Nyanko Constantine y la Invacion de la Via Lactea (CAPITULO 11)
Publicado en Jun 07, 2014
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Capítulo 11
 
 
 
Nyanko se disculpó con el gato, pero a él no pareció importarle. Estaba muy enojado y solo daba vueltas por la habitación. El gato se acercó a Nyanko de nuevo con el ceño fruncido y comenzó a comerse las páginas de  un libro que estaba tirado cerca de él. Nyanko salió de la biblioteca y salió a una callecita empedrada. Al fondo estaba un monumento con dos personas. Una estaba en un punto más alto y la otra quedaba más debajo de tal modo que quedaban casi agarrándose de la mano. Nyanko se acercó un poco más al monumento, pero de pronto se comenzó a mover el piso de alrededor del monumento. La persona que estaba más abajo se comenzó a hundir y la otra se inclinaba con lentitud. Al final, solo la mano de la estatua más baja quedo visible y la otra se quedó otra vez en su intento fallido de agarrarle la mano a la otra. Cuando Nyanko se acercó a ver más de cerca aquel monumento, sintió un fuerte dolor en el brazo. Bajo la vista para ver que era y resulto ser el gato de la biblioteca. Le estaba mordiendo a Nyanko el brazo y entre dientes le dijo:
-Esto te ayudara a volver a tu mundo-
Nyanko cerró los ojos y cuando los abrió de nuevo estaba en la sala de emergencias. Estaba en su camilla y tenía el piquete de una aguja en su brazo. No había nadie a su alrededor  y lo único que se escuchaba era el silbido del viento pasando a través de los árboles.
Nyanko se sentía aun débil y confusa. Se levantó un poco de la camilla y se dirigió a la ventana que tenía más cerca utilizándola como espejo. Tal y como lo dijo el gato de su sueño. Nyanko estaba así tan blanca como nieve y tenía grandes ojeras moradas, casi negras bajo sus ojos. Se veía enferma. Pero se sentía tan débil que solo se dirigió a la camilla y se recostó de nuevo. Se vio la muñeca y noto que tenía dos puntos no muy grandes y alrededor estaba rojo y ya no estaba la otra herida que debió ser causada por Annej. Se comenzaron a oír pasos que provenían del pasillo. Nyanko giro su cabeza hacia la puerta con la esperanza de que fuera Shane. Si era él. Tenía la una expresión de preocupación y sus ojos reflejaban una profunda tristeza. Nyanko había visto muchos rostros de tristeza en lo largo de su vida, pero en el rostro de Shane se notaba más la tristeza, ya que siempre estaba muy feliz y sonriente y a veces sonrojado. Pero ahora estaba muy serio, apagado y pálido.
Se acercó a la camilla de Nyanko y se arrodillo a su lado. Nyanko con las pocas energías que le quedaban acaricio su cabello como a un niño. Por las mejillas de Shane corrían lágrimas delgadas. Nyanko bajo su mano y le enjugo las lágrimas a Shane.
Nyanko nunca había visto a Shane tan destrozado. Le sonrió débilmente y le dijo entrecortadamente:
-Shane… voy a estar bien. No debes ponerte así por una persona que te trato mal de cierto modo. Yo siempre supe que Malakai estaba enamorado de otra chica, pero siempre ignore ese hecho como te ignore a ti… y me quiero disculpar por si me llegara a pasar algo y sé que nunca voy a poder remendar ese hecho. Yo notaba que me amabas, pero…-
Nyanko no puedo seguir hablando más. Se sentía fatal hablando de ese tema y cuando más intentaba hablar más se le iban las palabras y no lograba articularlas. Shane se puso de pie, miro a Nyanko a los ojos, se dio media vuelta y se marchó de la habitación sin mirar atrás ni decir alguna palabra. Nyanko miro al reloj que tenía casi enfrente de ella. Eran las 33 horas (equivalente a las 4:00 a.m. de la Tierra). En una hora el cabello de Sunny (Dios del día) iba a resplandecer para formar el día y comenzar de nuevo con las 10 horas (equivalente a las 5:00 a.m. de la Tierra).
