E.VERNICA Y EL FANTASMA DE SU PASADO
Publicado en Aug 19, 2022
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MARIAN MILLER
VERÓNICA Y EL FANTASMA DE SU PASADO
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                        
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                      A mis médicos, por devolverme la confianza…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                       Las palabras son nuestra fuente más grande de magia, son capaces de dañar o sanar    ( J.K.Rowling).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
VERÓNICA Y EL FANTASMA DE SU PASADO
 
Le había comentado a Víctor lo relacionado a dejar el despacho, y le pareció muy bien. Creía que ya me sentía perfectamente, me había adaptado bien a Madrid, y después de todo lo vivido, lo mejor era que tuviera una vida tranquila, sin tener que experimentar más hechos desagradables. También me dio las gracias por haberle pasado los expedientes antiguos, le facilitaría mucho el trabajo, e iba a intentar volver a apañárselas sin secretaria, tampoco tenía necesidad de estresarse, no le faltaban los bienes materiales, así que todo salió bien, no esperaba menos de él, sabía que solo me había contratado por hacerme un favor, y esperaba que la vida me diese la oportunidad de agradecérselo. Esa tarde habíamos quedado para ir al Prado, era muy aficionado a los museos, y de vez en cuando nos veíamos, para que saliera de casa, me había vuelto muy solitaria, iba al gimnasio y a un club de lectura, pero cuando eres adulta, las responsabilidades mandan, y las demás mujeres de mi grupo  no disponían de mucho tiempo para el ocio, porque el tema de la igualdad en el matrimonio era más bien una ilusión que una realidad, como en la mayoría de los círculos ( con mucha lucha habíamos avanzado, pero quedaba un enorme camino por recorrer, e incluso debíamos aprender mucho de la sororidad entre las hembras elefantes). También había terminado el poemario que os comenté “ el Abismo de la Emperatriz”, me gustaba, tenía mucho de mí, como casi todo, y pronto lo enviaría a un concurso, los versos no me darían para lujos, pero esperaba que en mi vejez pudiera hacer turismo gastronómico, y conocer grandes restaurantes como el Bohio, La Casa Taberna, el de Joan Roca, Martín Berasategui, Dabiz Muñoz, el ABaC, el de Ferran Adria y por supuesto el de Carlos Arguiñano, con esos me daba por contenta (visitar la ciudad y terminar con una buena cena). Lucharía por ello, para llevar a mis hijos a lugares donde el paladar disfrutase como un niño en un columpio. Hay que soñar, para no dormir pareciendo un difunto.
Esa mañana había hecho lo de siempre, más bien recuperé la costumbre de casada. Me levanté, fui inmediatamente al baño, me lavé la cara, me peiné, y me puse los pendientes (la vida está llena de pequeños detalles, y ese era uno importante). Miré mi armario, seguía con las mismas tonalidades: negro, blanco y gris, tampoco había habido grandes cambios en mis circunstancias personales, como para ampliar el colorido. Fui dando un paseo, me había conseguido relajar, y ya las prisas las había dejado para más adelante, cuando no hubiera más remedio que correr para evitar males. Llegué la primera, como casi siempre, y esperé cerca de la puerta. Hacía buen tiempo, y deseaba poder tomar algo en alguna terraza, donde charlar y pasar un rato agradable con un buen compañero, porque aunque no era mi pareja, estaba junto a mí en cada momento, e incluso en las ausencias, por falta de tiempo. Llegó solo, tenía una nuevo novio, pero no le acompañó, no salió bien lo de Raúl, por lo visto era demasiado abierto sentimentalmente, y para eso hay que estar muy de acuerdo. Paseamos por una nueva exposición de Sorolla, y charlamos sin tener un tema determinado, simplemente pasando una velada entrañable. Entonces lo vi, era él, lo tenía claro: Peierre estaba en la sala, con su nuevo aspecto, me miraba, sonreía, se lo dije a Víctor y no dudó en acercarse.
-          Hola, Peter
-          ¿Cómo estás Víctor?
-          ¿Qué haces en Madrid?, ¿nos estás siguiendo?
-          Una coincidencia, ya sabes
-          No lo creo, ¡déjala en paz!, fue una historia como tantas en la vida, ya le has estropeado su existencia bastante, ¡déjala tranquila!
-          Está tranquila, solo hemos coincidido un par de veces, y llevo mucho tiempo en Madrid
-          ¿No había otra ciudad?
-          Es una gran ciudad, con una gran proyección cultural, así que fue una buena elección, no quiero vivir en Francia. Quizás el destino nos siga uniendo
-          No querrás que te cruce la cara
-          No creo que vayas a dar ese espectáculo en tu museo favorito, además no hay necesidad, si os molesto, me marcharé.
-          Ya estás tardando, que sepas que voy a dar parte a la policía
-          No tienes nada que decir, pero como quieras, además no creo que me encuentren, o crees que me sigo llamando Pierre
-          No me enfades más de la cuenta
-          Me marcho, que paséis un día bonito en la capital
-          No te quiero volver a ver cerca
-          No me verás(sonrió)
