LAS CABEZAS BLANCAS EN LOS CASINOS
Publicado en Jun 20, 2019
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Para empezar, quiero decirles que soy un jugador ocasional, no sufro de ludopatía y puedo retirarme de cualquier juego en el momento que lo desee. Hago esta aclaración porque los ludópatas, o jugadores adictos, son enfermos (lo dice la OMS) de una obsesión que los impulsa a seguir jugando hasta acabar con todo el dinero que llevan en sus bolsillos o carteras y, en algunos casos salir a buscar más para seguir perdiendo. Según los psicólogos especialistas en comportamiento humano esta clase de enfermos no juega para distraerse o ganar, para nada, juegan para perder,
Dirán algunos que eso no es cierto, pero a mi me consta que sí, lo digo como testigo directo que ha visto perder cantidades alarmantes y ver al jugador llorando pedir que le cuiden la máquina mientras salen a buscar más dinero… y regresan a seguir perdiendo. Y, ¿es que nadie gana?, por supuesto que sí, los dueños de los casinos y los que cobran premios y se retiran, como yo.
Quiero aclarar que hablo de los casinos populares, esos que abundan en todas las ciudades y pueblos y funcionan con las llamadas “maquinitas” que, en lejanos tiempos recibieron el nombre de tragaperras en USA, de donde son originarias y que consisten en un tablero donde giran unas figuras que deben alinearse para dar premio. Antes solo venían con tres columnas, números y algunos dibujos como campanas, cerezas y corazones, ahora traen hasta diez columnas y cada vez son más vistosas, pero siguen el mismo patrón, deben alinearse varias figuras iguales.
 
 
En estos casinos la máquina más conocida es la ruleta, pero en algunos hay Black Jack donde se juega con una baraja y el tallador siempre es el mismo; croupier que llaman. Claro que se puede jugar Póker en maquinitas diseñadas para eso; no me gustan, prefiero las que llamo de muñequitos, que igual tienen como función desplumar incautos. Ustedes me preguntarán “¿y, ¿dónde aparecen las cabezas blancas?”, ya les contesto.
Así como los niños y los jóvenes han caído en la trampa de los juegos electrónicos, algunos venerables ancianos han sido atrapados por los casinos con las famosas maquinitas. Cualquiera lo puede comprobar cualquier día si se asoma a uno de los innumerables casinos que abundan ahora por todas partes y verá que, por lo menos, el cincuenta por ciento de los jugadores son adultos de la tercera edad, con sus cabezas blancas, algunos con el bastón al lado y, no se asombren, también los hay en silla de ruedas llevados por una persona más joven a dejar dinero en estas máquinas que de vez en cuando devuelven algo, como ya les comenté, pero que los jugadores empedernidos vuelven a jugar hasta quedar sin cinco.
Lo más triste del caso es que estos venerables ancianos (de ambos sexos, porque a veces son más las mujeres mayores en los casinos que los varones) abundan en cantidad los días de pago de sus pensiones y con frecuencia tienen que llamar algún familiar a que se los lleve para la casa. Y otras que me entristecen son las amas de casa con su bolsa para el mandado y los recibos de agua y luz que se sientan a probar la suerte y van sacando de la cartera billete tras billete para meter al aparato fatídico que, tal vez, les multiplique su dinerito… de pronto, se sueltan a llorar porque se gastaron todo lo del mercado y los servicios y no saben como responder al marido. Triste pero cierto.
Edgar Tarazona
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Foto del autor Edgar Tarazona Angel
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Descripción

Los casinos se convirtieron en un refugio de pensionados y ancianos solitarios

Palabras Clave: casinos juego jugadores apuestas ruleta maquinitas ancianos tercera edad

Categoría: Artculos

Subcategoría: Actualidad



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