Al despertar crujio 
el ruido lo ensordecío,
el amanecer no existe
tampoco existe la noche.
 
Solo hay obscuridad 
en el profundo rincón, 
a escondidas respiran tranquilidad
en los pasillos no hay libertad.
 
Libertad perdida,
libertad encadenada,
Gracias, de nada, 
palabras desorientadas.
 
El señor juez aguarda 
y sigue juzgando,
resguarda la entrada
un siglo tras otro, año tras año. 
 
Recorre el inmenso mar 
aturde la riqueza externa, 
duerme el rencor, odia el amor, 
arde la fragua interna. 
 
Enciende el fuego 
que forja al arma, 
destruye el karma 
el silencio grita al alba.
 
Es aquí donde muere 
donde el sueño perece, 
el arma te destruye 
alimentada por la matanza. 
 
En la superficie 
hay un aquelarre, 
de brujas y fantasmas 
danzan al fuego, besan la esfinge. 
 
Nada esta perdido 
y el amor en el olvido, 
se detiene el tiempo 
se sacude el polvo. 
 
Limpia una y otra vez 
bailan en las cenizas, 
recogen los hechizos 
amanecio por primera vez.
 
El abismo sigue ahí 
esperando el nuevo día, 
donde la fantasía 
no sea una realidad. 
 
Los pasillos llenos de gente 
no hay porque esconderte, 
solo divertirse, hasta que reviente 
la nueva vertiente.