Nyanko Constantine y la Invacion de la Via Lactea (CAPITULO 1 ACTUALIZADO)
Publicado en Oct 25, 2014
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Capítulo 1
 
Hace demasiados años atrás, más de los que puedo contar, en Júpiter, vivía una joven llamada Nyanko Constantine. Tenía el cabello blanco como la nieve, piel rosa pastel  y era realmente hermosa. Tenía la luna creciente dorada en su frente. Tiene 4 hermanos; Zaphyro, Enzo, Celia, y el último hermano era Remy.
Es la reina del Norte, ya que Júpiter estaba dividido en Norte, un lugar donde casi siempre estaba cubierto por una capa de nieve, con estilo barroco y rococó y con ideas un tanto liberales, Sur, un lugar lleno de pequeñas y grandes tribus de nativos, con vegetación bastante crecida por las condiciones tropicales, Este, mayormente conocidos por ser los pioneros en la tecnología más avanzada, con un clima cálido en veranos y helados en invierno, Oeste, un lugar bastante parecido al Norte, pero sin las ideas liberales. Temido por su forma de pensar y reaccionar ante ciertas situaciones y el Centro, la capital de todo el planeta, muy admirado por emplear tecnología muy avanzada y por su armamento.
 
Un buen día, soleado y poco cubierto de nieve (sorpresa de sus habitantes), uno de los guardias de las puertas principales del palacio de Nyanko le dijo que el Rey del Oeste la deseaba ver. No pudo evitar sonreír suavemente ante tal anuncio y accedió a dejarlo pasar.
El guardia  se fue y regreso con un joven llamado Malakai. Era un joven de pelo blanco largo, piel azul claro, lentes rectangulares de armazón negro, y portaba un traje color amarillo mostaza aunque elegante. Nyanko tuvo que hacer un gran esfuerzo para no reírse de aquel traje. El guardia hizo una reverencia ante ambos reyes y regreso a su posición.
- Nyanko Constantine, la chica que amo tanto - dijo el joven con una gran sonrisa.
Nyanko corrió hacia Malakai y lo beso, pues hace tiempo que no veía a su novio.
- Nyanko, tengo malas noticias sobre el ataque que planea Plutón contra nosotros. El Rey Supremo de Júpiter me ha mandado aquí para comunicarte que estés alerta. Y precisamente hoy llego una persona que desea mucho verte, pero tienes que venir conmigo, ya que no se le tiene permitido estar andando por ahí - dijo Malakai con un tono serio.
- Si, lo sé. Parece no mejorar en eso. Supe que los Reyes Supremos fueron asesinados. Me parece un poco sospechosa su muerte y ambos del mismo modo y sin pista alguna del asesino. Es una pena para sus súbditos y para nosotros también. Pero entonces, ¿Quien comanda el ejército? ¿Qué les hemos hecho para que piensen en la guerra? - exclamo Nyanko.
- Lo sé, a mí también me parece sospechoso. Pero sea quien allá sido, fue como un fantasma, silencioso y sin rastro alguno. El castillo está rodeado de un campo anti- teleportes. Pero tampoco les hemos hecho nada...bueno, que yo sepa, claro. Firmamos el tratado de Paz con Plutón y hasta ahora, dos mil años después, desean más guerra -
- En ese caso, le avisare a mis tropas que no bajen la guardia por nada del mundo y que estén atentos a cualquier amenaza por mínima que sea...-
Nyanko llamo a uno de los guardias y le susurró al oído que les avisara a todos los guardias del palacio que se estuvieran atentos y que cualquier amenaza detectada fuera eliminada de inmediato y que informaran también al capitán de la Guardia Real.
-Por cierto, ¿Quién quiere verme? -
Malakai saco de uno de los bolsillos de su traje un cristal amarillo no más grande que un limón y murmuro:
- Al castillo del Oeste -
El cristal brillo mucho y de un momento a otro, ya no estaban en el palacio de Nyanko sino en el castillo de Malakai. Caminaron por una parte del castillo en completo silencio. Llegaron finalmente a un lugar que parecía ser el calabozo.  Era un lugar subterráneo donde casi no había luz solar, solo estaba iluminado por antorchas. En una de las muchas celdas, estaba una joven de cabello negro hasta los hombros, muy despeinada, con un mechón rojo del lado derecho y portaba una armadura negra con una rosa escarlata en el extremo izquierdo
- Vaya, vaya, la gran reina de Norte... después de todos estos años, ¿Me recuerdas? - dijo la joven con un tono burlón.
Nyanko tenía un recuerdo vago de aquella joven que alguna vez conoció en sus años de mayor juventud.
- ¿Cómo me olvidaría de ti?...eres Annej, mi sombra. Hubiera sido algo bastante tonto e ilógico, ¿no crees? -
