Ráfaga de Suspiros
Publicado en Dec 05, 2021
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No se admiten copias o adaptaciones de ningún tipo de esta historia.
Cap. 0 | Explicación y Prologo
La necesidad cada vez se hace más inevitable, ella nos absorbe hasta quedar sin aliento, sin respiro. Los suspiros son su máxima expresión, el cansancio que aborda nuestros seres. Tal vez sea el desaliento o como humildemente llaman "flojera", pero puede ser falta de expresión, ese objeto que nos falta para poder dar en símbolo todo lo que sentimos, esa parte externa de libro abierto que siempre mostramos, ese número de página que nunca queremos mostrar, tal vez eso sea la soledad.
El simple hecho de contar una historia para mí, un simple servidor amante de la música y la lectura fantástica, paranormal y amorosa, puede que sea mi "lugar de desahogo" junto a lo que es tocar mi instrumento musical favorito con todas las ganas y toda la energía.
La historia que estoy a punto de revelarles he estado pensándola durante un año y un poco más, siempre la contaba a medias cada vez que me la preguntaban, siempre dudaba en decirla, siempre contemplaba el pensamiento que rondaba por la mente para poder darla a conocer; pero nunca podía contarla como debía ser.
Esta no es la excepción; aunque será la más cercana versión a la real, esta historia se llenará de personajes paranormales que alguna vez alcancé a percibir con el oído, los personajes puede que sean únicos, como puede que ya los hayan oído.
Prepárense, porque la tragedia... está por comenzar.
La verdad no sé porque nací así, lo importante es que tengo que comer para sobrevivir.
Comer para sobrevivir.
Mi padre me lo enseñó.
Solo tengo que terminar mi cena... Tengo una manera especial de quitarla... me gusta mucho.
Primero tengo que quitar la piel que tiene, que asco, enserio... no me gusta la piel, pienso que es grasa. Pero no era tan exigente, aprovechaba que hacía eso para beber un poco, atrapar a esta persona sí que me daba sed.
Después iba directo a los órganos, era normal que estuvieran un poco secos, pero como ya no tenía sed era mejor continuar antes de que me pillaran, como a mi papá.
Espera no... Odio comer intestinos, mejor pasemos al hígado, el estómago, el corazón: pero primero quitemos los nervios, nada raro, es feo tener venas como pelos en la sopa. 
Las extremidades hasta el final, ya que los músculos eran la mejor parte, menos los pies y las manos, eran mucho hueso y poca carne. 
¿Y la cabeza? Bueno, era como el postre de gelatina que los humanos comen cuando terminan el almuerzo.
¿Humanos? No... Yo no soy un humano... yo soy un caníbal.
Tengo que cuidarme más, no me pueden descubrir, me matarán.
Un ruido está viniendo desde afuera.
Debería salir del pasillo, igual ya acabé la cena.
David como siempre estaba como loco.

 
 

 
Cap. 1 | La vi
Pisaba cada charco que me encontraba en el camino. Cada pisotón y cada gota de agua que saltaba a mi pantalón era una forma de violencia más pequeña que la que acababa de sentir. Los hechos que habían sucedido anteriormente, y peor, por mi autoría. Suelo ser calmado cuando no me hacen nada, pero la necesidad me hace ir a lugares que no quiero, y hacer acciones que no debo.
Mientras cada acumulamiento pequeño de agua sentía mi pequeño e inevitable poder, compartía el momento con mi sombra nocturna creada por las luces urbanas y un amigo, que hablaba menos que la sombra. Él, era mi camarada desde antes que ocurriera mi accidente, desde antes que todo se fuera al retrete.
— Oye, pero cuidado te mojas los zapatos... — dijo David, el mocoso.
— No me digas que hacer. — Yo y mi indiferencia después de haber hecho algo malo, como lo que acababa de suceder, podría aumentar.
Mis sentimientos eran fríos y a la vez serenos, buenos y al mismo tiempo inentendibles. Podía ser bipolar y nadie se daría cuenta de mi desasosiego.
La única manera de librarme del pensamiento maligno que rondaba por mi cabeza, era comer algo, de nuevo, yo tenía una dieta muy estricta... en realidad muy estricta. A veces lamentaba mi condición era pésima, no la soportaba pero tenía que vivir con ella.
— No es por molestarte Juanjo, pero es que siempre estás así en las noches — David era algo así como mi "confidente" - muchas veces te noto de mal humor y lo único que haces es ir a lamentarte en tu casa.
— A veces es la única manera de librarme de mi propia prisión...
— Cualquier cosa que sea... no es para tanto.
— Es que lo que me pasa no es "cosa"...
Ese camino fue eterno y peligroso para David. Mi autocontrol llegaba al límite y no podía controlarme más.
— David, cuidado en la calle...
— Eso me dice siempre, que duerma, mejor...
— Es enserio, no querrá que...
— No tranquilo, sé defenderme solo...
En la ciudad, muchos asesinatos habían estado a suelto, eran humanos que habían desarrollado por una bacteria, pensamientos de canibalismo, de hambre por carne humana. Yo siempre cuidaba a mis amigos, en especial a David, era el que me acompañaba a todos lados... no podía dejarlo solo....
— Esta bien... yo lo acompaño.
El miedo rondaba por mi mente, pero no por mi situación, sino por la de David, era un amigo demasiado bueno para que a esta hora, pasase lo que no quiero...
— ¡Vaya!... deje los nervios, Juanjo... que me asusta a mí...
— Por favor, fue mi idea acompañarlo, agradezca!
— Gracias y de nada.
— ¿¡De nada!? — David era famoso por hacerme enojar, cosa que nadie puede hacerlo.
Continúe con los charcos, era mi "casi-hobbie" favorito de camino a casa. El sonido de estos, empezó a disfrazar unos gritos provenientes de una calle más arriba que la de David, así que como mi interés siempre está por arriba de mi inteligencia, decidí ir a ver. 
El sentimiento que me brotó de la piel fue inmediato, transpiré al instante, casi se me da por gritar; pero era algo normal, algo que inclusive yo hacía. Lo que ella estaba haciendo en ese momento, era algo que yo no tenía la capacidad de hacer. Me miró, sus pupilas se insertaron en mi rostro, me identificó, no pude sostener el cuestionamiento que tenía.
— ¿¡Porque estás haciendo esto aquí!?... ¿¡No sabes que alguien te puede cachar!?
— Que cada uno de nosotros se interese por nuestra defensa — dijo la chica, que sin miedo se levantó y se acercó hacia mi hombro, a susurrarme en el oído —Tu hueles.... algo... — se quedó callada por unos cuantos segundos, si me atrevo a resaltarlos aunque no los contaba, fueron tres. — Delicioso, magnifico; ¿acaso yo pued....? ¿¡AH!? — Exclamó asombrada, dándose cuenta que yo era uno de los suyos.... — Ahora veo porqué al verme no tuviste miedo.
Apreciando su desnudez, ella siguió con lo suyo unos minutos más mientras yo simplemente la miraba, yo estaba sediento y no tenía hambre, pero ella al parecer no había comido una persona desde hace ya varios meses.

Cap. 2 | La maldita tentación
Apreciando su desnudez, ella siguió con lo suyo unos minutos más mientras yo simplemente la miraba, era como amor a primera vista y al mismo tiempo no correspondido; yo estaba sediento y no tenía hambre pero ella al parecer no había tenido la oportunidad de comer una persona desde hace varios meses. Ella al parecer estaba incomoda, y lo admito, es demasiado tedioso que alguien te viera mientras comes, volvía totalmente normal a la cena. Así que ella dio una reverencia, y se alejó entre las sombras, sin dejar a un lado un beso en la mejilla.
 Yo al estar impactado de ver a una comedora divertida (la llamé así porque dejó prácticamente servida la comida, dejó todo, solo comió una pequeña parte). Me dio repugnancia ver la escena, es bueno que tú la veas porque tú la hiciste, ver la de otro... a veces da asco.
El camino húmedo e infectado de pequeñas masas de agua volvía a hacer su trabajo: ser pisoteadas. La escena me impactó tanto que hice a un lado los charcos, que tal vez se sintieron solos por mi indiferencia. El camino fue largo e insípido, fue interminable. Seguía pensando en esa chica, que ni su nombre me dio a conocer.
Al abrir la puerta ahí estaba mi madre.
— ¿No crees que no es una hora muy tarde como para llegar, joven?
— Estaba acompañando a David, mamá.
— Eso no te lo crees ni tú. Estabas comiendo, ¿cierto?
— Estas cerca, iba a hacerlo pero no.
— Sabes que tan seguido no se puede hacer...
— Si, ¡ya!, ¿vas a comenzar de nuevo?
— Lo haré las veces que sea necesario, lo pasará lo mismo que con tu padre, Juan
— Yo no soy como él, por favor, no me compares.
Mi padre tenía su propia fama. Fue uno de los caníbales más fuertes hace unos años, pero no pudo con las masas de la Justicia. Él estaba comiendo, nada nuevo, pero era parecido a la comedora divertida, dejaba prácticamente el plato servido... Las evidencias que encontraron la policía y las huellas obvias que había dejado fueron suficientes para hallarlo y matarlo.
No quería ser como mi padre, él no tenía amigos, por el contrario, siempre encontraba uno y aprovechaba la oportunidad para traicionarlo.
— Tienes que saber que eres lo único que tengo — dijo mi madre con una lágrima — me dolió lo de tu padre, pero en nuestra vida... es lo único que se puede hacer.
— Vale, a la próxima estaré temprano ¿de acuerdo? — y sin esperar respuesta subí a mi habitación, que como siempre, estaba desordenada.
Hice a un lado la ropa tendida en la cama y me acosté, me puse unos audífonos y comencé a escuchar Chelsea Grin, mi banda favorita. Me hizo transportarme en el universo de la tentación e hizo que prácticamente perdiera el sentido del tiempo. Literalmente.
Cuando creí que apenas cerré los ojos y seguía la misma canción, estaba creyéndome mi mentira, ya era mañana, la lista de reproducción había dado la vuelta y ya tenía que ir al colegio. Me duché y me vestí, mi ramera de Pierce The Veil unos jeans y unos zapatos negros.
Al parecer iba tarde y salí corriendo a mi estudio. Iba tan rápido que ni siquiera veía quien pasaba ni las calles al pasar. Y, para mal, la lista de reproducción se había acabado; saqué mi celular, oprimí en el icono de la música y PUM! choqué con alguien, que, al parecer, no vio que iba corriendo y mirando el celular.
— Vaya — dije — Mi celular ahora es blando. ¡CARAJO! ¡fijo se dañó!... Aunque, espera, es imposible que sea una bola de masa - y apretaba tal cosa que ahora tenía en la mano en lugar de mi celular.
— PER.... — dijo la persona que había caído conmigo...
— Espera... ¿¡QUÉ!?
— VERTIDO! — y recibí una cachetada.
Era una chica, y lo peor ¡de mi clase! y ¡le estaba apretando su seno!. No puede ser, es una de las cosas más vergonzosas que me han pasado.
— ¡Espera! No fue mi intención... discúlpame por favor!
— ¿Acaso solo venías a chocar y a tocarme? ¡PERVERTIDO!
— No espera es que...
- No digas nada, violador.
— ¡JODER! Que no fui yo.... bueno, sí, pero...
— Quiero una explicación y una disculpa
— ¿Explicación y disculpa? — ¿acaso esa chica me conocía?, almenos yo no la había visto, aunque, yo nunca me hablo con nadie, solo con David.
— Sí, no desayuné, quiero un café y un bizcocho.
— Vamos tard...
— ¡CAFE Y BIZCOCHO!
— Bueno ya... ya.
Nos dirigimos a la cafetería, y me di cuenta que enserio estaba en mi clase, y se llama Alejandra. La chica era linda, pero no tanto. Nos dimos una merienda, y nos dirigimos al salón, yo entré con ella.
— Buenas noches señores, ¿su permiso? — el profesor de trigonometría era algo modesto y a todo le hallaba problema
— Desde cuando aquí hay permisos — dije. Todo el mundo tiró una carcajada y se calló al instante, las clases saboteadas son de las que no le gustan al profesor
— Juan José Silva, se retira del salón por favor.
— Profe no es para tanto.
— Contaré hasta 3...
— Profe no hice nada
— 1...— y comenzó a contar
— ¿No cree que estoy un poco grande para eso?
— 2...
Y salí del salón. Me coloqué mis audífonos y volví a la cafetería; pedí un café.
— ¿Profesor de trigonometría? — dijo la señora del café.
— JE — reí levemente — Sí — contesté.
Puede que le dé las gracias al profesor, justo cuando iba a beber el primer sorbo de mi delicioso café, volví a tener los pelos de punta, otra vez la sensación de asombro. Sí, ella estaba ahí, la comedora divertida estaba de nuevo ahí, ante mí. Bueno, en realidad no "ante mí" estaba a unos metros en otra mesa cerca al café, tomándose un vaso de malteada. Ella "sin ton ni son" me vio y me guiñó el ojo. ¡VAYA! no puede ser... ¿será que se acordó de mí, el que le arruinó la cena?. Se alejó con su acompañante, un chico de 11avo grado. Entonces saqué mi conclusión, y tenía 2 hipótesis: La primera era que ella podía estudiar aquí y no la había visto, la otra era que solo fuera amiga o más que amiga que el chico que acompañaba.
Sonó el timbre de cambio de clase, entonces vi que Alejandra se acercaba, lo que me pareció raro, ella no se podía considerar "amiga mía"
— El profe de trigo estaba encabronado contigo — dijo Aleja
— No es novedad — le contesté
— Después de que te fuiste se la pasó dando cátedra de la mala educación
— No es novedad — repetí
— Bueno ya, entonces ¿me vas a ayudar en la tarea?
— ¿Y tú quién eres?
— No sea así, fuiste el que me toco, pervertido
— ¿Acaso eso me convierte en un deudor?
— Para mí si
— AAAAAAAAAGHHH. Vale.
— Bueno, será en tu casa, en la mía no hay nadie.
— En la mía tampoco — rezongué — creo que no podrá ser hoy
— Estas llaves no dicen lo mismo — dijo mientras sacaba mis llaves de su propio bolsillo.
— Espera ¿¡QUE!? 
— Eres fácil de robar.
— AAAAAAAAAAAAAAGH.
Entonces tomé mi bolso y abandoné el café junto a Alejandra. No había tema de conversación para poder llegar a mi casa hablando algo, entonces dejé que el paisaje hablara solo.
— Me da mucho miedo esta ciudad y más de noche — dijo Aleja
— Es lo más tranquilo que hay - le contesté
— Y menos en la noche, los asesinatos puede que sea lo que más me preocupa
— Con tal de que no salgas sola, no vale nada el resto
— Entonces en este momento eres algo así como mi protector
— JE — dije sonriendo un poco — Algo así...
Llegamos a la puerta de mi casa, que estaba algo descuidada, mi mamá no estaba, supongo que desordenada también.
— Dame las llaves — le dije a Aleja
— Tendrás que quitármelas
— ¿¡QUE!?
— Lo que oíste
— Dame las llaves — repetí
— Dije que tendrás que quitármelas — dijo teniendo esa cara de ángel travieso
— Vale — hice un movimiento rápido y traté de quitárselas, era rápida y no se las quité — ¡DAMELAS! — decía y decía una y otra vez y no quería facilitármelas. — AAAAAAAAGH! DAMELAS YA! — con un movimiento rápido se las quité, suspiré. — ¡JA! ¡QUE FACIL! — con ellas abrí la puerta y como era lógico, estaba desordenada la sala.
— Perdona el desorden — le dije
— Digamos que mi habitación es algo parecido — y sonrió
— Emmm bueno y la tarea la hacemos aquí o la hac...
— Eso no importa.
— Dijiste que querías hacer la tarea
— Dije que eso no importaba
— Entonces, ¿qué quieres hacer?
— Yo... tengo qu... Sí, hagamos la tarea — dijo mientras miraba al suelo, un poco nerviosa.
Ordenamos la mesa de mala gana, todo lo que había sobre ella: platos, vasos, sobras del desayuno... todo fue a caer al piso, sobre el mantel, que usé como bolsa y como magia todo quedó limpio. Esa estrategia me la enseñó mi padre cuando estaba pequeño, era muy flojo.
— ¿Cuantos puntos son de la tarea?
— Emmm Juanjo — dijo ella, solo amigos míos usaban mi apodo.
— ¿Si?
— Yo quería decirte que...
— Emmm sí, la tarea está algo larga...
— Yo he estado en tu clase porque....
— Vas a estudiar lo mismo que yo, supongo.
— No emm... la verdad es que... me gustas — dijo ella sonrojada y se acostó en mi hombro — créeme que si he estado en esa clase es solo para verte, aunque a veces no vayas y no prestes atención, solo tomé como excusa el accidente cuando caímos para pasar algo de tiempo contigo y conocerte algo — estaba a punto de hacer regar una lagrima
— Pero tu... ¿no tienes novio?
— Sí, y lo quiero, pero no tanto como a ti — ella intento explicarme — tan solo quiero que me digas algo... tú que pien...
— Lamento decirte que no puedo hacerlo — interrumpí su discurso — últimamente tengo cosas que hacer que no puedo dejarlas, y no tengo tiempo para relaciones.
— Solo quería saber que pensabas — dijo ella llorando mientras seguía abrazada de mí — tal vez por eso no vas a clase a veces
— S—sí — estaba tenso, mi sistema nervioso estaba a punto de estallar, sabía que no podía estar tan cerca de una persona, mis instintos son algo raros. Yo estaba sudando en parte, estaba nervioso, no haya que hacer — Necesito qu... — y la aparté de mi lado — además ya tengo a alguien — dije yo acordándome de la comedora divertida.

— No sabía que tenías a alguien — dijo ella mientras se limpiaba el lagrimal 
— En realidad no, digamos que es en plan, solo me gusta...
— Y ¿quién es? — dijo ella en tono algo molesto
— Aún no sé cómo se llama
— ¿Estas inventando cierto? ¿Cómo es posible que alguien te guste y no sepas su nombre?
— Es verdad, créeme
— Te creo algo. ¿Sabes? eso era todo lo que iba a decirt...
— Tranquila, emmm, y lo lamento.
— Solo era decirlo y quitarme el peso de encima...
— Si necesitas ayuda puedes volver... ¿vale? — esta oración pude lamentarla al decirla....
— G—Gracias Juanjo, ¿nos vemos mañana? — abrió la puerta
— Vale — le dije
—Vale — y cerró la puerta violentamente
Al cerrar la puerta yo caí de rodillas. Las ganas de volver a comer aumentaban, al parecer era hereditario, yo estaba nervioso y a la vez arrepentido, ¿cómo no pude aprovechar esa oportunidad? mi cena estaba servida en plata. Yo solo tenía ganas de romper algo, yo estaba totalmente alterado. Mis pupilas estaban dilatadas, podía notarlo por el espejo que estaba tras la puerta, y me encontraba prácticamente con los ojos completamente negros. Nunca me había sentido así, puede que sea el sentimiento de proteger el que me haya detenido.

