1
El viento entró por la ventana, frío y seco, sopló con fuerza. Los papeles revolotearon dentro de la habitación, anteriormente se encontraban amontonados en un escritorio, ahora yacían esparcidos por el suelo. Extrañamente, la última hoja que cayó en el suelo era que estaba en la parte más alta de la pila de hojas y contenía una palabra.
La palabra era MUERTE.
Una gota de sangre se derramó sobre aquella hoja de papel, sobre la M.
Un cuerpo yacía colgando en el techo de la habitación, de él provenía la sangre.
                -Pobre hombre-. Exclamó Ethan contemplando el cuerpo que estaba colgado en el techo. Un hombre se acercó a Ethan.
                -Ya investigamos jefe. Su nombre es Henry Jameson. Trabajaba en una empresa privada en el centro llamada South Translators. También encontramos esto. Le extendió las manos con una pila de papeles sobre ellas. Ethan tomó las hojas entre sus manos, entonces supo que algo no estaba bien. No sabía cómo o porque, pero lo sabía.
Lo sabía.
MUERTE rezaba la primera hoja de papel, las letras apenas eran visibles ahora que los manchones de sangre se habían secado. Ethan pensó en el título de una novela de terror o suspenso y los pelos de su espalda se erizaron bajo su gruesa chamarra  negra. Eso era lo que aquel escrito era precisamente, una novela. Decidió que debía quedarse con aquel escrito, a toda costa, aquellas hojas tenían algo mágico, algo que lo llamaba. Se preguntó si sería la sangre regada sobre ellas.
En el fondo de su ser esperó que eso no fuera lo que le hablara.
Salió de la escena del crimen. Dentro de su portafolio, unas hojas ensangrentadas le repetían una sola palabra a su mente.
La palabra era MUERTE.