EL NUEVO E INOCENTE ZAR
Publicado en Oct 19, 2018
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EL NUEVO  E INOCENTE  ZAR
Era el jefe de mis amigos, en la escuela siempre me hacían caso, y cuando hablaba todos obedecían, según mi madre como a los Zares de la Rusia olvidada, pues tenía el nombre de uno de ellos “Ivan”, con el que demostraba gran arrogancia, sin saber que era adoptado, y que quizás mi sangre llevase algo de esa saga. Crecía con fuerza, cogiendo altura para sobresalir en las peleas, o  solo para coger  la apariencia que en esta vida es tan necesaria. Y cuando cumplí  los veinte, cuando ya no estaba protegido por el delantal de la madre que a todos los grandes guarda, decidí salir a la calle, con nada más que mis botas atadas. Rápidamente me hice un  nombre, porque como buen comerciante, me convertí en un honrado usurero, al que todos confiaban para pedir  dinero cuando lo necesitasen. Solo me faltaron cinco años para tener una pequeña fortuna que añadir a mi nombre, y ya lo tenía todo, hasta un buen porte. Fue entonces cuando conocí a Inés, una mujer joven, con la que decidí que me casaría pues era hora de dejar huella en este Mundo, que yo me encontré sin querer y sin azotes. Un soleado día, me puse la ropa más elegante que tenía, pues Inés era  rica, también con buen  nombre, y mi astucia me decía que debía aparentar hasta en el trote. Caminé por el bosque, por el que a nuestras Aldeas dividía, y hacía romántico el casual encuentro, en el que ella sonreía, creo que esperando que me acercase. Pasado  tres meses, los que correctamente llevaba guardando,  decidí que sería el último paseo para empezar la vida que a todos nos espera, pues era una ley no escrita, pero se cumplía, sin saber cuál era la reprimenda si se objetase. Como cada tarde atravesé el bosque, y  tras un arbusto  apareció ella, con solo un camisón,  abordándome casi en la noche. Hicimos el amor sin haber hablado, después  se marchó con la ropa en la mano, sonriendo y a la vez acechando. El Zar estaba confuso, no era su plan,  le había desorientado. Mientras me sobreponía al sobresalto, surgieron de la maleza unos soldados buscando a un fugitivo que había robado. Yo llevaba dinero, pues quería que su familia se sintiera segura de que si se venía conmigo: no trabajaría hasta las doce. Entonces me capturaron, por presunto culpable, sin ni siquiera haber robado ni un broche. Me llevaron a la trena, aún descalzo, pues lo único que importaba era mi bolsa del dinero, la que jamás podría volver a utilizar, aunque fuera de mi propiedad y fruto de mis labores. Inés vino a escondidas, y yo allí dentro me sentía debilitado, no parecía un Zar, ni un ser admirado, pero rápidamente me advirtió con una voz dulce que me liberaría, porque su padre tenía poder  hasta en esos rincones. Con una llave maestra me sacó de la cárcel, aunque mi honra ya estuviera dañada, y más mi añorado futuro estable. Me llevó de nuevo al bosque, allí  me  soltó como a los animales que salvas en una abundante caza, que dan pena sin reproches. Esperé  a la madrugada, escondido porque la VIDA  me había jugado una mala pasada, y debía empezar una NUEVA, una inesperada, porque es lo que pasa en ella, una errónea  situación y el pasado se transforma en nada, donde ya no importa lo que hubieras hecho antes, ni tu sangre, ni tu ropa, ni tu raza; si estas donde no debieras:  TODO CAMBIA!!!
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Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
Textos Publicados: 60
Miembro desde: Nov 23, 2012
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Descripción

Breve relato sobre el inicio de un joven en la vida, que lleva un mensaje

Palabras Clave: zar

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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