Galopa
      el momento
      de los secreteos,
      de las murmuraciones
      que trenzaron las palabras
      confundiéndolas en mentiras,
      frases inedecuadas que no verían mis dientes
      como no comerían perales descompuestos.
      ¿ Cómo llegó hasta ti ese murmuro sucio
      que jamás osarían soportar las palomas que he usado ?
      De boca en boca, impávidos, se transmutan delirios ?
      ¿ No habrían de cambiarse pulidos alfabetos ?
      Jamás permitiría que lo casto empañara
      la rectitud que rige tu absoluta decencia inapelable
 
pero ya el mal, el mal maldito, transmutado en lo artero
      traspasó los muros larguísimos de la hormiga,
      se alargó enemiga en sierras aledañas
      barriendo hasta el légamo de las rosas más ácidas.
      Y aquí quedo yo, en un ave gimiente,
      a diestra y a siniestra lanzando picotazos,
      los pistilos débiles en que puse delicia
      huyen de mí como si fuera enemigo bisiesto, dedos de lo nefasto.
 
Albina: nunca supe ni sabré porque creíste descréditos y aceptaste falacias,
 
     vertigos  asonantes, preceptos que jamás saldrían de mis entrañas casi envejecidas
     porque soy caballero desde el alma hacia adentro y te hice apología.
     y siempre me pensaste como una inacabable antología amatoria,alejado de daños.
     Completo de bondades  que embriagarían a la misma Dulcinea.
     Te cubría con músicas que no se oyen en oídos sin ungirse primero
 
en las más sacrosantas bendiciones que lograran componer los abades.
     Sabes que tejí para ti los piropos más virtuosos que se harían entre los parietales de algún deambulante humano:
 
Nunca te desvirtué al verte intentar condensarte el florestas o vástagos felices.
     Olvidaste de pronto mis ciertas majestades, los cánticos rupéstres que te calqué en el alma.
     Accidentado,quedo en acostados olvidos porque alguien manchara tu nombre resonante.