Padre,
a ti clamo
A ti suplico piedad.
A ti entrego mi cuerpo y espíritu.
Este cuerpo enfermo y
cansado de caminar
por senderos con espinas,
de llanto,
de angustia y
de miseria.
Pero, en mis peores momentos,
apareciste Tú.
Con ese brillo divino,
con esa esperanza otorgada
por tu muerte y resurrección.
Mi amado Padre,
ese día mi vida cambió.
Te conocí.
Te  alabé,
y permanecí junto a ti.
Las sombras y las tinieblas
se disiparon.
Y a mis otros hermanos,
que no entienden de mi tristeza y soledad,
los comprendí y perdoné.
Y oré por cada uno de ellos,
para que tu gracia y amor
Irrumpa en cada corazón.
Y así, nos tiendan la mano,
no nos juzguen,
solidaricen con nuestra familia
y nos traten
como lo merecemos:
como un Hermano Cansado.
Cansado de fingir y dar explicaciones.
Cansado de caminar con el dolor a cuesta,
en esta lucha científica que recién nace.
Pero, por tu obra y gracia, soy
un Hermano Renovado en la Fe,
en la alegría.
Porque estoy cierto que Tú
me darás el privilegio de estar a tu lado,
cuando mis ojos se cierren
y vean tu Luz.
Para mitigar nuestro dolor y desesperanza,
enviaste un hombre especial,
que entendiera, que por sobre todas las cosas,
soy un Ser Humano. 
Soy un Hermano Cansado.
Lllegó el Padre Baldo Santi,
quien nos da en esta tierra
la esperanza de un mundo mejor,
la esperanza de la buenaventura,
la esperanza de estar a tu lado,
para que la Fe y la alegría,
sean parte de nuestra vida y redención.
Amén.