Me amargó la mañana, ya no me hacía ilusión tomar algo en una terraza, creía que él era quien me espiaba, quien llamaba sin contestar al fijo de casa, y que en cualquier momento pasaría a la acción, porque no se iba a conformar con unas simples miradas. Nos fuimos a mi apartamento, puse una cerveza con aceitunas, lo que tenía en casa, y me abrazó mientras lloraba, porque sabía que significaba que empezaría la misma pesadilla que en Málaga, con el temor de que me dañase, no solo la imagen, si no la vida que me quedaba. Víctor me dijo que cuando me tranquilizara iríamos a la policía, que debían tener constancia de la situación, aunque hubiera cambiado de nombre y de aspecto. Me preguntó si tenía una foto de él, y por suerte sí. Había traído algunas, y la de él en la intimidad también, no para tener un bello recuerdo que mirar de vez en cuando, sino porque era la única forma de identificarlo, llegada la ocasión, Una parte de mí sabía, que no iba a parar, que todo se había transformado en un tú o yo, así que queridas amigas intentar no cometer una equivocación, porque se puede transformar en la peor de vuestras pesadillas, por el despecho de una persona vil y llena de rencor.
Subí al coche aturdida, puse una de mis canciones preferida “ Anybody Seen My Baby”, de los Rolling Stone, y me animé algo. A veces pensaba en cómo había sucedido todo, como una equivocación me había destrozado la vida, pero esas cosas pasan, y no solo en las películas. Llegamos a la policía, nos atendió el mismo inspector de policía que conocí en la cena en el Palacio de Cristal.  Le conté mi circunstancia, todo lo ocurrido en Málaga, y podemos decir que casi me regañó por meterme otra vez en líos, ya me lo advirtió, y más al decirle que no había denunciado. Nos avisó de que si queremos que la policía haga su trabajo, hay que hablar con ellos, no esperar que la vida lleve el curso adecuado, o el que a una le gustaría, porque rara vez se da el caso (pero hace falta valor y apoyo para ello, lo que no tenía desde el comienzo). Según su experiencia, los problemas siempre van a más, a no ser que se atajen de algún modo. Casi lloro, pero continué contando lo vivido, mientras cogía nota. Me pidió su nombre completo y la fotografía, le dije que no sabía si era realmente su nombre, y que su imagen había cambiado mucho. Lo imaginaba, pero si estaba fichado por la policía francesa, sería fácilmente localizable, aunque habría que esperar que hiciera algo más peligroso que perseguirme por los museos, como un fantasma enamorado. Me dijo que iba a hacer el papeleo correspondiente, y que próximamente se pondrían en contacto conmigo para saber qué tipo de escolta me correspondería, porque seguramente no se iba a quedar en eso. Me fui a casa más tranquila, Víctor me preguntó si quería que pasásemos la noche juntos, pero prefería estar sola, dormir, no iba a salir mucho de casa, hasta que tuviera noticias del Inspector Basil, poco más tenía que su protección, después de que Charly se alejara. Puse la misma canción en el coche, y bajé con una sonrisa, en vez de con una lágrima. Me tumbé en la cama, vestida, agotada, pensando en el peligro que corría, y como el miedo me había transformado tanto. Pensé que estaría sola el resto de mi vida, a pesar de que me seguían gustando los hombres, ya no me valía cualquiera. La atracción por lo físico había pasado a un segundo plano, después de todo lo sufrido, solo me gustaban los hombres felices, donde no hubiese un ápice de odio en su mirada, donde un abrazo significase paz, donde la confianza fuese su principal baza. Perdí a mi marido, quien tenía un cúmulo de cualidades, y ahora lo veía tan difícil de conseguir, que me daba pena perder el tiempo pensando en un futuro estando acompañada, cuando tenía tantos problemas por la imprudencia de la atracción de una mujer algo alocada. Llegué a entender porque las personas podían caer en el alcohol o en las drogas. La soledad era el peor castigo que se te podían dar, cuando solo quieres cariño y comprensión en los días que pasaban, porque ya se sabe eso de que el amor lo cura todo, incluso a una persona llena de nostalgia. Me asomé por la ventana, y escuché a mi vecina cantar, mientras hacía las labores de la casa, olí a Violetas, Rosas y Jazmines de las flores de sus macetas, y viví, aunque fuera de forma ajena, un instante de felicidad, sin la pesadez del dolor de saber que eres odiada. Volví a tumbarme en la cama, y decidí que solo saldría a comprar, no me iba a arriesgar, como en épocas pasadas. Además después de tanto estrés, mi cuerpo y mente necesitaban descanso, y ya sabía que era un error que tu estado físico te pidiese descanso, y quieras llevar una vida normal, eso genera un cúmulo de errores e imprudencias, difíciles de subsanar, y más si quieren buscarte equivocaciones para desacreditarte, y lo que les dejen hacer por su maldad. Era un posible desastre, fingir que no pasaba nada, cuando te dolía hasta el alma. Fue uno de mis grandes errores en Málaga, junto al de esperar de los demás lo que una estaba dispuesta a dar, cada persona es un mundo, y lo que menos quieren son problemas, mucha empatía y bondad debía existir para enfrentarse a ello, y no fue el caso. Una vez aprendido, solo esperaba poder rehacer mi vida en Madrid, dicen que las segundas oportunidades no son buenas, pero yo lucharía porque lo fuese, porque a pesar de todo, quería seguir viviendo, aunque fuese solo escribiendo poemas.
 
