Habiendo hecho gala de mis condecoraciones de gusano de caverna, solo me resta ver que no soy el único en este juego, lamentablemente, mientras yo sonrío, algunos luchan contra su propia escencia, escondiendo el matiz de su propia sombra. A menudo, se pueden leer mensajes que escritos por enjambres de larvas (Una sola, ya es un emjambre) se disfrazan de poesía mal escrita. Existen también para regocijo de nosotros los burlescos, idiotas tan antiguos como su propia ignorancia; algunas sombras que preferirían ser el fuego que las proyecta, pero que se arrastran como momias en sus sarcófagos de hielo. Cuando el desvelo gana mi ausencia, mi mente ágil pregunta, ¿Por qué adorais a Jesús, cuando aún no sabeis poner la otra mejilla? ¿Por temor acaso? Mas miedo habrías de tener de ti misma, por ser rata cruel que escupe veneno cual Kundalini sin control. Como dice el OTO, en su Al Vel Legis: "Mi número es nueve entre los tontos, sin embargo, con el justo soy ocho; y uno en ocho, pues es vital que así sea; aunque en realidad soy ninguno" es como podrías apreciar la vida; pues, ni siquiera descansas de ego cuando duermes. También me da risa la vida; también los mensajes hechos de amenazas; también las señoras que buscan su cara en reflejo de los tristes, esas que sufren de tiroides y por ende de megalomanías (ver "El renacimiento mágico de Kenneth Grant, Capítulo VII; pág. 108). Me siento a observar, y veo que no solo las mariposas nacen de bichos horrendos, también los procesos pueden ser invertidos cuando hay en juego pólvoras y vampíros; así sea mi estimada señora, reina sin báculo, (aunque desease tener uno con que jugar), así, como la sangre y la aurora, dos cosas que uno no ha de tener sucias, y menciono esto porque creo que carece de conciencia, y si no tiene conciencia cual ensuciar, al menos cuide aquello que aún la mantiene caminando, aunque sea entre los muertos. Que lindo ¿No? Encontrar sujetos que se atan a las leyes de Dios, desconociendo las verdades del alma; que risa señora, ¡Ay! que risa; cuando usted amenaza, más río yo, porque solo con miedo en el corazón es cuando uno calla. Mis mejores deseos, y quedese tranquila que de mí, muchos se ríen y yo río con ellos.