Mis Pginas en blanco.
Publicado en Nov 01, 2013
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  Entraba a casa, sin prisa una noche calurosa de verano, lo hacía con la firmeza y seguridad de conocer cada rincón, cada recoveco, y la ubicación de cada uno de los objeto que estaban en el camino que pensaba recorrer, al punto de no detenerme siquiera a pesar en encender la luz o no; Llegue a un sillón, me senté en él, que sin duda era el más cómodo que jamás haya estado al servicio de mi descanso y quedé en la perfecta oscuridad el tiempo suficiente para perder noción del tiempo.
-Como por arte de magia, un hogar, perfectamente ubicado a la izquierda de aquel sillón empezó a chisporrotear calentando el ahora entorno frío, supongo que era el otoño más frío de todos; De a poco iba regalando una tenue luz que enseñaba el contexto en el que mis ideas volaban libres, y vi, sin asombro y con aire austero, que la mesa ratona en el centro de aquella habitación tenia sobre sí pocas cosas, un viejo libro, grande y viejo, con detalles finos en relieves elegantes, y a su lado sobre el vidrio de la mesa,una pluma falsa, una suerte de pisapapeles.
  El fuego aumento su luminosidad, dejándome ver más allá de la mesa ubicada justo frente a mí, Todo aquello ya me era conocido, pero lo escudriñaba con la mirada como si fuera la primera vez que lo veía, buscando algún desperfecto en el orden, quizás, o analizando si algo debía ser cambiado de lugar, pero cada nueva imagen me regalaba la armonía de mi mundo; ahora la luz llego hasta una pared, donde en vez de cuadros, había libros abiertos en páginas especificas sobre estanterias flotantes, con frases marcadas que incitaban a vivir siempre en mundos de fantasías, en mundos ideales, esas frases hacían de la vida un mar, un desierto, y transcurrían en chozas o mansiones, o al aire libre, quizás bajo la tierra, o bajo el mismo mar, Las vidas que simulaban aquellas frases, eran, son y serán por siempre mientras existan aquellos libros, simples reflejos de que podemos armar nuestra historia como nos plazca; Al verlos y recordar que acomodé personalmente uno a uno esos libros y marque con perfecto cuidado aquellas frases, definitivamente hacian de aquel lugar mi mundo.
  De pronto, la luz de la llama se hizo tan intensa que me dejo ver toda la sala de un solo sopetón y vi, como tenia forrado cada milímetro de la pared, con bibliotecas rebosantes de libros, y en el fondo, en el único lugar libre de la pared, un escritorio que tenia pilas de libros en sus orillas y dos libros abiertos al centro, uno que estaba al borde mas cercano a la silla, cuyas hojas que dejaba ver estaban completamente en blanco y eran las primeras tenia una pluma verdadera encima, y contra la pared una obra que había estado leyendo tiempo antes. Todo en aquél lugar era perfecto, hasta las figuras cambiantes y sin formas conocidas que regalaba la viva llama encendía en aquella lumbre que eran como salidas de un mundo surrealista que invitaban a imaginar que todo se quemaba, o que simplemente nunca más habría alguien que sufra frío.
  Una taza de café apareció en mi mano y me vi mirando por la ventana, que estaba a un lado del fogón, sin ni siquiera haberme levantado de aquel asiento que consideraba ahora como mi trono en medio de un reino poderoso y completo, lleno de locuras y corduras, de aciertos y errores; Pero ahora no recuerdo si mientras miraba por la ventana me había enamorado de la blanca noche invernal cubierta de nieve y de esa mágica imagen de ver nevar o si en aquella noche, en el firmamento, había una luna llena que parecía dispuesta a ser eterna dueña de aquel lugar, lo que si recuerdo es haber pasado mi mi vista a través de la ventana abierta e iluminada de la casa vecina, y haber visto como el padre de la familia cerraba un grande libro de cuentos, lo dejaba sobre la mesa de luz ubicada como costumbre junto a la cabecera de la cama y se marchaba dejando dormir a su hija, en la que pensé, era la mejor de las compañías, porsupuesto ¡un libro!, e imagine su mente divagando entre las imágenes de aquél cuento que acababa de escuchar y me fue inevitable sonreír, volví mi mirada a mi habitación y vi nuevamente mi escritorio, la pila de libros era menor y los dos libros habían cambiado, uno, el de la pluma estaba superando por poco su mitad y el otro, la obra, era otra, y recordé también haber estado leyéndola, al igual que la anterior.
  Miré el fuego, ahora más tenue y consumido, pensé que era menester levantarme a agregar a aquella vieja forja de sueños un tizón para no congelarme, aunque mientras pensaba la llama encontró su fin, así como también finalizó el invierno y ahora las ventanas estaban abiertas y corría un colorido aire primaveral que me recordaba grandes historias de amor y de odio, de pasiones, de desánimos y de luchas ganadas en las que siempre existía el perdedor y diferentes maneras de saberse vencido; todas esas historias, todos esos mundos estaban en mi poderoso reino cual trono seguía cómodamente ocupando y pensar en eso me lleno de orgullo, pero cuando recupere la noción del lento andar del tiempo me quise levantar y me tuve que ayudar con un bastón, note a la distancia que ya no había obras de lectura sobre el escritorio al otro lado de la habitación, y aquel libro de hojas en blanco con su pluma se encontraba cerrado con la contra tapa hacia arriba, y la pluma al costado, limpia y regalando un aire como de victoria por haber culminado un desafío; caminé, agarré el libro, y con pasos ahora cansados lleve mi historia al mar, o al desierto, en un yate o una canoa, a la deriva o con timón firme, no se bien el final, solo se que una una vez allí me deje volar por el cielo, quizás despejado o quizás nublado y mi vida encontró su final pero seguían latiendo mis sueños locos o cuerdos, mis planes o mis improvisaciones en aquél libro que quedo en el escritorio de aquel Reino, que no era reino sino un montón de libros en una habitación, Aunque si habia sido mi sueño, mi meta de la vida hecho realidad.
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Foto del autor Pablo Sager
Textos Publicados: 5
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Descripción

Palabras Clave: Paginas en blanco

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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