 

 
Cap. 3 | Encuentro Fortuito
Al cerrar la puerta yo caí de rodillas. Las ganas de poder volver a comer aumentaban, al parecer lo había heredado de mi padre, estaba totalmente nervioso y a la vez arrepentido, ¿cómo no pude aprovechar esa magnífica oportunidad? mi cena estaba servida en bandeja de plata. Yo solo tenía ganas de coger algo, tirarlo contra el piso y romperlo. Estaba totalmente alterado y mis pupilas dilatadas, mis ojos prácticamente estaban negros. Nunca me había sentido así, creo que debió ser el sentimiento de proteger el que me haya detenido.
Proteger, resguardar. Era lo que me diferenciaba de mi padre y me mi madre, caníbales que solo comían por placer y no por obligación. Yo lo hacía porque me tocaba, los nutrientes que me brindaban eran los necesarios para poder vivir
— Juanjo ¿qué te pasa? — dijo mi madre, que entro corriendo por la puerta y vio que estaba en el suelo
— Y-yo — dije titubeando
— ¿De nuevo? — dijo refiriéndose a mi hambre. 
— Y-yo... yo tengo qu... — y no tenía más arma defensora que mi mano sufriendo mis mordidas.
— Juanjo cálmate, por favor — decía mi madre que lo único que hacía era brotar lagrimas
— T-tengo qu... — y salí por la puerta
— ¡JUAN JOSE! ¡JUAN JOSE! — dijo mi madre gritando por la puerta
Yo y mi chaqueta éramos los que rondaban en ese momento por la calle, comenzó a llover muy fuerte cuando abandoné el pórtico de mi casa. No podía creer que las ganas, la excitación me hayan hecho hacerle eso a mi madre, ella era la única compañía hogareña que tenía, ni siquiera David se ganaba ese crédito.
Mi vida siempre se destacó bajo la lluvia, era prácticamente de día y no podía comer, decidí dar un paseo por los alrededores, terminar de conocer la ciudad. Se podía decir que la ciudad estaba dibujada en la palma de mi mano, solo por querer comer te sabes más de un camino y atajo, te sabes todos los pasadizos y todos los callejones.
Y así pasó, yo pasé por cada uno de los lugares más secretos de la ciudad, pasaba a a veces por los lugares donde a veces comía.
— ¿Tú otra vez? — dijo una voz detrás de mí.
— Supongo que ya me has visto por aquí — dije sin voltear
— En realidad aquí y en otros lugares ¿me sigues?
Al momento de voltearme, era ella... era la comedora divertida, ¡ERA ELLA! ¿me seguía?
— Otra vez tú... lo mismo me pregunto.
— Al parecer vas al mismo instituto que yo.
Y ahí es cuando mi primera hipótesis se convierte en realidad: "la comedora divertida estudiaba en mi colegio y yo no la había visto"
— Nunca te había visto... ¿me puedes decir tu nombre? — Recordé lo que me dijo Aleja, que ni siquiera me sabía su nombre.
— Soy Lu, Lu y ya.
— Soy Juan, pero me puedes decir Juanjo — ella era la primera persona que apenas conocía y le podía dar el permiso de llamarme así, lo que hace el amor.
En ese momento llega Marcos, lo reconocí al instante, era un chico de 11vo grado, ahí me di cuenta que él era quien la acompañaba en la mañana.
— A ver, a ver, a ver... ¿qué sucede aquí?
— Nada aún — dije en tono retador
— ¿Dices que nada y estás al lado de mi chica, en un callejón donde nadie puede veros?
— Vaya, que observador.
— Es como si me estuvieras diciendo con el pantalón abajo y con mi chica desnuda "No estoy haciéndole nada" ¿No crees que sería un poco raro?
— ¿Quieres que me baje el pantalón o algo parecido? — dije casi riéndome 
— Vas a pagar por lo que dijiste — y el lazó un puño 
— Muy lento — dije esquivando el puño y dándole una patada en la espalda, haciendo caer a Marcos
— ¡VAS A PAGAR SILVA! — dijo el levantándose y tirando una patada directa hacia la cara
— Esta vez no podrá ser — dije yo deteniendo la patada con mi brazo 
— Algo bueno — decía Lu de manera arrogante — podría ser mejor
— ¿¡QUE!? — y le dirigí la mirada
— Distraído — dijo Marcos mientras me lanzaba un puño a la espalda, que me dejó caer solo al suelo — Eso es lo que eres, un distraído, un perdedor — con un tono desafiante y casi gritando me dirigía la palabra — No eres más que una escoria que acaba de llegar a mi lista negra — y me escupió.
— No puedes decir eso de mi cuando tu eres lo mismo — dije mientras levantaba la cabeza y lo miraba — Tú no eres más que alguien que no sabe lo que son los demás — mientras utilizaba mis manos sobre mis rodillas para poder levantarme rápidamente — Ven, que aquí te espero — abrí las manos de manera desafiante mientras estaba sangrando mi labio inferior.
— ¡MALDITO! — Se dirigió corriendo mientras yo seguía con los brazos abiertos — ¡NADIE SE METE CONMIGO!
Tiré una sonrisa mientras él se acercaba — NO PUEDES... — y le lancé un puño en el pómulo — ...DECIR... — le di un rodillazo en su estómago, haciendo que vomitara sangre — ...NADA... — en ese momento lo cogí del cuello de su camisa y lo miré a los ojos — ... DE NADIE.... — puse mi mano en forma de puño y cogí impulso, llevándolo hacia atrás — ...SI NO SABES... — mi mano se tornó en forma de cristal, pero rojizo, era puntudo — ...DE NADIE... — y le clavé mi cristal—puño en su cara, dejándole un hueco prácticamente en la mitad de su cara.
Lu no hacía nada más que mirar, yo tampoco sabía lo que pasaba, ¿qué le había pasado a mi mano? ¿Por qué se deformó? hice a un lado todas esas preguntas, miré mi mano que retornaba a la normalidad mientras ella solo estaba observando de manera sorpresiva.
 
Es enserio, ¿qué me pasaba? estaba prácticamente desorientado, dejé el callejón, me fui corriendo con mi chaqueta, que tenía un gorro. Mi vida había tornado media vuelta cuando vi mi deformación.

 
Cap. 3.5 | Encuentro Fortuito
Narra Lu
Si bien sucedió eso anoche, no dejaba de pensar en Juanjo, que me encontró cuando menos lo esperaba. Así que fui con Marcos esa noche que estaba de luto, su amigo había muerto, y yo me lo había comido, anoche. Su tono de voz era bajo y desafiante, al parecer la muerte de su amigo no era otra razón para estar molesto.
Marcos se podía considerar como el siguiente de mis trabajos. Mis amigos cercanos me consideraban una glotona. No lo niego, puede que sea la razón por la cual no encuentro muchos trabajos últimamente. Sí, como ha de pensar casi todos mis amigos, toda mi comida puede que sea pretratada; yo primero trato de ganarme su confianza y después cuando no hay nada que esa persona pueda hacer contra mí, es cuando mi encantadora sonrisa deja de estar camuflada dejando ver mis dientes que se preparan a saborear mi presa.
— ¿Quieres algo? — Dice Marcos que se acaba de sentar — el café puede que cierre...
— Emmm, veamos... — miré hacia la cafetería y estaba Juanjo, que ignoré por un instante, ya que no estaba viendo, solo viendo su celular — quiero un muffin y un café, con leche.
— ¡MESERA! — Grita Marcos — ¡RAPIDO!
— Deja que se tome su tiempo — solo lo decía porque le estaba sirviendo el café a Juanjo en la barra de café — tenemos el tiempo 
Tomé el momento preciso para poder tomar la oportunidad de ver a Juanjo y lanzarle un guiño, él estaba un poco sorprendido, es como si nunca me hubiese visto. Su expresión facial hizo que alejara un labio del otro demostrando una expresión de asombro. 
— La mesera sí que se toma su tiempo — dice Marcos desesperado — vamos a perder la reservación en el restaurant
— Espera, ¿reservación?
— Sí, no te invité porque sé que me dirías que no.
— Touché. ¿A qué hora es?
— A la 1.
— Pero si son las 12:45...
— ¿¡QUE HACEMOS ESPERANDO!? — y se levantó de la mesa de manera rápida. Yo hice que el tomara la calma y dándole la mano hice que lentamente tomara el taxi.
Todas esas expresiones de cariño que le daba a Marcos eran una mentira, yo aún no conocía a alguien de verdad, tal vez solo Juanjo me atraía, pero no más. Si bien es decir la verdad, entonces he hecho esto con 5 personas incluyendo a Marcos y a una amiga que se lo merecía.
Tomamos el taxi, esperamos a que diera su recorrido, casi me duermo en el taxi, estaba durmiendo accidentalmente en el hombro de Marcos... asco.
Entramos al restaurant, era muy elegante, tenía manteles de blanco puro, los platos estaban en su lugar, todos los comensales estaban rígidos y siguiendo las normas para un buen comportamiento en la mesa... y yo estaba normal, creo que Marcos debió almenos decirme, para ir preparada para decirle que no.
— Siéntate — dijo él mientras ponía la silla acomodada para sentarme 
— Gracias 
— Esperemos que traigan la cena, creo que te gustará — dijo él emocionado...
— Ah... qué bueno — yo lo decía indiferente, ya que era glotona pero en otros aspectos.
— Disfruta — mientras ponían la cena en un plato enorme y una comida en cantidades menormente moderadas, dijo Marcos
— Creo que no...
— No te entiendo...
— Tengo una dieta.
— H-Hump, no sabía — dijo el un poco molesto.
Entonces dejé la mesa para ir al tocador, creo que era el momento preciso para poder terminar a Marcos, poder terminar todo ese aguante con alguien que me parecía repugnante en persona, pero era fácil, era sencillo de tratar y de convencer. Creo que no podía controlar mi hambre.
— Creo que mejor nos vamos — Marcos avisaba tras la puerta
— No demoro... solo lápiz y ya.
Cuando abrí la puerta el me agarró de la mano y me arrastró por todo el restaurant, literalmente. Se le notaba molesto, y como no estarlo: debió haber preparado este almuerzo por varios días, y todo lo arruiné. Solo tenía algo de lástima, pero era poca. Y era mal momento para salir, estaba lloviendo, el lugar estaba tan encerrado y nosotros tan apartados del exterior que no alcanzábamos a percibir la torrencial tormenta que estaba pasando.
— ¿Que me falta? — Marcos se dirigió a mi — ¿Que hace falta para que te fijes en mí?
— N-no sé.
— ¿Sabes? esta invitación estuve planeándola hace mucho tiempo 
— Lo pude notar por tu cara — dije mientras el reía levemente
— ¿Por qué eres así conmigo? ¿Porque estás conmigo?
— E-emm.... — yo dudaba en decirle algo, que no sabía que expresar.
— Algo ha escampado, podemos salir — dijo él mientras abría la sombrilla.
— Vale — y me cogí de gancho a él. Paseamos un poco por la ciudad y un helado me compró e hice caer accidentalmente, me dio el de él. Esa era mi cualidad y no quería tenerla, creo que cuando conozco a un chico, y hablo con él, nos empieza un lazo de amistad irrompible, a menos que lo rompas con mis dientes.
La sombrilla no aguantó el viento y se fue por un callejón, yo corrí por ella, aunque fuera de Marcos, justo en la mitad el pasillo, la sombrilla paró y ahí estaba Juanjo, con una chaqueta.
— ¿Tu otra vez? — le dije a Juanjo
— Supongo que ya me has visto por aquí — me dijo sin voltearse
— Aquí y en otros lugares ¿me sigues? — él se volteó y su mirada se tornó de manera expresivamente sorprendida. — Otra vez tú, lo mismo me pregunto.
— Al parecer vas al mismo instituto que yo
— Nunca te había visto, ¿me puedes decir tu nombre?
— Soy Lu... — y temí decirle mi apellido — Lu y ya.
— Soy Juan, pero puedes decirme Juanjo — me lo aclaró
En ese momento llegó Marcos, que al parecer estaba desesperado e impaciente por esos 50 segundos que me aparté de él.
— A ver, a ver, a ver,... ¿qué sucede aquí? — dijo molesto Marcos.
— Nada aún — dijo Juanjo
— ¿Dices que estás al lado de mi chica... en un callejón solos donde nadie puede veros?
— Vaya, pero que observador — dijo Juanjo casi riéndose.
Las actitudes de los dos eran desafiantes, Juanjo tenía las de ganar, era un caníbal, tenía más agilidad que Marcos, o al menos hasta donde sé...
— Es como si me estuvieras diciendo con el pantalón abajo y mi chica desnuda "No le estoy haciendo nada" ¿no le parece extraño?
— ¿Quieres que me baje el pantalón o algo parecido?
— Vas a pagar por lo que dijiste — dijo Marcos lanzándole un puño directo a Juanjo. Mi preocupación aumentaba, estaban dañando mi cena.
El movimiento rápido de Juanjo hizo que parara el puño, seguidamente Marcos lanzó una patada que también receptó Juanjo.
— Algo bueno, podría ser mejor — le dije a Juanjo algo arrogante, no me gustaba que alguien más tratara mi cena.
— ¿¡QUE!? — dijo Juanjo antes de recibir un puño por la espalda procedente de Marcos.
— Eso es lo que eres, un distraído, un perdedor — decía Marcos dirigiéndose a Juanjo — solo eres una escoria que llega a mi lista negra — y escupió a Juanjo
Juanjo se levantó ayudado por su pierna y su brazo, y dijo: — Ven, aquí te espero — abrió los brazos como esperándolo. Marcos no se hizo de rogar y corrió hacia él y le lanzó un puño que alcanzó a esquivar y decepcionar Juanjo, que estaba sangrando.
— NO PUEDES DECIR NADA DE NADIE SI NO SABES DE NADIE — Juanjo con las fuerzas que le restaban, le dio un puño en el pómulo, un rodillazo en el estómago, lo cogió del cuello y ocurrió algo sorprendente: Juanjo tuvo la capacidad de convertir su brazo en un arma, se convirtió en un cristal rojizo puntudo, que era algo parecido a un techo colgadizo en las mazmorras de hielo en los videojuegos. Seguidamente le clavó su brazo en el rostro, dejándolo prácticamente muerto. Juanjo decidió irse corriendo, su expresión denotaba que estaba raro, al igual que en la mañana.
Creo que yo no denotaba tanto mis sentimientos en el momento, admito que estaba sorprendida, admito que nunca había visto a un caníbal cambiar una parte de su cuerpo a voluntad para poder facilitar su cena, era algo rarísimo.
— Ahora ya no me sirves — le dije al cadáver de Marcos, que estaba desangrándose en el piso y no tenía ningún rastro de imagen facial. Pasé mi mano sobre su cara, y probé la sangre que estaba brotando de su rostro — Igual estabas muy salado, me hubieras empalagado.
Me devolví por el callejón en busca de Juanjo, del que ahora sería mi caníbal favorito.
Cap. 4 | La realidad
Es enserio ¿qué me pasaba? estaba prácticamente desorientado, dejé el callejón, me fui corriendo con mi chaqueta, que tenía gorro. Mi vida había tomado media vuelta cuando vi mi deformación. Un suceso que había tomado fuerza solo, tal vez fue por la rabia y vi eso en mi brazo... sí, eso debe ser.
Mi brazo tornó a la normalidad, me sentía confundido... yo soy un caníbal, pero ¿esto era normal? ¿a caníbales como yo les pasaba lo mismo? No sabía a quién buscar ayuda, era mi pensar y mi razón.
— Increíble — decía alguien frente mío
— No es increíble, puede que sea lo peor que me ha pasado en la vida
— ¿Dices que mi vida también es un asco?
— ¿Qué quieres dec... Ah? — y levanté la mirada viendo a un adulto, ya tenía sus años; lo sorprendente es que esa persona también tenía la capacidad de cambiar su brazo a voluntad. Pero en él había algo raro, solo podía cambiar los dedos de sus manos.
— No eres el único — dijo retornándolo a la normalidad 
— No le noto lo increíble, debe ser una tortura no ser normal
— Es más normal de lo que crees — se dio la vuelta e hizo una señal de que lo siguiera
— Quieres decir que hay más personas tratando de entender lo que les pasa?
— En realidad ya lo deben hacer, sígueme
No sabía quién era pero de que podía brindarme ayuda, con lo desorientado que estaba puede que de final a la tortura de otra manera, si es que no puedo salir. El señor hizo que lo siguiera por unas calles, su casa era grande y se notaba que tenía mucho dinero, la fachada de la casa era color terracota, la puerta muy grande y las ventanas estaban tapadas con cortinas oscuras.
— Aquí puedes venir cada cuan tengas una duda — dijo con los ojos fijos
— En realidad solo tengo una...
— ¿La del brazo?
— ¿También lo vio?
— Cualquiera pudo verlo
Llegamos hasta una habitación grande y llena de libros, tenía muchos muebles y había una pipa en la mesa, él alcanzó un libro grande con portada verde y un triángulo con punta hacia abajo.
— Éste libro lo escribí yo — dijo el anciano
— Vale, ¿y? ...
— Aquí pueden estar las respuestas a tus preguntas, por tu actitud creo que te gustaría saber qu....
— Ve al grano viejo — era demasiado flojo como para leerme el libro, solo quería saber lo que me pasaba
— Toma asiento, traeré un café.
El sofá era esquinero: grande, verde y viejo El ambiente se notaba pesado, era la casa de un caníbal, y al parecer millonario. En la mesa se podían ver libros de fantasía, más que todo libros de García Márquez y Paulina Aguilar.
— Ten, lo preparé especial y cargado
— Gracias — al probar el café me acordé de Lu, era delicioso y dulce.
— Mira, veo que eres muy directo, así que te explicaré de una vez... eres uno de los diez.
— ¿Uno de los diez?
— Cada quince años nacen diez caníbales capaces de crear asombrosas cosas con sus manos, tú eres una excepción maravillosa.
— Me han llamado excepción.
— Bueno. Yo era uno de los diez hace quince años, pero no pudimos lograr lo que teníamos que hacer para entonces, y tu padre también fue uno de esos, pero con su glotonería fue uno de los contras de la misión.
— ¿Una misión?
— La infección del canibalismo fue vista desde hace menos de un siglo, noventa años para ser exactos. El virus hizo que diez familias fueran infectadas con uno especial, como el tuyo y el mío. Tu padre tenía la capacidad de controlar su mano como lo hago yo, pero tú puedes controlar tu brazo entero. El virus fue creado por las personas perversas de este mundo, pero por una buena causa. El mundo ha estado aterrorizado por una plaga que se ve desde el siglo V hasta hoy, y pasa cada quince años: una bestia despierta de entre el desierto a comer todo lo que encuentra durante diez años, esa bestia es aterradora, gigante y tiene aspecto taurino. Por mi generación se ha hablado de una mutación, también hecha por los mismos que crearon este virus que poseemos, toro—humano maligna solo hecha para destruir y comer.
— ¿Y qué película es esa? — dije yo, le creía muy poco
— Mira Juan — dijo el anciano, no sabía porque tenía mi nombre, al parecer conocía a mi padre — puede que en este momento no me creas nada, pero es la verdad. Fuiste creado para salvar el mundo de ti mismo, prácticamente; esa es la función de nosotros los caníbales, por eso somos tantos, de solo diez familias ahora somos miles en todo el mundo; el gobierno siempre estuvo aliado de tales mentes para poder dar fin al otro invento. Solo sé que el destino ya te advirtió a través de mí, que esta generación, la tuya, junto a los otros 9, son los que vencerán a la bestia.
— Hasta que eso suceda pienso evadirme de eso
— No podrás evitar el destino, Juan.
— Manché mi propio destino, naciendo.
— Eres el primero que controla el brazo, si no eres tú... no será nadie. Los otros 9 deben de estar por enterarse de igual manera, hasta que eso ocurra... debes esperar a la bestia.
Admito que la historia del anciano me pareció muy rara, debe ser un caníbal que perdió la cabeza. Aunque sus argumentos eran bastante correctos, creo que todo era mentira.
Además, si todo lo que dijo hubiera sido verdad ¿porque no los había visto? se supone que mi ciudad es donde más caníbales hay en todo el mundo, proclamada la más peligrosa.
Cuando salí de la casa del anciano ya se podía ver la luz del sol pero poco, eran más o menos las 5 de la tarde, mejor me iba a casa, este día había sido muy raro. Tomé mi celular e inicié la lista de reproducción ya con mis audífonos puestos. Seguí mi camino hasta mi casa, media ciudad al norte, camino largo. 
Lo que más nostalgia me daba de ver la ciudad a esa hora es ver a los niños regresando a su casa con sus amigos, yo nunca en mi vida había hecho eso, aprendí a vivir solo en cualquier lugar. Mi madre nunca me dejó ir a la primaria, me tocó estudiar con ella prácticamente toda mi infancia sin salir de casa, no tenía amigos. Esos niños corriendo hacia sus casas porque habían tenido un lindo día en el colegio, tristeza absoluta para mí y por mí.
Tomé las llaves de la puerta y la abrí, al parecer mi madre se había ido: el hambre. Subí a mi habitación y comencé a investigar por la DeepWeb sobre lo que me dijo el anciano, y como no encontraba nada, era un secreto muy bien guardado o era una bazofia, tomé como segura la opción dos. Comencé a practicar mi voluntad para poder convertir mi brazo en cristal de nuevo... y era raro: ¡PODIA CONTROLARLO PERFECTAMENTE! pero admito que eso me daba cansancio. 
 
