Los ojos de la fe
Publicado en Nov 10, 2010
El patio está iluminado por la gran luna llena que se refleja en la piscina, la sensación de tranquilidad que invade la noche me conmueve. respiro y me maravilla la visión del paisaje.
Me recuesto sobre el césped levemente humedecido y lo encuentro suave y cómodo como si fuera una alfombra de espuma. Miro el cielo y la luna se ve tan grande y luminosa que las estrellas parecen pequeñas luces que adornan un manto mágico, me parece increíble que aquellos puntitos tengan nombre y que sean, según he escuchado, mucho más grandes que nuestro planeta. Sigo mirando, quiero ver algo más allá de lo que veo, vislumbrar algo que me acerque a otro sistema, a esos otros soles, lunas, estrellas y planetas que sé que existen; pero no veo nada... tampoco veo nada que me indique que allá, lejos, muy lejos, está la morada de Dios. - Dios no existe- Pienso y el cielo se me vuelve enorme, las estrellas parecen caer sobre mi y la luz de la luna me encandila. La piscina parece un mar amenazante queriendo atraparme en su cristalino color que nada esconde. Soy tan pequeña en este jardín que se transforma en selva salvaje que no puedo dejar de verme como un ser asustado, asustado e indefenso. -Dios existe- Siento dentro de mi y crezco regresando a mi bello paisaje donde la piscina se vuelve pequeña y las estrellas son los mismos puntitos que brillan junto a la luna que me sirve de compañía. - Dios existe- Vuelvo a decir y retorna mi seguridad y mi confianza.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones