....."CLAVA TU PUÑAL "
Publicado en Mar 02, 2014
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¡Clava tu puñal!
Campo de tortura, exterminio y desaparición La Perla-La Rivera
A 38 años del golpe de Estado del 24 marzo de 1976
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
*
¿Conoces cuál es tu límite de tu resistencia ante el dolor? ¿O sabes cómo puedes reaccionar si torturan ante tus ojos a tus padres, tu esposa, tus hijos? ¿Y qué sobre la brutalidad del torturador que descarga sus frustraciones, su impotencia  y cobardía, y se vale de palos, hierros, púas o esos cables electrificados; cables pelados, que pueden cocinar el cuerpo de un hombre estaqueado, indefenso, sometido.
¿Sabes acaso cuál es tu límite ante estas atrocidades a las que miles fueron sometidos?
Para los que dicen: ¡los hemos quebrados!…va este reclamo
*
¡Clava tu puñal!
 
Hay voces hechas de sonidos sofocantes. Increíbles, medios muertos, atormentados, sin piel que habitan un mundo asombroso e inexplorado, en una lúgubre agonía solemne donde el mutismo (¡al fin!) se les vuelve presagio.
*
¡Clava tu puñal en el pecho de ese cuerpo prisionero!
El lacerado. El desnudo pleno de sudor. El de los brazos entumecidos y la garganta seca. La ofrenda sacrificial de esas lunas que jamás debieron ser, en las que el verdugo sobrepasó todo umbral de maldad y desvarío.
*
¡Clava el puñal en ese cuerpo arrancado!
De su casa, de sus queridos, de su trabajo, familia y amigos; tú que lo arrollaste con la violencia conocida de la patota disfrazada de justiciera, bañada de impunidad, esa que destrozó a pedazos la tranquilidad de su gente. La de él. La del pobre ser que has atrapado en tus garras. Ese al que le robaste recuerdos y bienes; al que le llevaste sus historias escritas y sus fotos. Al que saqueaste como el ladrón de baja estopa sus objetos más  personales. Los que sólo tenían significado en su mundo. Sus muebles, sus ropas, sus relojes. Ese pobre ser que cayó en tu submundo de iniquidad al que le violaste sus mujeres; al que le robaste sus hijos; y al que arrastraste con sus sueños a un baúl donde, agredido, tabicado, esposado, golpeado, mancillado y después picaneado, dejaste sangrar, herido, inconsciente, semivivo o medio muerto en una infecta colchoneta que hiede el dolor de tantos, como si fuese ése un destino, en ese lacerante punto de reposo. donde sólo puedes herirlo más, como si eso –¡todavía!- fuese posible. Y allí; en ese aislamiento, en ese no-lugar, a pesar de tu perversidad, de tu inclaudicable ferocidad, afloró en esa víctima desencajada y ultrajada, un espacio desértico aunque  esplendorosamente manso, al que sólo se llega luego de morir, y adonde el tabique oscuro permite lo que ustedes no pueden impedir: el sol interior que ese ser no se resignó a dejar en la mesa de tortura. El sol que le nace una y otra vez sin abandonarlo (¡A veces a su pesar! ¡A veces con sus propios regaños! A veces y siempre...) Es que perdido el asombro de aquellos momentos que acompañaron su despedida, el día se escudó tras el eco de un piano de la niñez; o en aquéllas noches de sueños cómplices; de charlas amorosas de voces que nunca dejan de irse del alma.
¡Y entonces la sed! Una intensa que le invade ese que era (¡que es!) su cuerpo. La desesperada, la sed que dejan los cables eléctricos desnudos y punzantes. Esos que el verdugo activa, jadeante, anhelante, solazando la mirada torva ante las cruces que dibujan las chispas y en la hediondez de un cuerpo chamuscado, mutilado, en un ambiente de vahos húmedo y respiraciones ávidas del dolor humano. Ante ese auditorio de invitados a la mesa del tormento. A “la parrilla”. Esos a los que llamaban “Números”, mutando en chacales a cada descarga. Esos cuyos aullidos apenas contenidos envenenaron su entonces y su futuro. Para siempre. Sí, señor, para siempre, en función de la cobarde complicidad masiva. Del pacto de sangre. Estuvieron. Posaron su cuerpo, sus pies, sus manos, sus sexos. Estuvieron. Nadie fue ajeno. Nadie escapó de ser testigo o protagonista de la gimiente agonía del mutilado. Ninguno.
*
¡Clava tu puñal, entonces, en ese cuerpo marchito!
