A la tristeza que atraviesa el mundo entero, este 30 de septiembre se sumó el viaje de ida hacia el infinito del gran historietista argentino Joaquín Lavado, "Quino". 
El mundo entero llora su partida, y como argentina, sostengo que no pudimos despedirlo como debía ser. La cuarentena eterna en la que estamos inmersos, no nos dejó lugar para desfilar por todo el país entero, despidiéndolo como él se lo merece.
Y es que Quino y Mafalda han sido - y son - parte de nuestra vida entera. No mentiría si dijera que su muerte me dolió mucho más que la de muchos conocidos, lo cierto es que sentí que con él también se iba Mafalda... aquella jovencita tan astuta que nos acompañó y abrió los ojos a miles de niños, adolescentes, adultos...
Quino tenía la facilidad de transmitirnos todo su ideal a través de esta niña, a quien él le daba vida, familia, educación, amor... Se puede decir también que "Mafi", como me gusta decirle, es la niña perfecta, querida, inteligente, buena, extraordinaria, que todos alguna vez soñamos ser. Y también que su creador pudo adoptarla y darle las mejores herramientas para "sobrevivir" a lo largo de estos años en un mundo de censura... y luego de plagios.
Mafalda es un ícono, un personaje que muchos creemos persona, porque detrás de ellos siempre existe una persona. En Mafalda veo la eterna niñez de Quino, y me emociono cada vez que veo una foto de él acariciando una estatua de ella, de la misma manera en la que un padre o una madre puede hacerle saber a sus hijos cuánto los aman. 
Hoy fue un día triste, pero mantener a mi querida Mafi con vida, será una forma de agradecerle a Quino lo mucho que nos quiso, porque no cualquiera nos regala su patrimonio de lujo. 
Mi compromiso de ahora en más será, compartir a mis futuras generaciones, las mil y un historietas de este gran prócer. 
Hasta siempre, querido Quino...