Creencia
Publicado en Jul 13, 2016
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-Escribir es una creencia.-, me dijo, segura de que la cuestionaría de inmediato.  
-¿Cómo es eso?-, pregunté, desde luego sin causar la mínima sorpresa a mi presumida compañera.
-¡Claro, hombre! Es muy sencillo. Creer, es pensar que algo o alguien es real o que tal vez no lo es, ¿estás de acuerdo?-
No espero mi respuesta. Continuó, -Lo peor, lo más frustrante de esta condición, es que nunca llegues a comprobarlo.-  
Guardó un silencio que me indicó que esperaba mi respuesta. -Sí-, respondí simple y escuetamente, sin pensar, sin analizar, por mero impulso.
Al ver que no iba a decir nada más, concluyó, -Entonces escribir es creer. Punto final-.
Estaba seguro que había notado mi confusión, por eso mismo no me atreví a ahondar más en el tema y mucho menos a lanzarme a hacer un mayor análisis de su premisa. Estaba tan revuelto su plateamiento que sabía que cualquier intento de contribuir o refutar, sólo evidenciaría me endeble posición de "intelectual improvisado".
Sin embargo, era de tan mala leche la moza, que continuó esperando en silencio, por unos tres o cuatro minutos más, una respuesta más completa de mi parte, que de antemano sabía, nunca llegaría. Entonces dijo burlándose, -Pues entonces, fin del tema-.
 
Para cuando reaccioné, no sé cuántos segundos después, noté que me veía moviendo la cabeza, tal como si estuviera observando a un incomprensible ente al cual esperaba comprender mirándolo desde diferentes perspectivas, hasta que, en uno de esos ridículos movimientos, la comprensión final y definitiva apareciera esporádicamente.  
Sin embargo, yo lo sabía muy bien, esos malditos movimientos tenían una finalidad específica, ¡desesperarme e irritarme! Janet continuó haciéndolos sin limitación, sin importarle si la había descubierto o no, si estaba molesto o si, aunque para ella fuera muy remoto, reaccionaría de alguna forma, aunque no fuera violenta.
Para mi fortuna, pude darme cuenta a tiempo de sus intenciones, lo cual me programó, ingenuamente, debo aceptarlo, a enfrentarla con una actitud, que yo califiqué como inteligente. Para empezar, fingí ignorar su ataque, esperando que mi reacción fuera considerada más como una posición de tolerancia que de cobardía, pero la realidad era otra, en verdad estaba aterrorizado por haber escogido enfrentarla. Estaba paralizado, ya no pensaba más, ni siquiera hablaba. Ella paró de mover la cabeza súbitamente, como si el hartazgo la hubiera colmado de un segundo a otro. Se levantó y caminó hasta la puerta desde donde, antes de salir, me dijo, -Acabas de conocer la miseria de la cobardía, la estupidez y el engaño, todo en una sesión de diez minutos. Ojalá no lo vuelvas a experimentar, porque entonces sí, estarás perdido-. Salió cerrando la puerta tras de sí.
Solo y en silencio, intenté comprender primero lo que sucedía y después lo que había sucedido en esos nefastos diez minutos. No llegué a una conclusión. Mejor dicho, ni siquiera pude imaginar una que fuera parcialmente congruente. Era imposible porque Janet tenía seis años muerta.  
    
 
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Foto del autor Juan Carlos Maldonado Garca
Textos Publicados: 109
Miembro desde: Jul 09, 2009
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Descripción

Recuerdos y remordimientos que nos hacen revivir lo que buscamos olvidar y para lo cual no tenemos la actitud necesaria para el control.

Palabras Clave: Imaginacin miedo dolencia resentimiento perdicin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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