La despensa se quedó vacía, y aún no había tenido noticias de la policía, así que me tocó salir a comprar, con miedo y desidia. No cogí el ascensor, a veces pensaba que era peligroso, otras que las escaleras más, según iban pasando los días, iba cambiando de opinión. Me puse la bolsa del Ikea debajo del brazo y en la mano un spray de pimienta, que era mi única arma. Doblé la esquina, y empecé a sentir unos pasos detrás de mí, mi débil corazón empezó a latir más rápido, me entraron los nervios, y la respiración se entrecortaba. No sabía si volverme y echarle mi spray, pero si me confundía, que iba a pasar, era una agresión. Aceleré el paso, veía el supermercado cerca, y a la vez tan lejos, casi corrí, y me di cuenta que la persona que me seguía también lo hacía, que se estaba aproximando. Cerré los ojos, estaba casi resignada, y de repente noté que se caía al suelo. Me giré, ahí estaba Pierre, otra vez disfrazado, con un cuchillo en la mano, que quería utilizar para quitarse al policía de encima, pero reaccioné, le di una patada, alejando de la escena la hoja afilada. No sé cómo pude actuar tan rápido, porque estaba totalmente abrumada por el miedo a alguna desgracia. Le pusieron las esposas, y mientras llamaba a los refuerzos, me explicó que desde el primer día me habían puesto escolta, pero no querían decirme nada, por si tenía el teléfono pinchado, entonces lloré, no sé si de la emoción o de los  nervios, no lo tenía claro. Lo que no sabía era la forma en que podía agradecerle, que me salvara la vida, eso como se compensa, qué es lo que se espera. Le dije gracias, y me dijo que era parte de su trabajo, que no me preocupara. Le cogí la mano y se la besé, como señal de respeto y agradecimiento. La quitó rápidamente, y me pidió que no lo volviera a hacer. Llegó la patrulla en el coche, y se llevaron a Pierre, mientras sonreía y me miraba, creo que era de rabia. Me dijeron que el inspector se pondría en contacto conmigo, que no me preocupase, que veían difícil que saliera pronto de la cárcel. Se marcharon, y yo no sabía qué hacer, porque no me había tocado, como para ir a un hospital, por supuesto llamaría a Víctor, no tenía a nadie más, pensé en mi marido, pero creo que lo iba a enfadar más. Así que me fui a comprar, tenía que seguir mi vida, y ahora quizás con más calma.
Víctor vino a casa casi a la noche con una botella de vino, bastante cara, y yo había comprado cosas para picar. Le expliqué todo, y se sintió mal, porque pensaba que no debía haberme dejado sola, pero creyó que habiendo ido a la policía, todo estaba más o menos controlado. Le dije que no se preocupara, había salido bien. Se sentó a mi lado, y me abrazó, no saben a qué me supo esas demostraciones de afecto, creo que ni haciendo el amor me había sentido tan dichosa por un momento. Durmió en casa, dijo que esa noche no se iba a marchar, para que estuviera arropada, si la policía llamaba. Y así ocurrió, a la mañana siguiente Víctor cogió el fijo, y le dijo al inspector que en menos de una hora estaríamos en la comisaría. Él se dio una ducha rápida, y yo me arreglé lo que pude, nadie saben las pocas fuerzas que se tienen cuando eres víctima de muchas cosas malas. Nos fuimos en su coche, y al acercarnos a la puerta, me cogió la mano, y me dijo: “no estás sola”, y me partió el alma, porque sabía que en el fondo sí lo estaba.
-          Buenos días inspector
-          Buenos días, ¿cómo has pasado la noche?
-          Aún con nervios
