Free for All Captulo 2. 2 de 2
Publicado en Sep 29, 2013
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Max pateó una de las cápsulas y soltó una maldición. El cilindro de metal rodó por el suelo, hasta chocar con otras y causó un fuerte ruido.
–¡Todas vacías! –Gritó enojado–. ¡Mierda!
Mac continuaba sentado en la habitación de las cápsulas, con la espalda en la pared y las manos en la cabeza. Llevaban abriendo quince capsulas y ninguna contenía nada más que aire. Las expectativas de fortuna que habían tenido tan solo cinco minutos atrás, se habían desvanecido totalmente, dejando en su lugar furia y desesperación.
Max repitió el proceso que venía siguiendo desde hace rato, sacaba la cápsula de la repisa en la pared, giraba la tapa, la abría, miraba en su interior, lanzaba un insulto al aire y pateaba el metal, haciendo que se estrellara junto con los demás.
–Olvídate de eso –habló finalmente T con voz paciente–. Es inútil que sigas buscando y hacer ruido. Nos conviene descansar un poco, arreglar el vagón e irnos lo antes posible.
–T tiene razón –agregó el Sargento–. Todos estamos cansados. En especial vos. No nos sirve de nada seguir gastando energías. Tenemos que recuperarnos y seguir moviéndonos, antes que algún equipo enemigo nos encuentre.
–¿E ir a dónde? –Preguntó violentamente Max–. ¿Tengo que recordarte que no tenemos comida, ni municiones? ¿Y qué si nos encontramos con los Cyborgs en el camino? Maldición. Incluso un pequeño grupo de Hunts sería una amenaza en el estado en el que estamos.
                –Podemos cruzarnos con lo que sea allá afuera, no te voy a negar eso. Pero ya tenemos muchos problemas con las armas, como para arriesgarnos a pelear fuera de estado.
                –Tenemos un problema más grande que eso.
                Mac giró la cabeza y vio a Willow y a Kira caminando hacia ellos, desde el pasillo donde habían llegado en primer lugar. No recordaba haberlos visto irse en ningún momento, pero el cansancio le impedía a su cabeza pensar ágilmente.
                –¿Qué pasa ahora, Willow? –La voz de Max no ocultaba para nada su irritación.
                –La góndola por la que llegamos. Ya no está.
                –¿Cómo que ya no está?
                –Eso mismo. No está. Aparentemente se movió hacia el otro lado de la sala y no hay forma de llamarla desde este punto.
                –¿Eso significa que estamos atrapados en este lado del túnel hasta que ese aparato vuelva a este lugar? –T hizo la pregunta que Mac hubiera hecho si hubiera tenido la fuerza necesaria para hablar.
                –Ese es el menor de nuestros problemas –agregó Max–. La góndola nunca se mueve por si sola. Obviamente alguien la llamó del otro lado, lo que significa que en cuanto llegue de este lado, no va a venir sola.
                –¿Qué vamos a hacer ahora? –Preguntó Willow.
                –Irnos, antes de que los nuevos invitados lleguen a la fiesta.
                Mac se soltó la cabeza y apoyó las manos en el piso. La cabeza golpeó su pecho automáticamente y parpadeó varias veces para intentar despertarse.
                –Tenemos que cruzar a la siguiente habitación e intentar bloquear los equipos. Eso nos dará algo de tiempo para descansar antes de seguir –T vio el estado en el que se encontraba Mac, y sabía que el muchacho no podría seguir mucho tiempo. En realidad, ninguno del equipo podría seguir sin descansar ni comer nada.
                –Bien. Denme unos minutos –dijo Max acercándose a la “L” de vidrio al final del pasillo.
                Mac volvió a parpadear y debió de quedarse dormido, porque cuando levantó la cabeza, el ventanal había desaparecido, dejando en su lugar una continuación del ancho pasillo, que luego se desviaba a la izquierda.
                Sintió una presencia a su costado y al levantar la vista vio la mano tendida de T para ayudarlo a levantarse. Se incorporó y todos cruzaron a la segunda parte del pasadizo, la cual era exactamente igual a la anterior, antes de doblar la esquina. Antes de llegar a ese punto, Max tecleó algunos botones en la pared y la compuerta del ventanal comenzó a cerrarse. Una vez que el mecanismo se trabó y el pasillo volvió a estar separado en dos partes diferentes, el sujeto levantó su arma y golpeó con el mango el teclado, haciendo saltar chispas de clores azules y rojos en todas direcciones.
                –Eso nos dará algo de tiempo –dijo con una sonrisa de satisfacción.
