DESPUS DE LA PATERA continuacin 8PARTE
Publicado en Jun 19, 2015
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José la mira desde la galería. Está muchacha está en todo piensa.
Maria ya le ha visto y le hace señas con la mano. Él asiente con la cabeza. La idea le parece perfecta.
La muchacha le ayuda a bajar y él la deja hacer.
Fernando los observa y sonríe. Se acerca a ellos con un baso y una botella de sidra.
¿Hace un culete? Dice
Maria lo mira asombrada.
José acepta tiene sed.
El asombro de Maria va en aumento cuando ve que levanta la botella por encima de la cabeza y deja caer la sidra que sale como una cascada y se estrella en el borde del gran baso que Fernando sujeta a la altura de su rodilla.
La sidra se espalma y produce una agradable espuma. Luego ofrece el baso a su padre que bebe un poco y luego tira el resto al suelo.
Maria mira al uno y al otro sin entender nada y piensa. Que raro ¿Por qué lo tira si ha bebido muy poco, esta malo?
Fernando ahora repite la operación y esta vez le ofrece el baso a ella. Pruébalo está muy bueno.
La muchacha acepta y se lo bebe todo de un tirón. Luego le dice a José. Si está muy rica ¿Por qué la tira?
Fernando suelta su ya típica carcajada, y explica.
Siempre se hace así. Es lo tradicional.
¡Ha! Dice Maria y ayuda a José ha llegar hasta el árbol. Luego ella se sienta en el suelo, José en su cómodo sillón.
El libro es muy interesante, está terminando de leerlo pero la da pena.
Se nos está acabando. Dice Maria mirando al anciano.
No te preocupes ya tengo otro preparado.
José escucha el relato, de vez en cuando cierra los ojos y los mantiene así durante largo rato. Le gusta escuchar la voz de Maria y piensa: Está muchacha más que leer interpreta.
Fernando los mira con ternura.
Alicia se hacer y le dice: ¿Por qué no les haces una fotografía?
Buena idea, mamá dice éste y va ha buscar la cámara.
Alicia mientras espera sigue pensando: Deberíamos haber tenido una hija.
Fernando les hace la foto pero ellos ni se enteran, ni siquiera le han visto.
Alicia se acerca. ¿Qué tal el libro?
Maria levanta los ojos. Es precioso, pero me da mucha pena que se real.
Sí eso es lo peor dice la mujer.
Maria sigue leyendo mientras Alicia acaricia los blancos cabellos de su esposo. Él se lo agradece con una sonrisa.
Alicia les dice que se va ha regar las plantas de casa. Maria no se ofrece para ayudarla, sabe que eso es cosa exclusiva de Alicia.
Suena el motor de un coche.
José se sobresalta.
Vete a la casa Maria, corre. Dice José nervioso.
La muchacha no pregunta, sale como una exhalación y se encierra en su cuarto.
Alicia la ha visto y va hasta la habitación de la muchacha.
¿Qué te pasa Maria?
Alguien llego en un coche, dice Maria desde el rincón donde está empotrada.
¡Santo cielo! ¿Cómo no me he dado cuenta?
Es el párroco que viene ha darle la comunión José.
¿Te ha visto?
Creo que no su marido oyó el coche y me aviso.
Se la nota muy nerviosa. Parece un gatito acorralado en aquel rincón.
Alicia siente una gran pena. Pobre muchacha se esconde por instinto.
Se acerca y acariciándole la mejilla con la mano le dice.
Tranquilízate. No pasará nada, seguro que no te ha visto, es muy mayor y anda mal de reflejos.
Espera aquí cuando se valya te avisaré.
Pero no te preocupes, aunque te haya visto no te ocurrirá nada aquí estás a salvo.
María se sienta en la cama. Las piernas le tiemblan y está sudando.
¡Dios mío que no me haya visto por favor!
Siente la puerta del porche y escucha.
El sacerdote y José están en el salón.
El cura está un poco sordo y hablan bastante alto.
Maria presta atención. El corazón le golpea el pecho como si fuese un martillo. Las sienes siguen el compás. Está muerta de miedo.
No hablan de ella, eso está claro y se tranquiliza un poco.
De pronto alguien sube las escaleras.
La angustia atenaza su ser.
Se acabó piensa María, me han descubierto.
Siente unos nudillos en la puerta y luego ésta se abre.
Allí está Fernando que tiene un dedo en los labios ordenando silencio. Luego cierra la puerta.