Este día se puede considerar como el más raro de toda mi vida. Desperdicié mi cena, maté a una persona y no para comérmela, y un anciano me contó una buena historia. Sí que fue raro.
Cap. 5 | Sádica Bestia
Mi madre llegó a las horas de la madrugada con un saco enorme, o almenos la sombra mostraba eso, no me sorprendía pero tampoco me causaba curiosidad, papá lo hacía. Pero notaba un poco de nostalgia en ella los últimos días, no era la misma de siempre, puede que el hambre y la cena no fueran buena combinación.
Para los caníbales su cena es lo más importante de su vida en el momento que están disfrutándola, es la que les proporciona los nutrientes necesarios para poder sobrevivir. Nosotros podíamos comer comida normal, claro que sí: pero es como obligarle a un diabético a comer cucharadas de azúcar, es peligroso para él. 
— Hola mamá, ¿ocurre algo? — Dije mientras bajaba las escaleras — ¿Mamá?
— Tú eres el primero — dijo un anciano en mi cocina — eres uno de los diez.
— ¿Usted también con esa historia? — Aunque, para esta vez, ya pensaba que era un poco real — Es imposible qu... — y ahí fue cuando vi a la criatura de esa voz, era algo parecido a un minotauro, era el mismo tipo de criatura que el hombre anciano millonario me había dicho.
— Acabaré contigo antes de que los diez interrumpan mi tiempo — dijo señalándome
— Lo dudo — e hice que mi brazo se deformara de nuevo 
— Los locos me dijeron que llegaría el momento de que alguien tuviera ese tipo de deformidad, pero que mal que tenga que matarlo aquí — dijo mirándome fijamente a los ojos y refiriéndose a los científicos que lo crearon
— Hagas lo que hagas, si tan fuerte dices que soy, entonces no podrás salir de aquí
— La mente de ustedes los caníbales el igual que la de un humano, tienen sentimientos. Solo son unas infecciones. Son enfermos — hizo caer el saco que llevaba en el hombro, como noté en la sombra — tu madre te hubiera detenido
— ¿M-ma... ¡MAMÁ!? — la escena fue horrible: mi madre fue asesinada por la bestia — ¡MAMÁ! ¡NO PUEDES MORIR AQUÍ! ¡MENOS POR ESO!
— Si, me encontré a esa enferma mientras estaba comiendo.
Lo que decía el anciano millonario era cierto, era la hora de la verdad: me tocaba enfrentarlo solo. Yo estaba con lágrimas en el rostro manchándome los pómulos, mis sentimientos y mi corazón estaban rotos. Si mi papá no estuvo ahí para mí, si lo estuvo mi madre, como todas, igual que las humanas, ellas son las mejores personas contigo; pero ella estaba ahí, dentro de un saco, su cabeza era lo único que denotaba, estaba casi separada de su cuello. Estaba muerta y no podía hacer nada.
— V-V-¡VAS A PAGAR! — le dije a la bestia mientras corría hacia el ya con mi brazo ya deformado, no sirvió de nada. El cuerpo de tal cosa era muy fuerte y no logré hacerle daño. Y para peor, parte de mi brazo se rompió. — ¿¡Ah!? ¡NO! — recibí una patada del contrario, dejándome desangrado de la nariz
— Si no fueras tan debilucho no hubiera tenido piedad — dijo la bestia con su voz gruesa — por ahora te dejaré vivir. ¡ME IMAGINO EL RESTO DE LOS DIEZ! ¡SI ESTE ES EL MAS FUERTE ¡¿COMO SERAN LOS DEMAS?!, será la década más sencilla de mi vida.
De aquí no recuerdo más que ver mi brazo medio roto y a mi madre desangrando del cuello, yo quedé inconsciente por más o menos unas tres horas.
Pero esto no se quedaba atrás, debía buscar al hombre millonario de antes, ir a su casa y buscar en el libro la solución de este problema. Puede que no sea el más fuerte en este momento... pero si mis cálculos no fallan: la bestia está libre hace un año, porque yo tengo dieciséis, es decir que yo tengo exactamente nueve años para romper la maldición mundial de la bestia.
Cuando desperté ya se puede decir que era mañana. Lo primero que hice fue quitarme mi ropa desangrada, tomarme un baño y ponerme presentable para entrar a la casa. De nuevo tuve que pasar media ciudad en la mañana, no asistí al colegio: nada raro.
Llegué agotado a la puerta de la casa — Hola don... — no me sabía el nombre del anciano
— Carlos, llámame Carlos. Y Hola Juan.
— Algo ocurrió anoche respecto a lo que usted me dijo.
— Pasa, y espérame donde estuvimos la última vez...
— ¿En su biblioteca?
— En realidad es mi cuarto de lectura, pasa.
La casa seguía con su ambiente pesado al igual que ayer en la tarde. Al parecer don Carlos vivía solo y tenía la poca curiosidad de preguntarle qué es de su vida, si tenía familia, etc. Me dirigí al salón de lectura del don.
— Que disfrutes el café de hoy — dijo mientras pasaba la puerta
— Será lo primero que tomaré — y era verdad, la rapidez hizo que no pudiera desayunar. — don Carlos ¿usted vive solo, cierto?
— Sí, desde hace 3 años.
— Puedo saber...
— Porque mi esposa murió, y mi hijo se fue a vivir con sus tíos. Ellos son caníbales al igual que yo. Mi hijo debe ser otro de los nueve restantes, y le dije que si le pasaba algo raro, que volviera a casa que tendría algo que decirle... supongo que lo olvidó porque se lo dije desde entonces, tiene 15 años.
— Entiendo...
— Y bien... ¿A qué se debe tu visita?
— Ayer murió mi madre.
— Oh, lo lamento, Juan.
— Eso no fue lo único — dije mientras me limpiaba una lagrima — mi madre venía en un saco que una bestia llevaba en su hombro. Esa cosa mató a mi mamá mientras comía. Tenía aspecto taurino.
— ¡ERA ÉL! — dijo Don Carlos sorprendido — te ha encontrado... 
Me di cuenta que todo era una realidad, ese anciano decía toda la verdad. Ahora solo soy un experimento del gobierno que quiere que mate a su primer error, eso merece un aplauso.
— Eso pensé que diría don... 
— Nunca había hecho contacto directo con uno de los diez... 
— Creo que era por lo que él dijo, que yo era el primero que podía controlar el brazo.
— Ahora tendrás que esperar a mi hijo y a los otros ocho para poder completar la misión... si no me equivoco quedan diez años 
— Quedan nueve... porque tengo dieciséis.
— Lo importante es que hay que vencer a Radamantis, y eso hasta que cumplas los veinticinco.
— ¿Radamantis? ¿Veinticinco?
— Radamantis es el nombre que los primeros científicos le dieron al experimento, que es la bestia que viste. Nuestra bacteria que nos hace ser caníbales se llama Sarpedón. Hasta que cumplas veinticinco porque Radamantis desaparece cada década.
— ¿Porque cada década?
— El experimento fue creado con inteligencia propia, el comer personas fue el que hizo que perdiera el control, es muy glotón.
— ¿Dónde está tu hijo ahora?
— Viviendo con sus tíos, como te dije. No sé en qué estado estará, solo sé que esta con mi hermana.
Ahora todo estaba completamente claro: los diez éramos la generación 10. Teníamos que acabar con un experimento antecesor al proyecto del Sarpedón, que es la bacteria creada para infectar de canibalismo a humanos; terminar con la bestia Radamantis.
— Una cosa más... ¿Por qué mi padre murió a manos de la policía?
— Porque tú naciste y Radamantis ya no estaba... era algo lógico que lo conocieran y si veían que estaba cometiendo algo malo... lo matarían. Hay tiempos en los que Radamantis puede comer y no están los 10 completos, así que es mejor detenerlo poco a poco cada uno, con nuestra habilidad, porque es mejor pararlo por momentos que dejarlo hacer lo que quiera.
— ¿Quiere decir que mi poder no está al máximo?
— A los 15 años los caníbales elegidos empiezan a desarrollar su poder, por sentimientos guardados yo descubrí el mío: era una presa que no quería dejarse comer, y eso me molestaba, entonces ahí descubrí que mi mano podía deformarse, pronto después podía controlar medio brazo, pero me era complicado. 
Algo sabía, mi cruzada genocida contra Radamantis, comenzaba aquí.

 
Cap. 6 |… La cena está lista
Después de oír a don Carlos y saber que decía la verdad, algo tenía claro: la venganza contra Radamantis había comenzado, ya y aquí.
Abandoné la habitación y posteriormente la casa por la gran puerta. Los detalles del anciano fueron muy claros: si veo a Radamantis será mejor pararlo que tratar de vencerlo, solo podía derrotarlo con ayuda de los otros nueve, que quien sabe dónde estarían.
Volví a la escena del crimen: mi casa... a practicar un poco más mi control con el brazo. Algo que no me cabe en la cabeza y que se me olvidó resaltar es: Si se me dañó el brazo ¿Porque no estaba fracturado? ¿Porque estaba de nuevo bien? Tal vez fue el momento que hizo que viera mi brazo mal.
Defórmate, no te deformes, defórmate, no te deformes. Era lo que hacía con mi brazo a cada rato arriba en mi habitación mientras escuchaba Upon This DawningFuerte como un castillo y puro como el viento, así era mi brazo y así decía la canción, que fue parada por una llamada de un desconocido: — ¿Juanjo? — Dijo David, era él al teléfono — No fue a clase hoy y hubo examen.
— Creo que dejaré de estudiar — dije refutando
— ¿¡QUE!? — Sorprendido David — ¿¡Y que serás en la vida, entonces!?
— Supongo que venderé helados — dije mientras seguía jugando con la deformación de mi brazo
— Ahora mismo voy para allá y le pego un puño por idiota.
— ¡NO! — me acordé que no había recogido el desastre de anoche. Para los caníbales era normal ver un cadáver, así que el de mi mamá no me hizo mucho efecto, además de que ya sabía que moriría.
Debía arreglar todo rápido, o adelantarme a David y que me golpeara en la calle. Así fue, yo con rapidez me puse el pantalón y corrí hasta la puerta.
Pasó media hora y se me hizo raro, David vivía solo a 5 minutos, por eso me iba a apurar para arreglar todo. No esperé más y fui hasta la casa de él, que era prácticamente cerca. 
Abrí la puerta y la escena que estaba ahí me era impactante. Era otro caníbal, ya se estaba comiendo a David, fue cuestión de 20 minutos para que lo matara.
— ¡HIJO DE... — transforme mi brazo —...****! 
— ¿¡Ah!? — exclamó el caníbal 
Yo repetidas veces le inserté mi brazo a ese maldito, una y otra vez, mucha sangre estaba regada, tenía que sumarse la que ya estaba regada, proveniente de David. Otra vez, en el cuello, en la cara, en los brazos, en el tórax, ese maldito se volvió una esponja absorbente a mis golpes. 
Mi sentimiento de canibalismo se activó. Puede que sea raro comerme a alguien de los míos, pero a ese maldito lo tengo que acabar hasta que no quede más. El sabor era horrible, por eso solo comíamos humanos puros. La carne, el cuero, los órganos... todo era horrible. El sabor solo fueron los primeros segundos, después me adapté a ese fétido olor... podía comer tranquilamente, hasta el último bocado, es como si ese nunca hubiera existido. Vi a mi amigo tirado allí, y una ambulancia y policías venían en camino. No tuve más intensión que irme.
La policía rodeaba el lugar y los enfermeros sacaban el cadáver de David. Vengué su muerte, justo cuando no quería vengar la muerte.
Perdí a mi amigo, es el primero que se va, aunque no tenga muchos... Esa es la realidad de un caníbal, no te puedes encariñar con ningún humano puro... tarde o temprano, morirán.

 