 
***
 
                Mac perdió la noción del tiempo. Willow le dijo que quizás habían dormido una o dos horas como mucho, pero que no les convenía seguir en el mismo lugar mucho tiempo.
En ese momento que tuvieron para descansar, Mac soñó con la vida que llevaba antes de llegar ahí. Una vida normal y tranquila, quizás hasta aburrida, ero para nada peligrosa. Los detalles se desvanecieron al abrir los ojos y escuchar el golpe de metal retumbando al final del pasillo. Miró a su alrededor, pero los demás seguían durmiendo y fue entonces cuando despertó a Fild para advertirle lo que había escuchado. Sin embargo el sonido no se repitió y Mac comenzó a dudar si no fue una mala broma jugada por su subconsciente adormilado.
Una vez que todos estuvieron despiertos, T sacó lo último de comida que tenían, de una pequeña bolsa que llevaba en la espalda desde que estuvieron en la aldea de los Halish. La comida no era más que una extraña fruta del tamaño de un puño cerrado, la cual tuvieron que dividir entre los seis. Eso era todo. Ya no había más comida para nadie, hasta quién sabe por cuánto tiempo.
Continuaron caminando por pasillos que parecían repetirse una y otra vez. A veces volvían a parecer el pequeño pasillo negro con luces rojas que habían caminado al principio, lo cual solo servía para hacerle pensar a Mac que daban vueltas en círculos, volviendo al inicio una y otra vez, pero rápidamente volvían a caminar por pasillos de paredes espejadas que cambiaban de dirección entre derecha e izquierda de forma totalmente aleatoria.
En una ocasión, el Sargento le dijo que lo mejor que les podría pasar ahora era encontrar otra góndola que los llevara de nuevo al vagón. Aparentemente Max ya había completado su trabajo en la sala de sistemas, probablemente mientras él se había quedado dormido, lo que significaba que en el momento en que estuvieran de nuevo en el vagón, comenzarían a alejarse lo más posible de ese escalofriante lugar. Nada podría hacer a Mac más feliz en esos momentos.
Finalmente llegaron a lo que parecía como el final de un largo callejón. La sala espejada era igual a las demás, con la diferencia de que la pared del final era igual a la de los costados. Ya no más desvíos a ningún lado. Era el final del camino y no había salida.
–¿Y ahora qué? –Preguntó Kira.
–Creo que lo mejor es…
La respuesta de Max se interrumpió por el golpe metálico que sonaba en algún lugar afuera de la habitación. Era imposible adivinar exactamente de dónde provenía el ruido, ya que el eco se extendía por todos lados y siempre se escuchaba en un lugar diferente. Entonces el sonido cesó y rápidamente todos acomodaron sus armas.
El mecanismo de las paredes comenzó a funcionar y algunos de los paneles se abrían rápidamente, abriendo paso a pasillos oscuros y pequeñas habitaciones vacías. Todos se giraron hacia una compuerta diferente, pero no se veía ninguna amenaza por ningún lado.
Entonces la pared espejada del final estalló en mil pedazos, y todos se cubrieron para protegerse de los trozos filosos que volaban por el aire. Al descubrirse los ojos, Mac vio una pared de cemento a unos dos metros de donde el espejo había explotado y parecía caer a un vacío totalmente oscuro, pero antes de poder acercarse, otro mecanismo comenzó a funcionar y varias placas espejadas dividieron el callejón en dos, separándolo a él, a T y a Willow por un lado y dejando a los demás por el otro.
De repente el lugar comenzó a tener vida. Las placas de los costados se elevaban y bajaban abriendo diferentes callejones, en algunos pasillos las paredes se abrían de costado y giraban de formas extrañas, haciendo que los tres humanos se multiplicaran en cientos de personas que movían sus cabezas en todas direcciones, todas ellas con las mismas expresiones de confusión.
–¡Es un maldito laberinto! –Gritó Willow, pero su deducción ya se había hecho un poco obvia.
Del otro lado del lugar, por donde ellos habían llegado, otra pared voló en pedazos, y por detrás de ella apareció una cabeza enorme de color blanco, sin ojos ni nariz, solo una gran boca que cruzaba de lado a lado, llena de filosos dientes. En la parte superior de la misma, había un caparazón de color gris oscuro, que continuaba por la columna hasta perderse de vista por debajo de la pared. Dos grandes garras de los mismos colores se extendieron hasta agarrarse del suelo en donde estaban ellos y la criatura pareció saltar hasta estar totalmente dentro de la habitación. Su cuerpo era angosto en comparación con su gran cabeza y debajo del torso se arrastraba como una serpiente, hasta su cola que dejaba ver una afilada punta que se sacudía en todas direcciones.
