Una isla desierta, un lugar remoto en algún punto del universo, ese deseo de paz y tranquilidad pero sobre todo esa ansia de escapar, de sentir el viento y los rayos de sol, de correr por un prado y de estar en plenitud contigo mismo.
La falta de autoestima que siento, de amor por mi me agrava, me consume.
Veo la plena felicidad de una manera translúcida y lejana. Todo lo que la vida nos ha regalado y hemos podido disfrutar de una manera tan desnuda, tan plena; nos lo quita.
Que pasa cuándo todo por lo que hemos dado la vida se marchita, se desestructura? Donde había un amor tan sincero, tan virgen solo queda el recuerdo de lo fue.
Me siento vacía por dentro, me consume la idea de la soledad, del recuerdo de cada momento en el que me sentía plena.
Los seres humanos somos los mayores sufridores de este mundo en el que nos han dejado. Todo el dote que nos han proporcionado a nivel emocional nos deshace como nos recompone; vivimos en un balancín emocional constante que juega con nosotros como si fueramos un rompecabezas.
Como poder explicar ese sentimiento de rotura? De la incapacidad de recomponer lo que he sido.
Ansío conocer ese sentimiento de plenitud, de libertad y de una paz interior pura y sincera que me empape de sabiduría y de seguridad ante la gran adversidad que es el despertar de cada día.