El rostro de María es todo un libro.
No te preocupes, no creo que te haya visto, el pobre no ve un burro a dos pasos. Dice Fernando sonriendo.
Maria ha dibujado en su boca algo parecido a una sonrisa.
Puedes estar tranquila, aunque te hubiese visto, mamá lo convencería para que no dijese nada.
La da unas palmaditas en la cabeza y se va.
María sigue teniendo mucho miedo.
Ahora que era tan feliz...
No ocurrió nada. El sacerdote cumplió con su cometido y se fue.
Maria siente el motor del coche que se aleja, y suspira aliviada.
Pero esta preocupada. ¿Me habra visto? Piensa.
Baja deprisa. Mira a José y a la mujer, en sus caras no ve nada preocupante. Están tranquilos, eso la devuelve la calma.
No te ha visto. Dice José.
Alicia continúa. ¡Gracias a Dios! Pero tenemos que arreglar esto.
Se arregla el pelo con las manos en un gesto involuntario a la vez que sujeta a María por los hombros y le dice: No te preocupes, no volverá a ocurrir. No olvidaré más la fecha.
Luego Alicia le dice a la muchacha. Vamos a la capilla.
Maria se da cuenta que la mujer quiere tranquilizarla.
Ya en la capilla, las dos mujeres rezan.
María da gracias a Dios, no quiere pedir nada. Piensa que ya le ha dado bastante.
Los ojos están llenos de lágrimas pero no llora. Considera que no tiene derecho a llorar, cuando ha tenido tanta suerte.
Mira a Alicia, ésta tiene las manos unidas, mira al altar y reza.
María la observa con atención. Todavía es bonita y tiene una figura elegante. El pelo completamente blanco y  un aire de ternura
Y calma.
Maria siente que la empieza a querer.
Con la espontaneidad de su carácter, se acerca y la da un beso en la frente.
La anciana emocionada, la mira con ternura y le sonríe al tiempo que le las manos en un gesto de cariño.
María en ese momento se siente tan feliz que no lo olvidará nunca.
Camino de la casa, paran en el taller de carpintería. Fernando está trabajando.
Vamos a fisgar lo que hace Fernando, le dice Alicia.
El taller es grande, Fernando está al final. Absorto en su trabajo no las siente llegar.
Están junto a él cuando se da cuenta.
¡Hombre, las damas visitan mi puesto de trabajo!
¡Qué bonito! Dice Maria entusiasmada.
Allí hay cosas preciosas todas talladas a mano. Se nota la mano del artista, el olor de la madera la encanta. ¡Está tan contenta!.
Sin darse apenas cuenta pregunta ¿Y qué haces con todas estas cosas tan bonitas?
Fernando sonríe.  Y contesta. Lo que no quiere mamá lo vendo.
Maria se queda pensativa.
Fernando se ha dado cuenta y la pregunta ¿Qué te pasa?
Nada. Responde Maria. Solo estaba pensando que te dará mucha pena no volver a ver estás cosas tan bonitas.
Fernando y Alicia cruzan una mirada, los dos están pensando lo mismo. María es demasiado sensible.
Dan una vuelta por el taller. Fernando maneja las herramientas con precisión. Se nota que disfruta con el trabajo.
María toca con mimo y casi con ternura las obras de arte hechas por Fernando.
Éste contempla a la muchacha descaradamente. En su interior siente envidia de sus propias obras.
Qué muchacha tan especial, piensa.
Luego sacude la cabeza como si quisiera borrar algún pensamiento.
Deja las herramientas de trabajo y se levanta. Coge un trozo de madera y se lo muestra a Maria. Esto será para ti, voy hacer con ello un portarretratos.
Gracias, dice Maria pero no tengo ninguna fotografía.
Bueno yo te sacaré una
¿Y me la regalarás?
Sí. Contesta él muy alegre, pero tendrás que organizarme a cambio el rincón de pintura.
¡Vale! Dice la muchacha muy contenta.
Alicia los observa en silencio. Se llevan tan bien...
Las dos mujeres van camino del jardín.
Fernando vuelve a rechazar otro pensamiento. Hace un gesto con la mano como si lo sacudiera.
Al fin y al cabo es un hombre y María es muy bonita.
José está debajo del roble. Llama a la muchacha. María. ¿Puedes acabar de leerme el libro?, estoy impaciente por saber el final.
Eso ya no lo vi en la tele.
María como de costumbre se sienta en el suelo y continúa la lectura.