Y truena, ante el bramido del hombre encadenado, por cuyas venas  y músculos las descargas eléctricas reptan, como gusanos vivos y hambrientos, las zonas más sensibles de un cuerpo desvalido. Un pobre cuerpo que irradia chispas que saltan, caen y queman.
Clava tu puñal en los recuerdos de esos adolescentes del secundario que torturaste y desapareciste. De esas niñas violadas y vejadas una y otra vez, como la bella Rosemarie; de Alejandra, la muñequita casi púber a la que destrozaron; del de Herminia: a quien dejaste abandonada, hinchada, moribunda en la camilla de la picana, para llegar a tiempo (¿a tiempo? ¿y cuál es tu tiempo?) a tu brindis familiar del fin de año del 76. Sí, de ése brindis, ¿te acuerdas? Ya tenías puesto tu disfraz de padre, de esposo. ¿Quieres más? (¿Te gustaba esa pregunta, no? Te daba placer, antes, en tu tiempo. ¿En tu tiempo?) Porque puedo seguir y seguir. Tengo cientos, ¡tantos de los fantasmas que te habitan en las noches…!
Así que clava tu puñal los recuerdos de todos, de los cientos de jóvenes que mutilaste, laceraste, fusilaste y despareciste en los campos de concentración y exterminio de La Perla y La Rivera. De los cientos de estudiantes universitarios, trabajadores, delegados gremiales, profesores, militantes sociales, políticos, seminaristas, hombres, mujeres y ¡hasta esos niños! que presenciaron las torturas y violaciones de sus madres…
*
¡Clava ese puñal en el pecho en ese cuerpo saqueado, de ese secuestrado!
Ese que mutaste, paciente, en algo casi inhumano: un cuerpo obediente a tu orden, la del verdugo. Un cerebro paralizado por el terror. Que no reacciona. La vida entera atrapada en el desconcierto. La voluntad resquebrajada. El todo, es ahora, una jaula sin rejas. Un cristal opaco. Un navío a la deriva. Abandonado. Un lecho vacío y seco, al que llamas subversivo, quebrado, buchón, pero que hoy se te han vuelto decenas de voluntades, de ondas anilladas y libres, con sutiles vientos de Justicia. Y vienen. Y no puedes evitarlo. Vienen y siguen viniendo de  lugares lejanos a declarar. Ahora libres. Ahora plenos. Ahora lejos para siempre de tus tormentos. Vienen de donde rehicieron la vida y el inmenso goce de sentirse vivos. Vienen desde esos lugares perezosos, deliciosamente ausentes a tu mirada. Acuden entusiastas hacia una luz intensamente blanca, una que no encandila porque que sólo ilumina el alma. Qué extraña fascinación sienten. Y vuelven a escapar, ahora (¡sí, ahora!) de aquellos crepúsculos de sombras, de contornos difusos y recuerdos grises de los campos de la muerte.
*
¡Clava el puñal en ese cuerpo desaparecido!
Allí. Allí mira, está la sala de tortura. De tormentos. De suplicios. Aislada por escasos metros de la cuadra. Con sus paredes húmedas, descascaradas, sucias. El elástico de una cama desnuda, herrumbrada, ensangrentada y oxidada, con sus cuatro tenazas huérfanas que atrapan muñecas y tobillos y el arco del cuerpo estremecido en la tensión. En una contorsión enorme, interminable sometimiento a la descarga feroz. La descarga que acompañas con tu danza. La macabra danza de los verdugos. La víctima exhausta implora. Basta, exhala. Basta, desvanece. Basta… Decenas de seres como vos bailotean ante ese espectáculo grotesco. Los apodos riendo, los rostros excitados. Algunos hasta cantan.  Y la picana ahí, la picana de las bestias humanas que hasta invitados se permiten. Invitados al espectáculo del dolor y la desesperación. Y nada hacen. Y todo complace. Y hasta comulgan con los bárbaros y callan. ¡Eso! ¡Callar ante todo! Lo que vale es la orden rutinaria, la que ordena la lógica del horror y lleva a la víctima a una sujeción absoluta.
