Ojos de gato
Publicado en Nov 24, 2022
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Despierto y me pongo trabajar, empiezo a las diez u once de la mañana y acabo a las tantas horas de la madrugada. No tomaba descansos porque tenía mis responsabilidades, soy muy crítico y perfeccionista con mis obras, por eso debo repetir el proceso constantemente.
Mi esposa es mi editora, encargada de mis obras, como también las de muchos otros. Últimamente está centrada en otros artistas, más jóvenes, hombres y mujeres con la motivación de estar empezando. Tienen suerte de vivir esa experiencia, para ser sincero, con el tiempo olvidé mi motivación inicial. Sigo escribiendo para no decepcionar a mis lectores que esperan algo nuevo. SI fuera por mí, desaparecería ahora mismo, lo dejaría todo para encontrar la paz en algún lugar perdido del mundo. Ella sale de casa y vuelve de noche, nos saludamos con típicas frases hechas. “Buenos días”, “Hasta luego”, “No te esfuerces mucho”, “Volveré para cenar”, “Estoy pensando en dejarte”. Esa ultima frase ninguno la dijo, pero la pensé tanto que se ha vuelto una realidad. Tuvimos nuestra química, pero ahora no somos más que dos desconocidos fingiendo ser marido y mujer. No tuvimos hijos, si los tuviéramos a esta altura solo sería para salvar nuestro gastado matrimonio. Es forzado y no lo quiero, suficiente mal hacemos al mundo existiendo.
Decidí salir de casa, programando paseos nocturnos. Me perdía feliz en las luces incandescentes de la ciudad por la noche. Entre la multitud de servicios, encontré un lugar de mi interés. Para ser sincero, no había tenido sexo con mi mujer en mucho tiempo, así que recurrí a experimentar cosas nuevas. Me dieron a elegir un catálogo de mujeres disponibles, todas jóvenes, alquilaría un cuarto y podríamos hacer lo que veamos conveniente. Parecía un trato personalizado, eso me gustó mucho. Elegí una chica que se hacía llamar “Cielo”, era una mujer robusta y, debo decir, muy simpática. Me hizo sentir cómodo, no solo tuvimos sexo, sino que también hablamos de la vida.
- ¿Eres escritor? ¡Eso es genial! Me encanta leer novelas.
-No es para tanto.
Me habló de sus obras preferidas, yo no leía nada que no sea lo mío desde hace años. Como dije, perdí la motivación para ver mi propio arte, tampoco soy capaz de valorar el arte de otros. Cielo se quejó de mi indiferencia hacia mi propio rubro.
-Bueno, hay veces que amas algo tanto que con el tiempo aprendes a odiarlo.
Tenía razón. Terminamos y nos sobró tiempo, dejé que me consolara como si fuera mi madre. No quería pensar en su edad real para no sentirme viejo. La visité nuevamente otras noches, ella me recibió con la misma disposición. Una semana después, tomé la decisión de separarme.
-Estaré fuera unos días, voy a acompañar a mi nuevo cliente a una ceremonia. ¡Él es increíble! Un joven con ese talento tiene que llegar lejos, ya verás.
Ella no paraba de hablar.
-Ah, hoy volveré tarde, no me esperes. Tenemos que preparar el discurso para la entrega de premios. Todo indica que ganará uno de los premios más importantes, debemos estar listos.
Mi esposa estaba tan metida en su trabajo que no tenía ni dos minutos para escucharme. La entiendo, todos somos así en algún punto de nuestras vidas. La diferencia entre nosotros ahora mismo es que yo hago esto por obligación, ella sigue disfrutándolo.
-Solo te están utilizando. Leí lo que me dejaste de él, es una historia estúpida y superficial.
Le cambió la cara de inmediato. La verdad es que estaba cansado de vivir una vida donde tengo que pensar sobre que puede vender, y condicionar mi escritura con una justificación tan vacía.
-No puedo soportarlo más- Le dije, ella canceló su cita para seguir hablando conmigo, pero la decisión estaba tomada. En el futuro me lo agradecerá. Tomé una ducha y preparé mis cosas. Antes de irme, ella me pidió que siga escribiendo. Seguía queriendo aferrarse a mí de forma desesperada.
