La ira.
La tormenta que desata esa psicopatía llamada amor.
Amor, amor...
Cada letra que descarga relámpagos.
Por eso has desatado esa furia,
no puedes soportarlo.
No, no puedes.
El tedio, la mansedumbre,
el desespero de la infelicidad
es más placentero que el miedo
que provoca la caída libre hacia el abismo,
mi abismo que una vez abriste desde el infierno gélido de la inesperanza.

Volamos alto en la profundidades,
te internaste tan dentro desde mi vagina
que latía a destajos desplegando las alas.
Alas que chocaron hacia la intemperie,
cristalina intemperie,
Todo se ha congelado...
Entonces la furia llegó a cortar las venas.
No puede fluir,
no, no puede, nada puede.
El ruido de lo cotidiano rebalsa
y yá no hay cupo para la sublimidad.
Daih.- (3/5/15)