Nyanko se sentía un poco aliviada. Por fin había podido decirle eso a Shane y disculparse con él después  de todos esos años. Ahora, si moría, lo iba a hacer en paz.
Cerró los ojos y cayo profundamente dormida.
Cuando despertó se sentía extrañamente llena de energía y radiantemente feliz. Una de las enfermeras le colgó del cuello un amuleto que ahuyentaba a las criaturas demoniacas.
Nyanko se puso de pie y fue directamente hacia la figura de Malganator y le rezo. Les agradeció a las enfermeras y se retiró de la Sala de Urgencias.
Mientras bajaba las escaleras de caracol, se preguntó dónde estaría Lord Kelvin. En ese momento, en su mente, vio como “algo” corría a gran velocidad por entre los árboles. Se veía tan vivido como si Nyanko fuese la que corriera y saltara entre los árboles y los senderos. Se detuvo repentinamente frente un bosque de árboles con hojas blancas y gruesos troncos negros. Ese debía ser el bosque Ehda, conocido por ser el bosque de los exiliados. Nyanko bajo más a prisa los escalones y fue a su despacho. Abrió la puerta con suma lentitud para que no hiciera ruido. Fue hacia el escritorio, abrió el cajón donde tenía las vendas y se vendo la muñeca donde tenía la mordida. Pensó de nuevo en Lord Kelvin y comenzó a ver como corría ese “algo” entre los arboles hacia el Bosque de los Exiliados.
Se concentró pensando en la imagen del bosque y en unos cuantos segundos desapareció de su despacho. El Bosque Ehda era más grande que el Bosque Oswa, por mucho.
Hacia frio y tenía una apariencia bastante lúgubre y en el solo se escuchaba el graznido de los cuervos y el dulce silbido del viento entre las hojas de los árboles.
Nyanko se adentró en él y comenzó a usar su mente para ver más allá de lo que sus ojos le permitían. Camino por varios minutos en línea recta, pero aun así no había nada a los alrededores. Pasó una hora y todavía no encontraba a Lord Kelvin. ¿Acaso su mente le estaría gastando un broma?
Se detuvo cuando noto que había un gato negro de ojos rojos que la seguía desde hace algunos minutos. Lo intento hacer venir hacia ella diciéndole que no le haría daño pero el gato no se acercó ni un centímetro. Nyanko se dio por vencida y continuo caminando.
-Usted no parece ser una exiliada… ¿A que ha venido?
Nyanko volteo con la esperanza de que fuera Lord Kelvin, ya que la voz se le parecía. Pero para su mala suerte no era él. Era el gato negro de hace algunos segundos.
-¿Me habla a mí?...-  dijo Nyanko un tanto perpleja.
El gato bajo la vista con fastidio. Avanzo más hacia Nyanko y se sentó frente a Nyanko.
-¿Vez a alguien más aquí a los alrededores?... y aun no me responde mi pregunta-
-Lo siento, señor gato… ¿De casualidad no ha visto un señor de cabello negro azulado y probablemente un traje muy pasado de época?-
El gato comenzó a dar vueltas alrededor de Nyanko. – Si, si lo he visto… se veía alterado y culpable de algo- dijo el gato con voz seseante.
Nyanko continúo caminando, si el gato no le decía algo de utilidad ella lo buscaría por sí. El gato siguió a Nyanko sin que esta se diera cuenta.
-Sabes... tú tienes pinta de ser una persona exiliada. ¿Qué eres?- pregunto el gato igualando la velocidad de Nyanko.
-Yo... yo soy la Reina del Norte, Ny...-
-Constantine... si, incluso en la Primera sección del Inframundo se oye hablar de ti. Veo que desde ahora serás la última Constantine en reinar-
-¿Cómo lo sabe?-
-Porque te ha mordido un vampiro. Ya no habrá descendencia legitima de parte tuya para heredero o heredera-
Nyanko se preguntó cómo es que el gato supo lo de la mordida, pero después se dio cuenta de que el vendaje se había aflojado y dejaba al descubierto los agujeros delgados con contorno rojo. Rápidamente se volvió a ajustar los vendajes.