- Exactamente, tienes buena memoria para los olvidados, ¿eh? - dijo la joven con una leve sonrisa - Tu, maldita, me enviaste a Golden Moon... ¿Crees que es hermoso estar allí? ¿Crees que es como estar en un lugar lujoso? La pobre gente como yo por eso escapamos, ya sabes, es tanta belleza para Nosotros - dijo muy enfurecida y amargamente.
- Te daré una razón fácil y rápida... ¡asesinaste!... Y no fue por defensa personal, fue porque esa joven  Masters fue la que te dio la condena de 30 años por robo. Te escabulliste hacia su casa y la asesinaste cruelmente y después... ¿Qué hiciste? ¡Ah sí! ¡La tiraste como saco sucio y viejo a un basurero! –  dijo Nyanko con un tono muy fuerte. Una parte de las puntas del cabello se empezaba a incendiar. Suspiro y apago el fuego de su cabello con sus dedos.
Annej bajo la vista un momento a sus botas y después la volvió a levantar mostrando su rostro con otra burlona sonrisa.
- Sabes...de ser una vil prisionera, me convertí en una figura de autoridad, ¿Sabes cómo? -
Nyanko permaneció analizando lo que decía Annej. ¿A qué se refería exactamente con “figura de autoridad”? Esta pregunta giraba por su cabeza velozmente, pensando detenidamente sobre las posibilidades. No sabía que decir exactamente, permaneció con el ceño fruncido y en completo silencio.
- Si... yo los asesine, y tome la Corona y el Trono. Yo mande dirigir el ejército desde Golden Moon. Y también mate a la tonta de Masters. No me arrepiento de nada - dijo Annej sin ninguna preocupación.
- ¿Lo hizo sola o tiene un cómplice? – tercio Malakai.
-No sé, tal vez si o tal vez no - respondió Annej con un tono burlón.
- ¡Responde la pregunta! – grito Nyanko con furia.
- ¡No me hables así y no me digas que hacer! -
Annej puso la mano frente a la cara de Nyanko y de esta empezaba a salir una luz negra. Malakai respondió ante la amenaza de la joven mujer y comenzó a formar una cadena de rayos entre sus manos. Nyanko comenzó a reírse burlonamente, lo cual sorprendió a la joven y al Rey.
- Los tres sabemos que no lanzaras esa luz negra que sale de tu mano, porque todos sabemos que es un ataque asesino. Si en dado caso lo lanzas...moriremos ambas y estoy segura que no quieres eso, ¿verdad? - dijo Nyanko aun riéndose.
Annej retiro la mano de enfrente de la cara de Nyanko con enfado y la luz negra se apagó. Malakai bajo su mano  y los rayos se disiparon rápidamente.
-Con tu confesión no necesito ni hacer un juicio. Annej Coldwell, queda arrestada por el cargo de confesión del asesinato de Jennifer Masters, escapar de prisión, asesinar a los Reyes Supremos de Plutón e intentar asesinar a la Reina del Norte. La mínima condena que te puedo dar es de 4 perpetuas- dijo Nyanko mientras Malakai esposaba a Annej con cierta brusquedad.
Salieron del castillo sujetando a Annej de los brazos. Afuera estaba muy neblinoso, tan neblinosos que no se veía el sendero que conducía a las entradas del castillo. Nyanko saco de su bolsillo una campanita negra con un lazo azul turquesa y la hizo sonar tres veces. Después de unos segundos, dos figuras de armaduras negras con mayales (Un arma usada en los tiempos medievales que consistía en una vara de metal con una cadena al final que sujetaba una esfera con numerosos pinchos) se acercaron a Nyanko. Eran los guardianes de la prisión de Golden Moon, la prisión está dividida al igual que el planeta y cada Rey correspondiente era responsable de sus prisioneros.
- Buenas tardes, estimados caballeros. Debido a que Annej Coldwell confeso aquí y ahora los siguientes cargos; Confesión de la muerte de la juez Jennifer Masters, fuga de Golden Moon, asesinato a los Reyes Supremos de Plutón, fractura del tratado de paz y causa de una guerra e intento de asesinato a la Reina del Norte. La condena mínima que alcanza es 4 perpetuas y exijo que la vigilen más de cerca - dijo Nyanko con seriedad y firmeza.
- Si, Alteza. Nos aseguraremos de que no vuelva a escaparse y que cumpla con su condena- dijeron los caballeros haciendo una reverencia muy profunda. Tomaron a Annej de los brazos y en una densa nube negra rodeada de varios cuervos, desaparecieron.
Aunque Annej estuviera en Golden Moon, Nyanko aviso a sus tropas que no bajaran la guardia. Malakai hizo lo mismo y aparte le dijo a los demás Reyes, incluyendo al Rey Supremo de Júpiter. En poco tiempo, todo Júpiter estaba enterado del ataque y de quien era Annej exactamente. Nyanko jamás la olvido ni tenía intenciones de hacerlo, pues era su sombra y estaba consiente de hasta dónde podía llegar para conseguir lo que deseaba. La noticia, sin embargo, se extendió por toda la ciudad y causo gran asombro y coraje entre los habitantes. Y naturalmente, algunos se querían enlistar al ejército para ayudar en la posible guerra que se desataría.
