6.9 en la escala de Richter es en Chile un temblor sin concecuencias, asusta como todos los temblores, pero no causa derrumbes ni daños a las personas, somos un país que si vendiera sismos sería millonario.
La verdad es que no es tan simple como parece, a pesar de haber aprendido a cuidarnos nunca aprenderemos a estar tranquilos y es que esa sensación de temor que late rápido entre la garganta y el estómago es eterna, desesperante y hasta repulsiva, nunca se sabe qué pueda pasar.
 El temblor de ayer no lo sentí, increíble, pero así fue puesto que iba en auto hacia el supermercado, al llegar noté demasiada gente en las puertas y en el estacionamiento, mi primer pensamiento fue " un robo " que es otra cosa que se vuelve más común que los sismos, me bajé y me acerqué a una señora que estaba consolando a su niña adolescente que lloraba. Ellas me dijeron que había temblado y que había sido muy fuerte. No podía creerlo, sin embargo sentí la desesperación de siempre, ese temor por mis seres queridos. ¿y si les pasó algo esta vez? Sentía que no, pero y su miedo, si mis hijos, ambos adolescentes como la niña que estaba frente a mi, sentían lo mismo que ella. Volví al auto y comenzaron mis llamadas, primero a mi hija que tendría que estar llegando a casa y luego  a mi hijo que aún estaba en clases. Ninguno contestó. Llamé a mi esposo, me dijo que estaba cerca y todo estaba  tranquilo. Trás comunicarnos los dos quisimos asegurarnos  que nuestros hijos estuvieran bien y continuaron las llamadas sin respuestas ...aunque sus celulares marcaban el llamado.
Llegué a casa y no había nadie, me quedé en la puerta de casa, mi esposo llegó, nos quedamos los dos en la puerta. Marcabamos los números y nada, caminabamos de una esquina a la otra y nada. ¡Nunca se habían demorado tanto!
Llegó mi hijo primero, verlo fue un alivio, solo Dios sabe todo lo que  pensé durante esos momentos, estaba bién y no contestaba porque tenía el celular en silencio. Minutos después llegó mi hija, se le había quedado el teléfono en casa... ¡ y yo no lo sentí!
 Más tarde, mientras cenábamos y la conversación habitual nos devolvía la tranquilidad pensé en el gran peso que es vivir en un país que tiembla por si y por no, estamos acostumbrados a que esto suceda, nacimos y crecimos conociendo hasta las causas que los provocan, sabemos tomar las medidas para evitar derrumbes y y muertes, pero jamás, jamás  podremos dominar el temor.