-          Lo imagino, pero poco a poco se calmarán, cuando te cuente todo lo sucedido. Pasemos al despacho
-          Estamos deseando saber lo que pasará desde ahora, si habrá juicio
-          Bueno creo que va a ser mucho más fácil. Metimos a Peter en una celda, y al poco tiempo de estar dentro empezó a chillar tu nombre, a dar patadas, a intentar romper los pocos muebles que había. Le dio un ataque de ira. El médico de la penitenciaria lo examinó, y no le pareció normal, creía que era un enfermo mental, que en eso se basaba ese ataque y su maldad, porque hay enfermos que al saber que lo son y no admitirlo, se enfadan con El Mundo, lo pagan con quien aman o con quien odian, o por quien sienten las dos cosas, aunque siempre hay un ápice de psicopatía, para que lleguen a querer matar y hacer sufrir sin piedad. Llamamos a Francia, y efectivamente: es esquizofrénico, ayer tuvo su peor brote. Si no hubieses venido a la policía, no hubiese parado,  y a saber las atrocidades que hubiese hecho más adelante, porque como ya te dije, los problemas solos no se solucionan, tienden a ir a peor, si ya tienen su importancia. Menos mal que vinisteis.
-          Y  ¿Dónde está ahora?
-          En un hospital psiquiátrico, relacionado con la cárcel. Se ha llegado a un acuerdo con el fiscal y con su familia, creo que no saldrá de ahí, porque tiene antecedentes en Francia de maltrato, de agresiones, de daños materiales como incendios a edificios y destrozos en parques,  robos, intento de asesinato… todo un historial, por eso huyó. ¿Cómo te fijaste en él?
-          No parecía nada de lo que has dicho cuando lo conocí. Era un hombre guapo, agradable, con acento francés, que le gustaba el arte, detallista incluso con flores…un error por exceso de confianza, que se convirtió en pesadilla
-          No hay que fiarse de las apariencias
-          Es un poco tarde para el consejo, pero lo tendré en cuenta. A mis hijos se lo diré
-          Ánimo, pasó lo peor, ya solo tienes que seguir adelante con tu vida
-          Me la han destrozado, y las personas, por lo general, no suelen comprenden los errores, si no han pasado por ello. Además todo el mundo ha ayudado y se ha alegrado, ni siquiera lo comprendo. No recuerdo haber hecho tanto daño. Lo tengo complicado, lo siento más por mis hijos.
-          Tranquila, guarda distancia con quien te pueda hacer daño, y continua viviendo. Ya sabes lo que siempre digo: “la vida no siempre es maravillosa, pero puede seguir dando alegrías”.
-          Gracias, lo veo muy difícil, pero lo intentaré.
Comimos fuera, incluso bebí más de la cuenta, por última vez, ya que para evitar caer en vicios por mis desgracia, había decido no probar el alcohol nunca más, debía cuidarme, si quería que mis hijos tuvieran una madre guapa, aunque fuese en la distancia. Llegué a casa, miré el buzón, había llegado el acuse de recibo del envío de mi poemario al concurso, quien sabe si por ahí empezaría a cambiar la suerte. Me duché, me vestí con mi albornoz blanco, puse la televisión en el cuarto, y me dormí viéndola, tranquila, como si me hubieran quitado un peso enorme de encima, como si hubiera rejuvenecido diez años, sin recordar ninguna de mis pesadillas.
