Me han pasado cosas preciosas, y otras que me han hecho daño, no me arrepiento absolutamente de nada, y estoy orgullosa de poder decirlo hoy.
Lo mejor que me ha pasado en la vida es algo simple, algo no muy importante a lo mejor, algo fácil y sencillo. Me cerré por completo, no quería nada con nadie, todo me daba igual, mi vida dejó de tener sentido y nada me importaba. Borré de mi misma cualquier rastro de humanidad, endurecí mi corazón, le puse una coraza con un millón de candados y después, tiré la llave al mar más distante. Un día, sin buscarlo, conocí a dos personitas muy importantes para mí a día de hoy : Miguel y Carlos. Ellos me hicieron reír, y uno de ellos, Carlos, me marcó muchísimo. Él me miró de una forma diferente, hizo cambiar mi vida 180 grados, si quedaba algún sentimiento bonito en mí, él lo despertó con cariño y dulzura, sin hablar lo dijo todo. Me hizo llorar y me dio mil motivos para sonreír. Él me decía que veía en mi algo que nunca había visto en nadie. Des del primer momento, él sabía que iba a conseguir tenerme a su lado nunca lo dudó, y yo le juraba que nunca pasaría nada entre nosotros. Le dije que se rindiera, que se diera por vencido, que nada ni nadie me haría cambiar de opinión. Pero nunca me dejó ir, yo llevaba mucho tiempo cayendo por un precipicio sin fin, y él estaba dispuesto a saltar por mí. Luchó por conseguir quitarme la coraza y los candados durante un año y medio, lucho sin cansarse, aún sabiendo que yo le decía que no conseguiría nada, pero le dio igual. Fue entonces cuando descubrí que las cosas eran diferentes, que me había equivocado, que la llave de los candados, la tenía él incrustada en sus enormes ojos verdes. Él nadó en el mar para encontrarla, y aunque la marea la arrastraba y el océano la tenía presa bajo sus aguas, no se rindió jamás. Creyó en él mismo, y su recompensa fue simplemente tenerme a su lado eternamente. A día de hoy, estamos juntos, y aunque a veces discutimos, nos queremos como a nadie en este mundo, y sabemos que, la llave que abre nuestro corazón somos nosotros mismos, porque desde aquel día , vivimos a un solo corazón los dos.


 
Gracias por ser mi vida, no me arrepiento ni un solo día de estar a tu lado.