CAMINOS:
Llegada a Puerto Londero
Entrega Nº 1 
Fue en mayo de 1978, cuando bajó del colectivo de “Empresa Tito”, aquel muchachito llamado Diego, recién dado baja del Servicio Militar Obligatorio, llegaba a Puerto Londero. Un colchón, dos frazadas, dos mudas de ropas, algún abrigo, un calentador y un paquete de libros; tales eran sus escasas pertenencias.
Pero no era material su riqueza, sino todo lo que había leído hasta ahora, desde la temprana niñez: Almafuerte, Gagliardi, Berdiales, Machado, Lugones, Neruda, Borges, Naxlé Roxlo, José Hernández, Saavedra, Sarmiento, Mitre,  los clásicos españoles en literatura. A José María Rosa, Palacios, Ibañez, Levene en historia argentina y otros autores de Historia Universal. Platón, Aristóteles, Sócrates, Perón y otros, le daban base filosófica y política que en las largas conversaciones del alejado y desolado pueblo lo presentaba ante sus contertulios como un muchacho de más edad.
Se arrinconó en un galpón a la luz tenue y cimbreante de unas velas cada noche, con frío o calor leía... leía de tanto en tanto en la aguja del futuro hilvanaba algún sueño.
Lejos de la familia, masculló soledades y lentamente le comenzó a amanecer la vocación de maestro en una escuela de frontera, en la frontera al borde del Río Uruguay a los tiernos 20 años fue el primer hito venturoso del mocete.