Dejé de escribir y mi popularidad cayó en picada, era un proceso común, no puedes mantener una obra de arte de forma estable. Nada de lo que pueda crear es legítimo, en mi cabeza no hay más que historias vacías, así como el vacío de mi alma me obliga a tomar dramáticas alternativas. Decidí volver a ese lugar y buscar a Cielo, me dijeron que no estaba disponible por un problema de salud. Quisieron mostrarme a una chica parecida, pero decidí cambiar completamente.
- ¿Podrías conseguirme una chica más esbelta?
Esperé en la habitación leyendo un libro, finalmente llegó. Cuando abrí la puerta me encontré con una mujer con unos preciosos ojos de gato. Era hermosa, eso sin dudas, pero esos ojos me llevaron irremediablemente al pasado. Tuve una novia mientras iba a la universidad, ella tenía ojos de gato. Era cruel y poco sentimental. No recuerdo porque empezamos a salir, pero me acompañó durante casi dos años. Su mirada afilada me dejó en claro que ella no abriría su corazón a otros tan fácilmente. Siempre estaba enojada, no sonreía con frecuencia. Algunas veces murmuraba cosas que yo no entendía.
El único momento en que mi mente está en calma, es cuando estoy sofocada.
Fue la primera persona en alabar mi obra, decía que tenía futuro como escritor. Esa faceta suya no progresó, hasta llegué a creer que se trataba de una mentira. Creo que ella solo quería que fuéramos jóvenes y estúpidos como una pareja normal. No quería estar sola, pero estar con alguien como yo, obsesionado con su trabajo, es como vivir en soledad.
Me dijiste “te amo”, pero realmente no entiendes nada respecto a mí. En cambio, yo conozco muy bien el tipo de persona que eres.
Fui incapaz de impedir que se fuera. No la volví a ver. Seguí publicando libros y terminé casado con mi editora. Pasaron diez años hasta que volví a encontrar una mujer similar. No eran la misma persona, esta chica se hacía llamar “Coraline”. Mi mente viajó por pasados desconocidos, pero seguíamos en la habitación.
-Tu cabello se ve genial.
-No es un estilo popular, ¿Eh?
Tenía el cabello tan corto como un chico, vestía una camisa blanca y una falda a cuadros. Por algún motivo terminamos hablando de mi trabajo, me dijo que no le interesaba para nada, y eso me cautivó.
-Está bien, yo también odio todo tipo de arte. Es una pérdida de tiempo, incluso si quisieras perderlo, hay más cosas para hacer.
-Ya veo- Me dice. -Tu trabajo debe ser difícil.
Claro que volví la noche siguiente, y la siguiente. Hacíamos el amor y luego mirábamos una película que iba por la mitad. Me obligaba a verlas en inglés, sin subtítulos, decía que era la mejor forma de aprender. Esa pequeña rutina se vio interrumpida por un viaje que ella tenía, iba a volar a Europa y quedarse allí con unos amigos. Fueron días duros, la extrañé tanto que comencé a escribir despechado, volviendo a sentir un poco de dolor juvenil.
Cuando volvió, seguimos encontrándonos. Cambiamos de lugar. Era una habitación más grande, quise regalarle más lujos, aunque no pudiera permitírmelos. Mi parte favorita era cuando filosofábamos en el baño, desnudos en la tina.
-Todos siguen las tendencias, deberían tener más personalidad. Deberían vivir de la forma que quieren.
-Sí, estoy de acuerdo. Pero, tu vives así, libre, ¿No?
-No siempre. Se supone que las personas sean naturalmente libres, pero por alguna razón eligen encerrarse a sí mismas. Aunque, el hecho de estar encerrada es lo que me hace ser yo, y es lo que te hacer ser tú.
- ¿A qué te refieres?
-No le des muchas vueltas, cuando mi boca está aburrida digo cosas sin sentido. Si quieres puedes interpretar mis palabras, como una película sin subtítulos. Es mucho más interesante cuando intentas llenar los espacios vacíos con tu imaginación.
-Eres rara.
-No me digas, y tú eres complicado de entender.
 
Durante los meses siguientes, traté de solucionar mis problemas. Me junté con colegas, viejos amigos, prensa y gente de mi ambiente laboral. Todos esperaban mi siguiente proyecto. La última en verme fue mi esposa, seguía siéndolo mientras no firmara los papeles de divorcio.
-Estuve ocupada trabajando, lo siento.
-Deja de posponerlo, por favor.