-Ahora le hago la misma pregunta a usted... ¿Quién es?-
-Yo soy Nadir, antes Arcángel de la Primera Sección del Inframundo. Así que ya no soy técnicamente un Arcángel... ahora soy un Arcángel caído... un demonio vilmente-
-¿Y por qué lo expulsaron de la Tierra de los Dioses, señor Nadir?-
-Por qué desobedecí los mandatos divinos obviamente... yo soy la Muerte, el que se lleva a la gente con Keff... me mandaron por un tipo y me equivoque de sujeto y mate al que no debía matar. Se lo explique a Malganator, pero ella no me escucho y dijo que lo había hecho a propósito y... aquí me tienes-
Nyanko se quedó en silencio. A lo lejos veía una sombra. “Ese debe ser Lord Kelvin” pensó mientras se echaba a correr. Se acercaba cada vez más y la sombra se iba haciendo más clara. Cuando se hubo acercado lo suficiente, se detuvo. La sombra le daba la espalda, pero fue suficiente para darse cuenta de que  ese era definitivamente Lord Kelvin. Se acercó más  a él silenciosamente y puso su mano en el hombro de Kelvin. El lentamente se volvió y se espantó al ver que era Nyanko quien estaba frente a él.
-Buenos días, señor...-
Lord Kelvin no respondió al saludo. Estaba tieso como una estatua. Pero ya no se veía viejo y ojeroso. Se veía joven y sus ojeras estaban más tenues.
Pero justo cuando Kelvin iba a decir algo, Nyanko no se pudo controlar y le grito:
-¿Cómo me pudo hacer esto? ¡Ahora ya nunca voy a poder cumplir mi sueño!... Mi sueño era morir en paz y volver a reunirme con mis padres. Esto jamás va a retroceder. Yo no quiero vivir para siempre y tener que esconderme del Sol... ¡y sin contar el tener que matar personas!-
Kelvin se quedó en silencio. Escuchando a Nyanko con los ojos más abiertos y temblaba un poco. Nadir solo miraba a Nyanko. Una parte de las puntas del cabello de Nyanko se comenzaba a incendiar. Al ver que Kelvin no decía nada, se le comenzaron a tornar los ojos de un rojo oscuro.
-Yo... tú... tú eres una de las personas que merecen vivir para toda la eternidad...  y...-
-Peero, da la casualidad de que no preguntaste si ese era mi objetivo o si yo quería vivir para siempre... ¡NO! Yo no deseo vivir para siempre porque yo quiero volver a reunirme con mis padres y mis antepasados en el Inframundo y ahora...- Nyanko se detuvo de repente y agacho la cabeza. Por sus mejillas corrían lágrimas que al caer sobre sus cabellos iban apagando las llamas de las puntas.  
-Debe haber algo que elimine la maldición... algo- a Nyanko se le entrecortaba la voz.
-Hay una poción que retrasa por cierto tiempo la maldición. Pero solo algunos la saben preparar correctamente. Tal vez tu hermano Enzo...-
-Enzo... él sabe sobre eso-
Nyanko levantó la cabeza y miro a Lord Kelvin con una expresión de tristeza y un poco de asombro. No había pensado en Enzo. Había 50-50 de probabilidad de que Enzo supiese la fórmula de la poción.
Nyanko se dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente, luego corrió más rápido de lo que alguna vez allá imaginado. Llego al inicio del bosque en cuestión de minutos.
Lord Kelvin corría tras ella con el gato en los brazos. Nyanko se frenó de repente. Agacho la cabeza, junto las yemas de los dedos de ambas manos y comenzó a murmurar cosas en el idioma antiguo. A su alrededor, en el suelo, se comenzaban a trazar garigoleados rojos. Estos comenzaban a brillar y en unos momentos todo comenzó a girar a su alrededor. Paro de girar y cuando se detuvo el paisaje cambio. Estaban de vuelta en el Palacio. Entraron y se dirigieron a la habitación donde Enzo se encerraba a hacer experimentos.
Llamaron a la puerta. Segundos después abrió Enzo.
-Nyanko... Kelvin... ¿En qué les puedo ayudar?- dijo con una voz calmada y seria.
