Era demasiado pronto cuando llegó mi hora. Rebosaba juventud y una salud rabiosa. Mas la casualidad y la desdicha, me elijieron a mí. Estaba en el lugar equivocado y en el momento preciso, cuando vino a buscarme la muerte. Sin consultármelo, sin yo haberla solicitado.
Y allí estaba; fría y despiadada, cruel e insensible. Me arrancó de mi mundo, llevándose mi alma y dejando como prueba de ello mi cuerpo. Aquel día, todos llorásteis mi injusta muerte: mi familia, mis amigos, y hasta esas personas que nunca llegué a conocer...Cómo puede llorarse la ausencia de quién desconoces?? 
También pude ver en mi funeral, a esas personas que un día me negaron su amistad. Dioss...cuanta hipocresía!! Fue una despedida muy triste, entre lágrimas y llantos...Yo tampoco pude evitar llorar al verme entre aquellas cuatro tablas y sin vida.
Hoy ha pasado el tiempo y ya casi nadie me recuerda; apenas un pensamiento, recuerdos imprecisos, borrosos. Y es que yo lo entiendo...la vida continúa aunque yo no esté en ella!! Solo tú, madre!! que aun lloras mi ausencia amargamente por los rincones de la casa, en la calle, en cada pensamiento o cosa que te provoque mi recuerdo. Rogando a Dios reunirte cuanto antes conmigo.
Y se me rompe y desgarra el alma, lo único que me queda. Por no poder secar tus lágrimas en un abrazo interminable, en un beso infinito...
Te extraño tanto, Madre!!