Nadie ha hecho ni un comentario sobre el incidente del párroco y Maria ya ni se acuerda. Ha terminado el libro y lo pone sobre las rodillas de José. Éste lo palpa y después lo coge.
Maria se da cuenta y le dice con cariño: ¿Ve muy mal verdad?
Con una gran tristeza José le confiesa que cada día ve peor.
Lo que más siento es no poder ver con claridad la cara de mis nietos. Luego continúa ¡Por favor no les digas nada de esto a ellos!
No se preocupe será nuestro secreto, dice María bajito.
El hombre sonríe. Gracias María. Me alegro de que estés con nosotros, mi vida es más alegre desde que tú estás aquí.
A lo mejor son cataratas. Dice Maria.
Posiblemente, contesta el anciano.
Alicia se acerca y los dos guardan silencio.
La mujer pregunta ¿De qué hablabais tan animadamente?
Enseguida contesta Maria. Hablábamos del libro. Mira a José de reojo. Éste tiene el libro en el regazo, Luego dice: Este ya está mañana empezaremos otro.
Sí, dice Alicia. Pero eso será mañana, ya es muy tarde y hace frío aquí.
Ayuda a su marido a levantarse. Está muy pensativo. Alicia pregunta ¿Te pasa algo?
José sacude la cabeza. No, no es el libro me ha impresionado el final, es espantoso.
Maria carga con el sillón y lo deposita en el porche.
Llega Fernando silbando, él también está contento.
Todos pasan al salón y Fernando se dispone a encender la chimenea.
Está pensando que cuando venga Alfonso, hablará con él sobre como se puede hacer para legalizar a Maria.
Ahora José se dirige a su mujer. Tú que sabes tanto de libros, aconséjame uno.
Luego le dice a María ¿No sabes? Mi mujer es profesora dio clases en el colegio del pueblo. Allí la conocí yo.
Todos la querían mucho. Hay un silencio corto en el que José mira a su mujer, luego dice muy alegre. Sí todos la querían pero yo la quería más y se la robe. Está vez ríe abiertamente, su risa es alegre y se diría que jovial.
Alicia no sale de su asombro, Fernando hasta se ha puesto de pié para mirarlo. Luego todos ríen felices.
Esta si que es buena. Dice Alicia con el mismo buen humor. No me robaste, me vine yo solita. Pero que quede muy claro que eras más guapo y más simpático que ahora.
Ahora vuelve a por otra. Dice Fernando a su padre  y todos vuelven a reír.
Están de buen humor en la casa reina la felicidad.
María en su interior vuelve a dar gracias a Dios.
El día amanece con niebla pero el Sol lucha por colarse entre ella, al final lo consigue y el Sol luce espléndido.
Están un poco nerviosos, hoy bien Alfonso con su familia y todos tienen muchas ganas de verlos.
Alicia y Maria preparan en la cocina una deliciosa fabada. Es el plato favorito de Alfonso.
También han hecho frisuelos y arroz con leche. En la cocina hoy se trabaja a tope, y hasta Fernando después de muchos días  vuelve a ayudar en la cocina.
Alicia prepara muchos platos, no quiere que falte de nada.
Cuando vienen aquí los niños comen mucho, se justifica Alicia.
Está muy contenta.
Maria se ha puesto ropa nueva y unos playeros blancos está muy bonita.
Fernando la mira de reojo. Ella no se da cuenta y sigue trabajando y piensa ¿Cómo será la familia de Alfonso?
Sobre las doce de la mañana suena un motor.
Los visitantes acaban de llegar y caminan juntos hacia la casa.
María observa con atención el cuadro.
Alfonso rodea con el brazo los hombros de su esposa. Una muchacha muy bonita se desprende del grupo y echa a correr hacia sus abuelos llamándolos, detrás su hermano hace lo mismo.
Sus padres sonríen felices.
María se fija en la mujer de Alfonso. Es muy guapa. Morena y esbelta parece originaría del sur.
Todos se abrazan.
María permanece en un discreto segundo plano.
Pasada la primera euforia, llega la hora de las presentaciones.
Esta es María, la muchacha de la que os hable.
Maria esta es mi familia. Mis hijos y mi mujer.
Carmen se adelanta y abrazándola le dice. Encantada de conocerte María.
Lo mis hacen los dos hijos.
Bueno interviene Alicia. Venid a comer algo.
La hija de Alfonso se agarra al brazo de María mientras dice. Yo me llamo Lucía, tengo diecinueve años y mi padre dice que estoy loca de atar. Se acerca su hermano y suelta. Y dice bien está como una cabra. No te fíes de ella. Luego ríe todo lo fuerte que puede.