Muchas semanas después de lo sucedido, Nyanko se encontraba escribiendo una carta a su hermano Enzo, cuando repentinamente, se escuchó un ruido semejante al de una explosión. El capitán de las tropas del palacio llego corriendo hacia donde estaba Nyanko, seguido por muchos sirvientes. La hizo sobre saltarse y derramar el tintero sobre la hoja donde escribía. Se levantó enfurecida de su silla y maldijo en el idioma antiguo.
El Capitán se acercó cuidadosamente hacia el balcón sorprendido y Nyanko también se acercó hacia el balcón seguida por otro grupo de sirvientes. Aquel balcón daba vista a los jardines de enfrente y una buena parte del reino.
- Vayamos por los utensilios de cocina. ¡ESOS MALDITOS NO ATACARAN A NUESTRA REINA! - Dijo una señora pelirroja de cabello muy largo, morena, rechoncha y portaba un gorrito y un vestido verde oscuro. Todos los sirvientes la siguieron.
- ¡Por Malganator!- exclamo el Capitán señalando a la gran tropa que estaba presente frente a ellos.
Annej estaba ahí en los jardines del palacio con muchos guerreros y muchos de los guardias de la prisión de Golden Moon. También había gigantes, trolls y otras criaturas realmente horribles, junto con otras que tenían un aspecto más típico en los habitantes de Júpiter.
- Constantine...Me he puesto a pensar... que lo que más deseo es gobernar toda la Vía Láctea - Grito Annej - Primero comenzare por mostrarte quien es mi ayudante –
-Espero que no te haya tomado mucho tiempo en pensarlo y que tampoco te hayas hecho daño...- dijo Nyanko con intención burlona.
Nyanko vio que desde atrás venia un joven alto que se acercó hacia donde estaba Annej. Shane, era un joven de cabello blanco muy largo, con un mechón negro a la derecha y a la izquierda, tenía la piel verde muy claro y un traje muy típico del norte.
- Él es tu amigo, Shane, el de la escuela pretenciosa a la que asistimos alguna vez- dijo Annej con una sonrisa diabólica - Bien, Constantine este es mi plan... te daré 1 mes para que organices a tus tropas. Primero atacare a Mercurio, luego a Venus y así sucesivamente. Para que sea "más interesante", Júpiter será el último planeta al que atacaremos y recuerda 1 MES...si en... -
- No...Annej, ¿No será mejor 2 meses más? 1 mes no es tiempo suficiente - dijo Shane tratando de convencer a la joven.
- Este bien...serán entonces 3 meses -
Nyanko noto que Shane le sonreía levemente y le guiñaba el ojo. Sabia ya quién era ese hombre Shane. Lo había visto por primera vez en el Bosque Oswa. Estaba en un árbol, triste, porque había perdido el broche de flor mágico que le había regalado su madre antes de morir. En ese tiempo, Shane tenía 14 años y Nyanko 11. Nyanko ayudo a Shane incansablemente a buscar aquel broche y, finalmente, lo encontraron entre unos matorrales secos. Shane, en agradecimiento, le regalo a Nyanko un broche de un corazón dorado con alitas plateadas. Desde ese día, Nyanko siempre portaba aquel hermoso broche con mucho entusiasmo. Ese mismo momento, se llevó la mano al pecho y estrecho el broche con cierto rencor al verlo entre las filas de Annej.
- Bien, Constantine, el tiempo corre... a partir de ahora, tic-tac-tic-tac… ¡A MERCURIO, TROPAS! - exclamo Annej.
De nuevo se escuchó una explosión y el ejército de Annej desapareció entre una densa nube de humo gris. Todos menos Shane, el permaneció parado como estaba.
- Nyanko, yo quiero pelear a tu lado - grito Shane desde abajo.
- ¿Hablas en serio?... ¿Cómo sé que no mientes?- dijo Nyanko con un tono desconfiado y soltando el broche.
Segundos después, subieron los sirvientes con cuchillos, machetes, trinche de cocina, entre otros instrumentos.
Llegaron al balcón y empezaron a decir:
- No permitiremos que...pero si se han ido… ¡Ba! vamos chicos, dejemos esto en la cocina y todos regresemos a nuestros labores -
Los sirvientes bajaron y Nyanko volvió a voltear hacia abajo donde estaba Shane.
- Como te decía...si, juro solemnemente que siempre pelare a tu lado...hasta el final. Yo cumplo mis promesas y no me gusta mentir-
Nyanko no sabía que decir. Solo se limitó a invitarlo a pasar sin dirigirle mucho la mirada ni decir una sola palabra.
Estrujo la vieja carta que escribía y comenzó a escribir otra a toda velocidad que ni tiempo le dio de escribirla en letra cursiva.
 
