Hemos abandonado la medianoche,
Se encuentra solitaria,
y mi pensamiento buscando tu compañìa.
Aqui has dejado las llaves, la flor y el agua helada.
Me detengo en la proximidad que me bautiza,
Entre el murmullo aumentado,
De esta distante forma de encontrarte;
Cuando sè que desde nuestra realidad,
Es mas mi deseo meras palabras,
Que el afirmarte sobre mi piel.
 
No encuentro la proximidad,
Al verte en tus sueños reir.
Mi temor se reduce, al tus manos buscarme insegura.
Dejas que abra la habitaciòn,
Que la losa me escuche,
Que despierte la bruma y el rincòn, la espesura,
De las horas que nos quedan,
Y  las orillas de los bandos,
De dos amantes y una guerra.
 
He estado entablando ciertas converzaciones, 
Con la mujer que se asemeja a lo que has tendido.
Eres tu la retratada,
Eres la que me ha cambiado y distinta te percibe,
La que deja la reja a mercèd del grillo,
La que me decide y dentro del libro,
Cuya historia aborreciste,
Has sido tu mi ficciòn,
Desde el pròlogo y al capìtulo segundo, 
La pieza que en suelo,
Completa la frase de este embudo.
 
Es tan irremediablemente tarde,
Que cuando amanezca, brindaràn en una fiesta pagana,
Por aquellos ojos hinchados de preguntas.
Porque cuando cruzas los dedos mientras dura,
Las làgrimas en el viento son sal,
De una estatua ...
Derretida en la lluvia.
Amante del musgo y del estùdio,
Nido de aves y murmullos,
Siendo tu bendita,
Y simple en mensaje de mi guardia.
 
Cuando acabe la ùltima gota de agua,
De este vaso dejàndo su sonido roer la mesa.
Despertarè allà donde los adornos cuentan,
Y se entretienen en la tertùlia,
De los que dejan salivar el tiempo,
Hambriento de callejuelas entre tus vellos,
Y la poesìa sutil de la brisa acompasada, 
Cuando amanezca y tu piel,
Del frio, tersa y como el vino,
Exquisita,
Se derrita luego ente mis labios,
Y el rio florezca,
Invadiediendo silencioso estos llanos.
 
Luis J. Cabrè!