Esencia de la noche; la más oscura y la más clara; sueño relámpago, vástago y fin de cualquier raíz; encuentran los labios sutiles las razones de mis ojos. En la penumbra de las noches de oro, puedo ver el reflejo acantilado de mis sienes sin perderme en la osadía bárbara de chocar contra los muros; puedo ser esos ecos vagos y esa nada que me he vuelto, esa insoslayable razón de existir que solo esgrimo escribiendo. ¿Habrán de ser vituperados los ojos para fundirse en la esencia de las cosas? O solo el vestigio de vidas etéreas, pasadas y sostenidas pueden dar fé a la diáfana movilidad del tiempo; he caído en los rincones esperando esa vieja alma que sofoque mi muerte o de vida al sueño de oro; ¿Serán marchitas la rosas antes de enfocar el verdadero sentido? O sólo en el sueño podremos despertar para ser libres; primavera ocaso, fin del desierto; trasmuta el agua la forma y da vida, como dan vida los dioses que han sido extraviados, embriagados en el tiempo de las multitudes. Habrá de llegar al ciclo toda espiral sobre un Do, para forjar así la especie que sublime, mire los ojos de Dios sin misericordia.