Entre un 13 de marzo y un 29 de abril
empecé a caminar una senda entre abismos
creados por las ausencias de mi vieja y Marcela.
Colgado en el aire, mi cuerpo está crucificado
en gemidos de agonías y torbellinos de soledad,
mis manos manan toda la sangre que de las entrañas
de mi madre salieron la noche anterior a su partida,
de la sangre de Marcela, que no le llevaba el aire
que ella necesitaba para respirar.
Mis ojos manan mares de agua salada, 
mares de la piel de Marcela, de la piel de mi madre,
mares de la humedad de los cuerpos antes de la sequedad.
Mi boca busca las palabras que nunca pronunció,
mis labios necesitan besar la piel que nunca besó,
porque un 13 de mazo y un 29 de abril
las personas que más amaba, en una cama fría y sola,
no tuvieron el consuelo de tener alguien que las acompañara.
Mi corazón palpita en vacío, porque toda la sangre,
quiso irse para ayudarlas a vivir y nunca más regresó
por eso, crucificado en gemidos de agonía y torbellinos de soledad
todo mi ser quedó colgado en el aire,
entre un 13 de marzo y un 29 de abril.