- El arrepentimiento es doloroso.
- Desde luego que es, sencillamente por ser una mala consecuencia. La de una expectativa incumplida.
- Sí, pero, además, y esto es lo que más lastima, surge junto con la pregunta más triste que existe, ¿qué tal si mi expectativa se hubiera hecho realidad?
- Claro, porque al imaginar el entorno de logro, este es muy diferente, siempre más positivo al momento en que aparece el arrepentimiento.
- El arrepentimiento hunde irremediablemente, por esto mismo superarlo e intentarlo nuevamente, no una, sino las veces que sea necesario, es digno de admiración.
- Para eso necesitas una mezcla de voluntad extrema, confianza inquebrantable y una disciplina férrea y aplicar todo a un tiempo. Seguro nunca los has hecho, ¿ahora entiendes a lo que me refiero?
- Por eso la mayoría se quedan con el arrepentimiento que es una nostalgia dolorosa que amarga existencias para siempre.
- Si intentas algo y fracasas y no vuelves a intentarlo, tal vez te arrepientas, pero al menos lo intestaste alguna vez, pero lo que no lo hicieron. En su cabeza rondará por siempre el cuestionamiento, “¿y si…?”
-Terrible. No se puede vivir así, ¿anhelando?
- Peor, pensando que tuviste la oportunidad y no hiciste nada al respecto.
- Luego están los arrepentimientos por una mala decisión. Actuaste, pero no seguiste la senda correcta. Lo peor aquí sería el que nunca hayas rectificado más sabiendo que te habías equivocado.
- Hay tantas opciones. Tantos caminos. Tantas decisiones por tomar y tanta facilidad de equivocarse, ¿cómo puede haber logro?
- La confianza en ti mismo que sencillamente es creer que eres capaz de lo que quieras hacer y la acción, desde luego, tarde o temprano te llevará a alcanzar tus metas.
- Mucho esfuerzo, pero, ¿qué de lo que vale la pena no lo requiere?
- Exacto, que auténticamente tu epitafio sea el mismo de Edith Piaf, “No me arrepiento de nada.”.