Llévalo a la servidumbre. A la enajenación. O llévalo al pozo: a esa profundidad oscura, de inquietante espera donde cala, profundo, el silencio. ¿Hiciste de él un esclavo; un oscuro sujeto deambulando entre la vida, muerte y el olvido?  Sí, lo hiciste. Y en esas horas de traslado, cuando se paraliza el tiempo, cuando no hay sonidos y hasta la respiración se presiente ajena, se huele el temor. El miedo y el desconcierto se pueden oler. ¿Lo sabías? Sí, claro, si hasta podrías dar cátedra de tortura… La confusión irracional que evade todos los caminos al retorno en esas horas de ojos sellados, de boca silenciada, de brazos atados. Llega el camión que los devora en su acoplado. Van camino al pozo. El “Menéndez Benz”, el “féretro” esperado; el siniestro Unimog que apodaron con el nombre del genocida jefe, el nombre de Luciano Benjamín Menéndez: un enorme sarcófago que rueda, feliz, de sus actos criminales. Sobre él, una decena de prisioneros por el camino de tierra. Ese que rodea La Perla. Huella y sendero hacia el pozo. La traza del silencio. Luego llegará el estampido. Hablará la metralla. Derribará cuerpos (¿alguien sabe cuántos? ¿alguien los cuenta?) en fosas vacías, o en las que aún no rebalsan muerte. Los verdugos enfundan sus armas. El humo de sus carabinas se difumina en el aire  ante la sonrisa de los oficiales. Las víctimas resbalan inertes, torpemente hacia el foso. Hacia la nada. Mientras eso, la desesperación del secuestrado en la cuadra, esperando el siguiente viaje. Otra hora de rodillas, tabicado, esposado contra el muro de sangre hasta que llegue el día, la hora de su llamado. O ese perverso toque silencioso del hombro para que se levante y camine a tientas, como pueda, hacia la muerte segura. O el grito de su propio número, ese que definitivamente ha reemplazado su nombre.
*
¡Clava ese puñal en las desnudas morgues!
Donde los cadáveres apilados como monedas se mezclan entre los fluidos y la sangre de un piso que jamás se seca, y donde patinan quienes van a buscar a sus hijos, a sus padres entre los muertos. La juventud de esos cuerpos duele tanto… ¡Tanto! ¿Por qué el odio? ¿Por qué? ¿Para qué tantos disparos? La saña febril, despareja, desproporcionada del Estado Terrorista ante las víctimas. Tan solas, tan frágiles, tan jóvenes.
Y los que tuvieron la suerte de rescatar un cuerpo, el de su amado que llegaron a buscar, partía con la obligación de cerrar el cofre. No mostrarlo a nadie. Cerrar el cajón, hermético, si-no-le-matamos-toda-la-familia-y-vio-que-somos-capaces-de-cualquier-cosa ¡Cualquier cosa!
La orden era desaparecer. ¡De-sa-pa-re-cer! Y un cadáver, por más féretro, está, está… ¡Carajo que si lo muestra va a ver lo que le pasa!
*
¡Clava el puñal en ese cuerpo en el pozo!
Y también, clávalo en quién vive esperando la muerte y llamas  subversivo. Allí donde cientos de sobrevivientes testimoniaron tus actos y los de aquellos que lograste quebrar a pura (¿pura?) tortura. Sí, ese aún pensabas estaría sometido para siempre bajo tu dominio. Ellos han regresado. Son los que hoy también hablan. Los que desvelan en tu patota las entrañas de tu propia cobardía, de tu perversión. De tu impotencia y miserias ocultas por décadas. Sin embargo; aún permanece intacto un último peldaño:
“El Secreto”: el secreto de esos cuerpos. De esos cientos, miles de cuerpos que aún siguen ausentes, deseosos de ser descubiertos. De aflorar a la luz.
*
¡Clava el puñal en este presente que te condena!
Porque estos sobrevivientes, los que señalan en sus aturdidos recuerdos con su aliento de vida, están desnudando tus aberraciones. Ante ti mismo, ante tus familiares. ¿Qué pensarán ellos ahora de ti? ¿Puedes asegurar que no te desprecian y abominan en sus pensamientos aunque no te lo digan? No. No puedes. Eso tampoco puedes ni podrás. Lo sabes. Vas a morir con eso. Alguna vez, bien lo sabes, un nieto de tus nietos querrá sepultar tu apellido y tu recuerdo para siempre. Borrarte como tú quisiste hacerlo con esos miles y miles y miles
Ahora, los sobrevivientes. Han esperado mucho, mucho tiempo.
Un tiempo que le pondrá fin a la humillación. Al dolor. Al tormento sufrido. A las pérdidas. A las ausencias. Al despojo y a tus cobardes venganzas.
Son cientos de fantasmas los que te rodean y esperan tu condena. Algunos hasta envueltos de gloria. ¿Lo pensaste alguna vez? ¿Imaginaste realmente alguna vez que todos olvidarían? ¿Supusiste sólo por un momento que tu conciencia olvidaría? ¿Lo creíste?
Y acá están. Presentes en este tiempo de Justicia. Desenmascarando también a los coautores, a los cobardes y a los delatores que alguna vez te protegieron. Pero que hoy te dejaron solo. Te soltaron la mano.
*
Gustavo Adolfo  Vaca Narvaja
 
