Viajando hacia ti con la alfombra de mis sueos.
Publicado en Jan 06, 2010
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Hoy se hizo de noche más temprano que de costumbre. ¿Será que no tengo nada más interesante que hacer y la luz se suprimió a mí? Me envolvió el silencio y una pesadez como nunca se apropió de mi cuerpo. Con las sombras vino el miedo eterno a la muerte, oré, seguí pensando en ti (tan eternamente desde el día que te conozco), cerré los ojos y dormí. Tras el manto de las sombras, vino la vida. Me sentí ligero, ligero de pies, ligero de cuerpo. Con las ganas de volar, imperceptiblemente, de un golpe de voluntad hice un movimiento rápido, un golpe, un zumbido... y el hilo de plata se alongó débilmente hasta el infinito; me despojé del pesado cuerpo. De reojo me pude ver postrado sobre la cama; estaba libre.
Tomé camino  a la velocidad del pensamiento, salí de mi casa vestido de gala con la intensión de visitarte, empecé a andar entre caminos torcidos y rectos; amplios y estrechos; sobre las hojas alborotadas y quietas sujetas a los árboles oscuros.  Los perros aullaban a mi paso, yo me divertí con ellos, asustándolos, encogían las orejas y los rabos y salían despavoridos aullando.  En mi camino  susurré a los oídos de los hijos del pecado, los trasnochadores; en forma de un viento frío que les erizó el cabello (juro que más de uno reflexionó en seguir o no con su ritual trasnochador). Flotando entre montañas, entre caminos y veredas, sobre casas solitarias y tejados derruidos, entre amantes furtivos, acariciado por la luna llena, entre nubes y viento, llegué a tu casa.
No quise entrar por la puerta principal, para no importunar, caminé hacia la barda y la brinqué sigiloso como un gato, atravesé el patio pasando por debajo de un almendro, entré por la cocina, luego el comedor y atravesé hasta quedar frente  a la puerta de tu habitación. El color verde agua del interior de tu casa entre las sombras de la noche me estremeció; había venido a mí el recuerdo de una tarde aciaga y alegre, cuando estuve a punto de morir ahogado en el mar.
Mi corazón saltó alocado, sin control, ahí estabas tú, apacible, dormida; con un trozo de noche pálida en tu rostro. Me sorprendí cuando con un murmullo me dijiste: -viniste de tan lejos a verme, ven mi amor entra a mis sábanas y calienta mi cama con tu cuerpo-. Pero callado, me senté a un lado de ti, contemplando tu rostro con los ojos cerrados, nos pusimos a charlar en silencio;  mientras dormías, acaricié tu cabello negro desparramado sobre la almohada. Sin abrir los ojos, tomaste de un extremo tus sábanas, alzándolas, para que me recostara a tu lado, y así lo hice. Acaricié tus piernas con las mías, sentí el tibio roce de tu piel en la mía, sujeté tu cintura estrecha con un brazo y apoyé mi cabeza sobre tu pecho. Con una de tus manos tomaste mi cabello húmedo y juntos nos dispusimos a soñar.
Fue una noche de magia, de una secuencia vivencial sin igual.  Subimos entre las nubes a hacerle gestos a  la luna, con el polvo de estrellas nos bañamos abrazados con los cuerpos desnudos, sin pudor alguno. Nos perdimos con las fieras de la noche y caminamos tomados de las manos sobre la arena fresca y pálida de una playa. El amor que vivimos logró lo imposible, nos miramos cara a cara envueltos en la eternidad, nos besamos, suspiramos, vivimos y morimos. El tiempo se confundió  y absorto el instante se eternizó; con el mayor de los cariños te dije al oído: -Quiero estar así, junto a ti, toda mi vida-. De repente un zumbido, un golpe, un torbellino...algo inesperado me succionó, fui arrancado de tus brazos... abrí los ojos.
La luz del día danzaba entre los cerros dibujados en mi ventana, la luz se hacía presente. Las aves volaban alborotadas con trinos estridentes y poco recatados. Los muros silenciosos e iluminados se burlaban de mi, como adivinando el drama en que me encerraban cada día. Me levanté de mi cama sola y fría con cierta tristeza; hora de la existencia... me dispuse a vivirla. En ese momento comprendí que la vida es un sueño y solo se vive un instante, porque acababa de despertar de la vida para incluirme en este sueño, con tintes de pesadilla; la realidad, y cabía en todo esto una esperanza...un quizás.
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Foto del autor Armando Calixto
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Descripción

Viajando a travs de los sueos...

Palabras Clave: viaje noche perros playa almendro cerro esperanza

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Armando Calixto Delgado

Enlace: http://www.myspace.com/acalixto


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