Enzo los invito a pasar. La habitación ya estaba hasta el techo de libros, frascos, hojas, entre otras cosas. Había varias mesas y mesitas con hojas, libros, frascos, y algunas sustancias desconocidas hirviendo en frascos de ensayo. Entraba poca luz y la poca luz que había provenía de velas derritiéndose en hojas de papel ya usadas o en libros viejos.
Nyanko le conto lo ocurrido. Los ojos de Enzo de tener los ojos amarillos se comenzaron a tornar anaranjados y después más rojos. Se le veía más serio cada vez que Nyanko narraba más sobre los hechos.
-¿No hay forma de eliminarla o...?- comenzó a preguntar Nyanko, pero la interrumpió Enzo  con un tono frio.
-No se elimina... mas sin embargo la podemos retrasar por tiempo indefinido. Hay varias recetas que te ayudaran. Pero la de mayor efectividad es la que es más fuerte. Yo te hare una dosis diaria y diaria te la tienes que tomar. Si se te llegara a pasar un día... olvídalo. Ya no hay vuelta atrás si llegara a pasar lo anteriormente mencionado. Te puedes tomar litros de la poción, pero ni así te haría efecto ya. Al tomar esta opción, te retrasara la maldición por los años deseados, pero a partir del día de la maldición tu vida se detiene. En pocas, ya no envejeces. Así pueden pasar 50 años si lo deseas y te verás cómo ahorita. Muy lentamente se te desarrollaran nuevos poderes, tal vez habilidades y debilidades también-
Nyanko asentía con la cabeza de acuerdo con lo que decía Enzo. Lord Kelvin permanecía al lado de Nyanko con el gato aun en sus brazos.
En ese momento Enzo le dijo a Nyanko que le prepararía la poción en ese momento, pero que tardaría unos minutos o tal vez hasta un par de horas. Nyanko salió de la habitación seguida por Lord Kelvin. Sin embargo, el bajo por las escaleras y salió hacia los jardines. Todos estaban entrenando en el Castillo, menos uno. Estaba en un árbol altísimo cerca del balcón de la habitación de Nyanko.
Nyanko camino hacia el balcón con paso lento. Recargo sus codos sobre unos largos cajones de flores de diferentes colores. Recargo su cabeza entre sus manos y observo a Shane que le daba la espalda.
-Mírate... a las flores debe darles vergüenza al darse cuenta de tu deslumbrante belleza-
Dijo Shane sin verla aun. Debió de escuchar el ruido de los tacones sobre el piso o el sonido del vestido contra el piso.
-¿Cómo sabes que me veo bella si ni siquiera me has mirado?- pregunto Nyanko son curiosidad.
-Porque tú siempre estas deslumbrantemente bella-
Nyanko sin darse cuenta se sonrojo. Pero aun veía hacia el árbol y sobre todo hacia el chico.
-Shane... yo... lo que te dije...-
-No digas... ya lo he reflexionado y he llegado a una conclusión... es mejor una verdad que duela a una mentira que haga feliz-
Nyanko agacho la cabeza por unos breves segundos y cuando levanto la vista de nuevo vio el rostro de Shane a unos centímetros del suyo. Nyanko nunca había notado que en los ojos de Shane había un brillo similar al de una estrella. Cuando están en la escuela decía que tenía ojos de foco, ya que cuando estaba en un lugar oscuro sus ojos brillaban lo bastante para iluminar el camino.
Pero justo en ese momento la llamo Enzo diciendo que la poción estaba lista.
-¿Poción? ¿Para qué?- pregunto Shane con cierta curiosidad y preocupación.
-Oh... pues... para... poder dormir mejor-
Nyanko corrió hacia el interior del palacio y se dirigió a la habitación de Enzo.
-Ya está lista... tardó  menos de lo que yo pensaba...-
Nyanko tomo el frasquito que contenía un líquido tornasol. Primero antes de beberlo lo olio. Tenía un extraño olor a fresa y limón. Pero cuando Nyanko lo bebió, lamentablemente no sabía a lo que olía. Sabía peor que la sal de uvas. Nyanko agradeció a Enzo y regreso al balcón. Pero Shane ya no estaba ahí. No quería que el supiera sobre lo de la mordida. Se preocuparía mucho.