 
QUERIDO Enzo:                                                                      
¿COMO HAZ ESTADO? NO QUIERO ASUSTARTE, SOLO QUIERO DECIRTE
QUE TIENES QUE VENIR. VEN LO MAS PRONTO QUE PUEDAS Y TRAE TAMBIEN A REMY. VENGAN AL PALACIO.
                                       CON AMOR, NYANKO
 
 
Doblo la hoja varias veces hasta formar un abanico que comprimió tanto que solo se veía una línea quebrada y lo hato con un lazo rojo.
- Lleva esta carta más rápido que puedas volar a Venus. Llévasela a Enzo... ¡RAPIDO! - le dijo Nyanko a una de sus palomas mensajeras
La paloma sujeto el sobre con el pico y salió velozmente por la ventana. No era para nada cariñosa como Egglentine, la antigua paloma de Nyanko cuando era aún estudiante. Murió en la guerra contra Lady Sonke, al igual que Rainbow, el gato que cambiaba de color según con lo que bebiera.
Nyanko fue hacia donde estaba Shane. Estaba viendo hacia el horizonte casi hipnotizado. El atardecer se veía tan hermoso con los resplandecientes colores rojo, naranja y amarillo.
- Nyanko, No sé qué decir exactamente. Merezco ir a prisión y ser ejecutado de la peor manera por mis acciones, pero tenían un propósito positivo si lo vez igual que como lo veía yo. Yo lo veía una forma de espionaje para poder eliminarla con mayor facilidad estudiando sus debilidades y fuertes. Sabía lo que estaba planeando y cuál era su modo de realizar sus acciones, con qué fin y como hacía para ocultar su rastro-
Nyanko no dijo nada. Se limitó a hacer lo mismo que hacia Shane: ver por la ventana y analizar lo que le contaba. Su deber le dictaba encerrarlo tras rejas, pero la información que tenía él le era útil para un futuro próximo o lejano.
-¿Y has descubierto algo que me ayude a combatirla?
-He descubierto muchas cosas, sí. Tiene muchos contactos que la ayudaran en la guerra y sé que no será una guerra que dure un par de años nada más. ¿Le pedirás ayuda una vez más a tus amigos, hermanos y conocidos  en esta guerra?-
- Si aceptan, si -
- Seguro que lo harán... ¿podría acompañarte?-
- Si, seguro que sí. Necesitamos ir en ese caso al Polo Norte -
Shane trono los dedos y desaparecieron.
Era un lugar completamente blanco. Había arboles con hojas blancas y otros con hojas azul muy claro. Caminaron unos cuantos metros y se encontraron con unos muros muy altos. Hacía mucho frio y el viento acariciaba sus rostros con suavidad. Los lindos y pequeñísimos copos de nieve caían ante ellos con una danza delicada. Había una puerta gigantesca hacia el interior que era de madera negra. Tuvieron algunas dificultades para abrirla, pues pesaba como el mismo demonio. Cuando la puerta por fin cedió, Shane y Nyanko quedaron sorprendidos; Había grandes jardines con árboles blancos y otros eran color rosa clarísimo. Era el jardín más hermoso que alguien alguna vez pudiera imaginar. Al fondo, había una figura de una mujer de blanco y atrás de ella se extendía un palacio gigantesco que, al parecer, era de hielo igualmente hermoso y con detalles ricamente tallados. Caminaron hacia la mujer aun admirando los alrededores. Era un sendero larguísimo y con armaduras plateadas que se extendían resguardando el camino. No los amenazaron, pues ellos no lucían amenazantes. La mujer se volvió hacia sus nuevos invitados. Tenía facciones delicadas y era tan pálida toda ella como los alrededores. Lucía un hermoso cabello color blanco ricamente trenzado y su vestido era muy largo del color del cielo pálido. Los miro acercarse a ella y dibujo una sonrisa perfectamente delineada en sus labios color carmesí.
- ¡Ah! Nyanko que sorpresa - dijo Celia Constantine aun sonriente. 
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Foto del autor Nina Munguia D.
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Descripción

Palabras Clave: Via Lactea

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Creditos: N.M Diaz

Derechos de Autor: N.M Diaz


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