En mitad del sueño, sentí calor, me goteaba sudor por el medio del pecho y por el cogote. Estaba aturdida, un moscarrón no me dejaba dormir, pero no podía despertar, como si me hubieran drogado. Entonces escuché un ruido, me asusté y me incorporé como pude de la cama. Había oscurecido, miré el reloj, eran las ocho y media, la televisión se había apagado sola, o no recordaba haberlo hecho. El moscarrón seguía dando vueltas por la habitación, no sabía cómo había entrado, porque estaba todo cerrado. De repente la televisión empezó a funcionar, no encontraba el mando para apagarla, y sentir los ruidos que me habían despertado. Y ya solo recuerdo un cuerpo encima del mío, luchando, intentándome ahogar, sin reconocerlo. No tenía mi spray a mano, del forcejeo se rompió la lámpara, y reaccioné, no sé si por el instinto de supervivencia, como con la patada al puñal, pero cogí un trozo de cristal y se lo clavé en el cuello. Se apagó la televisión, la moscarrón cayó, quité el cuerpo de encima de mío, lo miré: era Pierre, no sabía cómo había conseguido salir del psiquiátrico, sabía de sus dotes de persuasión, pero no pensaba que fuese para tanto, podía seducir a una enfermera, incluso al médico, tenía su sentido femenino algo desarrollado, pero me parecía imposible que hubiera conseguido salir de allí, había demasiado control en un hospital, para que en tan poco tiempo, se hubiese escapado. Me senté al borde de la cama, me puse las manos en la cabeza. Había llegado a matar en esta vida, por un error de mujer frívola. No sé el tiempo que pasó, mis gatas se acercaron al cadáver, que estaba lleno de sangre, no tenía fuerzas para regañarlas, pero me hicieron despertar de la angustia que vivía en ese momento. No iba a llamar a Víctor, también necesitaba descansar, me daba miedo que de tantos problemas se alejase también de mí, era lo único que tenía. Marqué el número privado del Inspector, me lo había dado esa mañana, por si necesitaba algo. Lo cogió rápido
-          ¿Verónica? Te iba a llamar ahora mismo.
-          ¿Y eso?
-          Bueno primero tú, ¿qué necesitas?
-          Ha ocurrido una desgracia. Pierre ha conseguido salir del Psiquiátrico, ha entrado en mi casa, me ha atacado, y en el forcejeo he conseguido reducirlo, pero creo que lo he matado.
-          Es imposible, querida
-          Se lo aseguro
-          Esta tarde, sobre las seis Peter se ha suicidado, ha cogido los cristales de la lámpara, y se ha cortado las venas. Estaba en su habitación sedado, por eso no estábamos observándolo todo el rato, no sabemos cómo ha podido pasar, pero bueno quizás era el final que necesitaba para poder descansar. Los enfermos mentales sufren un estrés constante, y quizás no podía más.
-          Le digo que está en mi habitación
-          Porque no miras quien es realmente, ve con el teléfono, él está en el depósito de cadáveres, ahora mismo le están haciendo la autopsia
Fui, y por sorpresa mía, no había nada: ni una gota de sangre, ni un cuerpo, ni la lámpara rota, solo el moscarrón muerto en mi almohada. No tenía explicación, bueno sí la tenía, mi sexto sentido se había despertado, y me lo había contado, antes de que me lo dijeran. Debía estar acostumbrada, pero aún me costaba, cuando eran episodios desagradables. Le dije al inspector que quizás había sido una pesadilla, lo afirmó, no quería entrar en más explicaciones, sabía que tampoco lo entendería. Me dijo que intentase dormir, que intentase conciliar el sueño, así que me lavé la cara, me miré en el espejo, tenía señales en el cuello,  abracé a mis gatas, lloré un poco, no sé si de miedo o de felicidad, y me puse una película. Mañana llamaría a Víctor, era a quien quizás le interesase, creo que a nadie más…
 
