PRIMERA  PARTE.-
.-Hacia días que Daniel no se le levantaba de su asiento, solo lo hacía para aquellas cosas que se le hacían fuertemente necesarias, como: comer, y dormir, y ducharse, y unas que  otras necesidades fisiológicas.
A pesar de sus cuarenta años de edad, ya se sentía  una persona realizada en casi todos los aspectos  de  su vida, digo en casi todo, porque a pesar de ser padre soltero a los veintidós años, no había logrado nunca sentar cabeza ni tampoco  formar una familia y eso  sencillamente porque nunca fue parte de sus prioridades.
 Había seguido su estudio de ingeniería e informática en una prestigiosa universidad de Santiago de chile, Se recibió con honores y fue bendecido con una beca para hacer un doctorado en estados unidos, beca  otorgada por la misma universidad, y por la que tuvo que competir con otros otros jóvenes quienes también habían postulado.
Daniel en esa época era un  joven atlético, pelo semirizado castaño, y ojos claros, pero profundos y penetrantes. De cara alargada, la cual se acentuaba aún más  por la barba tipo candado que se dejaba en el mentón. …Y aun ahora a su edad, conservaba la barba corta, pero ya lucia una incipiente calvicie.
Había logrado un estatus financiero a muy temprana edad, dinero que  hasta ahora solo gastaba en compañía de su hijo, con quien luego de su vuelta a chile, no dejo de verlo al menos un par de veces al mes. Había invertido tan bien lo ganado, que ya no necesitaba emplearse en ninguna firma de manejos informáticos,  aunque a veces para no perder la costumbre, creaba programas a pedido, siempre cuando estos fueran de difícil factura y que no se le hiciera fácil ni tedioso.
Fue así que un día recibió una oferta de un estamento de seguridad estatal, para crear un software que les permitiera adentrarse en el corazón informático de una empresa de fachada,  en la cual se presumía  que se cubrían  lavado de dinero y otros manejos de fondos provenientes de la venta de drogas y pornografía infantil.  A pesar del doctorado y el manejo de los códigos binarios, los algoritmos,  el razonamiento lógico, y los conmutadores de “on” y “off”,  cifrados en esos  lenguajes extraños de ceros y unos,  él nunca se había dedico a hackear, que era la larga lo que le estaban pidiendo que llegara a hacer, nunca había programado en Linux, pero con sus conocimientos seguramente que esto no le sería nada difícil lograrlo.
 Le tomaría casi una semana otorgar una respuesta afirmativa ante aquella peticion, solo impuso una condicion, un contrato con una cláusula de anonimato y confidencialidad en la cual se le debería contactar  - como todo buen hacker que se aprecie - con un seudónimo y desde ya pasaría a llamarse en la clandestinidad, “El troyano”, en alusion a esos virus de computadoras que van infectando desde la raiz del sistema, hasta los archivos mas superficiales, y que se crean para espiar o absolutamente para destruir informacion en algun ordenador en forma remota….....