 
Cap. 7 | Faltan 9 años y ya somos 3
Perdí a un amigo, es el primero que se va, aunque no tenga muchos... Esa es la realidad de un caníbal, no te puedes encariñar con ningún humano puro... tarde o temprano, morirán. La dieta de un caníbal era tan buena en nutrientes que nos permitían vivir el doble que una persona normal, vivíamos de a 150 a 160 años, y eso era normal; no digo que todos éramos caníbales, sino como se ha mantenido oculto, nos podían comparar con una persona completamente sana.
Las experiencias vividas en los últimos días siempre me daban algo para hablar conmigo, subía a la habitación y el "Buenas tardes" de mi madre ya no estaba, el "Adiós sra. Silva" de David tampoco se volvería a oír; se podía decir que era la peor época de mi vida. Perder a mi padre no me afectó tanto, como me he dado cuenta, él fue uno de los diez, nunca estuvo conmigo y era glotón, le importaba más su desgraciada vida que su propio hijo, que estaba creciendo en la realidad de los diez caníbales.
En la penumbra de mi habitación habitaba el desorden, no tenía nada más que arreglarlo, el hambre no habitaba en mi interior y no tenía nada más que hacer. Era el momento de caer en una crisis emocional... pero me acorde de ella: de Lu, creo que podía ir mañana al colegio a hablar con ella, pero solo a eso. No quería asistir más a clase, era ilógico tener que irme en unos meses para empezar con la búsqueda de Radamantis y seguir estudiando, mejor pongo la pereza a trabajar desde ya. La noche fue larga, todas lo eran desde que conocí a Lu.
Recuerdo bien lo que soñé ese día: Lu, estaba vestida de novia, estaba completamente hermosa, sus ojos estaban de color miel y su cabello rubio no daba más de que hablar. Ella estaba entrando en el altar, yo estaba vestido de blanco y ella también, justo cuando íbamos a dar el sí, desperté. Era una señal, debía dar el sí en la vida real o me arrepentiré para siempre.
Al momento de decir el sí estaba decidido: yo iba al colegio a decirle lo que sentía por ella. Me puse lo más elegante posible: para que acomodará con el momento.
El lugar estaba lleno, yo vestía una camisa negra con un leñador y unos jeans, admito que no era elegante, pero era lo máximo que tenía. Ella estaba caminando hacia la salida ¿tan temprano? ¿Qué hora era? ¿¡LAS 12:45!? Claro, ya era la hora de salir. Ella iba con su amiga; vaya... ¿otra víctima? ... No, Lu solo tenía como víctimas a sus amigos lejanos, la amistad que tenía con ella era increíble... además, Val era un poco especial, tenía ese toque como de no dejar ir a cualquiera así como así, sus sentimientos hacia sus amigos, se le notaba en los ojos, no se rompían fácilmente. Un chico de mi clase, Alex, era su novio en el momento. A Alex no le gustaban mucho las relaciones, era extranjero y tenía brackets, era cachetón. Iba a mi lado pero no conmigo, iba hacia ellas. 
Era mi última oportunidad, para mí, no es que era el último día, sino que tal vez no tendría otra vez la valentía para lograrlo. Fui tras Lu, ella estaba caminando mostrando su espalda, iba con un libro, que me gustaba, Paulina Aguilar: nada mal. Me paré frente a ella en fracción de segundos y le robé un beso: nada del otro mundo, ese beso no fue largo, solo fue un rose, a la esquina de su labio, donde se le marcaba la sonrisa. La ví por un segundo y salí a correr, era raro ¿¡Como pude hacer eso!? Pude haberla invitado a algún lugar pero no tenía imaginación, solo fue espontaneidad. Ella corrió tras de mi junto con Val y Alex, su expresión estuvo conmigo: — ¡A la próxima me lo das bien! — será que yo le gustaba — Si al mero! Al fin! Te estabas tardando, era obvio que ella gustaba de vos — dijo Alex 
— Mi plan no era ese, además ni siquiera se lo di bien. — Yo lamenté no poder darle bien el beso.
Fui hacia casa desalentado, no era mi misión pero algo pude recolectar. Ese mismo día ella estaba ya en mi mente y no podía salir. Creo que en la cárcel de mi imaginación estaba ella como prisionera. La mañana más cursi y más corta de mi vida.
Me acosté en mi cama, mamá no estaba, que nostalgia. Tomé el teléfono: el segundo entre cada sonido del teléfono se me hizo eterno, Alex me había dado el número de Val antes de irse, como era su amiga, podía saber muchas mas cosas de ella.
— ¿Aló? — dijo una voz femenina en el teléfono
— Hola ¿Val?
— Si ¿quién es?
— Soy Juanjo, el de la mañana
— Tú eres el chico que le gusta a Lu
— E—emm... sí. — wow, increble, ella si gustaba de mí, genial... podía saberlo y ya, sentirme feliz.
— Su número es el siguiente: 6485***
— Wow gracias... emm... — no pude decir más porque la línea se cortó.
— No deberías estar hablando con ella — dijo alguien tras de mí
— Estoy buscando... espera ¿qué? — volteé la cabeza algo parecido a la chica del exorcista, pero rápidamente. — Lu... no es sorpresa — me di cuenta que era ella.
— Creo que te ahorré el dinero de la factura del teléfono... ¿cómo es eso que has estado hablando con mi tío?
— ¿Tu tío?
— Carlos Meinsmann, vive a media ciudad de aquí 
— Ah, Don Carlos... fue uno de los diez, y yo también lo soy.... — explicándole, porque ella también era caníbal.
— ¿Uno de los diez? entonces... ¿eres capaz de... — y su mano se tornó cristal, era color lila, su mano se tornó un cristal lila... ella también era una de las diez.
— I-Increíble... 
— Tú no eres el único raro — y su bello cuerpo se estampo sobre mí, cayendo como si fuera desmayada, pero de adrede, sobre mi ser que estaba postrado en la cama boca arriba — así que... ¿vamos a estar juntos contra la bestia? — ella ya tenía planeado todo, era tan bella e irreal, podría bañarla en oro y adorarla todo el día. 
— S-supongo — mis nervios estaban al tope pero no tenía hambre, tenerla a mi lado, era un sentimiento sin comparación.
— Deja los nervios, Juanjo, vamos a dar una vuelta.
Era viernes y la tarde era soleada, con la luz su cabello se tornaba aún más rubio y sus ojos aún más claros. No era detallista, pero lo que hace el amor... 16 de abril, no olvidaré esa fecha nunca.

 

 
Cap. 7.5 | 16 de Abril
Narra Lu
La mañana era cálida.
¿Debo decirle o no debo decirle?
Me había levantado con la incógnita, Val ya tenía novio, Alex, y solo estaba con él. Solo recordaba a Juanjo ese día, y no pude encontrarlo en la entrada. Val siempre me acompañaba a casa, era mi amiga desde hace ya unos meses y se había ganado mi confianza; no me la comería por ahora. 
Toda la mañana fue completamente aburrida, se suponía que Juanjo estaría en el café como siempre, pero no estaba. Extrañaba su mirada perdida que atravesaba por mi campo visual y hacía el instante hermoso, lo admito y aunque parezca obvio: Él me gustaba.
Todo pareció cambiar al mediodía, ya nos íbamos a ir Val y yo, y admito que un poco desanimada, ella trataba de subirme el ánimo, pero no podía, tenía que ver a Juanjo.
Llevaba mis carpetas abrazadas y estaba un poco nerviosa, ¿y si en realidad le había pasado algo?, estaba pensándolo ¿y si como dijo mi tío: Radamantis volvió a su casa? Mi tío me explico la aventura de Juanjo y su madre, lo lamentaba mucho, puede que no sea sociable pero se nota que le faltaba algo, y perder a su mamá, puede que ahora le falte todo.
Pero los brazos se me erizaron cuando, por mi espalda, venía Juanjo; que no noté su presencia, es verdad, pero hasta que él hizo eso: la acción más espontanea que pudo haber hecho en ese momento, puede ser la única cosa que me podía poner mejor... Juanjo me robó un beso.
Hubiera deseado que el beso fuera largo y duradero, pero no lo fue. Su timidez le ganó y no logró darme algo más cercano a la esquina de mi labio. Él se fue corriendo. Traté de seguirle hasta la parte de afuera del instituto, pero era rápido y no pude decirle algo más que un pequeño grito.
— ¡A la próxima me lo das bien!
¿Enserio?
¿Enserio eso se me ocurrió?
¿Porque no dije algo como: "¡Nos vemos mañana!"?
Que estúpida me sentí.
Val sorprendida no dio algo más que un salto de alegría, ella ya lo había notado y se lo había dicho: Juanjo me gustaba. 
— Ya se estaba tardando ¿no?
— E-emm — yo estaba impactada, no sabía que había pasado
En realidad yo no estaba segura de lo que había pasado... ¿Juanjo gustaba de mí también? Un amor entre caníbales, y más aún, yo sabía que él era otro de los diez, ¿Podríamos mantener una relación así? 
Él ya se había ido con Alex, al parecer vivían cerca, pero no se hablaban. Yo todavía recordaba ese rose de labios, ese impacto a mi pecho, ese momento inesperado. Pero peor aún, lo recordaba a él. Y lo que es aún peor, es que no sabía ni donde vivía.
Llegué a casa y abrí la puerta, estaba sola en mi casa. Me acosté en mi cama y lo único que hacía era volver y volver a pensar en ese momento. Lo que más anhelaba era tenerlo definitivamente a mi lado, y que me besará bien: hay que admitirlo, si lo iba a hacer, lo hizo mal.
La almohada era la que escuchaba mis pensamientos en voz alta. Si hay cosa sobre la faz de la tierra que sepa todo lo que yo, es mi almohada. 
Encendí mi estéreo y por suerte mía estaba sonando mi banda favorita: Slipknot. Me sabía sus canciones al derecho y al revés, en inglés y en español. 
Tal vez esa tarde fue la que la música me hizo cambiar de parecer, su letra decía:
Si haz de lograr algo
Hazlo por ti, que se pudran los demás
Estaba decidida, iba a ir a casa de Juanjo.
Iba a ir así él no viniera.
Debía lograr las cosas por mí.
Llamé a Val para que me diera el número de Alex y me dijera donde vivía Juanjo.
— Hola, ¿Val?
— ¡Amiga!, ¿tienes algo que hacer ahorita?
— Estudiar para el parcial de mañana — fruncí el ceño.
— Ah vale, y ¿qué pasó? — sonó con un tono de curiosidad, tal vez quería saber si había hablado con Juanjo, o él conmigo.
— En realidad necesito el número de Alex... — dije dudosa
— Ok, es 628****
— Vale, gracias Val, ¿mañana a qué horas?
— Cuando quieras, chao! te cuidas — y colgó
—Bye
Marqué el número rápidamente, entre más temprano, mejor.
— Hola ¿Alex?
— Si ¿quién?
— ¿Dónde vive Juanjo? hablas con Lu...
— Emm... Calle 204 #40-116
— ¿Y cómo la sabes tan bien?
— ¿Qué haces llamando para preguntarla?
— Cierto, bye — y colgué
Estaba decidido, iba a ir por Juanjo
Iba a ir por él.
Y porque yo quería.
Porque yo lo quería.
Llegué al pórtico de la casa, era algo descuidada, pero tenía su toque. La puerta estaba abierta, todo normal para alguien tan descuidado de darle a su chica un beso solo en la esquina del labio. La puerta sonó dando como desocultada mi presencia, la cual no notó Juanjo cuando entraba. Al parecer la habitación estaba arriba. Subí las escaleras, no había notado que había mucho polvo ¿No tenía tiempo o qué? Muy flojo el chico.
— Hola ¿Val? — dijo Juanjo con un teléfono en la mano.
Creo que estaba hablando con ella. Agh, si hubiera esperado 15 minutos, el tiempo que había tardado en llegar, la iniciativa hubiera sido de él. Molesta me podía encontrar.
— Soy Juanjo, el de la mañana... Emm... Si — él balbuceaba por el teléfono, era claro, estaba hablando con ella sobre mí, y el mi presencia no había notado. La basé del teléfono estaba en su mesita de noche a solo unos pasos de mí, y descolgué el teléfono.
— No deberías estar hablando con ella — le dije, quería que la iniciativa fuera mía, no de él. Soy de las chicas que les gusta dar el primer paso, pero no me gustaría que él fuera de esos chicos que se dejan manejar.
— Estoy buscand... espera ¿qué? ... Lu, no es sorpresa... — dijo con una pequeña sonrisa.
— Creo que te he ahorrado la factura del teléfono ¿Como que has hablado con mi tío? — quería recordarle la conversación que tuvo con él, quería decirle que era una de las diez, pero también quería decirle que estaba enamorada de él.
— ¿Tu tío?
— Carlos Meinsmann, vive a media ciudad de aquí — resolviéndole la duda, le dije.
— Ah, Don Carlos, fue uno de los diez, yo también lo soy... — lo logré, se acordó
— ¿Uno de los diez? entonces... ¿eres capaz de... — y lo primero que hice fue demostrarle que era una, que íbamos a estar juntos hasta en la misión de vida que teníamos. Mi mano se tornó cristal color lila.
— I-Increíble — él estaba con la boca abierta, sin duda sorprendido.
— Tú no eres el único raro — y fue cuando quise caer sobre él, sentir su presencia y su calor, los latidos de su corazón: se le notaba nervioso. Él estaba boca arriba y yo estaba posada sobre su pecho. — Así que... ¿vamos a pelear contra la bestia?
—S-supongo — se le notaba nervioso. Era eso o yo no lo dejaba respirar... ó ambas.
— Deja los nervios — le dije — vamos a dar una vuelta.
Él se levantó de la cama y me ayudó a levantar, claro, ¿cómo no iba a ser caballero? si no lo era se puede ir de una buena vez. No fue una tarde de locos, era la tarde de nosotros, los locos. 
Me acompañó hasta casa, hasta la puerta, yo vivía en un edificio, pero no tenía que subir mucho. Yo iba a subir cuando él me tomó de la cintura... definitivamente había logrado todo lo que me proponía hoy: Él pudo tomar la iniciativa, le dije que era una de las diez, y por fin me besó bien.

 
Cap. 8 | Faltan 9 años y ya somos 3
Mi madre no tuvo funeral.
Ya era consiente de mi destino. Era alguien que no tenía más futuro en la vida que morir aplastado por un experimento antiguo. Soy un experimento antiguo que trata de vencer a otro. Durante muchos años Radamantis estaba suelto y nadie podía derrotarlo, ¿qué me hace pensar que si lo haré yo? Es prácticamente imposible, todavía tengo dieciséis. 
Y para variar, debo esperar que los otros 8 lentos descubran su potencial, la bestia podía estar suelta y ellos todavía no sabían que debían derrotarlo junto a mí y a Lu...
Ah, Lu, esa tarde fue magnifica, sin dudar. Ella pidió que la acompañara a su casa y pensé que ese si era el momento para darle el beso que en la mañana no pude dar, esta vez si fue bien.
La noche se estaba convirtiendo un poco aburrida, volvía de casa de Lu hacía la mía, no vivía lejos, pero el camino cansaba, mientras caminaba con mis audífonos puestos no hice más que refugiarme un poco del sol. No tenía hambre, suficiente tuve con los pensamientos: fueron bloqueados por un grito a unas calles de donde estaba, eran iguales que cuando ví por primera vez a Lu mientras comía... ella no podía ser, prácticamente llegó a su casa y no hay otro camino que seguir.
Es un poco ilógico lo que a la gente le pasa: primero, no estás enterado de nada porque no te metes en esos asuntos, después te metes en aquella cosa y ya todo el mundo lo hace. La calle estaba manchada por un camino de sangre, sin duda era uno de los míos y los gritos de alguien suplicando no ser comido.
¿Así es como reacciona la sociedad ante un caos? ¿Creando otro caos?  Fue suficiente crear a Radamantis y todavía crean el virus, que afectó a mucha gente, también se reproduce.
Recuerdo bien el rostro de esa persona al final del callejón: tenía el cabello considerablemente largo, usaba gafas de color rojo oscuro y su estatura se podía decir que era alta. Algo peculiar que logré notar en tal fue que su mano también se deformaba, vaya forma de encontrar a otro de los diez.
— ¿Quién eres? — dije yo, interrumpiéndole la cena e inconvenientemente hice que se enojara conmigo. Ya lo he dicho, la comida es lo mejor que hay para un caníbal, pero que alguien más te vea puede que resulte algo mórbido.
— Eso no importa — dijo mientras se limpiaba el resto de sangre que colgaba de su quijada — ¿Y tú eres... un tipo de daña-cenas? 
— ¿Que sucede con tu mano? — dije preguntándole sobre su deformación
— ¿Ahora quién te crees? ¿Mi viejo? Vete si no quieres una paliza — él siguió con lo suyo, yo traté de no acercarme mucho y no oler el cadáver.
Sabía que don Carlos era una especie de recolector: era el que nos unía a todos para que fuéramos y matáramos a Radamantis en su propio refugio, era una tarea de un lustro de entrenamiento y solo se podía hacer un día o una semana clave, justo antes del regreso de Radamantis a su cueva. 
Según don Carlos, Radamantis tiene un refugio para descansar por una década, pero él tiene un tipo de "sueño de invierno" durante quince años. Claro, ahora todo cuadra, por eso cada quince años nacen de nuevo los diez.
Me dirigía a la casa del Don, para mencionarle lo que había pasado en tal calle, él podría saber algo, o decirme algo para traerlo hacia él. Sí, ya no me dirigía a mi casa, ahora tenía que ir media ciudad hacia la casa de fachada millonaria.
Toqué la puerta y Don Carlos al parecer no estaba, pero por un pequeño empujón se logró forzar la cerradura para pasar por el interior del pasillo hacia el cuarto de lectura. Encontré el libro que él tanto leía y que dijo que resolvería mis dudas... se llamaba Sarpedón, al igual que el virus.
Pasé las páginas rápidamente, unas quinientas de dos mil que habían, porque la imagen que vi me impactó: era una deformación de brazo completo. Yo pensaba hasta ahora que había sido el primero pero no fue así.
"Las deformaciones se pueden clasificar en dos: Completas y Supercompletas. Las completas son las más vistas en los caníbales, la deformación de la mano se ve desde la punta de los dedos hasta las muñecas; Las supercompletas son las más raras y hasta ahora solo se han encontrado 2 casos a lo largo de la historia."
Entonces yo era el tercero, la tercera es la vencida
"y cada uno tiene su propia habilidad dependiendo del color que este exponga. El virus del Sarpedón fue creado para que, mientras se encuentra en una batalla contra Radamantis, todos puedan ayudar... (...) ... Los colores morados sirven como curación. Tienen una alta gama del Sarpedón, lo que hace que las heridas puedan sanarse rápidamente; a lo largo de la historia se han visto 3 casos, escasos de caníbales con tal color. Los colores verdosos y amarillentos de las deformaciones sirven para hacer ataques a distancia, tienen la capacidad de crear pequeños restos de deformación a base de Sarpedón, son venenosos y pueden lanzarse a voluntad, como un arma de fuego; a lo largo de la historia, son los más vistos. Los colores oscuros como el rojo, el azul o el negro son para atacar directamente a la bestia: la cantidad de Sarpedón que contienen es alta y al mismo tiempo, una alta probabilidad de hacerle más daño a Radamantis. Son los más vulnerables y tienen una alta probabilidad de ser atacados directamente y al mismo tiempo, si no han de cuidarse, morir rápidamente a manos de la bestia"
Entonces saqué mi propia conclusión: el equipo perfecto de esta generación la teníamos nosotros: solo con tener la deformación y el color de la de Lu, se podía decir que esta generación ira una de las mejores. Si lográbamos tener otra morada, cinco verdosos y otros dos oscuros, podíamos decir que será pan comido, pero no nos podemos confiar.
Mi plan fue frustrado mientras lo pensaba, el sonido chirriante de la puerta de la entrada me hizo buscar un escondite rápidamente, ¿que decía don Carlos si me veía entrar sin permiso? No, mejor me quedo sentado haciendo que leo el libro. 
Lo que sentí en ese momento no fue algo expresivo, fue algo mental: el chico que estaba en el callejón llegaba con don Carlos, me di cuenta de algo: Él era su hijo.
— Hola Juan — dijo don Carlos
— Don Carlos... ¿él es? — como si no me hubiera dado cuenta de lo obvio
— Él es mi hijo, Daniel — lo señaló presentándolo
— Hola Juanjo — y tornó su brazo de color oscuro igual que el mío. 
Mi plan del equipo perfecto seguía a la perfección. Solo faltaba otro oscuro y esperar otra de los mismos colores que Lu.
Ya era de noche, Daniel se ofreció a acompañarme a casa, lo dejé, y si empezaba a llover, igual podía quedarse, en mi casa solo estaba yo.
— ¿Enserio crees la realidad de lo que pasa?
— La verdad todavía no logro entender unas cosas, pero ya lo acepté — respondiendo la pregunta de Daniel
— Creo que fue por eso que mi papá nunca me contó sobre esto, quería que me descubriera a mí mismo.
— Fue un momento de rabia y quería soltar toda mi furia, contra un estúpido.
— Que casu... — él no pudo terminar la oración cuando apareció un caníbal que lo cogió de las piernas, que mal por ese imbécil, digo por el caníbal, moriría de una manera fea.
Daniel deformó su mano y usó el suelo para quedarse quieto y liberarse del caníbal, no era más que otro infectado, ese era su destino después de todo. Se levantó y le quitó la cabeza de un zarpazo, la fuente de sangre que salía del cuello por la ruptura de la arteria mayor, era grande, pero para nosotros normal.
 — Ojalá así de fácil fuera contra Radamantis — expresó Daniel