Escucho el grito de Willow para que corran, pero antes de que el hombre hubiera dicho algo, los tres ya se estaban adentrando en uno de los pasillos. Era imposible saber si al doblar una esquina chocarían con su propio reflejo, pero afortunadamente eso nunca pasó y consiguieron escapar de los sonidos se las enormes manos que se arrastraban, rompiendo el cristal a cada movimiento que la criatura hacía.
Continuaron corriendo sin decir ninguna palabra, hasta que finalmente el sonido desapareció entre ecos. Tomaron aire con dificultad hasta que su respiración volvió a ser la de un ser humano normal, aunque todavía se notaban los rastros de nervios en las bocanadas largas y profundas.
–Tenemos que encontrar a los demás –dijo T sin dejar de tomar aire con su boca abierta.
–¿Cómo vamos a hacerlo, ni siquiera sabemos dónde estamos nosotros? –Preguntó Willow con preocupación.
Mac recordó lo que había visto en el momento en que el gigantesco ser había destruido los paneles.
–Este lugar no es tan complicado como parece –al decir estas palabras, sus dos compañeros lo vieron con una mirada acusadora, como si pensaran que de repente se hubiera vuelto totalmente loco–. No lo es –se defendió–, es solo una gran habitación con un laberinto de espejos en su interior.
–¿Qué estás tratando de decir?
–Que si destruimos el laberinto, no va a quedar más que una gran habitación con una entrada y una salida.
Willow y T se miraron. Obviamente no entendían lo que Mac trataba de decir y él lo había notado. Tomó, entonces la pistola y golpeó el mango contra la placa más cercana. Ésta se trizó, formando una gran telaraña llena de rostros. Un segundo golpe consiguió que la pared desapareciera, y abriera el paso a otro camino de espejos.
–Tiremos este lugar abajo –dijo con una sonrisa.
–Tengo una idea mejor –agregó Willow quitando el seguro de su ametralladora, pero T lo detuvo antes de que pudiera hacer cualquier cosa.
–¡Alto! Si comenzamos a disparar, no solo vamos a llamar la atención de lo que sea que hayamos visto hace un rato, sino que las balas podrían darle a uno de los nuestros.
–Tenes razón –se disculpó Willow–. Solo espero que ellos hayan hecho el mismo razonamiento.
Otro panel estalló detrás de ellos, y la cabeza de la criatura se asomó, esta vez mucho más cerca que antes. Tanto que podían sentir el aliento cálido que provenía de sus fauces.
Se giraron para comenzar a correr casi al mismo tiempo, pero antes de poder dar un paso, la plataforma en la que se encontraba Mac desapareció bajo sus pies, haciendo que cayera.
 
***
 
Sintió el suelo estaba frío y húmedo en cuanto apoyó sus manos para incorporarse. El dolor cruzó toda su columna hasta clavarse justo detrás del pecho, en la zona que había recibido la mayor parte del golpe. Un gemido escapó de su boca y se retorció para intentar disipar el dolor.
Una vez que su cuerpo se acostumbró a los espasmos, se incorporó lentamente. Estaba totalmente a oscuras, no veía más allá de su nariz, gracias a la tenue luz que ingresaba por el agujero que había sobre él. Le ardían los brazos y al pasar la mano, reconoció una seguidilla de cortadas, causadas seguramente por los cristales rotos que habían caído junto con él. No oía nada. El silencio lo invadía y eso lo ponía aún más nervioso. Necesitaba salir de ahí antes que se volviera totalmente loco. Se preguntó cuánto tiempo habría estado tirado, o si se había desmayado, pero le era imposible saberlo.
Extendió los brazos hasta el límite, para intentar sentir algo alrededor, pero no había nada. Dio un paso y tocó una pared fría. Seguramente otro panel espejado. Lo golpeó con los puños repetidas veces, pero no pasó nada. Recordó la pistola. La tenía en la mano al momento de caer, seguramente estaría tirada en algún lugar cerca de él. Se arrodillo y tanteó el suelo repetidas veces, con cuidado de no volver a cortarse con los filosos trozos de espejo, hasta que finalmente sintió el frío metal de su arma. Se incorporó y golpeó con fuerza el panel, pero antes de poder dar el golpe definitivo, el sonido de pequeñas explosiones y vidrios estallando en el aire invadieron el lugar. Pronto, la oscura habitación si iluminó, y cientos de fragmentos de espejo volaban en todo el lugar, reflejando luces de colores rojos y anaranjados en todas direcciones. La escena de brillos flotantes era hermosa, pero al sentir el sonido de una bala rozando su oreja, Mac se lanzó al suelo sin pensarlo dos veces. Al volver a mirar hacia arriba, descubrió que las paredes habían desaparecido, haciendo que la habitación se vea más grande e iluminada. Al incorporarse vio a Max, Fild y Kira disparando sus ametralladoras en todas direcciones, intentando destruir el laberinto que los rodeaba.