Marzo de 2014. Juicio Mega-causa La Perla, Córdoba,
después de escuchar más de 110 testimonios por Delitos de Lesa Humanidad.
 
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Textos Publicados: 255
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Descripción

A 38 años del Golpe Genocida en Argentina una visiòn del juicio de Megacausa La Perla/La Rivera

Palabras Clave: GOLPE MILITAR GENOCIDA - 1976- 30.000 desaparecidos

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Historia



Comentarios (15)add comment
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gonza pedro miguel

Hola Gustavo, esta es una historia compartida por que también soy Argentino. Duro relato para no perder la memoria. Gracias por compartirlo: Gonza Pedro Miguel
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February 18, 2015
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Gonzalo por tu paciente lectura y comentario. Es un poco larga la escritura, pero es que hay tanto que decir, que siempre por màs que uno desea comprimir las palabras siguen y siguen
Saludos
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February 22, 2015

Silvana Pressacco

Realmente no se puede pensar que eran humanos, deben ser pedazos de monstruos que emergieron de la mugre... no hay otra explicación, quiero creer que no fueron humanos, aunque cada día que pasa pienso más en que todos estamos mutando en esas criaturas sin corazón, porque no pueden haberlo tenído... no lo creo, no puedo creer que después de eso hayan tenido una vida paralela en donde amaban a alguien ... Realmente, un dolor leerte en esta oportunidad, un dolor porque no son hechos imaginados, por eso me queda un desgarro... Pucha!! qué poca cosa que somos, nunca pudimos evitar esas atrocidades y seguimos permitiendo que pasen ¡Qué justicia??? se repara algo de todo lo que sufrió esa gente con mandarlos de por vida a la carcel??
Ya no hay justicia que equilibre la balanza, se perdió demasiado...
Buena información, se ve que toca muy de cerca ya me lo contaste alguna vez.
Cariños amigo, y pucha de nuevo!!! qué porquería!!
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June 05, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Silvana por tu rico comentario y tambièn sentido, como dices esos episodios en un marco represivo brutal, con todos los elementos de un estado disponibles y una justicia ciega y sorda, fueron quienes dejaron estas huellas bendecidas por la Iglesia y aprovechados por algunos empresarios. La historia nuestra desde sus orìgenes està regada en sangre, ojalà que estos 38 años de democracia (inèditos) sigamos creciendo y madurando en paz, con justicia y memoria´
Un abrazo
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June 09, 2014

