Te veo,
no lo hago con los ojos sino con el alma,
Esta experiencia; Incomoda y electrizante en partes iguales,
porque al verte, también me veo a mí.
 
Te veo,
un misterio tan grande,
y en ti, puedo ver que habita,
una fragilidad tan igual a la mía. 
 
Y cuando me miras...
No puedo evitar que se me escape una sonrisa,
como si el alma,
hallara en tus ojos, un abismo,
uno en el que, con absurda esperanza, 
quisiera perderme.
 
Cada palabra, cada verso, cada suspiro,
es tu nombre,
y en el silencio,
el eco de tu risa.
 
Esa risa,
que desde la primera vez que escuche, supe, 
sin saber el porqué,
quería ser el motivo de ella.

Desde entonces,
tu risa me persigue,
y sin buscarlo, en ella encuentro,
la parte que necesitaba. 

Grecia Apodaca. Mayo, 2025.