Obviamente discutimos. Nos tiramos nuestra mierda, nuestras molestias, todo lo que creíamos el uno del otro. Fue un ejercicio útil. Le dije que no podía ser mi editora y mi esposa, su trabajo era tan importante que en algún momento dejaría de verme como alguien interesante.
- ¡Pensé que yo era quien mejor entendía tu trabajo! ¡Si tenías problemas solo tenías que decírmelo! ¡Maldita sea, no podemos tirar todo a la basura!
Lo hicimos, poco a poco, día tras día. Pasamos de la violencia al amor en un segundo. Es comprensible, pues alguna vez nos quisimos de esta forma. Mientras me vestía, ella seguía recriminando.
-Klaus, solías ser más cálido.
La dejaría allí, con la impotencia de no poder recuperarnos. Con ella entendí que, en este mundo, vender lo es todo. Si hubiera sido un fracaso, nunca me hubiera hablado. Tendrá mejores clientes, y mejores opciones de hombre. Mientras caminaba, revisé mi celular y recibí una trágica noticia.
“Coraline no está disponible”.
Llamé y me dijeron que dejaría su trabajo en un mes. Desesperado, busqué conseguir una cita, algo especial suponía. Lo conseguí, ese día traté de disimular mi nerviosismo a toda costa.
 
-Siempre pides una hora y media. Hoy pediste dos- Dice Coraline, extrañada.
-Estaba desesperado por tenerte.
- ¿Ah sí? ¿Cómo va tu trabajo?
-Eh… yo… me estoy tomando mi tiempo.
-Que bien, deberías irte de viaje, verlo como unas vacaciones.
-No lo creo.
Tomé su mano y la traje hasta mí. Me aferré a ella como nunca. “Eres como un bebé grande” me dice.
-Coraline, me dijeron que vas a renunciar.
-Sí… debo regresar a mi pueblo natal.
- ¿Por qué?
-Mi abuela colapsó por su enfermedad, soy la única persona de mi familia que puede cuidarla. Regresaré para retomar las clases de la universidad.
- ¿Y no volverás a trabajar?
-Pues sí, volveré, es difícil dejar este trabajo… deja mucho dinero.
Pude ser muy atrevido, pero me ofrecí a llevarla. La acompañaría hasta la mitad del camino. “Tengo tiempo libre” dije, y era cierto.
-Está bien, puedo enseñarte el lugar un poco. Dame tu número personal, y tu nombre.
-Klaus- Le dije, mientras sacaba mi celular.
-Tienes nombre de abuelo, Klaus.
Me dijo su nombre real, pero seguí llamándola “Coraline”. Con el riesgo de quedar como la peor persona del universo, decidí acompañar a una estudiante universitaria en un viaje completamente ajeno a mí. Es inevitable, pues no quiero que se aparte de mí, ella es lo único que tengo en un momento bajo de mi vida.
Quedamos en la estación de trenes media hora antes de que llegue el nuestro. Yo vestía tan mal como siempre, prepararme no fue ningún reto. Ella se veía mucho más casual, con unos shorts y una remera ancha.
-Creí que no vendrías- Confesé.
-Yo igual.
-Estoy impresionado, tu ropa es muy diferente a la que llevas normalmente.
-Usualmente llevo los outfits que me preparan. ¿Me veo rara?
-Te ves linda.
Tomó mi mano y me arrastró hacía nuestro primer viaje.
- ¿De verdad está bien que vaya contigo? - Me pregunté a mí mismo, lo dije en voz alta por error. Ella pareció ignorarlo.
Llegamos a la zona rural, tomé fotos como un turista en la gran ciudad. Coraline me contó que odiaba ese lugar, aburrido y sin nada para hacer. Nunca se sintió cómoda con la idea estar atada a un lugar o a una familia. Mucho menos aquí, donde lo más interesante es una funeraria y una zona industrial, donde todos trabajaban.
-Por cierto, parece que encontraron un hospital para mi abuela. Supongo que podré regresar antes.
-Que bien.
-Pero hay problemas, puede que reciba menos dinero, lo cual es un problema porque la renta de mi apartamento es muy costosa.
- ¿Por qué? ¿No debería ser más barato al vivir sola?
-Tenía un compañero de cuarto, pero desapareció. Tengo que encontrar un nuevo lugar rápido.
- ¿Trabajas para eso entonces?
