Despertamos un día con la idea de dividirnos, de alejarnos tanto que nuestra lengua se distorsiono e inventamos nuestro propio lenguaje.
Olvidamos que éramos familia para adoptar diferentes  costumbres que nos identificaran y como si fuese poco, comenzamos a envidiar  lo que los demás tenían, entonces recurrimos a querer  tomarlo por la fuerza. Concentramos nuestros esfuerzos en crear armas de destrucción en vez de ideas de construcción. Tuvimos la desgracia de ser buenos en eso  y así nació entonces, la guerra.
 Los seres humanos son seres pensantes,  razonables y con una alma y corazón  que nos permite sentir. Pero todo eso quedo guardado en algún rincón del interior de casa uno, a la hora de matar. Nadie pensó que no era necesario, nadie pensó que no había justa razón para tal cosa, nadie pensó que aquí solo veníamos de paso y en el paso debíamos dejar huellas de paz, huellas que a la hora de pasar  a ser historia, fuesen un verdadero cuento que contar.
Yo odie estudiar la primera y más aun saber que había una segunda guerra mundial. Por eso reprobada historia,  no me interesaba escuchar como mataban,  me ocupe de los cuentos de hadas y navidad, de mantener la fe de que en un futuro sean esas las historias que estudiar, que entiendan que aunque en la tierra nos hayamos dividido, vemos el cielo por igual.