La cacera de Florencio Espiro (captulo 18)
Publicado en Jun 10, 2009
Prev
Next
- XVIII
Cuchillaje en el burdel

 
La cuadrilla cuchillera fue arrimando espaciada y lenta al burdel de Don Sosa. En la lomada era noche cálida. El río traía una brisa fresca y brillosa. El Narigón de Bera y la Vaca Yensen llegaron en yunta cuando el burdel apenas despertaba. La contraseña a las chicas y el Vino de LaCosta adornando la mesa. Al rato cayeron Tití y el Pibe Leo. Y después el Gúry y Marcó y los mellizos Marino. Todos pedían Vino de LaCosta estirando la contraseña a las chicas. El antro iba calentando. La tumbadora de los negros recorría la bruma densa. En el escenario bailaban la Negra Kotíi y la Marucha. El Indio Thompson llegó sólo. Y más tarde lo hicieron el Loco Walter y el Tigre. A esa altura el burdel era ya todo hedor y bullicio. Entonces desensillaba último el Negro Miguel. Vino de LaCosta y contraseña.
            La cuadrilla cuchillera fue pasando a las piezas con las chicas. La prima Danielle y la prima Natalia distraían a Ruggierito en la suite del fondo. Las mellizas Ana y Lía amontonaban con sus besos a los custodios del burdel. La Flaca Sinta mimaba a Don Sosa. Los cuchilleros tomaban posesión de sus armas. El acero se desparramaba clandestino y silencioso. Estaba todo listo: sólo restaba esperar la señal de ataque, el soneto que Pauh Lee declamaba subida a una mesa...
 
nació para triunfar y la victoria
desdeño con estoica altanería
fue su existencia una ruidosa orgía
y un largo sueño su perdida historia

 
... Pauh Lee fingía estar borracha exageraba pausas y reservas en sintonía con los cuchilleros que aguardaban la señal en las piezas...

nostálgico del arte y de la gloria
cuyo sublime vértigo sentía
deshojó con sarcástica alegría
el laurel prometido en su memoria

 
... el auditorio celebraba el recitado de la muchacha entre burlas y guasas y fintas y pedorreos...

su noble corazón se hizo pedazos
al golpe rudo de su horrible suerte
y rotos ya los terrenales lazos


de su brillante juventud cansada
hundiéndose en la noche de la muerte
huyó del mundo y se perdió en la nada

 
... y entonces llegaba el momento, la indicación esperada por los cuchilleros infiltrados en el burdel... Pauh Lee prolongó un último fraseo, y dijo: "Este soneto pertenece a un gran poeta entrerriano". Luminosa flema ladina y la señal estalló toda rugido: "DIEGO... FERNÁNDEZ... ESPIRO".
             Precipitada y frenética la cuadrilla cuchillera irrumpió en el salón del burdel como una gavilla de potros salvajes. Temerarios. Endemoniados. El acero relumbraba en la penumbra del antro y los bramidos se hacían sentir con pavura. Volaban mesas y sillas y los custodios del burdel no alcanzaban a oponer resistencia cuando la sangre ya manchaba las paredes del salón: cuchillos y machetes despedazando entraña caliente. Los lanceros de Florencio avanzaban arremolinados en un único amasijo hecho bravata. Se golpeaban en la boca, crueles, desafiantes. Huesos y tendones blanqueaban como centellas en la noche. Las vísceras del enemigo empantanaban el suelo. El burdel era un campo de batalla...
             ... Florencio esperaba afuera. El primo Robertino y Jaime Moore y Nelson Hur y Timmy Pugh lo acordonaban con rifles y escopetas. Estaban escondidos bajo un puentecito, entre los pastizales del arroyo a la zaga del burdel. Oían en sordina el rechinar de cuchillos y machetes, los gritos, el vendaval desatado en el interior del antro aquel. Sentían sobre las tablas del puentecito el andar espantado de los clientes que huían del lugar, parroquianos desprevenidos corriendo como ganado en la tormenta. En el burdel arreciaba el alboroto... Y Florencio esperaba. Rígido y silencioso. Esperaba... Entonces aparecieron los mellizos Marino, agitados, asomaban sus voces entre los pastizales. "To terminao, Espiro", anunciaban, "el antro ta bien limpito".
          Florencio lanzó un grueso sapucay aclamatorio.
          El primo Robertino disparó un par de tiros al aire.
          Todo era excitación y algarabía.