 


 
Cap. 9 | Cita con el destino
Daniel estaba nervioso, preocupado.
Se le notaba en la cara.
En su expresión.
Si me atrevo a decirlo, creo que no le gusta comer.
Si me atrevo a decir lo que estoy pensando, diría que él come porque su mente le obliga, que mata para sobrevivir.
Fue una larga noche, porque casi no dormí. En el poco tiempo que concilié el sueño, tuve una pesadilla.
La pesadilla que me puede cambiar toda la vida, todo el destino y todo el pensamiento.
Esa noche la imaginación me dio vuelta. Había una sombra, una sombra... y me perseguía por todos lados. Esa sombra me siguió hasta el final del camino, hasta donde había una muy alta pared, esa sombra misteriosa que habitaba en mi mente, tenía una foto, se notaba que en la foto había mucha gente, puede que sea mía, o de alguien más. El caso fue que encendió en fuego la foto, quemándola lentamente. Después la sombra se acercaba a mí y yo trataba de escapar. Me fue n vano, la sombra me apuñalaba por la espalda, me rompía una que otra vertebra, me dejaba en el suelo, inmóvil. Era muy real hasta que el conocimiento volvió a mí, y pude despertar.
Sabía que el día en el que habitaba la madrugada no sería bueno.
Quería ir al colegio, tal vez Lu estaba en el café, como siempre. 
Me dirigí a desayunar, nada balanceado: había una lata de atún, un frasco de mermelada de mora... Admito que yo usaba mi deformación para defenderme, pero la verdad es que tanto la lata como el frasco estaban muy duros de abrir, la utilicé para abrir los frascos, NORMAL. Pan con mermelada, ni siquiera sé porque abrí el atún pero no lo podía desperdiciar.
Me puse los audífonos y comencé a escuchar de lo que más me gusta: Whitechapel. Un camino demasiado fuerte pero para nada parecido a la música: era soleado. No quise entrar al salón, vaya tema, tenía Química; solo quería estar en la cafetería esperando a Lu. Ahora que lo pienso debí ir a su casa primero, tal vez estuvo ahí, además era temprano aún.
No llegó, vaya mañana larga, me dejó prácticamente plantado, aunque no fuera una cita.
No más, ahora la única compañía que tenía era Don Carlos, podía ir a beber un café a su casa y que me siga contando, tal vez anécdotas de sus tiempos como miembro de los diez. No da más, mejor me iba apurando, sería un día largo.
Sería mejor no recordar la pesadilla.
Tenía un mal presentimiento.
De esos que la gente tiene cuando enseguida la sucede algo.
Otra vez la puerta de la casa estaba abierta, no la cerraba, tal vez era ley del Don. Seguí el pasillo y ví a Lu, estaba llorando, quise preguntarle qué pasaba, pero sus ojos color miel no me dejaron. Esos ojos que estaban tirando lágrimas al suelo de madera.
- Juan, Bienvenido, a la próxima tocas el timbre - dijo don Carlos con unas tazas de té, estaba atrás mío.
Yo ni sabía que el timbre existía.
- Tengo entendido que sales con la chica.
- S-sí - lo dije dudando, si ella le dijo eso, la podía considerar como mi novia. No, considerar no, ella era mi novia, esa tarde no fue de goce.
- Bien - sin dudarlo, y después de asentir la cabeza, don Carlos transformó su brazo completamente en cristal negro. Él tenía una superdeformación. Igual que mi brazo. No puedo recordar más allá del golpe que me alcanzó a dar en la cabeza.
No puedo recordar más allá.
Me apuñalaron la espalda.
Pude recuperar el conocimiento, el golpe no fue certero. Don Carlos si era uno de los diez, al igual que Lu y yo. Eso no quiere decir que no tenga que obedecer al gobierno.
Los creadores del Sarpedón se querían llevar a Lu.
Su cristal lila fue expuesto, era única.
- ¡NO PUEDEN! - corrí hacia ellos
- ¡JUANJO! - gritaba Lu.
- ¡LU! ¡NO SE LA PUEDEN LLEVAR! - en ese momento don Carlos me detuvo, ¿estaba con ellos?
- Juan, Lu es única y lo sabes, pero tienen que revisarla.
- ¡NO!
- Juan, cálmate, ella vendrá.
- ¡NO! ¡Ni siquiera sé dónde estará! - me liberé de la cárcel que tenía el anciano sobre mí.
- ¡MALDITOS! - mi golpe no fue efectivo, los científicos estaban preparados para esto.
- ¡JUAN! ¡JUAN! - Lu no hacía más que llorar, y gritar - ¡USTEDES NO ME PUEDEN LLEVAR! 
- ¡LU! - le alcancé a tomar la mano, no la halé, sé que podía hacerle daño - No pueden llevart... - no pude terminar la frase cuando mi brazo fue cortado en la mitad, haciendo que Lu se librara de mí, y en caso, se la pudieran llevar.
- ¡JUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAANJOOOOO! - gritaba ella, yo ya no podía hacer nada, estaba inmóvil.
Mi brazo estaba en dos pedazos.
Mi corazón estaba roto.
Definitivamente, lo que no te mata, te hace desear estar muerto.
 
 
 
 
 

 
Cap. 10 | Amnistía
Yo le alcancé a tomar la mano a Lu, pero después ví como uno de los escoltas cortaban mi brazo a la mitad, haciendo que ella se separara de mí, haciendo que se la pudieran llevar.
Se han llevado a Lu.
No la volveré a ver.
Hay que aceptarlo, ella no vendrá, es única.
Si no me mató, me hizo desear estar muerto.
— Juan, volverá — decía don Carlos, mientras yo estaba acostado en el suelo.
— ¡TU SABES QUE ELLA NO LO HARÁ!
— Han dicho que solo la revisarán, verás, los colores de ella...
— Son únicos... — le terminé la oración —...Su color es lila, prácticamente morado. Su cantidad de Sarpedón tiene habilidades curativas...
— ¿Y tú como lo sabes?
— Antes de que llegaran, leí tu libro...
— Ellos solo tratarán de encontrar porque son únicos, la ciencia ha avanzado bastante, solo tratarán de clonar su sistema celular... Solo por si esta generación no prospera.
— ¿No prosperar? ¿Tanta fe le tienes a tu hijo? ¿¡SABES, ANCIANO!? Te haré ver a vos a todas las malditas personas que se equivocan, nuestra generación es la elegida. Vas a ver — con lágrimas en los ojos, me dirigí al anciano — ¡VAS A VER QUE HAREMOS MAS QUE TU Y TUS DEBILES COMPAÑEROS!
Abandoné la habitación y posteriormente, la casa. Salí por la puerta chirriante que estaba abierta, los rastros de sangre eran notarios, habían lastimado a Lu y también me habían lastimado a mí. Ví como la camioneta se iba por el horizonte. Corrí hacia ella, lo más rápido posible, aunque yo fuera lento. No quería que Lu se fuera, corrí por todas las calles gritando su nombre: ¡LU! ¡LU! . Gritos que me afectaron la garganta para el motivo de que la camioneta no paró.
Lu se fue.
Lu no volverá.
Tengo hambre.
Tengo que comer, mi apetito no está saciado.
Que delicioso olor irradia de unas calles de aquí... bajo en grasa, mucha carne, perfecto para mi gusto. Olía como si fuera la primera vez que iba a comer. Delicioso.
Vaya, nada raro, tenía que seguir a esa persona.
Tenía que seguirla a ella.
Esa persona era mujer, tenía que seguirla de incognito, esperar mi mejor oportunidad, atraparla y disfrutar.
Las calles estaban infestadas de personas y malos olores, solo denotaba su figura y su cabello. Negro. Era negro. Su cabello era negro. Estaba muy oscuro. La tarde se contrastó de manera oscura, le dio una pista de su destino. Seguía caminando, entre una y otra persona: más olores, fétidos. Camino tras camino, calle tras calle, ella seguía en su ruta, al parecer diaria. Cruzaba las calles sin mirar, todo estaba calculado.
Oportunidad vista: ella iba sola por el pasillo hacia su casa...
— ¿Eres nueva aquí? 
— Y tú eres... — dudando y un poco apurada, dijo.
— Digo, pareces perdida...
— En realidad no, vivo aquí mismo... — no terminó la oración
— Yo te he dicho que estás perdida — y hablé junto a su oído, mientras deformaba mi brazo.
Mi brazo traspasó su tórax, sería más fácil comérmela así.
— No puedes morir tan rápido, estás muy guapa... 
— H-Hump... S-sabbía... — balbuceó — Q-q-que... 
— Que hables y que estés nerviosa estimula mi apetito — de su estómago salía una gran cantidad de sangre, yo aún no había sacado mi brazo.
— Q-que... t-te-termin-na-r-rí-ría... a-así — como si viera el futuro, ella dijo.
— No hables tonterías... — saqué mi brazo, causando una grave hemorragia.
— H-Hump — y cayó al suelo 
— ¿Tan rápido? Vaya, ya me habías empezado a gustar... — dije, hablando solo.
Primero, quitar la cantidad de piel, no me gustaba...
Después, beber un poco...
En tercer lugar, como ya estaba abierto el tórax, directo al estómago, seguido del hígado, el páncreas.
Mi hambre disminuía.
Las ganas disminuían.
Los deseos de venganza aumentaban.
Odio los intestinos, subamos al corazón, solo retiramos el exceso de nervios...
Hay que dejar lo mejor para el final, la carne, los músculos, muchos tienen grasa, estos tenían la cantidad perfecta, no quería engordar mucho. Los músculos se denotaban muy duros, como si fuera directo de las costillas. Raro, carne rara, me gusta.
Retiro las manos y los pies, asco. 
Soy un caníbal muy reservado y muy estricto.
Los brazos, tenían la cantidad perfecta de musculo y grasa, estaban un poco salados como me gustan. Sin hablar de las piernas, aunque tuvieran más grasa y más nervios, no le tomé atención, estaban deliciosas.
Carne dura.
Odio la carne dura, pero el sabor hizo que dejara de pensar en eso.
Ví el cadáver, bueno... lo que restaba. Los restos que no me gustan, la chica estaba ahí, vivió lo que le restaba de vida en su casa, y ahí terminó. Fui muy considerado, almenos no la tendrían que buscar.
Cena en la tarde, raro...
Las sirenas de la policía.
Alguien la había llamado, alguien me vio, de suerte tenía la chaqueta puesta con todo y gorro.
Tenía que huir, la pared no era tan alta, pude saltarla fácilmente, escapé. 
Las sirenas seguían sonando y me llegaron a alcanzar mientras corría hacia mi casa. Que estúpido, todo el mundo sabe que si te siguen el último lugar a ir es tu casa, te pillan y seguirán ahí. Menos mal logré captarlo antes, me dirigí a los callejones de siempre. Que nervioso estaba, nunca me había pasado ¿Terminaría igual que mi padre? Estaba comiendo y la ley lo mató, por estar de glotón. Pasaron 5 minutos hasta que las sirenas dejaron de sonar, y pude volver a casa. Tuve que quitarme la chaqueta y dejarla ahí. Nadie más podría llegar, solo yo conocía el lugar, la dejé en una bolsa que encontré por ahí, la puse en el suelo y me dirigí a casa.
Estaba casi lejos, el cansancio no me dejaba caminar. 
El pórtico, mi casa: por fin estaba ahí, mejor. Justo en el tapete de entrada estaba una caja, no tenía ningún tipo de presentación. Ví dentro: era el libro de Don Carlos, al parecer lo dejó aquí. Admito que me gustaba leer, pero era muy flojo. Este si me lo iba a leer, me gusta saber más sobre mi miserable vida.
"Un caníbal es el producto de un virus... (...)  ... Anatomía de un caníbal: Completamente igual que la de un ser humano promedio, igual cantidad de huesos. Solo una particularidad. El virus hace que los músculos se vuelvan más fuertes y multipliquen, esto hace que los caníbales sean más fuertes y por ende, sus víctimas puedan caer más rápido..."
"Músculos fuertes"
No comí una persona...
... comí un caníbal

 

 
Cap. 11 | Cuarta aparición
"Carne dura"
No había comido una persona...
...me comí un caníbal.
No sé si esto me afecta en algo, o afecta a mi organismo... pero me siento bastante bien.
Bueno, en realidad no me siento bien, puede que Lu haya aparecido en mi vida solo unos días atrás, pero fue amor a primera vista. 
Algo raro estaba dando vueltas en mi sistema circulatorio, estaba mareado ¿Será por cometes ese acto? Si hubiese sabido que hacía mal como comer comida rancia, mejor lo dejaba a un lado... Pero si no es natural, entonces ¿Porque me atrajo su olor? Era una encrucijada, estaba confundido por lo que había pasado aquella tarde.
Ha pasado una semana desde que Lu se fue y no sé nada de ella... Tuve que decirle a Val y a Alex que estaba de viaje, no podían saber que ella era una caníbal, se irían por el miedo o seguro se alejarían lentamente sin que ella se diera cuenta: eso le dañaría los sentimientos.
El libro seguía en mi poder, había un sinfín de conclusiones que saqué, de quien soy... como por ejemplo: Radamantis tiene células individuales, eso quiere decir que por más que lo ataques, nunca parará... algo parecido a un robot. Radamantis tenía un punto débil que ni siquiera los creadores saben que es, que en todas las misiones tampoco se habían dado cuenta. Soy el tercer caso de un caníbal que puede deformar su brazo: Primero fue un caníbal con su brazo verdoso, después fue don Carlos, ahora yo. Lu era la más rara, solo se conocían tres casos a lo largo de la historia... así que era la cuarta. Por eso se la llevaron, querían saber de qué se trataba.
Me hubiera gustado conocer a la madre o al padre de Lu en ese momento, pero cuando iba a su casa nadie estaba...
Algo se me estaba olvidando...
Claro, la chaqueta.
Era mi chaqueta favorita, tenía que ir por ella.
Durante una semana no ví el sol, solo la tv y escuchar música. En la casa había suficiente comida, cereales, galletas, huevos... Algo que pudiera merendar y llenarme: igual ni me hacía efecto nutritivo.
Ese callejón era mi lugar desde que era pequeño, cuando mis padres peleaban, yo iba y me tranquilizaba, desde pequeño escuché la misma música... se la enseñé a David y le gustó. Tal vez por eso sus padres decían que era una mala influencia. Tenían razón.
David, a veces lo extraño.
No me arrepiento de matar a uno de los míos.
Vaya el callejón tiene rastros de sangre...
¿Y la chaqueta? La bolsa estaba aquí ayer.
Una sombra.
La sombra se dirigía por la sombra del callejón hacia el interior.
— ¡Hey! — grité y la sombra se espantó — ¡Devuélveme la chaqueta! 
Era una chica, vaya pequeño problema... literal, le pongo 1.55m de estatura.
Algo sé y era veloz.
Esa chaqueta tenía su historia, tengo que recuperarla!...
Corrí hacia ella, lo único que me quedaba por hacer. Por mi suerte ella tropezó y cayó, pude recuperar la chaqueta. Me dio un poco de lastima por ella, así que traté de ayudarla a levantar. Ella no quiso aceptar mi ayuda. Estaba herida de la pierna, pero no era mucho. Ella solo estaba esperando a que yo me fuera para levantarse, estaba avergonzada. 
Decidí abandonar la escena, después de todo solo venía por lo que era mío. Algo ocurría tras de mi cuando tomé la curva del callejón, comenzó a brillar algo. Era la chica, tenía su mano sobre su herida y se estaba curando. Irradiaba una luz violeta. 
Una luz violeta.
Curándose.
¡ERA UNA CANIBAL! ¡CLARO!
— ¿Oye... ¡sabes que estás haciendo!?
— H-hump... perdón, pero estaba haciendo algo... — escondió su mano
— No puedes decir que debí tocar la puerta, porque no hay puerta — le dije y ella soltó una sonrisa, que raro, ese chiste sí que fue malo.
— E-emm... no debí... no sabía que era tuya... 
— Eso no importa, ¿quién eres?
— No puedo decírtelo...
La relación que estaba entre nosotros se podía notar, ella también se dio cuenta que era uno de los suyos.
— Tranquila, ¿Que tienes en el brazo?
— Emm... no es nada, puedo hacerlo desde pequeña...
— ¿Desde pequeña? ¡CHICA, ERES UNA JOYA! ¿Cómo te llamas?
— Soy... s-soy... — estaba nerviosa.
— ¿Si?
— Ese es el problema.
— No comprendo...
— No sé quién soy... apenas salí hoy de un orfanato donde me tenían desde bebé... me escapé porque solo tenía una amiga... la conocí igual que tú, pero la herida era ella y yo la curé... hace unos días ella fue adoptada y quedé sola, sin nadie... todos me molestan porque me la paso sentada en la roca en la parte de afuera del parque.
— Ah vale... ¿Te puedo decir Gabriella?
— Suena bien.
— Bien... ¿dices que no tienes donde quedarte? — le pregunté a la niña, le pongo 13 años, aunque ya era muy grande para decirle niña
— S-sí.
— Puedes quedarte en mi casa... con mucho gusto — le ofrecí — pero antes debemos ir a donde un amigo... se llama Carlos y sabe mucho de ti.
— G-gracias... ¿y tú eres? — preguntó ella, con más confianza
— Uy! Perdóname, te ofrecí mi casa y no me he presentado. Soy Juan José Silva, tu nuevo amigo... y compañero. Pronto entenderás.
— V-vale... — ella no dejaba su timidez.
— Pero primero... ¿no tienes algo de hambre?
— No... Acabo de comer — vaya chica, 13 años y comiendo... a su edad mi mamá todavía me traía de sus sobras.
Fuimos caminando hasta la casa de Don Carlos, donde estaba Daniel también... abrí la puerta y él ya estaba ahí.
— Don Carlos, le presento a Gabriella... o bueno, yo le digo así.
— Buenos días... ¿que sucede?
— Juan me trajo aquí porque me encontró... no sé demás.
— Puedes decirme Juanjo — le dije a Gabriella.
— V-vale.
— ¿Que pasa Juan?
— Gabi, enséñale — le dije a la chica para que le mostrara su mano al anciano.
Su mano se tornó cristal violeta, era más vivo que el de Lu, quien sabe.
— ¡VAYA! ¡ERES UNA JOYA!
— Ya me lo había dicho Juanjo... pero no entiendo por qué.
— Mira, cuando los primeros científicos... — Don Carlos la abrazó de los hombros con un solo brazo y la acompañó a sentarse en la sala de lectura, él le explicaría todo.
— Don... ¿ella se quedará aquí?
— No tengo problema, que se quede
— Una cosa más...
— ¿Si? — preguntó el anciano.
— Que no se la lleven — le dije Carlos y lo miré con un tono de odio, por lo de Lu.
— Esta vez no. Ya tienen a Lu, no necesitan a esta chica... — dudó — Gabriella, ¿cierto?
— Supongo — dijo la chica.
Me despedí de todos y abandoné la habitación. 
¿Será que mi equipo perfecto ya estaba armándose?