MAVAL

La historia en si en el hombre actual, es un cuchillo filoso que hiere, pues estamos llenos de sus males...
propensos a caer en esos horrores, una y otra vez...
nos sacarnos las entrañas entre los propios hermanos...
cuanto mas entre los aparentes extraños
dond el as ideas racionalizadas al extremo demencial
hacen que se pierda el norte de todo sentido
d elo valioso que es la vida
y sobretodo una vida...
ayer fueron los opresores que dagaron a pueblos enteros...
y lo siguen haciendo...
aunque uno diga !no debe volver a pasar! y sigue sucediendo
y seguiremos diciendo que basta ya!
...no se hasta cuando...

muchos dieron su ultimo aliento en pos de ello
y eh ahi! apenas un respiro
y la espada de Democles parece seguir pendiendo sobre nuestras cabezas!
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March 26, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Un comentario atinado y sobre todo, realista. El Nunca Màs es el deseo, el "posiblemente màs" es la continuidad de los errores de quienes ostentan poderes que remplazaron la palabra por las armas, la pregunta por la picana, la observaciòn con la desapariciòn, la requisa con el robo. En fin. En todos lados sigue pasando
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March 31, 2014

antonia

TERRIBLE CREO QUE SERIA AUN UNA PALABRA SUAVE PARA ESTO. UN ABRAZO AMIGO
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March 08, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Antonia, es medio fuerte el escrito, pero tratè de resumir el dolor de todas las vìctimas en palabras.
Gracias por tu lectura y entenderlo asì
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March 09, 2014

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Enrique. Que el nunca màs....sea el lema para latinoamèrica.
Un abrazo
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March 07, 2014
 

Enrique Gonzlez Matas

TREMENDO RELATO, GUSTAVO, DE UNOS HECHOS QUE, AL PARECER, CONOCES BIEN POR LOS MUCHOS TESTIMONIOS ESCUCHADOS. ES ENORMEMENTE DRAMÁTICA ESA HISTORIA VIVA DE SECUESTROS, TORTURAS, MUERTES, DESAPARICIONES...
QUE PERPETRARON LOS MILITARES TRAS EL GOLPE MILITAR DE 1976 EN ARGENTINA. ANTE ESTOS HECHOS CRECE LA AMARGURA POR RECONOCER QUE NO SE PUEDE ESPERAR GRAN COSA DE LA ESPECIE HUMANA.
TU PROSA ALCANZA EN ESTE RELATO UN REALISMO IMPRESIONANTE.
RECIBE MI FUERTE ABRAZO.
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March 04, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Enrique por tu lectura. Es asì, Tres familiares desaparecidos, mi padre decapitado y cinco amigos tambièn desaparecidos entre los 1800 que pasaron por ese campo de concentraciòn Fosas comunes aùn esperan ser encontradas con miles de cadàveres en este paìs. Pero no abandonamos y seguimos buscando. Estoy màs entusiasta porque al eçmenos encontramos un certificado de ingreso de una cabeza en la morgue que puede ser la de mi padre por las fechas. Del cuerpo nada.
saludos
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March 04, 2014

Enrique Gonzlez Matas

COMPRENDO, GUSTAVO, QUE TUS DRAMÁTICAS VIVENCIAS TE HAYAN DEJADO UNA HERIDA INCURABLE. ¿QUÉ DECIR ANTE ESA REALIDAD DE INJUSTIFICABLE BARBARIE?. RECUERDO QUE TOME CONCIENCIA DE AQUELLOS HECHOS MALDITOS UN DÍA QUE EL GRAN POETA ARGENTINO JUÁN GELMÁN VINO A MI CIUDAD, Y AL PRESENTARLO, ANTES DE UNA LECTURA DE SUS POEMAS, CONTARON LA TRAGEDIA DE LA DESAPARICIÓN DE SU HIJO Y DE SU NUERA Y CÓMO ENCONTRÓ A SU NIETA DESPUÉS DE VEINTICINCO AÑOS DE BÚSQUEDA INCANSABLE.
RECIBE MI PROFUNDO AFECTO CON UN ABRAZO.
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March 06, 2014

