado. Miraba por sobre su hombro, sabia que su reacción repentina le había puesto nervioso, pero esperaba con su sonrisa demostrarle que no era su intención incomodarle.
-Si...es perfecto.- Dijo finalmente.
Le mortificaba el no poder conectar las palabras en su mente.
Ella sonrió y esta vez fue diferente. Ahora no solo sonreía, sino que sonreía para él.
-Gracias... - Se dispuso a guardar su cuadernillo y lápices dentro de su mochila.
Se puso de pie y al ver que él llevaba reloj le preguntó la hora. Ambos estaban retrasados.
Colocó la mochila sobre su hombro y al notar que estaba por marcharse le dijo:
"Nos vemos..."
Ella volteó aun con su sonrisa y se marchó sin decir nada más, y de paso sin dejarle terminar.
"...después"   Completó finalmente al verla partir.
Ahora recordaba ese momento y reconocía la misma sonrisa que había dejado marca en él.
Pero esta vez algo había cambiado. Esta vez su sonrisa no era para él.
Firmó el retrato del medallón a las 19.13 hrs.
La manada de transeúntes que caminaban junto a ellos en un principio había desaparecido, y el número de personas a pie había disminuido por igual, ahora eran las filas de vehículos las que dominaban las calles.  
Ambos se encontraban ahora de pie uno junto al otro en el borde de la vereda esperando el cambio de luz para cruzar y llegar finalmente al metro, y  se preguntó si sabría que él aun se encontraba ahí.  Parecía tan indiferente que aun estando tan cerca no daba señales de notar su presencia.
Se escucho un sonido lejano que de a poco fue en aumento y  logró romper con el silencio siempre reinante previo a la lluvia.
Sacó el celular de su bolsillo y tocando la pantalla con un rápido movimiento, contestó.
Después de unas breves palabras el semáforo finalmente cambió y ambos avanzaron.
Intentó mantener un tono de voz moderado, más bien bajo.
A la entrada del metro ya había concebido una distracción para aquella noche. Un poco de aire nocturno, unas cervezas le ayudarían a olvidar aquella fría e hiriente indiferencia.  Más aun si aquella ayuda provenía de Catalina.
Colgó.
Si ella hubiera dicho algo, mostrado al menos algo de interés, todo habría sido diferente.
Pero ella no pareció siquiera percatarse de que había hablado con alguien más.
Esto hizo que algo se encendiera dentro de él, una rabia e  impotencia dentro suyo que no pudo definir completamente, ni comprender muy bien desde donde surgía.  No podía aceptar el no hacerse notar, detestaba ser un ser invisible, no solo para ella, sino para todos, incluso para él. Quería llamar su atención, despertar algo en ella, pero nada era suficiente. Su desconfianza nunca le había permitido acercarse mayormente a aquellas personas que lograban hacerle sentir algo, ya fuese intriga o una conexión extraña o algo como aquel sentimiento inexplicable que ella despertaba en él.
Siempre manteniéndose al margen se había vuelto aquel recuerdo borroso en la mente de las personas.
Subieron al tren de las 19.20.
Como siempre el carro se encontraba repleto, no quedaba ningún asiento vacío y las personas cercanas a estos miraban con recelo a aquellos que se encontraban sentados, aguardando que alguien se levantara, listo para abalanzarse sobre el puesto abandonado.
Ninguno de los dos quiso pelear por un asiento hoy.
Sujetos a un poste cercano aguardaron el cierre de puertas. Solo restaban 7 estaciones para ella y 9 para él.
A 2 minutos por estación, el tiempo fue pasando y las manecillas cambiaron, así como también lo hicieron las personas a su alrededor, aunque el reducido espacio entre ellos permaneció siempre igual. Pegados uno con el otro, sin espacio  para hablar o mirarse sin que fuera incomodo. De todas formas encontró la forma de dirigirle una breve mirada y sonrisa nerviosa con cada parada y movimiento que se lo permitiese.
Cuando faltaban tan solo 3 estaciones para llegar a su destino, se abrió camino hasta la puerta con dificultad y él le siguió, como siempre.
Solo tenia estos pocos minutos para decir o hacer algo que cambiara la situación, que quitara ese velo de misticismo, esa congoja de no saber exactamente que estaba sucediendo con ella. Este escenario se había repetido demasiadas veces y ya era momento de revertirlo.
Miro hacia arriba como en busca de inspiración y suspiró.
Faltaba una estación.
Entraron en la oscuridad del túnel y él colocó suavemente, rozando sutilmente su chaqueta, una mano sobre su hombro. Ella no pareció percatarse.
Miró hacia delante y en el vidrio de la puerta pudo observar su reflejo, solo las pequeñas luces colocadas dentro del túnel se oponían a la imagen. Notó el nerviosismo en su rostro, y la rigidez de sus movimientos, luego al observarla supo que ella seguía lejana, sin notar su presencia, sin sentir aquel gesto cariñoso que ahora parecía en vano. Él retiró su mano. Miró por última vez su reflejo antes de entrar en la estación, donde la iluminación exagerada evitaba la formación de cualquier imagen. Su rostro solo dejaba entrever la tristeza e impotencia que sentía.
Bajó su mirada y retrocedió unos pasos.
La puerta se abrió finalmente y como todos los días, ella bajó sin decir una palabra, sin siquiera mirar atrás.
Él la vio bajar, con su usual saltito, y caminar hacia la salida rápidamente.
Ella nuevamente se iría sin saber de su existencia.
La puerta volvió a cerrarse y ahora solo quedaba su solitario reflejo.
Nuevamente no había sido capaz de aprovechar aquellos minutos.
No había sido fiel a aquella sensación, aquel sentimiento e impulso que sentía cada vez que la veía esperando el semáforo para cruzar en la esquina de la universidad.
Nuevamente se iría a su casa solo, con el pensamiento cargado de las imágenes de su viaje juntos.
Estos 47 minutos juntos nunca se repetirán, pero el lunes él la estará esperando a las 18.45  y tendrá 47 minutos para intentarlo de nuevo.
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Foto del autor Sofia
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Descripción

Segunda parte del texto 47 minutos publicado hace poco, espero que les guste y comenten :)

Palabras Clave: romance caminata desconocidos otoo tiempo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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