 
Cap. 12 | Sigla
Extraño a Lu.
Creo que se me notaba la tristeza.
Tanto, que ahora escuchaba PXNDX más de lo normal.
Me levantaba y no tenía apetito.
Hace varias semanas que no tengo apetito.
Alguien tocaba a la puerta: no sé quién es, ya no podía ser David, o mi mamá cuando se le olvidaban las llaves, o Lu porque puede que me venga a visitar.
Era Gabriella...
— Eres la persona más estúpida que conozco — dijo ella cuando yo abrí la puerta.
— Hola, creo.
— Buenos días, hoy será un día muy pero muuuuuuuy ocupado.
— Pues yo no tengo nada que hacer...
— Sí que sí, mira el desorden, tenemos que arreglar esta casa.
— ¿Y tú eres...?
— Don Carlos me dijo que te ayudara, al parecer te afectó mucho que esa chica se fuera.
— Lu, se llama Lu.
— Lu...?
— Lu... — es verdad, no me sabía su apellido: cuando se presentó ella dijo "Lu y ya" — eso no importa, además ¿arreglar qué?
— La casa.
— JAJAJAJAJAJÁ, pues buena suerte tú, yo iré al parque.
— No iremos al parque hasta que arregles tu casa.
— Bueno, "mamá"
Sin dudar, ella entro y empezó por el segundo piso, con la habitación de mi madre, no movió nada, solo pasó la escoba. Mientras yo arreglaba mi habitación... o bueno, lo que parecía tal cueva. Todo estaba usado, wacala, mejor a la basura, la ropa me sobra y además no uso tanta.
— ¿Basura? Esto va para los chicos del orfanato — dijo Gabriella.
— Emm... — seguí con lo mío. Ropa, basura, restos de cajas de la pizza que pedí las últimas semanas, las botellas de kola que me la pasé tomando con la pizza, los sobres de los... bueno, un resto.
— ¿Y abajo qué? ¿Se va a limpiar solo? — dijo Gabriella en su tono infantil, pero fuerte y también es muy tierna.
— QUIETA DOÑA SILVA — le dije, me estaba hartando, pero de una manera muy tierna.
La parte de abajo sí que estaba fea, bueno... ya no estaba la bolsa grande, solo decidimos quitar la puerta, pintar... también quitamos las gavetas de la cocina que estaban destruidas, mandamos a la mierda el comedor, aunque ya estuviera destruido. Esa noche con la bestia fue horrible, además de las muertes de los últimos días.
Esa sería mi misión en la vida: vengarlos a todos.
Tenía más mentalidad de vengarlos que de salvar al resto.
Tenía deseos de venganza.
Wow, pensando se me fue el tiempo ¿Ya se arregló todo? Sí... no estaba reluciente, pero tenía su toque limpio.
— Bueno, ya podemos ir al parque.
— Lo decía para evitarte — le dije a ella
— Entonces iremos al parque.
— ¿Perdón?
— Iremos al parque... — era posesiva y tenía autoridad, y como era tan pero taaaaan tierna, no se le podía decir que no.
— Bueno... vale, ¿porque no invitamos a Daniel? debe de estar aburrido también.
Tomamos el teléfono de mi casa: recibo no pago.
La vecina debe de tener un teléfono: no estaba.
— Aggh, vale, vamos hasta donde él, cerca hay un parque más grande que el de acá.
Media ciudad caminando, a Gabi se la veía demasiado feliz, estar lejos de sus amigos tal vez no le afectaba.
Espera, ella está aquí porque su única amiga la dejó.
Teníamos algo en común después de todo.
Media ciudad caminando y el sol me afectaba los ojos.
Gabi usaba anteojos, y eran opacos, entonces nada que hacer, ella si corría y saltaba por cada calle y por cada pequeño hueco en el pavimento de la ciudad.
Listo, la puerta chirriante estaba delante nuestro. Tocamos el timbre: esta vez no se me olvidó que el timbre existía.
— Hola chicos ¿necesitan a Carlos? — se refería a su propio padre por el nombre.
— No, venimos a buscarte, si quieres ir con nosotros...
— Ah... vale, creo... — tomó las llaves y gritó hacia la nada — ¡VUELVO AL RATO!
En realidad el parque no estaba demasiado lejos, solo a dos o tres calles. De una vez llegamos, estaba un poco vacío, para ser un parque tan grande, solo habían 3 chicos y con Gabi serían 4.
Ella saltaba y corría, tras las ruedas, subía por las rocas, se aburría e iba a el tobogán, después a la balanza, por último al columpio. Ella hacía ese recorrido una y otra vez, definitivamente le hacía falta jugar un poco.
— ¿Sabes? de pequeño nunca pude hacer esto... — dijo Daniel
— ¿Eh?
— Mis tíos me obligaban a estar en casa y estudiar algebra todo el día. Con suerte me dejaban en el PC y jugaba World of Warcraft. 
— Yo soy un Troll Monje
— Hablo enserio, además de que solo eran tíos, si hacía algo mal me golpeaban, no podré olvidar ese maltrato que tenían conmigo...
— Y curo rapidísimo — le dije, como desviando el tema y haciéndolo reír levemente. La risa de él se vio instruida por el grito de Gabi.
— ¡CHICOOOOOOOOOOOOOOOS!
— ¿Ahora qué?
Eran Gabi y estaba siendo atrapada por un ladrón, llevaba un pasamontañas de color negro, se denotaban las letras BMX.
— ¡Vamos! — sin más Daniel se dirigió a él
Justo ahí me di cuenta de que no era normal, mi sentido me estaba haciendo detectar algo peculiar. Como si fuera una madre que estaba por perder a su bebé.
Sin duda, era un caníbal el que la atacaba.
No dejé que escapara, aunque fuese día, saqué el brazo deformado y lo ataqué, salté y en el aire puse toda mi fuerza hacia lo pies, para caer rápidamente. Le hice una que otra fisura en la pierna, nada grave...
Devolvió el ataque, yo me protegí con mi brazo, él solo tenía como arma su mano normal.
Sacó un cuchillo, y me sacó una parte del cristal que irradiaba de mi extremidad...
Decidí atacar esta vez a su brazo, para poder ir directamente a su tórax, pero nada pasó. Creo que recibió una señal, tuvo que salir corriendo cojeando. Observó hacia atrás, como tratando de recordar mi rostro.
— ¿Estás bien? — le dijo Daniel, mientras tenía a Gabriella en los brazos.
— Supongo... menos mal estaban ahí... él me ha estado observando hace unos meses...
— ¿Entonces ya lo conoces? — le dije.
— También trató de adoptarme, pero tenía una corazonada que no me dejaba ir con él, y siempre rechazaba.
— Esto no es normal...
Aguarda, tenemos una pista, el gorro.
— El gorro, el gorro debe significar algo... — dije yo
— Por favor, solo es el nombre de un deporte extremo...
— ¿Y quién dice eso? era un caníbal, todo se puede saber de eso...
— Creo en Juanjo, tal vez signifique algo...
Pero yo no sabía nada...
…El que sabía era Don Carlos.

 
Cap. 12.5 | Encierro
Narra Lu
Encerrada en paredes blancas.
Después de lo que había pasado en casa de Don Carlos y lo que me ha dicho, no vuelvo a creer en nadie. Ni en mi padre, ni en mi madre... ellos ni siquiera me contaron que existía esta mierda de ser elegida o algo así.
Ellos entraban cada vez que querían, me sentaban en una silla y se ponían a hacerme muestras, una tras otra, me inyectaban para tranquilizarme y después me sacaban sangre...
No voy a olvidar lo que hizo el estúpido de Carlos y lo que trató de hacer Juanjo para que no me llevaran.
Juanjo... lo extraño...
Recuerdo que Carlos intentó dejarlo inconsciente, pero él no duró tanto... él despertó por mí, tal vez tarde, pero lo hizo... Recuerdo que los que me tienen encerrada le quitaron el brazo, literalmente, solo dañaron su deformación. Sabía que estaría bien, quiero que esté bien...
Esos que me trajeron hasta aquí vendada, con las manos amarradas... ¿Cuál era su función? 
¿Torturarme?
Si esa era, la cumplieron muy bien... había uno que estaba haciendo de las suyas... me sentaba en una silla obligada y cada 60 segundos me quitaba un dedo del pie... Cada vez que abrían la puerta deseaba que fuera alguien por una muestra... pero muchas veces era el con sus tijeras para arbustos.
Me quitaba 3 dedos al día.
Para no desmayarme me hacía contar hasta 60.
— U-un-uno.... d-d-dos... t-t-tr-tres...
Como latigazos.
No sabía si era de día o de noche, había ventanas polarizadas y no podía ver hacia el otro lado... Y la camisa de fuerza no me dejaba abrir la puerta que sin logro alguno sabía que estaba cerrada. Solo mi organismo con el poder del sueño me hacía ver que era día o que era noche... pero igual era muy dormilona, entonces no sabía si era tarde o mañana...
Algo sé y ellos ya se habían dado cuenta que acabo de despertar, sin demorar tocaron la puerta para abrirla, por los diez mil cerrojos que habían.
— Lu, hora del examen diario...
— No entiendo porque tantos exámenes si no estoy enferma...
— Solo por ser precavidos...
— No quiero, ¡NO QUIERO!
— No es que no quieras, es que te toca. — dijo el doc, con un tapabocas. Después entraron otros dos doctores con dos redes. 
Me atraparon, no hay de otra, toca dejarse hacer exámenes, si es así puede que me dejen ir rápido.
— AUCH! Doc, esta vez sí se rompió la vena, ¿cierto?
— Eso te pasa por estar de nerviosa... ahorita viene el Sec.
— ¡NO! — y le dirigí una patada hacia el pómulo, al parecer lo corté con una uña. — ¡QUIERO HABLAR CON MI MADRE!
— Hablarás con tú madre.
— ¡Y QUE SEA AHORA!
— ¡Te callas! — y me golpeó el pómulo a mi también — ¡Aquí no mandas tú, princesita! — Hizo una pausa y suspiró — ¡Pronto te irás y de nosotros no sabrás nada, entiende!
— ¡MI MADRE O CAUSO ESTRAGOS!
No alcanzó a decir más cuando abandonó la habitación y no podía decir nada.
Me siento sola aquí, es claro... como no estarlo.
Almenos tenía los recuerdos intactos.
— Hola ¿puedo pasar? — dijo una chica que aprovechó la puerta abierta para entrar
— Si te dijera que no ¿cómo te detendría?
— Sé por lo que estás pasando, pero no el dolor que sientes...
— ¿L-lo que me pasa? — ni siquiera yo sabía
— Sí, ¿no sabes?
— En realidad me trajeron de obligada...
— Mira, ¿ves ese brazo? sí tu derecho... espera, te soltaré.
— G-gracias... — la primera persona amable en este lugar... se le notaba algo triste por sus lagrimales llenos, puede que ella haya sido lo mismo... Por la ropa se puede decir que la señora trabajaba aquí, y hace rato, porque la tela estaba rasgada
— Tu brazo derecho... quiero que lo veas... transfórmalo...
— B-bueno... — y lo hice, como ella me dijo.
— Es lila ¿ves? Eso quiere decir que puedes curar a otras caníbales rápidamente... esa es la función de ustedes... curar.
— Dime algo que no sepa...
— Puedes morir.
— ¿¡QUE!?
— Hace más o menos 17 años, yo tenía una sobrina igual que tú, también era una con una cualidad como la tuya... el vicio de estos señores de aquí es demasiado, quieren hacer más personas como tú y así poder vencer a la bestia fácilmente... creen que teniendo a dos como tú en el mismo equipo pueden lograrlo y evitarlo para siempre...
— ¿Y tú sobrina?
— Por la cantidad de exámenes que le hicieron durante semanas y la tortura que le llevaban a ver la velocidad de curación, ella murió.
— Lo lamento mucho... pero, ¿entonces qué haces aquí?
— Se supone que cada 15 a 20 años traen a una chica como tú aquí para revisarla, y yo trabajaba aquí, como siempre. Trabajo aquí hace 20 años inspeccionando cada célula y aprendiendo de ustedes. Desde que ví a mi sobrina sufrir, dije que la siguiente que tuviera en mis manos... no sufriría como ella.
— G-gracias... supongo.
— Soltemos esta camisa de fuerza y... — el nudo sí que estaba duro de soltar, pero nada del otro mundo que no se pudiera solucionar — Ya está, ahora corramos.
— ¿Estas diciéndome que escapemos cuando ni siquiera sé dónde estoy?
— Sí, pero la diferencia es que... yo sí sé dónde estamos.
— ¿Y bien?
— Estamos en Alaska, a prácticamente medio continente de tu casa.
— ¿¡ALASKA DICES!?
— Ni para tanto, prácticamente en el polo.
— ¿Y porque no hay frío aquí?
— Vaya mente, es claro, el termostato maneja la temperatura aquí.
— Ah, claro... como no lo pensé.
— No dudes mucho, tranquila, por aquí.
— Vale
Corrimos durante mas o menos un minuto, cuando estábamos justo al frente de la salida por atrás del edificio. Si tanto duramos corriendo, solo por un pasillo, creo que el edificio puede ser muy grande.
— Cerrado — dijo preocupada la señora... espera, ¿señora? tengo que preguntarle su nombre — No hay de otra, toca por la otra salida de emergencia, en el sótano hay una.
— Vale, ¡rápido! — le dije, y mientras corríamos retomé la conversación — Perdona, ¿me dices tu nombre?
Ella paró inmediatamente y en tono serio y deslizando su mano por el bolsillo y llevándola hacia adelante como saludo de presentación dijo: — Mucho gusto, Gloria.
— Gloria ¿ah? Gracias por ayudarme a salir de aquí, pero no mucho tiempo debemos quedarnos paradas ¿no?
— Verdad, ¡rápido!
Corrimos hasta el sótano, era raro porque no había nadie en todo el camino, y ¿porque ha de haber? era el polo, nadie quiere estar acá.
— ¿Porque no hay nadie? — dije mientras corría, un poco fatigada
— El edificio es enorme, pero solo están como 5 personas, y están en su merienda diaria. El 90% de todo el edificio son laboratorios.
— Claro...
Al cruzar por una esquina del gran pasillo, nos topamos con el Sec. El Sec. era la persona que me torturaba, tenía un aspecto robusto y horrible, portaba siempre las tijeras para arbustos.
— Corre niña ¡CORRE!
— ¿Que pasará contigo?
— Conmigo nada, contigo todo ¡corre!
Salí de ahí en medio segundo, no podía soportar la idea de que Gloria se metiera en problemas, así que me escondí en la esquina a oír la conversación.
— Sec. Pensé que estabas... espera Sec ¿qué haces? ¡NO! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! — y sonó un disparo
El grito de Gloria impactó el lugar, sin duda alguna le había hecho daño
— Es la primera vez que te veo haciendo esto, la última también: por eso me aseguré de que no estuvieras viva para contarlo — la voz gruesa del Sec se dirigió a Gloria.
Esperé que los pasos se desvelaran para poder ayudar a Gloria.
— ¿¡Que te dije!? ¡LARGO!
— No sin ti, por favor, dime como te ayudo! — y observé la herida, era grave y estaba justo en el pecho, era un tiro matador.
— ¡ME AYUDAS LARGANDOTE DE AQUÍ! ¡TE MATARÁN!
— ¡HUIREMOS JUNTAS! — no le pregunté, al parecer ya había leído de esto en los libros de mi tío, solo tengo que deformar el brazo, acercarlo a la herida y... curará al instante
¿Qué pasa?
¿Porque no cura?
— Yo no soy como tú, y ella era mi sobrina, más no mi hija...
— Entonces no eres... — paré porque suspiró por última vez la señora
Gloria murió en mis brazos...
... mi heroína.
Otra vez los pasos venían del fondo del pasillo, y esta vez... venían por mí.