 
 
 
FINAL
 
Habían transcurrido dos meses desde la muerte de Peter, y en ese tiempo no tuve ninguna de mis visiones y logré coger hasta algo de peso ( la tranquilidad me estaba sentando muy bien). Seguía en Madrid, en Málaga solo me quedaban malos recuerdos. Allí me sentía odiada, despreciada y tenía una imagen totalmente destruida, como para volver a querer pasear por la calle Larios. Además mi suerte cambió un poco, gané el concurso de Poesías, y me habían citado en el Corte Inglés para firmar ejemplares, con ese gesto creí que Madrid me estaba dando una nueva oportunidad. Subí las escaleras mecánicas algo ilusionada, pero también con algo de temor, no sabía si alguien con maldad, se podía sentir molesto porque me fueran mejor las cosas, ya saben lo que dicen de la envidia de los pueblos. Vi en un maniquí con un vestido morado de Carolina Herrera, precioso, de vestir, pero nada exagerado, y decidí que cuando terminase con las firmas, me lo compraría, me gustaba el color para empezar a dejar el luto, era el color con el que se identificaba el maltrato, y desde ese momento sería mi preferido. Me estaban esperando en la última planta, aún no tenía representante, así que me arriesgué a ir sola, se lo comentaría a Víctor, por si quería meterse en ese mundo, quizás le divirtiese, hay mucho compromisos sociales los círculos del arte. Me habían puesto una mesa preciosa, adornada con flores, y empecé a firmar, con mi nueva rúbrica. Lo había cambiado casi todo, quería empezar de cero, por si con ello podía dejar atrás el sufrimiento de mi pasado. Cuando llevaba unas veinte firmas, porque había una cola más que digna, tuve una grata sorpresa: mis hijos habían venido con su padre, a que les firmara mi poemario. No saben que de sensaciones tuve en unos segundos, no quería llorar, no quería que me viesen triste, querían que viesen a una madre feliz y sana, pero alguna lágrima cayó, no lo pude controlar, cuando me abrazaron diciendo que Papá  ya no estaba enfadado, entonces creí que les dejaría formar parte de mi vida, aunque fuese en la distancia. Mi marido sonreía, estaba guapo, siempre lo fue, supongo que se había enterado de lo de Pierre, y creía que el peligro para mis hijos había desaparecido, eso quería pensar yo también. Me dijeron que me esperarían en la recepción que había después, donde también estaría Víctor y el inspector Basil. Víctor fue quien los avisó (quien tiene un amigo, tiene un tesoro). Y bueno, conseguí un final feliz, a pesar de las desgracias. Creo que fue así, porque nunca perdí la ESPERANZA
 
 
 
                                                            MARIAN MILLER
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
NOTA DE AUTORA: No quiero despedirme sin pedir PERDÓN (la escritura me da esa oportunidad). Quiero pedir disculpas en primer lugar a mis hijos: por mi ausencia, por mis errores, por todo lo que les pueda afectar negativamente en la vida, que yo sea su madre. Y también a quienes en este periodo tan malo en mi vida haya podido molestar con mis palabras o acciones, quizás no se comprenda, porque solo cuando vives las cosa, puedes llegar a entender algunas malas reacciones. Y si no les sirven estas palabras, solo decirles que lo he pagado de forma desproporcionada, incluso con salud. Dejando atrás lo negativo, espero que el  libro les haya gustado, o al menos entretenido, ese era su principal objetivo. GRACIAS!.
 
 
                                                        
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Foto del autor Sandra Mara Prez Blzquez
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Descripción

ltima parte de libro Vernica, donde resuelve su conflicto personal.

Palabras Clave: FANTASMA

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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