Soy de la ciudad que teje el sol,
de ese sol abrasador,
de ese calor que me erizaba la piel al estar tumbada en el césped.
 
Soy uno de esos atardeceres,
de salir a dar un paseo en bicicleta,
el viento cálido en mis mejillas.
 
Soy del olor a arroz frito del viernes al mediodía,
soy de los pinos a los que trepé con mi hermana para ver ese atardecer
soy de aquellos momentos en casa de mi bisabuela.
 
Soy de esas semillas de saúco amarillo que explotaban al meterlas en la boca,
de ese olor a tierra mojada
después de que mi madre regara la tierra suelta del jardín;
Flores, palmeras, arbustos
 
En mi muñeca llevaba una pulsera
que llevaba la promesa de mi abuelo
Soy de ese cielo estrellado, Luciérnagas, cigarras
Del olor a alfalfa,
del sonido de los coches pasando las noches de fin de semana.
 
Soy de aquellas largas charlas con los hermanos de mi padre;
de aquellas cenas; café, sándwiches, y vino;
en aquel gran salón de baile que me parecía gigantesco.
 
Soy de los tropiezos y caídas,
de los raspones y heridas,
patinando y cayendo sobre el suelo duro.
 
Febrero, 2025.