Nyanko se quedó parada en el balcón por unos minutos hasta que sintió la presencia de alguien extraño. No se movió para nada. Sintió que una mano se acercaba a su hombro. Apretó el puño y rápidamente se volvió para pegarle. Pero justo en el momento que le golpeo este se hizo humo negro. Floto por algunos segundos y después se formó una figura encapuchada. Tenía las manos en el lugar donde se encontraba la nariz. Claro que la cara del sujeto no se veía, estaba negra.
-¿Quién es y qué es lo que quiere?- pregunto Nyanko con una voz fuerte y seria.
El sujeto se quejó. Y aparentemente abrió los ojos porque brillaban con una luz blanca.
-Soy el gato que rescataste, Nadir-
Nyanko se llevó la mano con la que golpeo a la boca y se rio nerviosamente.
-Oh, cuanto lo siento, señor Nadir. No lo reconocí así como esta-
Nadir dejo de frotarse la cara y abrió bien los ojos. Nyanko observo que el rostro de Nadir no estaba definido. Solo se veían dos esferas blancas que eran los ojos. Tenían un brillo tenue y parecía no parpadear. 
-Nadir era mi nombre de Arcángel. Era el nombre que me asigno Malganator cuando ella era mi ama. Pero ya no lo es. Ahora usted es mi ama y la serviré hasta la eternidad. Le toca a usted asignarme un nombre. Yo tengo habilidades específicamente en asesinato. Quiero mostrarle como es que trabajo- Cuando termino de decir la frase puso su mano blanca y fria en la frente de Nyanko.
Veía como el pasaje de su alrededor cambiaba. Ahora estaba en una calle angosta. Todo estaba silencioso. Las casas tenían un estilo parecido a lo colonial.
-Todo lo que vez fue hace muchos años. A una mujer la asesinaron y yo tenía que ir por ella- La voz de Nadir se escuchaba lejos, muy lejos.
Nyanko se miró las manos. Estaban morenas. Se agarró el cabello y noto que estaba más corto y era de color verde olivo. A lo lejos se escuchaba el relincho de caballos y de cascos. Cada vez se acercaba más.  Justo después de algunos segundos frenaron dos caballos negros que jalaban un carruaje que a juzgar por lo que se alcanzaba a ver estaba muy ornamentado.
El conductor miraba a “Nyanko” con dos ojos grandes y completamente redondos que brillaban con una tenue luz. Dio un latigazo y los caballos avanzaron a gran velocidad hacia ella. Al ver que se acercaban, corrió lo más rápido que pudo en esa calle angosta y larga. Doblo la calle y se encontró en otra calle medio oscura y silenciosa sin contar el relincho de los caballos, los cascos y el ruido del latigazo. “Nyanko” estaba asustada. Sabía la legenda. Cuando ya no pudo correr más el carruaje la alcanzo y algo la metió adentro de este. Abrió los ojos y vio a otro con capucha. Pero este a diferencia del otro tenía un brillo amarillo en los ojos. La Muerte extendió la mano y atravesó el pecho. Se sentía una frialdad en el interior. Cuando saco la mano traía el corazón aun palpitante de “Nyanko”. Y del corazón extrajo un cubito gris. Le regreso el corazón y guardo el cubito en una bolsa con luces blancas, negras y grises. A “Nyanko” le pesaban los parpados y su vista se nublaba. Su alrededor comenzó a girar y el paisaje cambio al de su Palacio.
-Ese es mi trabajo. Cuando la persona cierra los ojos y los abre de nuevo  están con Keff y ella hace su trabajo en elegir con sabiduría hacia donde se va la persona; a la Primera Sección, a la Segunda Sección o a la Tercera Seccion. Ese era mi trabajo diario-
-Athenet... tu nuevo nombre será Athenet- Dijo Nyanko con un tono tan repentino.
-Athenet... me gusta. Desde este momento trabajo y sirvo para usted  y a nadie más que a usted- dijo Athenet con un tono frio y haciendo una reverencia bastante profunda.
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Foto del autor Nina Munguia D.
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Descripción

Palabras Clave: Nyanko

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Creditos: Nina M.D

Derechos de Autor: Nina Munguia D.


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