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

"La esperanza es un niño ilegal. Inocente que reparte sus volantes, anda contra la sombra No hay verdad más armada que la pura inocencia" Gelman
Gelman se nos fuè Enrique, todos nos iremos, pero la esperanza siempre està.
Gracias por tu interès
Un abrazo
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March 09, 2014

Luz Margarita Cadavid Rico


Creí que en mi mente tenía más o menos cierta idea de lo que han sido y siguen siendo, los horrores como el que narras en tantos "entonces" y "ahoras" de la Historia . Tenía en la imaginación una representación ya de por sí espantosa de lo que puede llegar a padecer una víctima que cae en las garras de un torturador. Pero al ir adentrándome en tu perfectamente triste y desgarradora narración con tan profunda descripción del sufrimiento y la crueldad; fui recreando cada situación y escena de una manera tan intensa, percibiendo y experimentando cada paso de lo que significa ser protagonista y objeto de crueldad como también sintiendo con profunda necesidad sean contestadas por el torturador cada incógnita de quienes sobrevivieron y sus familias. Sintiendo una necesidad de "Verdad" "Justicia" "Reparación" y PERDON. ¡¡Exigir PERDON!!
La forma tan severa con que increpas en palabras a los culpables y clavas el puñal en la consciencias es equiparable (en el lado opuesto de la bondad) al de la crueldad con que ellos lo clavaron a sus víctimas.
Estoy muy impresionada por los sucesos y también por la forma en que los has escrito y descrito.Perdóname los adjetivos que no lograré acomodar para expresarte todo lo que me ha quedado adentro después de esta lectura.
¡¡Con mi admiración un afectuoso y solidario saludo para ti y para Argentina !!
Responder
March 03, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Luz, por tu rico comentario y lectura, esos 110 testimonios clavan el puñal en mi pecho. Es indudable que abre heridas pero tambièn permitiràn la justicia-tardìa pero llega- No sabemos los 30.000 si encontraremos sus cuerpos, sus restos, pero la bùsqueda debe continuar. Ellos esperan que los encontremos
Responder
March 03, 2014

Elvia Gonzalez

cuando tenes familia, amigos jóvenes, adolescentes que desaparecieron y ni siquiera tienes donde llevarle una flor, la herida sigue abierta , el tiempo. la espera es extenuante, fuerte relato, pero es real , texto intenso , y como decis no apto para sensibles. abrazos
Responder
March 02, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Mil disculpas Elvia, se me pasò tu hermosos y tierno comentario Seguimos en la espera, hace unos años publiquè una poesìa que se llama Portarretrato, allì estàn por ahora. Es curioso como permanecen intactos
Saludos
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March 11, 2014

Marìa Vallejo D.-

Hola Gustavo
Cada letra plasmada en tu texto serà una flor que llegarà a cada sitio donde yace un desaparecido . Ese Golpe Militar vive en el recuerdo pero aùn se arruga el alma y se oprime el corazòn .
Gracias por plasmarlas. Fuere escrito amigo mìo.
Abrazos

Responder
March 02, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Marìa por tu lectura y comentario Efectivamente la mmoria sigue siendo pasado y presente pero nos lleva lentamente en paz al futuro
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March 03, 2014

María del Rosario

muy duro y muy bien escrito.
Responder
March 02, 2014
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Gracias Marìa por tu lectura y comentario. Lo que es....es y asì se debe tomar. La historia de sufrimientos colectivos supera cualquier acto de irracionalidad que uno pueda imaginar
Responder
March 03, 2014

María del Rosario

Estimado Gustavo,
Usted ha vivido la dictadura mas dura que hubo en la historia Argentina,
Me atrevo a decir que en Uruguay no no hubo tanto ensañamiento con la familia del detenido político,
que mis compatriotas uruguayos no se ofendan si consideran que estoy equivocada.

Su lucha es un ejemplo de persistencia, estado con el que usted convive y se lleva bien.
Es lo único que se necesita, perseverancia y memoria.
Un saludo afectuoso.
María del Rosario
Responder
March 03, 2014
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