 
Cap. 13 | Doble problema
Gabi se alcanzó a raspar la rodilla cuando ocurrió el accidente...
— ¿No te duele?
— Para nada... — su brazo se tornó violeta, irradiaba una luz increíble y cegadora,  la pequeña hemorragia sanó en cinco segundos.
— Nunca había visto a alguien curarse... — le dije a Daniel
— Y no es nada del otro mundo... — respondió él
— Tenemos que ir a decirle esto a tu papá ¿no? — dijo ella
— Dudo que tengamos muchas pistas aquí... — dijo Daniel
— No he de dudar... ¡podemos seguirlo! — Gabriella respondió
— No inventes, ni siquiera sabemos a dónde fue. — le dije a Gabriella, podía ser infantil pero hasta ese límite dudaba que pudiera llegar.
— ¡QUE SI!, ¡SIGANME! — ella comenzó a correr por la calle a lo largo de ella, y no nos esperó, estaba segura que ella podía sola
— ¡ESPERA! — dijo Daniel y la siguió, ella era muy rápida,  la calle estaba sola.
— ¡NO ME JODAN! — dije y también los seguí.
La calle tenía las alcantarillas llenas de basura, con razón se podía denotar el olor fétido. Daniel también logró resbalarse con una bolsa ¡FUÉ ÉPICO! Ojalá hubiera podido tomarle una foto a la caída o un video, ¡FAMOSO AL INSTANTE! "Pendejo se cae" Titulo innovador, fijo 4 millones de visitas en 5 minutos.
— No fue nada, tranquilos — él dijo mintiendo para que Gabriella parara, pero no lo logró, el Ketchup hacia simular la sangre de su brazo.
— No te funcionó, JAH — le dije y le ayudé a levantar — ¡ALMENOS ESPERANOS! ¿NO? — grité a Gabriella que ya estaba a media calle de ventaja
Ella iba a voltear la calle cuando se detuvo a la mitad, a la vuelta del pasillo, sin dudar fue algo apocalíptico lo que vio, porque sin dudar dos veces ella salió corriendo hacia nuestra dirección. Otra vez eran caníbales, sin dudar habitaban este lugar desolado. Todos tenían camisas y gorras, hasta zapatos estampados con un logo que decía "BMX"
— ¡CHICOS....! — gritó Gabi
— ¡RÁPIDO! — dijimos los dos en coro, mientras ella venía. Alcanzó a caer, los que venían atrás de ella sin duda eran caníbales en busca. ¿Pero porque ella?
¿Acaso no era obvio?
Claro: morada, curación...
DAH.
— Levanta a Gabi... yo me encargo del resto — le dije mientras mi brazo entraba en deformación... Daniel no quiso pelear y quedó con Gabriella tras el bote de basura que estaba casi como a diez metros, se conformaron observando.
— Hora de... — mi brazo era rojo oscuro casi vinotinto, y tenía esta vez un concepto especial, por esta oportunidad una especie de humo negro salía de él.
¿Porqué...?
Igual... corrí hacia ellos.
No me podía confiar... primera patada por parte de la casa, caí y rodé por dos segundos.
—…MATAR! — terminando la oración que había comenzado.
El visitante tiene ahora la oportunidad, esquiva los objetos que los otros le lanzan, una y otra. Soy capaz de acercarme a uno de ellos y tomarlo por el cuello. No decido hablarle mucho ni él a mí, creo que ya era suficiente con que viera mis pupilas totalmente dilatadas, podía notarlo mediante sus ojos, que me servían de espejos.
Y me sirvieron mucho, atrás mío había otro, apunto de golpearme con una silla. Utilicé el cuerpo que tenía en mi poder para que le diera a él y no a mí. "AAAGH" fue la expresión de uno de ellos.
Uno más, ahora eran 3 los que me atacaban, no utilicé mucho el brazo, en realidad, quería divertirme. El tercero pudo alcanzarme a golpear la pierna, dejándome casi cojo. Pero eso no me detuvo: mientras se acercaba utilicé mi brazo como estaca... Retrocedió y una muy terrible hemorragia irradiaba de su estómago, pero no duró mucho, podía curarse...
¿Curarse?
¿Cómo es posible que un caníbal se cure y no haya nadie al lado suyo?
¿Un tipo de curación a distancia?
Ví a los alrededores, nada sobre el edificio ni en las ventanas, ¿Porque? , creó que me distraje un poco, ya que ellos aprovecharon para atacarme entre 3.
— No te metas con BMX — me dijo uno de ellos
Al parecer eran una organización.
Con su pie oprimieron mi cabeza, definitivamente este era mi punto, no debí dejarme llevar por la codicia al divertirme...
Solo me queda que...
Con todas mis fuerzas, con todas las que tenía, traté de que el brazo se levantara, pero no lo logré, lo tenían en forma de llave contra mí...
— No se metan... ¡CONMIGO! — me levanté con ayuda del otro brazo.
Se supone que la deformación afecta solo un brazo... porque los dos? 
No sirvió de nada, Daniel abandonó su escondite, dejo a Gabriella sola, pero protegida, estaba escondida entre una manta que estaba dentro del bote.
— ¡QUIETOS! — y traspasó su brazo dentro de uno de los que estaban ahí.
Yo, como era de esperar... — Déjame esto a mí... — le dije. El decidió volver lentamente a su lugar, con Gabriella, en cualquier momento podía volver otro y llevársela, como era el principio...
— Que comience su apocalipsis... — les dije a ambos...
Utilicé los dos brazos, mientras estaba en el suelo, uno de ellos se había conseguido un par de tubos largos y un poco delgados para empezarme a torturar, y los utilizaron de armas. 
Zas! el primer golpe, lo pude parar con mi brazo. Segundo golpe, directo al estómago, dos segundos tratando de recuperar el aliento, caí en una rodilla. Tercer golpe, nada que no pueda parar con el otro brazo. El contraria hacia fuerza hacia abajo, con mi otro brazo pude hacerle una gran fisura en el de él, para que soltara "el arma". Se alejó unos pasos el siguiente, pero por el dolor pude romperle la nuca, directo a la arteria mayor, muerte al instante.
Siguiente: nada que hacer con mayor esfuerzo, sorprendido estaba de ver mi condición. Se arrodilló y sin más pidió una muerte rápida con su actitud. Simplemente le di una patada, el volteó y le perdoné la vida.
— Y dile a tu líder, ¡que lo mataré también!
Corrió y al parecer tenía ya práctica, no resbaló con la alcantarilla ebria de agua.
— ¿¡QUE SUCEDE CON ESTA CIUDAD!? — gritó Gabriella al ver que el atacante alejó.
— Tenemos que contarle a tu papá — señalando a Daniel, sigo con los brazos deformados.
— Primero deja de apuntarme así — dijo él
— Ah, perdona — el control que le tenía a esto ya era sencillo, nada del otro mundo.
— Volvamos a casa Juanjo — dijeron los dos en coro.
— Vale, ¿tu papá estaba cuando nos fuimos?
— Como siempre leyendo y escribiendo en la biblioteca...
— Querrás decir sala de lectura — le dije a Daniel
— En realidad no, también hay biblioteca.
Era el colmo, casa por fuera se ve normal, solo muy pedigree, pero por dentro entonces es enorme.
Listo, volver a la casa, la calle solo tenía una mancha pequeña de sangre y un cadáver sucio, nada que el acueducto no pudiera lavar.
La puerta estaba abierta como siempre... llegamos rápido porque la casa estaba cerca.
— Primero tocar el timbre... — dijo Gabriella
— Pero si esta abiert...
— ¡TIMBRE! Don se puede preocupar...
— Pero es un canib...
— ¡SE PUEDE PREOCUPAR!
La levanté porque era demasiado baja para alcanzarlo, lo tocó un millar de veces, casi quema al pobre aparato.
— Carlos, algo acaba de pasar...
— Díganme
— Hay una organización de caníbales llamada BMX, pero no sabemos que significa... — dijo Gabriella
— Y se curan solos, ni siquiera tienen deformación, ¡ni se les ve el color morado! — dije yo
— Y Juanjo puede controlar los dos brazos — dijo Daniel.
 — Espera... — dijo don Carlos — repíteme lo de los brazos...

 
Cap. 14 | Llamadas a larga distancia
La puerta millonaria siempre estaba abierta, llegamos rápido a la casa porque simplemente estaba como a una cuadra o dos... 
— Primero tocar el timbre — dijo Gabriella
— Pero ya está abiert... — dije
— ¡DON CARLOS SE PUEDE PREOCUPAR! 
— Pero es un canib...
— ¡SE PUEDE PREOCUPAR! — y como era muy baja como para tocar el timbre, yo la levanté... pobre aparato, prácticamente estaba dañado de tantos usos en medio segundo.
— Carlos, algo acaba de pasar — dijo Daniel
— Díganme — respondiendo, don Carlos
— Hay una organización de caníbales llamada BMX, pero no sabemos que significa... — dijo Gabriella
— Y se curan solos, pero no tienen deformados los brazos ¡Ni siquiera se les nota el color morado! — casi gritando le dije
— Y Juanjo puede deformar los dos brazos... — terminó Daniel.
— Espera... repíteme lo de los brazos....
— Como oíste Carlos, puede deformar los dos
— Eso es imposible... — y sentándose con las manos en la cabeza don Carlos se puso a pensar
— Yo tampoco sé cómo logré hacer eso don...
— ¿Haz comido últimamente? 
— Hace unos días nada más
— ¿Nada extraño?
— Pues... — pensándolo bien, como que mejor no les decía
— Lo sabía... ¿no sentiste carne dura? — ¿que era él... ¿adivino?
— Algo así...
— ¿Pero no te la comiste toda verdad? 
— ¿Y que con eso? Yo puedo comer lo que quiera 
— Esto no agrada Juan, ¿Enserio? Todos los caníbales saben que no se pueden comer entre ellos!
— Pero ya qué, ahora tenemos esta habilidad, deberían hacer lo mismo... tal vez así podemos vencer más rápido a la bestia.
— Tú no entiendes ¿cierto? — preguntó Daniel
— ¿Entender qué?
— Comernos entre nosotros es lo mismo que beber cianuro, en pocas palabras...
— Entiendo... — dije yo, cabeza abajo 
— Juan... te envenenaste tú solo
— Ya qué, no lo sabía — dije sin quitar los ojos del suelo
— No te queda mucho... Juan
— ¿Cuánto exactamente don?
— Yo tampoco sé... ¡PERO COMO TIENES EL MALDITO LIBRO Y NO LO LEES!
— No busquemos culpables...
— Eso dicen todos siempre, Juan... — Gabriella tomó la conversación — Pero si algo sé, es que mi generación es la más poderosa que hay.... mírenme a mí, solo ojeé el libro del que hablan, y se supone que yo debí encontrar mis poderes dentro de dos años... solo tengo trece...
— Debe de tener razón... — dijo Daniel — eso significa que debemos buscar a los otros rápido
— Igual... — dije yo — están regados por todo el mundo...
— Sí pero tenemos una alternativa muy útil  
— ¿Cuál? — dijimos Gabriella, Carlos y yo en coro
— Vamos Carlos, tu generación, se supone que los conoces a todos... es más, hasta creo que conoces a la mamá de Gabriella...
— Mi mamá está muerta
— Bueno, almenos te tenemos a ti, necesitamos a los otros seis, y esos son hijos o nietos de los amigos de Carlos — dijo Daniel
— No había pensado en eso 
— ¿Qué esperas viejo? ¡Haz algo!
— De inmediato — abandonó la habitación y nos dejó a los 3.
En la sala de lectura habitaba el silencio, mi cabeza seguía mirando el suelo, el suelo estaba frío, debía ser por el aire o porque yo estaba con fiebre por la tensión que me brindaban tanto Daniel como Gabi, Daniel tratando de mirarme de reojo y Gabi con su silencio lo decía todo... además ¿Será que ahora confiaban en mi? Yo creo que ellos sabían que no se podía comer carne dura, pero yo no, hasta lo notaba un poco más apetitoso, pero no me atraía del todo, seguía prefiriendo la normal, por otro lado ya no me miraban de la misma manera, pensaban que en cualquier momento los podía atacar, ahora me veían como el malo de la historia. 
— Juanjo... ¿qué pasó con Lu?
— Verás ella...
— Se la llevaron y ya — dijo Daniel terminando mi oración
— No sabemos dónde está, pero apuesto que don Carlos sí — añadí información — El fue quien llamó a esos tipos para que se la llevaran
— ¿Cuáles tipos?
— Los mismos que hicieron el virus para volvernos así, pensé que el viejo ya te lo había dicho
— Sí, pero quería saber de Lu... si hubiera llegado yo primero... nadie estuviera sufriendo ¿Verdad?
— No digas eso, eres parte crucial de este invento
Sin embargo, ella no aceptó la presión y decidió irse a la habitación que el anciano le había dado para ella, hubiese sido el colmo no poder dársela, eran como diez mil habitaciones de las cuales solo habitaba cinco ó seis.
— Ni trates de seguirla, tiene que aprender de esto un poco más... — dijo Daniel
Yo no traté de hacer nada, Don Carlos estaba ocupado, Gabi molesta y Daniel ya había tomado un libro para leer, estaba incomodo, decidí volver a mi casa, tomé un taxi. El taxi más largo de mi vida.
Ví el reloj, para variar. Y me di cuenta que los relojes mienten... claro. No es lo mismo una hora sin ella, que una hora con ella.
La zozobra habitaba mis sentimientos y mi mente en tal momento de bajarme del taxi, en realidad, todos los sentimientos de intranquilidad e inquietud me estaban comiendo por dentro. Tenía una corazonada. De las mismas de cuando Lu se fue... o mejor dicho, se la llevaron.
La puerta limpia, entrar y no ver desorden, obra de las manos juiciosas de Gabi... todo lo que hicimos a la mañana... que terminó con un mediodía que podía tirar por el retrete.
No podía pensar más allá de la cuenta, solo hice que pasara el tiempo rápido con unas canciones: sin duda alguna Chelsea Grin, esperando una llamada, aunque supiera que nunca llamarían.  
Los pelos se me pusieron de punta, no sabía que decir ni que pensar, sentí a alguien, deforme ambos brazos y estaba listo para lo que ocurriera, ¿venía de la ventana? No, estaba cerrada, ¿Venía del closet? No... Debió ser mi imaginación, o tal vez la canción me hizo imaginarlo...
— Juanjo... — una voz tras de mí

 

 
Cap. 15 | Un segundo se convirtió en una hora
La canción estaba en tan alto volumen, que sentí la presencia de alguien, deformé ambos brazos, ya se me facilitaba pero como era nuevo, cansaba. Estaba listo para lo que ocurriera... ¿Venía de la ventana? Para nada, estaba cerrada... ¿Venía del closet? No, qué raro... fue la canción que me hizo imaginarlo...
— Juanjo... — una voz tras de mí, era cálida y acogedora, muy familiar. No me dejé llevar, por el sentimiento profundo de el miedo y la preocupación, mis ojos negros se volvieron otra vez, y brazo por poco toca a la chica que estaba, ahora, frente a mis ojos...
— Juanj... — y cayó, al parecer cansada, se le veía golpeada, era Lu... ¿Escapó o Llegó? No lo sé...
— No le hagas nada, debes de darle algo de tomar, se le pasará — Era un chico tras la puerta de mi habitación
— Y tú eres... 
— Eso no importa ahora, importa la chica... cuando despierte que ella misma te explique
 
El consejo del extraño me dio un poco más de confianza y, por suerte, había una botella de agua fría que siempre tengo en la habitación, era un misterio de porqué siempre se mantenía fría; ella bebió desde la botella sin ningún problema, al parecer solo estaba muy cansada...
— Juan... el chico, el extraño...
—  "Éso" no importa ahora...
—  ¿Perdón? —  decía él ofendido
— Lo que importa es que debemos llevarte con don Carlos...
— Solo estoy algo cansada Juan... — dijo ella —  Al que tienes que llevar es a él... tiene un poder extraordinario... lo conocí en donde me tenían encerrada
— ¿Te tenían encerrada? ¡COMO SE ATREVEN! 
— Déjame acostarme un rato aquí, da igual, hasta mis padres sabían que me iban a llevar, no me advirtieron y a esta hora deben estar en la playa divirtiéndose en sus vacaciones...
— Vale — y ella cayó dormida, yo la tenía entre brazos y la puse en la cama de forma delicada...
Ella era delicada y hermosa, aunque estuviese un poco golpeada, era única, irradiaba con luz propia. Su sonrisa llena mi alma y mi ser. Sonrisa que dibuja en mis labios una felicidad eterna y completa.
— Ya deja de verla y vámonos... —  dijo el chico que, desde hace unos minutos, estaba mirando la escena — ella dijo que había mucho que hacer...
— Primero dime quien eres... —  dije con mis brazos en la espalda, esperando cualquier movimiento inoportuno del contrario 
— Soy Raúl, vivía en México y mis padres tenían un alto rango en el gobierno...
— Pero si tú eres un caníbal... entonces...?
— Sí, mis padres gobiernan el país de esa manera, y no los han descubierto para nada. Tengo 19 años y descubrí que lo era porque mi abuelo lo fue, y mi padre no quiso entrar a tal batalla, pero ahora que él me ha dejado que me torturen por varios años... decidí venir a acompañarlos...
— ¿Dices que tienes 19...? Eres el mayor hasta ahora
— Digamos que algo así...
— La persona que nos está vigilando por ahora vive a media ciudad de aquí, primero lo llamaré diciéndole que estás aquí...
Él se sentó en una silla que estaba al lado de la cama, viendo a mi chica... sabía que no me podía confiar y fui rápido por el teléfono inalámbrico. Cuando volví, pude notar su preocupación, pero a la vez su misma sombra hacia denotar sus emociones... se le veía vacío y sin un propósito, como el resto del grupo... pero él, al parecer, no tenía ni idea de quien era.
Marqué el número... 63185**
— ¿Hola? Don Carlos... Lu está viva... ¿Escapar? ... como diga... ah, otra cosa: trajo a alguien... listo... ¿Llevar ropa?... ¿Para cuantos días?... ¿Vivir allí?.... Vale, como diga Sir. —  bromeando al final
— ¿Qué dijo? —  Lu, con sus pocos alientos
— Dijo que ahora viviríamos con él, en su casa, porque ya estamos la mitad, la otra mitad al parecer ya la tiene el gobierno... en unos días saldremos de viaje.
— ¿Salir de viaje? ¿ A dónde? —  dijo el Raúl
— No lo sé, preguntarle a él será... 
— ¡NO QUIERO IR ALLÍ OTRA VEZ! — Raúl, gritando —  ¡ES ENFERMO LO QUE HACEN, TE GOLPEAN HASTA MÁS NO PODER, Y LO PEOR ES QUE SE DIVIERTEN! — sus gritos llegaron al tope de descontrolarlo y poder ver su mano ya deformada, era verdosa pero más amarilla... la deformación le llegaba hasta el codo... vaya forma, nunca había visto eso así. La deformación de Daniel le llegaba hasta la mitad de ese. 
— Tranquilízate un poco — dijo Lu —  no volveremos allí ni obligados, esta vez Juanjo estará con nosotros... ¿cierto?
— S-sí — respondiendo a Lu — Tomaremos un taxi, para ahorrar tiempo, pero primero iremos a tu casa, Lu... recoger tu ropa y tus cosas, viviremos con don Carlos...
— ¿Y yo qué? No tengo nada desde hace como tres años... — Raúl, insistiendo
— Mi papá era muy moderno, puedes usar lo de él, es como de tu taya, en la habitación de al lado: la grande...
Raúl abandonó la habitación dejándonos a ambos: Lu y yo... solos.
— ¿Sabes?... estaba muy preocupado por ti... te extrañaba mucho... pequeña...
— Juan, yo... no dejé de pensar en ti tampoco... 
— No sé ni lo que siento por ti... — dije yo — pero si es algo, y lo siento así, creo que...
— Crees que...?
— No sé, estoy confundido, nunca lo había sentido...
— ¿Sabes? Yo tampoco...
— ¿Enserio...? — la duda nos afectaba a ambos, mis manos estaban recostadas en la cama, pero a la vez muy cerca de su estómago, mi rostro tocaba el aire que exhalaba en ese momento. 
—  Yo... yo — sin más ni menos, la tensión hizo que yo no pudiera hacer más ni más... la besé... fue intenso y romántico. Fueron cinco segundos convertidos en eternidad. Fue único y el único tan apasionado. Creo que desde ahora, no verla, me enferma.
—  Listo... ¿Ya podemos irnos? —  dijo Raúl, que por medio segundo observó el momento, otra vez.
— Deja tú, vámonos entonces... — Lu, diciéndolo un poco molesta.
Lu no podía sanarse ahora, estaba cansada. La llevé en brazos hasta que entramos al taxi, Raúl iba adelante y yo con Lu atrás.
Era completamente tierna.
Es completamente tierna.
Es bella hasta cuando duerme.
Las ganas desenfrenadas de arreglarle el flequillo cuando le molestaba la nariz.
Un pequeño beso en la frente.
— Juan... cuando venía para acá — balbuceado un poco — conseguí esto para ti... no es mucho, pero tiene todos mis sentimientos. — Sacó algo del bolsillo, que tenía en la larga toga blanca que usaba: al parecer con eso vestían en ese lugar horrendo, porque Raúl también usaba esas ropas, una manilla delgada hecha con hilos rojos. — ¿Has oído de los hilos rojos del destino? Yo también tengo la mía en mi tobillo, y por eso están en forma de manilla y todos juntos... porque desde hoy... no quiero que te separes de mí
— Te amo... pequeña... — dije yo, con una pequeña lagrima saliendo de la esquina de mi ojo, sin duda, muy emotivo encuentro me dio con sus palabras y sus suspiros repentinos por el cansancio.
Sonó una explosión.


