Cómo explicarlo para que comprendas
la manera en que yo te veo...

Si fueras una hora del día, 
serías… amanecer, 
acariciando cálida y sutilmente con tu luz
brillante y tierna,
como descubriendo poco a poco,
con dulzura y gentileza,
la faz de la tierra.
 
Así me siento cuando “sin querer queriendo”
tu piel y mi piel se encuentran
mientras señalamos algo juntos,
a la vez,
a igual momento,
con la complicidad del instinto
y de la intencionalidad del tiempo.
 
Y cuándo estás tan cerca,
que incluso alcanzas a hablarme susurrante al oído,
eres… verano,
intenso, asolador y “quemante”,
no queda sitio donde mi corazón
pueda refugiarse,
y evitar derretirse ante tu natural encanto,
tu sonrisa coqueta,
tu mirada vibrante,
y tu simplemente,
mas no simple,
existencia.
 
Como cuando la luna se posa frente al sol,
detiene su atención y opaca su brillo,
así eclipsas tú a mi alma
cuando estás al alcance de una caricia.
 
Tan cerca que tus detalles atrapan mi concentración
y despiertas mis sueños,
tan lejos que le recuerdas a mi alma que no me perteneces…
 
Y mientras respiro profundo,
despacio,
sin prisa,
para poner detrás de la razón mis emociones,
una pregunta queda flotante
en ese espacio furtivo:
Y tú?
Qué sentirás por mí?
 
El silencio responde en silencio,
dejando aún más confundida
y anhelante
a mi propia existencia.
 
Tú, querido mío,
 
Tú eres… inspiración.