 
El burdel semejaba un lodazal hecho en sangre y vísceras. Florencio sonreía y vitoreaba y enaltecía a la cuadrilla y los llenaba de elogios y los arengaba a vaciar todas las damajuana de vino que aún quedaban en el lugar. Los cuchilleros enloquecían y aullaban y brincaban como fieras y alzaban viriles sus armas ensangrentadas. Las chicas aplaudían cascabeleras entre fantoches y guasas. Los negros de la tumbadora contemplaban la escena arrinconados en la oscuridad del antro. La prima Danielle y la prima Natalia llegaban de la suite del fondo con Ruggierito encañonado en su propia pistola reglamentaria. Todos reían y ridiculizaban al flamante prisionero... Florencio reclamó silencio y preguntó por Pulserita. La Negra Kotíi indicó el camino a la pieza del sótano y allí fue Florencio acompañado por el primo Robertino.
            El espectáculo era aterrador: Pulserita tendida en el suelo: hecha un ovillo: desnuda. El primo Robertino encendió la lámpara y Florencio entonces comenzó a visualizar lo peor del caso: la jovencita llena de magullones, raquítica, tajeada, hundida en mierdas y orines, escaldada, el rostro desfigurado, casi pelada. En una mano le faltaban dos dedos. En la otra tres. Y apenas respiraba.
            Florencio cayó hincado de rodillas junto a la muchacha. Sostenía sus manitos mutiladas y le besaba los muñones. Pulserita yacía inconciente. Florencio amontonaba lágrimas y las venas en su frente engordaban un azul perentorio "Ahora mismo me la llevas al hospital", ordenó a Robertino, "un tal doctor Guolf es de los nuestros". El primo Robertino alzó el cuerpito frágil y maltrecho de Pulserita y abandonó raudo la pieza del sótano... Florencio quedó solo. Y en su soledad lloraba entristecido.
            En el salón del burdel los cuchilleros y las chicas rodeaban a Ruggierito: lo escupían lo increpaban como a un bicho maldito: la imagen de Pulserita surcando el salón en brazos del primo Robertino había arruinado el clima festivo tallado en la victoria. Todos (ahora) tropeaban nuevas broncas, injuriaban, gruñían martirio y escarmiento a Ruggierito, atado a una silla, blando, reo: la cabeza degollada de Don Sosa lo miraba desde abajo...

  
Florencio regresó del sótano latiendo semblante hosco y desencajado. El rencor y la venganza podían olerse a varios metros. Caminó entre los cuchilleros y las chicas con la vista clavada en la humanidad de Ruggierito. Caminaba lerdo, acompasado, haciendo crujir el andar en sus botas entre charcos de sangre. Caminaba fatal y severo, como estirando los segundos. Hipnótico. Criminal... Los cuchilleros y las chicas guardaban profundo silencio. El ambiente caldeaba... "Desátenlo", ordenó Florencio llegando a un paso del prisionero. Los mellizos Marino cumplieron la orden. "Levantá las manos Ruggiero", ordenó Florencio. El prisionero no reaccionaba: temblaba como un pollito escarchado: lastimero y pasmoso. "Levantá las manos cobarde", insistió Florencio, "levantálas te digo". Jaime Moore y Nelson Hur y Timmy Pugh blandieron a un tiempo escopetas y apuntaron a la cabeza del condenado... El silencio era absoluto. Los negros de la tumbadora se taparon los oídos... Ruggierito fue alzando las manos. Temblaba. Temblaba... Entonces Florencio pialó la mano izquierda del prisionero en preciso, ligero movimiento: con una guasca en látigo la enrosco y la tensó y la estranguló hasta inmovilizar la mano. El clan Espiro refulgía en su mirada. Ojos fieros. Estiraba la guasca... Y en ese instante Ruggierito vio lo inevitable: la imagen viva de su cuerpo mutilado: el machete de Florencio elevándose filoso... Un solo grito... La mano saltó (toda) desprendida del brazo de Ruggierito: casi sin sangre: chasquearon huesos y tendones... Y otro grito solitario... El machete había abierto un tajo fino, incisivo, como una delicadeza quirúrgica. La sangre (ahora sí) amontonaba un gran charco. Espeso... Y más gritos de dolor...  Florencio sostenía el tiento en alto. La mano amputada colgaba en el otro extremo. Nerviosa. Roja. Los dedos se movían solos...
            Algo parecido a la justicia, pensó Florencio.
 
Página 1 / 1
Foto del autor Martin Fedele
Textos Publicados: 46
Miembro desde: Apr 16, 2009
0 Comentarios 775 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Palabras Clave: Folletn Cacera Espiro

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy