Básicos y Clásicos
Publicado en Jan 29, 2018
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Me despierto por la mañana, me visto en media hora porque a las siete de la mañana a mi no se me puede pedir mucho, voy a desayunar una magdalena o puede que un trozo del bizcocho que quedó ayer. Mi madre vuelve a pelear con mi hermano por la ropa de los cojones, el crío tiene catorce años pero no sabe que ponerse en el invierno para no acabar con una hipotermia. Ya aprenderá.
Yo me pongo mi cazadora de cuero negro rota por el bolsillo derecho, me pongo mi bufanda anudada al cuello como un señor de sesenta años. Me pongo los cascos, cojo las llaves, me despido de mi madre, meto prisa a mi hermano, el dice que llega, yo sé que no.
Salgo a la calle con un frío de cojones con los cascos y Freddie Mercury en el reproductor del móvil, miro si tengo algún whatsapp, pero hace ya mucho que eso no pasa. Cruzo una calle, mirando que no hayan coches, miro el reloj y me doy más prisa, no porque quiera llegar al bachillerato antes, es porque me da vergüenza llegar tarde y que todos los payasos de mi clase me miren como si fuera la reina Sofía, o un fantasma. Ojalá fuera eso último, aunque a veces me sienta como uno.
Llego a tiempo a clase y me meto rápido en el aula. Corro las cortinas, porque al sentarme la última, siempre me toca hacerlo, no por nada, sino porque me gusta mirar por la ventana y si no lo hago, luego me molesta hacerlo. Comienza a llegar gente y en mi cabeza solo hay dos pensamientos. Contradictorios. Uno quiere que el profesor no haya llegado, el otro reza porque no pierda más clase. No porque aprecie al profesor o algo así, si no porque ya hemos tenido demasiadas vagas, y vamos muy atrasados.
Llega mi compañera y se sienta a mi lado, a ella le da igual llegar tarde. Dependiendo del profesor que toque, dará clase o nos dejará a nuestra cuenta. Si da clase, siempre hay gente hablando, porque van demasiado sobrados para aprobar. Todos sabemos que no es así, pero no diremos nada, es su problema. Si nos deja por nuestra cuenta, todos nos pondremos nuestros cascos para no escuchar, ni la realidad ni nuestros pensamientos, yo creo que es porque nadie tiene la consciencia tranquila, y no queremos escucharla. Somos todos unos cabrones, excepto dos personas, y lo sabemos.
El chico delante de mí se gira y me comienza a habar, me quito los cascos, le pido que repita y me río de lo que dice, tiene unos ojazos, pero no lo reconoceré jamás. Él es una de las personas que no son unas hijas de puta de mi clase, la otra persona se sienta delante, no es que no sea una cabrona, que no lo sé, la conozco pero no tanto. Es que no tiene tiempo. Siempre está estudiando.
Al lado suyo se sienta una de las personas que yo considero más cabronas y falsas de este mundo, y eso que a mi me cuesta decir que alguien es falso. Para mí algo falso es algo malo, de los chinos. Pero esa chica es una zorra, a nadie le cae bien, creo que estamos en la misma situación, pero por diferentes motivos. Se las da de sabihonda, pero es estúpida.
Los tres chicos de al lado mío se ríen, los tres estúpidos, tres cabritos, hay uno que se salva, curiosamente es el ex de mi amiga. Los otros dos son estúpidos, que curioso que el rubio sea el más estúpido.
Se acaban mis clases comunes y me voy a griego, o latín, que mas da en las dos haré lo mismo, nada. Leeré algo de cultura del libro y que le den. La profe es estúpida, en griego hay una chica que se llama como yo que es una zorra falsa y dramática. En latín hay dos más, esas son especialmente idiotas.
Saco los caramelos de mi chaqueta que me tienen adicta.  Son difíciles de encontrar, y caros. Se acaban las clases y me voy, me bajo con mi compañera, que folló ayer y tiene agujetas. No me engaño, estoy celosa, yo también quiero follar.
