Intento, intento, intento
          evitar los enigmas que me siguen a deshora
          las palábras ultrajantes que me ofrendan arrendajos insípidos
          la muy vehemente queja del vecino amarillo que es residuo de ceras. 
 

          Busco la paz ritual que diluye tormentas y bipolaridades 
 
          y el silencio perpétuo del grillo petrificado, en el que aún hay conciencia.
 
          Rodearme de lugares llenos de consistencia a broma ya antes relatada.
 
         con sabor a algazara y a festival vigente.
         Si me pesigue un caracol permito que me alcance
         pues espanta. presagios lánguidos y espectrales con tal sólo un bostezo.
         Amo pisar la miel de las paciencias que acallan al ser más estridente,
         enredarme en las sonatas del que evita huracanes y ama el agua a sotavento
 
         Si ante mí la luna se acrecienta y está malhumorada y bicorne
         trepo a la sensatez preclara de los pueblos,
         quizá encima una paloma muda que salga de un detalle
         o una mariposa de muy sueltos destellos, descolgada de un ojo
 
         En las murmuraciones de las flores encuentro ombligos de alegría,
        y risas que salen del fondo de sus músicas ingénitas.
        Ya no anhelo la angustia que viene tras los besos,
        ni las caídas veladas y secretas detrás de votos castos.
        Con mis labios me basta para morder la tierra
       y saborear del todo la dulzura pedestre. 
       Mis ojos se han posado en cimas y horizontes
       donde se mulle mi alma hastiada de malos compromisos.