 
Cap. 15.5 | 3 de Julio
El Sec. había vuelto, al parecer escuchó la voz.
No pude salvar a Gloria, que en el suelo seguía desangrando.
Yo tampoco podía hacer mucho, ya que ella no era una caníbal, solo se dedicaba a estudiarlos.
Una sombra al lado mío, era el Sec. Me tomó del cuello y me dijo: — Tomaste la decisión equivocada. — Sin duda alguna no estaba furioso, simplemente que el jefe, el Doc., si lo estaría. Me golpeó contra la pared repetidas veces, hasta que esta quedó manchada de sangre, y mucha. La escena que presencié mientras este me llevaba, fue horrible, sangre por todos lados, Gloria acostada en el suelo sin ningún tipo de señal de vida, y la pared llena de manchas de rojo vivo. Me llevó hasta la mitad del pasillo, donde había una puerta con un símbolo: "CAUTION". Las paredes estaban igualmente, pero oscuras y se podía sentir la humedad al máximo.
— ¡Sácame de aquí! — le gritaba al Sec, sin duda, estaba molesta y mis lágrimas llegaban a tocar el suelo.
— Primero planearé como dejar que sufras — dijo él — Sin duda será divertido — y cerró la puerta, con una risa de intermedio
¿Ahora qué voy a hacer?
Hay estacas en una parte de la habitación
¿¡Ah!?
¡ES UN CADAVER! ¡POBRE! 
Espera... moriré aquí....
El pobre estaba clavado por estacas, al parecer fueron insertadas para que no se movieran.
Me dejé caer de rodillas, este era mi final, estas podrían ser mis últimas palabras...
Agh, no puedo aguantar la rabia, podía irme pero decidí ayudar a alguien que, aunque lo merecía, no podía ayudar, y además ya me lo había advertido.
— ¿Tan rápido se rinde alguien con ese potencial? — Dijo alguien entre las sombras — No te asustes, siempre pasa.
— Yo solo quiero salir de aq... ¿¡QUE!? — abrí los ojos, limpié mis lágrimas y no alcancé a gritar... la velocidad del individuo que colgaba de las estacas en la pared era impresionante, se las quitó todas, las cuatro que tenía clavadas en los brazos y en las piernas, con fuerza, suficiente para dejarme callada, conveniente que me tapara la boca, para no evitar problemas 
— Callada eres mejor, ahora cúrame y salgamos de aquí.
— No puede ser... se supone que...
— En el camino te explicaré, ahora ¡RÁPIDO!
Deformé mi mano y curé al chico, salimos por la puerta que el mismo rompió con su fuerza, todavía no sabía de qué se trataba esto... pero si tenía la oportunidad de salir de aquí otra vez, no la podía desperdiciar. Cuando volví a pasar por ahí, yo no fui la única que vio la escena que dejó el Sec. a mitad del pasillo... también lo hizo él, pero este si se pudo llevar el cadáver a sus brazos. 
— Buen trabajo, Gloria — le susurró y corrió hacia afuera
Las sirenas del edificio empezaron a sonar y un sinfín de disparos surgió tras nosotros, el chico era rápido y alcanzó a esconderse tras un coche, que no podía tardar en convertirse en una bomba. Estaba unos metros tras él, sin duda esta organización ahora no nos quería ver vivos. 
— La dejaremos aquí y después nos iremos — dijo él
— Los disparos no nos dejarán seguir de esta manera... 
— Que negativa — transformó su mano en cristal amarillo verdoso — déjamelo a mí 
La precisión de su ojo era casi perfecta, logró dar al blanco en solo cinco segundos, sin duda alguna, era un caníbal, y era como lo decía Juanjo.
— Ahora si ¡CORRE! 
— ¡Sí! 
A medio kilómetro se podía ver una camioneta, él sin duda utilizó su ventaja, y rompió el vidrio delantero para poder entrar y sentarse a conducir, tirando el cadáver a un lado.  
Condujo por lo menos cinco minutos esperando una carretera o un lugar de ayuda, y rompió el silencio. —Ahora sí... ¿qué dudas tienes?
— Suenas como si lo supieras todo.
— Años allí no se consiguen solos
— Está bien... primero ¿quién eres?
— Soy Raúl, soy hijo de un gobernador en México, y uno de los diez
— Porque estabas allí, ¿por qué si no eres como yo?
— En realidad sí, pero mi papá me entregó porque yo no era como mi abuelo, color rojizo en la mano, y me llevaron. Las estacas estaban clavadas porque estaban experimentando contigo y conmigo a la vez, me inyectaban tu sangre y por eso no desfallecía.
— ¿Tan crueles son?
— No es el máximo.
— Debemos ir a decirle a don Carlos.
— ¿Ir hasta tu país? Ni loco, tenemos que ir directo a la central de entrenamiento
— ¿Qué quieres decir con eso?
— Tienes mucho que aprender todavía
— No me importa, tenemos que ir, no nos costará nada. 
— Primero iremos unos kilómetros más, conozco a alguien que nos venderá los boletos hacia Colombia, por ahora, solo queda esperar, aunque él es rápido.
Me quedé dormida las próximas dos o tres horas, mientras él llegaba al aeropuerto. Me levantó y me llevó de brazos, tuvimos que ir escondidos en el avión en donde guardan los equipajes, fue muy incómodo.
El viaje fue largo y muy silencioso, por lo menos 6 horas de vuelo en los que me la pasé mirando al techo, imaginándome cosas que me gustaría que me pasaran.
Por fin, debíamos ser sigilosos, para que nadie nos pudiera encontrar, a la salida del aeropuerto Olaya Herrera estaría el conocido de Raúl que nos podía llevar directo a la casa de Juanjo. El cansancio me invadía y casi no podía caminar. No teníamos ni un peso para poder comprar algo de beber. Dormí todo el trayecto, estaba muy cansada, solo podía observar el paisaje y sentir el aire en mi rostro, golpeando con fuerza.
Sin duda alguna, Juanjo estará muy feliz al verme otra vez, y yo estaría doblemente feliz.
Entramos a su casa, estaba abierta la puerta, nada raro para alguien tan despistado. Por suerte, él estaba allí, en su habitación:
— Juanjo... — No pude ni decirle un "Hola”, ya cuando llegué, me caí y no pude recuperar el conocimiento. 
El único rastro de suyo era el de sus brazos apoyados en mí, dándome un apretón.
— Tenemos que llevarlo con Don Carlos, tiene un poder increíble, lo conocí donde me tenían encerrada. 
No tenía alientos para decir nada más, el me acostó en su cama a que descansara.
Minutos eternos.
— ¿Sabes? estaba muy preocupado por tí... te extrañaba mucho, pequeña... — dijo Juanjo, apoyado en la cama con un brazo y podía sentir su aire en mi frente.
— Juan, yo... no dejé de pensar en ti tampoco
— Estoy tan confundido, no sé ni lo que siento por ti...
— ¿Sabes? Yo tampoco...Yo... — no pude terminar de hablarle, porque él me dio un beso, sin duda, uno de los más largos que me han dado. Era apasionado, era quiebra-almas. Tanto así, que no pude sostenerme más, y caí dormida.
Me levantó en sus brazos.
Al parecer estábamos subiendo en un taxi.
Era mi oportunidad. Mientras estaba distraída en el auto, había unos hilos rojos, decidí hacerle una pequeña manilla a él, y me hice una a mí.
— Juan... — balbuceé — sé que no es mucho, pero toma... ¿conoces los hilos rojos del destino? por eso están hechos manilla, porque no quiero que te separes de mí. Tengo una en mi tobillo, y tienen todos mis sentimientos
— Te amo, pequeña.... — la recibió y le salió una pequeña lagrima, de esas que no se sostienen por más que lo intentes.
No pudimos contener la emoción.
Tampoco el desespero, sonó una explosión, proveniente de la parte de atrás del taxi. 
El taxi volcó, dio una vuelta o dos.
Raúl y Juan estaban heridos, debía ayudarlos.
Pero estaba cansada, no podía hacer mucho.
El taxista seguía consciente y los ayudó.
¿De esto se trataba todo? Nosotros no somos buenos con los humanos normales... pero ellos sin dudar, ayudan a todos.
Paradigma mental atrapaba mi mente.
Pero de igual manera... solo somos un experimento fallido ¿No? Teníamos una misión y no se nos daba el tiempo de poder disfrutar lo que en verdad queríamos, como los normales.
El taxista me ayudó a meterlos en otro taxi, a unos metros al frente, llevando heridos.
Solo éramos los tres
— Por favor, siga mis indicaciones, llévenos a... cinco cuadras adelante, por favor
— Ustedes están muy graves, vayamos al hospital
— ¡Usted no intervenga! — le dije al taxista — ¡Lléveme a donde le digo, por favor! 
Cinco cuadras adelante, y dos a la derecha. Casa de Don Carlos.
Daniel salió preocupado
— ¿¡Que pasó!?
— Solo fue un accidente, nada grave
Daniel ayudó a Raúl a caminar, por suerte ambos todavía tenían un poco de conocimiento, yo ayudé a Juan. 
Los dos en una habitación, decidí dormir en la de al lado, estaba decorada de una manera muy dulce, era algo morado y con muchos muñequitos, era para una niña... qué raro ¿Don Carlos tenía hijas?
Solo pude dormir unos segundos, cuando el grito me levantó
— ¿¡COMO ASI QUE SOLO SOMOS NUEVE!?

 

 
Cap. 16 | Parcial, pero exhaustivo
— ¿¡COMO ASI QUE SOLO SOMOS NUEVE!? — Gritó Gabriella, preocupada.
— No es muy seguro, pero aquí estamos cinco, y allá solo hay cuatro, eso quiere decir que hay uno que no ha descubierto su potencial... Y al parecer no conozco al quinto — dijo don Carlos — ¿Cuál es tu nombre?
— Soy Raúl y tengo 19 años, señor
— ¿¡DIECINUEVE!? ¡ESTO ES MALO, MUY MALO!
— No entiendo ¿Más malas noticias?
— Dime qué edad tienes, Juan...¿Dieciséis cierto? y se suponía que eras el mayor. Y si fueses el mayor, quiere decir que faltaban nueve años para la fuga de Radamantis.
Mis ojos se abrieron del asombro. Todo estaba claro: Radamantis ya llevaba cuatro años en la tierra, no uno. También quiere decir que fue causante de los estragos en otros países, y este podía ser uno de los últimos.
— Eso quiere decir que... — supuso Daniel
— Solo nos restan seis años en realidad...
— Y no estamos seguros si el restante es muy pequeño o es muy grande — se percató Gabriella
— Tiene razón — dijo Lu, que estaba durmiendo pero, por el ruido, se debió levantar, estaba oyendo todo desde el comienzo — Lo que debemos hacer es ir a donde los otros cuatro y empezar lo que debieron hacer desde que me fui.
Se le notaba muy seria, sin duda alguna, el viaje la había cambiado mucho, el descansar ya le había puesto una meta en su mente, después del cansancio. 
No tuvimos de otra, teníamos que acceder, no teníamos mucho tiempo.
— Y sin duda, el entrenamiento es muy largo, como un año o dos...
— ¿¡Qué!?
— Sí, tienen que hacerles exámenes sin fin, entrenar en batalla, simulacros, sin duda alguna, algo que los cansará mucho y los dejará sin aliento. Deberán elegir un capitán en el campo, todo tendrá que ser muy exacto en realidad.
La batalla estaba cerca.
Yo estaba muy nervioso, pero a la vez no tenía de nada de qué preocuparme.
El equipo que planeé que sería el mejor, estaba  prácticamente completo.
Solo espero que allá haya otro como Daniel y yo, y otros tres como Raúl.
Así sí que sería fácil.
En realidad, solo nos quedaban seis años de diez ¿Que podría salir mal?
Si están las chicas, podemos lograrlo e intentarlo varias veces.
Pan comido.
Pero al mismo tiempo, al finalizar y ya tener todo visto de que nos iríamos, sin duda que sería difícil, ya que sabía que moriría, tal vez no hoy ni durante la batalla... pero comí un caníbal y puede que sea "mi castigo"
Debía morir.
— Hablamos mañana, tengo un poco de sueño — Les dije a los asistentes.
— Espera Juan, iré contigo hoy... — dijo Lu, sin duda me vendría bien su compañía.
Si algo fue lo que me dañó, fue la falta y la ausencia de Lu, me enfermaba... Ya se ha convertido en parte crucial de mi salud.
Esperé a que ella se cambiara, sin duda, se había preparado mucho para el reencuentro, aunque yo solo quisiera dormir un rato. Se me quitaba al verla, era una estrella sin duda.
Salimos por la gran puerta y sin más dijo: — Deja los nervios Juanjo... vayamos a dar una vuelta — lo mismo que dijo el día que le robé el beso hace más o menos tres meses.
¿Que se podía decir? ¿Éramos pareja? Ni yo lo sabía, tampoco se lo había pedido, ella tampoco. Pero teníamos la conexión, sin pensarlo.
Como ella lo decía, el hilo rojo del destino.
La tarde, admito estaba un poco gris, como me gustaba, pero no como que gustaría que estuviera con ella.
Ninguna vuelta, fuimos directo a mi casa.
— ¿A dónde vamos? — dijo Lu.
— A mi casa, estoy un poco cansado, puedes quedarte ¿No? Después de todo tus padres no están.
— Sí, pero debí traer pijama, ¿no crees?
— Ni yo uso pijama, pequeña
— ¿Pequeña? ¿Te burlas de mi estatura? — Y se puso en puntas con una mirada retadora, pero infantil. Era gracioso y muy pero muuuuuy  tierno. No pude aguantar la ternura de su mirada así que la puse en mi espalda, como una bebé.
— Pensé que estabas cansado — dijo ella
— Pero quiero dormir y ya 
Entre risas y risas llegamos a mi casa.
— Una puerta pequeña para una chica pequeña — y le cedí el paso
— Algún día me vengaré de esto, usaré tacones y me burlaré de ti — dijo ella mirando hacia otro lado, como indiferente, pero burlona.
Subimos a la habitación que antes ocupaba mi mamá, era una cama doble y un tv enorme en la pared. 
— ¿Y dónde dormiré yo? — dijo ella
— ¿Al lado mío?
— Almenos dame algo que ponerme para dormir...
— Vamos a ver... — busqué en el closet — ¿Qué te parece esto? — era un buso que usé cuando iba en octavo grado, a su medida.
— Creo que estará bien... iré a cambiarme...
— Es solo un buso, podré voltearme...
— ¡PERO NO MIRES!
Si me descubría, seguro se iría, mejor le hago caso.
— ¡LISTO! — Se levantó en la cama, de pie, sobre mi... — ¡CABUM! — y... me sacó el aire de un golpe de ternura.
Estiré mi brazo para que lo usara de almohada.
Me abstuve de prender la TV.
— ¿Estás listo para irte mañana... Juan?
— En realidad.... tengo miedo.
— Eres el más fuerte que conozco de nosotros... ¿ya te vas a rendir?
— No es eso... es que... — mis palabras no pudieron salir, si le digo que comí un caníbal... seguro que también se iría. Tengo que esperar lo peor... y ya. — Ya sabes, una bestia enorme tratando de matarnos... — mentí
— Tranquilo amor, nada que no se pueda lograr juntos...
¿Amor?
La cerecita sobre el pastel. Ya estoy feliz…
Mis nervios se fueron.
Ya estoy tranquilo.
Ya estoy preparado.
 
 
 
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Foto del autor Diego Andres Poveda González
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Descripción

Algo que escribí cuando tenía 14 años XD

Palabras Clave: diego sthllam alighieri rafaga de suspiros

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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Diego Poveda

Ráfaga de Suspiros es un libro que escribí durante mi adolescencia, no sé como catalogar esta historia. Tiene aires toscos, escenas explícitas que jamás una editorial publicaría y una historia de amor que es el verdadero hilo conductor de la historia. Cualquiera que vea esto como una historia de héroe, la leyó mal.
Yo veo este escrito como el primer pancake que cociné: me dí cuenta que usé mucha mantequilla, me faltó harina y me quedó muy húmedo porque no supe cuanta leche se tenía que poner en la mezcla. Me ayudó a madurar literariamente. Así como el primer pancake es probablemente el peor que haremos en sabor y forma, pienso que este escrito lo es, dando paso a mejores intentos en el futuro.
Pero solo es eso.
Responder
May 28, 2022
 

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