Llego a mi casa, esquivo a mi madre, apago el trasto para barrer, cojo a mi gato y me meto en mi habitación. Suelto mi mochila con asco, prácticamente, me deshago de mi cazadora y dejo los cascos en la mesa, siempre en el mismo sitio. Llega mi hermano, mi madre nos llama a comer.
Comemos algo supuestamente nutricional mientras vemos el telenoticias y nos cabreamos por la basura de sociedad en la que nos ha tocado vivir. Llega el fútbol y a mí la sociedad me da más asco.  
  Me voy a mi habitación otra vez, y tengo bastante claro que no pienso salir de ella. En el fondo sé que si saldré, tengo que ir a una academia de repaso. Ya me llevará mi madre. O no, depende de cómo la pille. Vuelvo a mirar el  móvil, específicamente el whatsapp, pero hace mucho que nadie está al otro lado de ese chat.
Pongo la música sin los cascos y canto un poco. No canto nada bien, pero me gusta, mi madre dice que se me da bien llevar el ritmo, a mi me gusta bailar, por eso. Que pena que ya no lo haga. Algún día volveré a intentarlo.
Me fascina mi gato, es atigrado y naranja, tiene los ojos verdes y está gordo. Pero es más inteligente que el resto de gatos, sabe utilizar el espejo como retrovisor, y se aprovecha de quien puede para tumbarse encima de la gente. Creo que la gente tiene telepatía con sus mascotas. No estoy diciendo que yo si la tenga, que es justo lo que pienso. Digo que los animales tienen esa forma de mirarte que dice: Sé lo que estás pensando y sé que tu sabes lo que yo pienso, o al menos lo intentas. También creo que los gatos ven fantasmas, pero eso es otra historia.
Mi hermano se va a entrenar, y mi madre a andar. Antes tenía compañía en este momento, pero se fue a la mierda. Da igual, me gusta estar con mi gato, y con la música. Tengo un trabajo muy importante, por eso de segundo de bachillerato. Pero me da pereza, obviamente lo acabaré haciendo. Pero me da pereza.
Así acaba pasando la tarde, y se hace de noche, y llega mi padre, le quiero, pero cuando se pone pesado es insoportable. Mi madre dice que soy clavada a él. No se equivoca, pero también me parezco a ella, cosas de ser la primera o algo así.
Me gusta dormir solo en ropa interior. Pero ya hace frío, me he puesto una manta pero no es suficiente. Y me duermo. Y mañana es probable que repita el mismo ciclo.
En realidad, esto sería un día básico y clásico en mi vida. Pero no le quitemos la ilusión al mañana. A ver que pasa.
Dicen que la suerte no olvida, pero yo no me lo creo, llevo colgados en el cuello todos los “amuletos” que hay en mi casa, y la suerte ya me debe varias bastante grandes. No me las va a devolver, y yo lo sé. Pero no le quitemos la magia.
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Foto del autor Hayami
Textos Publicados: 10
Miembro desde: Nov 27, 2017
1 Comentarios 443 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Un corto escrito sobre mi rutina diaria y lo que pasa.

Palabras Clave: Rutina Día Instituto Bachillerato Básico Clásico

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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juan carlos reyes cruz

Fantasía o realidad es irrelevante, sin embargo aquí se leen hechos verdaderos de una rutina juvenil en plena etapa de búsqueda y realización. ¿Quién de los maduros no pasó por allí?
Esa es la historia, pero lo que más importa es el desarrollo de la prosa que nos va dejando una huella con matices gratos y trasparentes; un cuento fluido, ameno y simpático que para nada se molesta en complicarnos y, por lo contrario, nos describe situaciones frecuentes plenas de naturalidad.
Y para terminar, utilizas una gramática de aceptable hacia arriba...
Por el hecho de ser yo chileno, en la lectura imaginé tu acento de España y quedé enamorado...
Ojalá en el mismo tenor continúes escribiendo tus buenos cuentos y yo, tener gratos momentos.
J.C.R.C.
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January 29, 2018
 

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