–¡Alto! –Gritó Mac, intentando que su voz se oyera sobre los disparos. Y lo consiguió.
Los tres pararon al mismo tiempo y miraron extrañados al muchacho, el cuál no tardó en explicarles lo que podría pasar si seguían disparando.
–Tenemos que encontrar la forma de salir de este lugar, antes de que esa cosa nos vuelva a encontrar –le explicó Max.
Entonces la misma criatura los había atacado a ellos, o quizás había más de una en ese horrible lugar. Como sea, Max tenía razón, debían irse y rápido.
Antes de elegir alguna dirección, un golpe se escuchó sobre ellos y todo el techo se destrozó ante sus ojos. A pocos metros vieron dos cuerpos cayendo, seguidos de la enorme criatura que parecía del tamaño de un gran colectivo, sin contar la cola con la filosa terminación. Corrieron en dirección a ellos, pero antes de llegar a medio camino, el suelo también cedió y los seis humanos y la criatura bajaron al siguiente nivel.
Mac no podía creer lo que veía. Estaban nuevamente en la vía y el vagón estaba justo frente a ellos, en el mismo lugar que lo habían dejado. Levantó la vista y solo vio un gran vacío negro que se perdía a los pocos metros. Luego cientos de engranes comenzaron a funcionar y nuevas placas espejadas comenzaban a armarse sobre ellos, armando un nuevo laberinto que cambiaba con cada sonido metálico, hasta que finalmente un techo se formó entre ellos y el laberinto. Un techo totalmente negro con pocos espacios donde se escurría la luz, justo como lo había visto desde el primer momento en que bajó del vagón.
¿Realmente podría todo ese laberinto ser solo un pequeño espacio que rotaba constantemente? ¿Cómo podía ser que después de haber estado caminando tanto tiempo nunca hubieran descubierto que estaban justo arriba del lugar que tanto buscaban? Entonces otra idea lo asaltó. En ningún momento recordaba haber subido ningún tipo de escaleras o haber caminado en subida por algún lugar.
Todas las ideas que se le pasaban por la cabeza se desvanecieron en cuanto escucharon los gritos de Willow y T por el túnel, seguidos del ruido que causaba las garras del ser en el suelo mientras se arrastraba a gran velocidad.
Max fue el primero en llegar al vagón y comenzó a realizar el procedimiento necesario para que la puerta se abriera. Al conseguirlo, entró, seguido de Mac, pero Fild y Kira esperaron afuera, disparando a la criatura con pequeñas ráfagas, intentando evitar darle a alguno de sus compañeros. Cuando T Willow ingresaron al vagón, Max terminó la operación y la máquina se puso en movimiento, mientras la puerta se cerraba lentamente. El vagón comenzaba a tomar velocidad y todos soltaron diferentes suspiros de relajación. Se habían salvado. Kira corrió a abrazar a Willow, cuando de la ranura de la puerta una garra ingresó al vagón y rasgó el hombro del hombre, el cuál soltó un grito de dolor al mismo tiempo que se volteaba y disparaba su ametralladora, dándole al monstruo justo en la cara sin ojos. El ser soltó rápidamente a Willow y cayó por el costado de la vía.
–¡Dale más velocidad a esta cosa! –Gritó Kira desesperada mientras sostenía el hombro de su compañero para que dejara de sangrar.
Max ni siquiera se molestó en girar, sino que continuó apretando botones y pronto todos se impulsaron hacia atrás, al mismo tiempo que el vehículo aumentaba su velocidad.
–¡Nos vamos de este maldito lugar! –Gritó con alegría mientras recuperaba el equilibrio.
Mientras tanto en las vías, una cabeza enorme de color blanco y gris, con manchones de una sustancia espesa y negra que emanaba de la misma, se incorporaba con dificultad. La herida que tenía en la cabeza se cerró y una larga lengua salió de su gran boca para limpiar la sangre oscura. Sus manos se aferraron al suelo y pronto descubrió la sangre roja que tenía en una de las garras. Sangre humana. Su lengua volvió a surgir al exterior y pasó por la garra lentamente.
Ahora tenía el rastro del ser que había intentado asesinarla.
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Descripción

Palabras Clave: free for all

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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