DOA HERMINDA Y DON MANRRUECO
Publicado en Mar 10, 2009
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               DOÑA HERMINDA Y DON MANRRUECO
               Algunos años después que falleció nuestro padre, llegó a vivir a nuestra casa doña Herminda.  Ella era una mujer que se dedicaba al trabajo de malla cuadrada y bordados, que por aquellos años se usaban mucho.
              Cuando llegaba el mes de septiembre, don Manrrueco y doña Herminda se iban a las ramadas, y él no desaprovechaba oportunidad para contarle a todo el mundo que su señora era la mejor bordadora de Chile, ya que le hacía, entre otras cosas, hermosas banderitas chilenas bordadas en los pañuelos, que usaban mucho los huasos por aquel tiempo.
               Don Manrrueco, el esposo, se dedicaba a cobrar los arriendos de las carretelas que llegaban a nuestra posada.
               Doña Herminda era una viejita chiquitita y patuleca, de ojos turnios, pero muy coqueta y picarona.
              Un día cualquiera de esos, la Herminda salió en dirección a una pequeña bodeguita cercana a la casa, llamada "La Confianza", a tomarse, como es de suponer "el cortito" de costumbre, y don Manrrueco sin sospechar nada se quedó en la pieza tomándose una rica aguita con harina.   Cual no sería la sorpresa que se llevó doña Herminda al volver, al encontrar al pobre viejo que sin avisarle a nadie, con el aguita de harina se trapicó, y allí mismo se murió.
            Nuestra casa, como en otras oportunidades, se prestó para el velatorio, pero, la pena se le pasó ligerito a la coqueta Herminda, quién por aquellos mismos días se pinchó a un caballero muy simpático llamado Don Manuel.
           Dicho pololeo fué de corta duración, y la verdad nunca supimos el motivo por el cual esta relación terminó.
            Pero la Herminda no estaba dispuesta a quedarse solitaria, así es que al poco andar en el tiempo, conoció a un viudo con hartos chiquillos, quien más que ligero se la llevó para su casa.
            Pero la coqueta Herminda pensaba solo en bordar, así es que lueguito el papel de abnegada dueña de casa y madre la cansó, y un buen día sin avisarle a nadie agarró sus monos y petacas y se largó.
            Y así fué como la vimos llegar de vuelta a nuestro hogar, sola y cabizbaja, sin pensar nunca que en su regreso a nuestra casa se iría a encontrar de nuevo con don Manuel, así es que lueguito y sin demora se fueron a vivir juntos otra vez.
            Y ahí estaban en nuestra casa, don Manuel cuidando la posada, y doña Herminda con sus bordados.
            A ambos les gustaba el tinto, y cuando se embriagaban, armaban rosca por todo y hacían sus escándalos.
            Así fueron pasando los años y la relación amorosa se fué debilitando hasta que finalmente terminó.
            En los últimos años de su vida, la Herminda vieja, pobre y sola, fué acogida en el hogar de mi hermana Ana, quien había quedado viuda.  Ella se dió el trabajo de cuidarla y atenderla hasta los últimos días de su vida.
             Recuerdo que sonriendo picaronamente, solía decir: "lo único que me diferencia de las arañas, es que no tengo el poto colorao".  
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Foto del autor ALEJANDRA OATE
Textos Publicados: 7
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Descripción

Historia de personajes populares de antao

Palabras Clave: personajes populares personajes chilenos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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