Y tú ¿Cómo te llamas? Pregunta María.
Javier, pero estos me llaman Javi.
María sonríe cortésmente al muchacho. Éste desvía pronto los ojos pero María se da cuenta de que está triste. Luego piensa a lo mejor está enfermo, le falta vida en los ojos, pero es guapo, se parece mucho a su padre.
Alicia y María tienen preparados unos pinchos. Todos dan buena cuenta de ellos.
José no se separa de sus nietos, se le nota muy contento.
Maria se está fijando que les pasa la mano por la cara repetidas veces. Ella sabe que no puede ver bien sus rostros. Quizás tiene miedo de olvidarse de ellos.
Su nieto le abraza con cariño, el muchacho es alto pero demasiado delgado.
Lucía está con Alicia y le acaricia el pelo.
Carmen se acerca a María y pregunta ¿Cómo te encuentras muchacha? Alfonso me ha hablado mucho de ti.
Aquí estás segura. Son tan buenos...
Son maravillosos, dice María.
La casería es una algarabía de risas y conversaciones.
La cocina se queda  pequeña.
Todos comerán en la mesa de castaño que tanto le gusta a María.
Han retirado el ramo de rosas blancas y todo está dispuesto para comer.
Lucía no se separa de María. Entre las dos ha nacido una sinfonía de amistad. Una amistad, que perdurará durante toda la vida y logrará salvar todos los obstáculos, por difíciles que sean.
La gran mesa de castaño está cubierta por un mantel blanquísimo estampado con flores azules. Ocho sillas tapizadas en terciopelo la rodean.
María no se atreve a sentarse y se hace la remolona.
Pero Alicia se da cuenta. La lleva a la cocina y le dice: María tú aquí eres una más de la familia. No debes sentirte cohibida.
¡Gracias! Dice María.
Entre las dos llevan la comida a la mesa.
Luego Lucía dice: Hoy la comida la servimos María y Yo. Los carrozas sentaditos. ¿Vale?
Todos ríen  de buena gana.
Luego Lucía mira a su hermano que está muy repantigado  en su silla y le dice: Tú, con nosotras.
Ni hablar, dice éste. Yo soy muy pequeño para trabajar.
Solo te llevo dos años dice Lucía, Luego dirigiéndose a María continúa. Es un blando ¿Sabes?
Alfonso interviene. No empecemos. Tengamos  la fiesta en paz.
¡Vale! Pero sigue siendo un blando. Dice  Lucía.
El muchacho se encoge de hombros y sonríe.
La Fabada está deliciosa. María no podía imaginar que estuviese tan rica.
Todo estaba delicioso, pero la que más le gustaba a María, era aquella armonía en la que ella se sentía incluida.
Después de comer, las dos muchachas recogieron todo y después se sentaron con todos en el salón.
Javier no se separaba de su abuelo, sin embargo Lucía no se estaba quieta en ninguna parte, era un terremoto y no paraba de hablar.
Fernando le gastaba bromas, pero ella las admitía todas  de buena gana.
María tiene la sensación de estar viviendo en una nube de algodón. El ambiente es lo que se dice, el de una familia feliz.
Sus ojos van de una parte a otra disfrutando de aquellos momentos. Algún día encontraré a un hombre y formaré una familia como ésta ¡Lo juro!
Pasaron dos días preciosos, pero Alfonso tiene que trabajar.
Se despiden de todos y se van.
La casa queda en silencio. Es el domingo por la tarde.
Por la mañana todos habían bajado al pueblo. Todos menos José y la muchacha claro está.
El anciano había comentado a María que estaba preocupado por Javier. Lo encontraba muy triste.
No se preocupe. Es muy joven a esa edad se sufre por cualquier tontería. ¡A lo mejor esta enamorado!
¡Ojalá! Dice José. Pero no sé...
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Descripción

NOVELA POR ENTREGAS

Palabras Clave: ESCENAS MARAVILLOSAS INTRIGA DROGAS

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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Elvia Gonzalez

me gusta , destila confianza, optimismo, sensibilidad, muy buen texto
Responder
July 01, 2015
 

Mara Vallejo D.-

Excelente, todo va bien, ya empiezo a notar algo que estaba sospechando de Fernando.
Responder
June 22, 2015
 

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