el perro semi hundido
Publicado en Jul 30, 2013
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El perro semihundido
Dicen que para un suicida antes de quitarse la vida frente a un espejo puede verse muerto inclusive por un momento, en el pequeño instante en el cual la bala viaja desde el cañón hasta la sien.
 
Yo no es que lo sea, o lo soy, ¡ya no lo se!, solamente tengo recuerdos vagos de una mirada perdida en la nada, si un parpadeo, sin un guiño, sin el brillo acostumbrado, los ojos fijos en el pasado.
Todo empezó hace tres años, en los cuales los horrores de la guerra nos rodeaban desde hacia un tiempo, yo sin embargo la veía tan lejana acurrucado junto a los pies de don Francisco mi amo.
De pronto el tronar de los cañones lejanos se confundía con el estruendo de los truenos, la lluvia se avecinaba, y los rayos por su parte con su mezquina luz robaban algunos segundos a la noche, en la cual las siluetas amorfas eran el espíritu que acompañaba a la casa y era solo la luz del cigarrillo quien delataba los setenta y algo años de don francisco, quien hundido en su poltrona de cuero dejaba escapar la vida, como si con ello fuera a olvidar lo que sus ojos habían visto y luego plasmado sobre la tela.
La habitación estaba silente y solamente se podían escuchar el ruido de las gotas de lluvia azotando sobre el tejado, cuando de pronto un golpe seco en la puerta me sacó del trance en el cual me encontraba y corrí hasta ella, al otro lado sentí un tenue quejido y de pronto otro golpe. Mi respuesta fue un ladrido agudo, el cual hizo que don Francisco se pusiera en pie, y acompañado de su bastón hizo la caminata de al menos treinta pasos que lo separaban de la puerta. La abrió sin dudarlo, momento preciso en el cual un rayo iluminó el lugar, era un hombre, de rostro pálido, de no mas de cuarenta años, pelo negro y ojos celestes, los que mas parecían pertenecer a un fantasma que a un hombre, cuando de pronto se fue de bruces sobre don Francisco quien sacando fuerzas de flaqueza logro detener la caída y como pudo lo llevo hasta un sillón cercano, allí lo recostó mientras acercaba su oído a la boca.
Aun respira-dijo y salió de la habitación dejándome de custodio del recién llegado.
Don Francisco no tardó en regresar trayendo consigo un lavatorio, una vela y algunas telas, luego y con mucho cuidado le abrió el uniforme era un soldado y evidentemente estaba herido y a medida que abría la chaqueta iba quedando al descubierto una gran herida, muy cercana al hombro, al parecer ya tenía un tiempo porque la sangre seca así contaba, con esfuerzo lo levantó para ver si la bala había salido y al mirarle pudo descubrir que había sido así.
Con delicadeza le limpió y luego cubrió las heridas con un paño, dejándolo dormido en el mismo lugar. Yo me convertí en su guardián los tres días que estuvo inconsciente cuando en medio de la noche empezó a gemir como si se tratase de un cachorro, poniéndose de pie, acto que no duró mas de unos pocos segundos ya que se desplomó cayendo duramente al suelo, mis ladridos sacaron del sueño a don francisco quien lo acostó nuevamente cubriéndolo con un poco mas de ropa ya que la nieve que se dejaba caer estaba congelando todo.
Desde aquello pasaron tres días, y como si don francisco fuera un enfermero, le daba cucharadas de sopa en la boca ya que no era capaz de levantarse, y a pesar que el herido no podía ponerse en pie, y para evitar cualquier accidente, don francisco tomó el fusil, el mismo en el cual se apoyaba al momento en que llegó, así como también la pistola que llevaba en su cintura y las guardó.
 
 
 
Al parecer don francisco y el extraño hombre se conocían ya que una vez que estuvo algo recuperado se encerraba junto al el en su estudio, conversando hasta altas horas de la noche. Allí hablaban de la vida, de la muerte, de los sueños, de la guerra, fue entonces  cuando surgió una palabra que nunca antes había escuchado, que significaba, como afectaría nuestras vidas, Como, Como, Como, si era una palabra sencilla pero que cuando la escuchó nuestro huésped palideció por completo.
Permiso don francisco-dijo-y se empinó la botella de orujo que tenía cercana, saliendo luego a recostarse en el sillón sin decir palabra alguna.
 
La noche pareció tan larga, hasta que al fin llegó y unos rayos de sol se colaron por la ventana, luego escuché los pasos del hombre subiendo la escalera, yo convertido en su sombra le seguía y una vez  que hubo llegado arriba volteó su mirada para observarlo todo, la mesa del comedor sobre la cual un candelabro de tres velas la adornaba, la poltrona de don francisco, el florero sobre la mesita junto al sillón, el que mas que flores tenía tallos secos.
Nuevamente volteó para mirar al fondo del pasillo, caminando lentamente y apoyado en la baranda dio los doce pasos que le separaban del gran espejo colgado al fondo del pasillo, luego y con gran velocidad sacó la pistola de su cintura. No se donde la encontró ya que don francisco lo había despojado de ella y la llevó junto a su sien, fue como si antes que la bala saliera del cañón de su arma que se vio reflejado muerto ya que un estertor le sacudió de pies a cabeza, ocurriendo luego lo inevitable.
Cayo cuan largo era, aun con la pistola en su mano, mientras que sus ojos quedaron fijos en el techo y por mas que le lamía la cara no volvió a parpadear.
Don francisco sumido en el dolor, le dio sepultura, el lugar donde lo hizo no lo puedo revelar ya que me dejó encerrado al igual que lo estuvo él por un mes completo, hasta que una mañana se dejó ver subiendo la escalera, venía con los pinceles y pinturas, sin embargo el brillo que antes había en sus ojos había desaparecido.
Con la ayuda del bastón logró descolgar el espejo, el mismo frente al cual se quitó la vida nuestro huésped, lo apoyó sobre la baranda y lo lanzó al vació, convirtiéndolo en una lluvia infinita de imágenes diminutas.
Su tarea, un océano infinito, estrellándose contra una gran roca, lo que al parecer eran dos aves surcaban lo que debía ser el cielo, nada podía ser visto con claridad, todo y todas las imágenes eran confusas, cuando de pronto apareció solo mi cabeza asomada entre las aguas, con mis ojos tristes perdidos en la nada, fijos para toda la eternidad.
            -no estés triste-me dijo-no son tus ojos retratados, ¡no eres tu! Mira el agua, ya no es azulina, ha quedado obscura con la sangre de la guerra, y mi amigo sumergido en ella, mi mejor amigo sumergido en ella, para toda la eternidad.
                                  
 
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Descripción

el perro semi hundido

Palabras Clave: perro soldado hombre espejo muerte

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: caranndor

Derechos de Autor: caranndor


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Caranndor

este texto trata desde mi punto de vista como pudo haber sido creado y un significado a la tan famosa pintura de don Francisco de goya.
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July 30, 2013
 

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busy