La cacera de Florencio Espiro (captulo 16)
Publicado en Jun 09, 2009
Prev
Next
- XVI
Entresueños
 
Pulserita dopada en el burdel. En el sótano. Hecha un ovillo. Tirada en la oscuridad del cuarto viciado. Opio. Alcaloides. Las manitos destrozadas, sangre reseca, hedionda, moretones en todo el cuerpo. Morfina para que resista los interminables maltratos de Ruggierito y sus secuaces. Pulserita enchastrada en su propia orina, desnutrida, enferma. La negrita descabellada y pálida, sola, ojos enrojecidos, delirando entresueños rabiosos, esperando la muerte que nunca llega. Pulserita torturada y perdida.
            Ruggierito y sus secuaces se han ido, cansados de tanto placer, satisfechos en el dolor de la presa. Pulserita desvaría en la bruma narcótica. Ya ni se lamenta ni grita ni llora. Apenas respira, y delira y delira. Sola. En la oscuridad del sótano. Su carita es (ahora) una mueca tétrica... Y llegan las chicas, zarandeando, nerviosas: llegan la Negra Kotíi y la Flaca Sinta y la Normanda, llegan con paños de agua tibia y vendas, y alimento, y jabón y mertiolate y pomadas, llegan con la esperanza de socorrerla, de recuperar esa vida que se apaga en la oscuridad del sótano; llegan las mellizas Ana y Lía con baldes y trapos y limpian el cuarto y bañan a la desgraciada; llega Pauh Lee con noticias de Florencio Espiro, murmura el plan para rescatarla, en cualquier momento, en cuestión de días, y que entonces resista dicen las chicas, que aguante, que no afloje justo ahora que viene Florencio a salvarla; llega Marucha y la besa y la acaricia y le repite al oído que viene Florencio a buscarla; llega la Grace y la bendice en mil idiomas y le habla de las primas de Florencio y de los cuchillos y de los machetes y del plan para liberarla; llegan Pily y Pelu con la voz de campana: Don Sosa está despertando de su siesta.
            ... Las chicas ya se fueron. Pulserita vuelve a estar sola. Desilacha abismal entresueños agudos, filosos, tercos. Taladran en su inconciente imágenes y sonidos que evocan la figura de Florencio. Su Florencio. El Florencio de las palabras dulces y bellas, el Florencio de las noches cálidas; el poeta fibroso y guarango estremeciéndola en cada recuerdo, en cada palabra. El héroe que dicen las chicas vendrá a rescatarla. Florencio. Su Florencio.
            Pulserita sonríe. Torpe. Afiebrada.
 
 
En el fachinal. En el bosque de eucaliptos. Florencio sudaba quejumbroso en dolorosa pesadilla. Pulserita aparecía envuelta en sangre. Gritaba la muchacha, imploraba, lo llamaba. En la pesadilla Florencio jugaba naipes y hacía como que no la escuchaba. Y la negrita se arrancaba los dedos, uno a uno, y se los comía. Y sus tetitas lloraban lágrimas, y su boca tragaba la verga dura del alazán Tormenta. Y gritaba y gritaba. Pesadilla. Pulserita. Y en los naipes de Florencio brotaba la prisionera, maldiciendo, llorando. En su culito había caca verde, hedionda, goteaban soretitos y dedos. Voces roncas, lascivas de hombres malvados envolvían la pesadilla. Florencio se sacudía agitado en los jergones del fachinal, conmovía su conciencia, la increpaba. Angustia. Todo angustia. Sudaba frío. Y Pulserita lo llamaba, suplicaba, gritaba fuerte en la congoja. En los naipes. En la emoción de la tortura y la muerte.
            Espejismo.
            Figuración.
            Anabella sombría a un lado de Florencio oía el farfullo de la pesadilla. Ella también sudaba frío. Desvelada e inquieta. La voz lastimera de Florencio revolvía sus entrañas. El hombre allí desnudo, erecto, endiablado, brilloso en transpiración y penurias, invocando el cuerpo negro de una mujer, jurando venganza, desparramando manotazos al aire.
           Un grito... Un único grito desgarrador, funesto... Y Florencio volvía de la pesadilla. Tembloroso entre los jergones. Incapaz de asimilar la realidad del fachinal en el rostro rubio de Anabella... La luna en lo alto de la noche era un túnel blanco que lo llamaba a señas. El degüello del firmamento simuló rostros enardecidos... Entresueño pardo y violento que lo arrastraba a la inmensidad de su mente... 
          El primo Robertino irrumpió recio en el fachinal... Florencio volvía de la pesadilla: colorado, ojos trémulos, desorbitados, lágrimas surcando su barba rala... Anabella resplandeciendo en un rincón... El primo Robertino bajó el percutor del rifle y arrimó tosco y suave su mano al hombro de Florencio. "Una pesadilla, Cototo", dijo, "eso ya lo remediamo co'un trago'e vino".
          Afuera ladraban los perros. 
     
Página 1 / 1
Foto del autor Martin Fedele
Textos Publicados: 46
Miembro desde: Apr 16, 2009
1 Comentarios 668 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Palabras Clave: Folletn Cacera Espiro

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

Verano Brisas

Bueno, Martín: Continúas dándonos ejemplos de una excelente prosa. No me alargaré, por lo tanto, en comentarios sobreentendidos. Baste felicitarte y enviarte un abrazo de poeta y amigo. Verano.
Responder
June 09, 2009
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy