08 de diciembre, 2018
Yo solo quería enredar mis brazos en tu alma.
Entraste a mi vida de forma abrupta, de día domingo a lunes cansado. Y quise contener la sonrisa que me pestañeaba el alma, pero esos ojos latentes de anhelo me fueron sumergiendo en un sueño del que fue difícil despertar.
Ay Arturo, cuando te conocí, el huracán de tu mirada arrasó con cada uno de mis latidos, me fue quemando desde dentro. Y mi vida se encontraba como agua calma, pero cada gota se fue reuniendo y pavimentando el camino de tu llegada. Así fue como todas mis caricias te pertenecieron y te trajeron hasta mí.
Parecía que toda la naturaleza fue conspirando, hoja por hoja, de flor en flor, atesorando el tiempo necesario para bendecir nuestro encuentro. Y estoy entrelazaó a tu persona. Ahora solo me queda pedirte una oportunidad para vertir todos mis deseos en un solo beso que nos lance al cielo en un parpadeo. Solo di que sí.
Con cada mirada, coqueteo y palabra, fuiste indicando el camino de tus labios pa’ estrellarse con los míos, y fue todo lo que deseaba con el tamborileo de mi corazón. Quisiera verte más cerquita, que te pierdas en mí y sientas el calor de mis labios proclamando tu nombre.