-Sí, aunque solo es el inicio. Como te dije, este trabajo da buen dinero. Me acostumbré a la sensación de tener mucho dinero. Puedo viajar donde quiera, comprar lo que quiera… es adictivo.
-Entonces… ¿No puedes renunciar?
-Por ahora no. No me juzgues.
- ¿Por qué lo haría? Soy tu cliente, ¿Recuerdas?
-Es cierto.
Mientras continuábamos el viaje, ella me contó una extraña historia de su amiga de la infancia. Este lugar le traía recuerdos, aunque hablaba de su pasado con cierto desprecio. Seguía sonriendo y mirándome con los ojos de gato, más hermosos que el cielo.
-Acerca de tu mudanza… Si estás buscando un lugar, puedes venir a mi casa. Voy a estar viviendo solo a partir del siguiente mes, así que tendré un cuarto vacío.
-Ey, vas muy rápido, Klaus…. La verdad es que me agradas, actúas acorde a tu propio antojo. Pero… realmente no sé nada sobre ti, ¿Qué clase de persona eres? ¿Cómo sé que no estás manipulando la situación para convertirme en parte de una de tus historias?
-No es el caso, Coraline. No estoy escribiendo últimamente.
-Pero podrías transformar esto en una historia, ¿O no?
-Supongo… pero el personaje principal sería un fracasado.
- ¿Y qué si lo es?
-Bueno… sería una lástima.
Nos quedamos en un hotel cercano, hicimos el amor de forma salvaje. Fue un sexo mucho más intenso del que teníamos habitualmente. No quise verlo como una despedida, más bien quisiera sentir su cuerpo por una y mil veces, tenerla encima durante largas noches, largos años… toda la vida.
Viéndote con detenimiento, Klaus, eres alguien muy interesante.
La besé para callarla, pues en realidad soy un humano más, de los peores. Coraline era una mujer maravillosa, joven, hermosa, misteriosa; todo lo que un artista necesita. Cuando llegó la hora de separarnos, ella sacó de su mochila uno de mis libros. Me pidió un autógrafo y se lo di.
-Eres una persona increíble, Klaus.
-Para nada, todos los artistas somos…
Terminar la frase implicaba volver al pasado, nuevamente. Nos despedimos con un cálido beso. Por un momento imaginé dos posibilidades completamente distintas: Primero nos veía juntos, formando una familia, lucíamos igual pero más viejos, ella cargaba nuestro niño pequeño. La alternativa era más realista, consiste en no volver a hablarle, entendiendo esta aventura como un gran error. No somos compatibles, nos separa un abismo más grande que nuestras edades. Se trata del abismo de la vida, el cual no comprenderemos hasta el día de nuestra muerte.

 
Tuve una novia cuando era joven.
-Klaus, ¿Sabes quién soy?
-Tu eres tú, ¿Verdad?
-Así es como tú me ves, pero ¿Sabes qué tipo de persona soy realmente?
-Nunca entiendo lo que dices.
Estaba molesta, como siempre. Me esforzaba por entenderla, pero…
-Yo sé qué tipo de persona eres, Klaus… eres un monstruo.
Pensé que debía detenerla, hacer que calle a la fuerza. Sus palabras continuaron como un discurso presidencial. Sentí una ira asesina correr por mis venas.
-Tienes talento- Me decía. -Te respeto mucho por eso, pero también tengo miedo. Siempre estás serio y muy sincero cuando se trata de tus obras. Estás tan encerrado en ti mismo que apenas tienes tiempo para relacionarte con las personas. Siempre haces lo mismo, Klaus, hieres y traicionas a la gente de tu alrededor inconscientemente.  
Un escalofrió mordaz me recorrió de la cabeza a los pies. Tuve la sensación de que esas palabras predecían lo que sería el curso de mi vida.
-Mientras sigas siendo un artista, mientras insistas en vivir obsesionado con tus historias… no serás capaz de hacer feliz a nadie. Estarás solo hasta el día que mueras. Tú realmente crees que los artistas son las mejores personas del planeta, ¿No?
Debí haberla mirado con odio. Esa chica fue una maldición, y es por ella que cuando me encuentro con una mujer que tiene ojos de gato, no puedo evitar sentirme nervioso.
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Descripción

Esa chica fue una maldicin, y es por ella que cuando me encuentro con una mujer que tiene ojos de gato, no puedo evitar sentirme nervioso.

Palabras Clave: oscuro amor vida fracaso melancola

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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