Dos artes
En mí, hay ideas de espacios y letras que siempre andan revoloteando en mi mente, las cuales muchas veces no me dejan dormir o simplemente me levantan sorpresivamente de mi sueño profundo y tengo que ir inmediatamente a dibujarlas o escribirlas para que no queden en el olvido. Estas son la arquitectura y el arte de la escritura  que se han convertidos en dos órganos más, importantes para mi cuerpo, como el respirar para poder sobrevivir. Naturalmente sin olvidar a mi familia. La soledad muchas veces me acompaña en este delirio peligroso de desconectarme de este mundo injusto y mezquino; ésta es sólo acompañada por mi computadora y un mp4 que me sirve para  escuchar música cuando voy trazando esas líneas en negro que se van transformando en espacios arquitectónicos dentro de la superficie blanca. Las puertas imaginarias me van invitando a entrar a un mundo irreal que pronto se transformará en un sueño realizado por muchas personas, teniendo la aprobación de ellas cuando se sienten seguros dentro de su vivienda, la cual ellos construyeron sin entender los planos en segunda dimensión pero quedan sorprendidos cuando tabique por tabique ven crecer la tercera dimensión. Con respecto a las letras, sólo los dedos son testigos de cómo mi cerebro va ordenando este rompecabezas de oraciones en donde las comas, los puntos son productos de una ortografía que dan pautas a que el texto fluya como una corriente transparente de un río. Pero les digo una verdad: pocas veces me ha pasado que los espacios arquitectónicos y las  fachadas se unan sin molestarse, lo mismo pasa con las palabras infinitas que desde el inicio hasta el final se van hiriendo una por una para formar finalmente un texto desastroso, sangrado de tinta negra,  y es cuando la tristeza me invade, atacada por un mar de olas agresivas por mi falta de talento, el cual me obliga muchas veces a tirar a la basura un arte que pudo ser pero que no fue.